Una llamada a la lectura de esta magnífica obra
«Ph´nglui mglw´nafh Cthulhu R´lyeh wgah´nagl fhtagn»
Cthulhu, entidad cósmica creada por H.P. Lovecraft, es parte de la cultura popular y centro de los Mitos que llevan su nombre. No podemos más que rendirnos a la evidencia de que el autor de Providence creo una mitología propia, rica y consistente, al igual que otros de sus contemporáneos como Clark Ashton Smith y Robert E. Howard.
Mi primera toma de contacto con el aterrador universo de Lovecraft vino de la mano de otra de mis aficiones, los juegos de rol. En concreto me refiero a La llamada de Cthulhu de Sandy Petersen y Lynn Willis publicada en España por la editorial barcelonesa Joc Internacional. La mencionada edición fue la que, pese a posteriores actualizaciones y ediciones varias, marcó un punto de inflexión en mi modo de entender los juegos de rol. Era un planteamiento distinto al modo y manera de juegos como El Señor de los Anillos o Dungeons & Dragons. Incluso diferente a Vampiro: La Mascarada. Este juego bebía de la obra de Lovecraft de tal forma que aspectos como la cordura, el terror, la investigación y las sectas convertían las partidas en una suerte de historia sobrecogedora en un ambiente en el que el jugador se encontraba antes fuerzas desconocidas que escapaban de su control.
Si bien la mitología lovecraftiana es muy rica, pivota la misma entorno a una criatura extraña, incluso a la hora de nombrarla, Cthulhu. Sabemos que dicha entidad se comunica a través de los sueños y visiones que proyecta sobre la humanidad. En concreto, la obra que nos ocupa comienza con extraños sueños y pesadillas. Esa forma de comunicación es más susceptible en artistas y lunáticos. Sin embargo, de la obra se deduce que, en nuestro subconsciente, todos estamos conectados con Cthulhu a través de una especie de red neuronal que se extiende sobre nuestros miedos y pesadillas. La obra comienza con una letanía escrita, en la cual se nos cuenta que no sólo Cthulhu espera su regreso, sino que nosotros también esperamos su despertar. Una letanía que en boca de los sectarios convierte el destino final de la obra en una terrible verdad.
Este volumen es muy importante para los amantes de H.P. Lovecraft, puesto que marca el punto de inicio de un pilar básico en la mitología orquestada por el autor de Providence. La primera aparición de Cthulhu se produjo en The Call of Cthulhu. Se trata de una historia que se publicó en la edición de febrero de 1928 de la revista Weird Tales. Posteriormente se reeditó por Arkham House en una antología de 1939; El extraño y otros (The Outsider and Others).
No solo es difícil la pronunciación del nombre de Cthulhu, lo cual ha dado para muchas conversaciones y discusiones, sino la propia concepción visual de un ente como este primigenio. La primera descripción de Cthulhu nos la ofreció H.P. Lovecraft en el mencionado relato:
«A monster of vaguely anthropoid outline, but with an octopus-like head whose face was a mass of feelers, a scaly, rubbery-looking body, prodigious claws on hind and fore feet, and long, narrow wings behind.»
Afortunadamente para los amantes de los Mitos, Gou Tanabe consigue asombrarnos con la plasmación de un ente que no solo es complejo en lo que a su diseño se refiere, sino que además transmite con su maravilloso arte esa imagen sobrecogedora y terrible de un ser que escapa a nuestra capacidad de comprensión. Lo hace de una manera sublime.
Siguiendo con el significado de la obra original, debemos señalar que algunos estudiosos de la obra del escritor de Providence lo alinean en la tradición filosófica empirista. Para aquellos como el que suscribe que carecen de la formación propia de esta rama del saber, decir simplemente que se trata de una teoría que postula que nuestro conocimiento de las cosas proviene de los sentidos. En particular, Lovecraft va parejo con autores que consideran que la humanidad está muy alejada de lo que es la búsqueda del conocimiento. El ser humano estaría inmerso en la ignorancia. Si comprendemos o intentamos sacar alguna conclusión de Los Mitos de Cthulhu, y ya lo vimos en Las Montañas de la Locura, Lovecraft muestra al ser humano como una insignificancia dentro de la complejidad del universo y del conocimiento. De ahí que, en esos momentos en los que el protagonista avanza en la investigación, llega a perder el juicio ante lo inconmensurable del conocimiento que escapa de su ignorancia.
Hilando con el contexto que he mencionado, y desde una perspectiva meramente de estilo Gou Tanabe logra provocar el efecto deseado, el efecto que H.P. Lovecraft consiguió que su obra trasladase a los lectores. En lo que nos ocupa, y en el presente tomo, partiendo de una atmósfera de oscuridad y melancolía combina sentimientos de insignificancia, desesperación y miedo, no solo a nivel literario, sino gráfico.
La llamada de Cthulhu se articula en torno a tres ejes íntimamente ligados. En primer lugar, una atmósfera en la que el miedo y la melancolía bailan un rítmico vals junto con dos compañeros de baile como son la sumisión y la desesperación. Gou Tanabe transmite con su sobrecogedor arte de grises estos elementos clave en la filosofía propia del horror cósmico.
Por otro lado, y como segundo pilar, la innegable sensación de estar ante una realidad que siendo totalmente ficticia se convierte en un relato dotado de credibilidad. En este punto es H.P. Lovecraft el que facilita el trabajo al autor japonés partiendo de una obra en la que el autor de Providence relata una historia a modo de diario de un hecho cierto, perfectamente hilado como si fuese una historia verídica. En este aspecto toca, como en otras ocasiones, acudir a la maravillosa obra de Alan Moore, Providence, como referencia. De la lectura de esta magistral serie, al final de ésta comprobamos como el origen de la mitología de los Mitos viene de la mano de relatos verídicos vividos por su protagonista a lo largo de su periplo por Estados Unidos.
Por último, ese tercer elemento que la obra respira por los cuatro costados es ver cómo Gou Tanabe plasma, a las mil maravillas, la reacción del ser humano cuando contacta con criaturas cuya mera presencia supone la caída de los principios básicos que sostienen lo que hasta la fecha se ha dado como una realidad incuestionable. Sumado a este aspecto comprobaremos como el protagonista de la historia, metáfora de la desesperación del ser humano ante el significado de la ignorancia, realiza una fútil y desesperada reacción ante un destino que devendrá fatal a pesar de los esfuerzos llevados a cabo.
La lectura de La llamada de Cthulhu me ha llevado por un camino insospechado, a sabiendas de lo que iba a encontrar. A lo largo de las primeras páginas percibimos como el narrador parece no creer el relato de su tío, y protagonista de gran parte del relato. Ese escepticismo supone potenciar un clímax que el autor japonés impregna detalladamente con una realidad que está oculta al protagonista pero que el lector va percibiendo progresivamente. Claro está que gran parte de lo que se nos exhibe es gracias a H.P. Lovecraft, pero avanzando en la lectura, con el impecable trazo de Tanabe, vamos comprendiendo el por qué La llamada de Cthulhu consigue estar dentro de esas obras imperecederas del género del terror, y que el guionista comprende y refleja con un dominio apabullante. La llamada de Cthulhu es un relato escalofriante, todo ello gracias al elemento sobrenatural. Un ejemplo es el momento en el que el espectador ve por primera vez, en ojos de uno de los protagonistas, una extraña tablilla de arcilla que remueve una sensación interior de desasosiego. No solo eso, sino que a lo largo del viaje en el que nos vemos inmersos se nos presentan diapositivas de situaciones que consiguen inquietarnos. Una de ellas, y que se ha quedado grabada en mi mente, es el momento en el cual el narrador llega a R’lyeh y una enorme puerta con claras alusiones a Cthulhu es abierta. Gou Tanabe consigue con su gran manejo de las sombras y el ángulo de las viñetas darnos uno de los momentos más terroríficos de esta obra.
En la segunda parte del relato, al igual que hizo Lovecraft, Gou Tanabe da cuerpo a Cthulhu, y no solo eso, sino que será a través de los ojos del inspector Legrasse cuando el lector conozca más sobre el culto a Cthulhu y sus antiguos orígenes. Al igual que ya ocurría con La sombra sobre Innsmouth, resulta interesante comprobar como los adoradores de este primigenio son morenos de piel e incluso claramente mestizos. Pero lo realmente importante de esta parte del relato es ver como descubrimos como el culto existe en los rincones más oscuros del mundo esperando liberar a Cthulhu.
Finalmente, respecto a la innegable cuestión religiosa, Gou Tanabe no ha pasado de largo por el delicado tema subversivo de Lovecraft hacia las religiones occidentales. Tal es así que, en palabras de un miembro capturado de la secta los antiguos, Cthulhu, y los primigenios enseñarán a la humanidad una nueva forma de vida alejada de esa religión que controla el caos y ordena nuestras vidas. Gou Tanabe nos transmite lo que en su momento H.P. Lovecraft quiso decirnos; la humanidad es deficiente y no podemos esperar vencer al mal, sino sucumbir a él, aparcando la racionalidad, volviendo a nuestra naturaleza primaria.
En definitiva, tenemos delante una obra que innegablemente conforma un imprescindible triunvirato junto con Las montañas de la locura y La sombra de Innsmouth. Estas tres obras, sin desmerecer el resto de los relatos, son el núcleo duro de la mitología construida por un autor complejo, H.P. Lovecraft. Somos afortunados de que Gou Tanabe digiera previamente una obra difícil para, con su maravilloso arte y detallismo, darnos su visión de un mundo y mitología inquietantes y aterradores.
Otras obras reseñadas por Zona Negativa
Lo mejor
• La maravillosa ambientación.
• El dibujo.
• Un guion acorde a una adaptación fiel.
Lo peor
• Que se están acabando las adaptaciones de Gou Tanabe de la obra de H.P. Lovecraft.
Una llamada a la lectura
Guión - 8
Dibujo - 9
Interés - 9
8.7
Una fiel adaptación.
Muy buena adaptación sin duda, y muy fan del trabajo de Gou Tanabe, que con su estilo pelín feista se adapta perfectamente a lo que pide la obra.
La verdad es que entre éstas adaptaciones y las de Baranguer con esas ilustraciones tan alucinantes a todo color, las editoriales nos tienen bien saciados a los fans del chalao de Providence.
Que siga la fiesta.