La Mala Gente

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Colección: Bande Dessinée
Autor: Étienne Davodeau
Traducción: Ana Millán
Ponent Mon – 192 pág – BN – 18 €

Descripción Editorial

En La mala gente, obra galardonada con el premio de la Crítica y el premio del Público 2006 del Festival Internacional de BD de Angulema, Étienne Davodeau refiere los recuerdos de sus padres sindicalistas, de la iglesia a la fábrica. Un documento apasionante acerca del mundo del trabajo y la Francia de los años 1950 a 1981.

Étienne Davodeau procede de una región católica y obrera, los Mauges. Sus mismos padres son un ejemplo perfecto de gente cuya educación se ha forjado entre la iglesia y la fábrica, con una temprana voluntad de actuación. Su trayectoria y aspiraciones son las de una Francia en busca de justicia y de progreso social, desde el fin de la guerra a la elección de Mitterrand…

Nació en Anjou el 19 de octubre de 1965. Tras obtener su licenciatura de artes plásticas, Davodeau escribe un guión que se convertirá en 1992 en el primer tomo de la trilogía Les Amis de Saltiel, publicada por Dargaud. Dos años necesita para la elaboración de su siguiente álbum, relato titulado Le Constat, donde se revela plenamente su sentido de la narración. Le siguen Quelques Jours avec un Menteur, Le Réflexe de survie, La Gloire d’Albert, Anticyclone y Ceux qui t’aiment, crónica sarcástica sobre la relación entre hinchas y futbolistas millonarios. En 2001, realiza Rural!, acerca de la vida de una familia de agricultores bio enfrentados a la construcción de una autopista, que recibió el premio de los Verdes y el premio Tournesol 2001 en Angulema. Gracias a este reportaje en cómic, confirmó su decisión –poco frecuente en el cómic- de inscribir el mundo real en lo más profundo de su trabajo. Dicha singularidad, empero, no lo limita en absoluto. Se interesa también por la experimentación narrativa con L’Atelier, y en el cómic infantil (con las aventuras de Max & Zoé, con dibujo de Joub). A principios del 2005, Étienne Davodeau recibió el premio de las Librerías especializadas por Chute de vélo (Ed. Dupuis).

Reseña

Posiblemente esta reseña no fue escrita para ti… porque no fue escrita para los visitantes habituales de Zona Negativa. Incluso podría añadir que, si eres un simple lector de cómics, no es necesario que la leas.

Esta reseña fue escrita para mí y para gente que comparten conmigo un determinado sentido del vivir. Es una reseña que me debía y les debía. Por eso te digo que, si insistes en seguir leyendo, sepas que pisas territorios íntimos, espacios sagrados… y ante ellos espero que sepas del valor del respeto.

La Mala Gente es la historia de una generación, de un territorio, de una manera de crecer y sentir. Explica cómo, al amparo de una Iglesia Católica renovada por los vientos del Concilio Vaticano II, colectivos de obreros sin apenas estudios se descubrieron interlocutores válidos para con el mundo.

Ponent Mon/Davodeau
Ponent Mon/Davodeau

Niños que se hicieron hombres a fuerza de trabajo y fábrica y nada más, que crecían sin crecer, tan sólo enseres de producción, fueron interpelados, preguntados, considerados. Devinieron personas. Intuyeron que podían ser protagonistas de sus vidas… y que sus vidas merecían ser protagonizadas.

La Mala Gente explica el día a día de los incipientes Movimientos de Acción Católica Obrera, allá en Francia. Y cómo, a base de reuniones, actividades y desafíos, sus militantes aprendían de su valor, de su fuerza, de su dignidad.

Ponent Mon/Davodeau

La Mala Gente señala que hay causas por las que luchar, que la injusticia tolerada no es menos injusta, que el poder puede ser inmisericorde. La Mala Gente muestra que la traición es debilidad y que la integridad puede surgir de rincones insospechados.

Y habla de un Dios, una hipótesis, que gusta de estar al lado del agredido, del débil, del que necesita reconocerse valioso. Un Dios Padre que reclama justicia. Un Dios Madre en cuyo regazo hacerse fuertes.

Ponent Mon/Davodeau

La Mala Gente es una obra improbable que ha llegado a existir. Que habla de una gente improbable que también existe. Cristianos de izquierdas, incómodos compañeros de camino, no queridos por nadie salvo cuando conviene usarlos. Y de esta obra improbable, probablemente no pueda hablar con imparcialidad.

Ponent Mon/Davodeau
Ponent Mon/Davodeau

Os puedo decir que me emocionó, que reconocí veraces miles de detalles. Os puedo decir que ocupará un lugar de privilegio en mi recuerdo y que la recomendaré a aquellos que gustan de caminar a mi lado por según qué senderos. Os puedo decir que me sorprendió la naturalidad con la que su discurso se desplegaba, saltando de un tema a otro, haciendo incisos, de manera nada artificiosa, cual anécdota que se explica a un amigo. Pero a buen seguro, explique lo que explique, esta obra sólo os interesará si de alguna manera reconocéis en vuestra vida algo de lo que cuenta.

Nota: Si estáis interesados en adquirir esta obra y no tenéis por costumbre visitar las Librerías Especializadas en Cómics, podéis poneros en contacto con su editor español a través de este enlace.

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Jordi Ballera
25 octubre, 2006 10:51

Si te he de ser sincero, me ha gustado más tu reseña que el comic. Por un lado creo que el estilo del autor es demasiado plano, sin emoción, sin pasión. Solo narra lo que han vivido sus padres y lo hace con demasiada distancia.
Esta distancia convierte a Davodeau, tratándose de un comic que podemos llamar «Histórico», en historiador. Y aquí está, creo, lo que falla en la historia. Davodeau utiliza una estructura lineal, diría incluso hegeliana (perdón…) en la que los acontecimientos se van acumulando de manera ordenada para confluir en un progreso histórico. La historia del movimiento socialista francés no fue así. No es lineal. Pero lo que es peor: el final de la obra de Davodeau intenta ser una metáfora del Fin de la Historia. Con Mitterand todos los sueños progresistas se han alcanzado. Esto tampoco lo comparto.
El problema radica, en mi opinión, en que el narrador se convierte en historiador con lo que eso tiene de «aparente objetividad». Si la historia la hubiesen contado sus padres hubiese tenido un formato más de «Crónica» y por ello, más subjetivo. Creo que Spiegelman resuelve mejor que Davodeau el problema de la «narración» de una historia que se cuenta al narrador.

nol
nol
25 octubre, 2006 12:40

Aunque cuente algo real, costumbrista o como se quiera llamarlo, al menos debe evitar aburrir al personal. Yo ni lo acabé. Un tebeo plano, pero plano, plano.

el tio berni
25 octubre, 2006 14:24

Estoy con los que no disfrutaron mucho de este tebeo. Comparto la visión de Jordi Ballera. Lástima, porque después de oir hablar maravillas de este tebeo, esperaba otra cosa.

G@mbito
25 octubre, 2006 15:40

No estoy nada de acuerdo con vosotros, a mi me parecio un comic muy bueno, una gra muestra de la historia de Francia y para nada lo considero plano ni aburrido. Yo lo cogi y no lo pude dejar hasta que lo acabe.

Yorkshire
25 octubre, 2006 23:16

Creo que el problema de lo plano es su manera de contarlo, es demasiado generalista, podríamos decir que va de lo universal a lo universal. No buscar la emoción es intencionado, muy intencionado: creo que es la historia más OBJETIVA que me he encontrado.

Este tebeo lo tenía todo para maravillarme: política, historia reciente, un buen dibujo… pero me pareció un poco fallido. Puede que sea la narración, que le falta vigor, como que va a tronpicones a veces, y otras muy lánguida.

Aunque el tebeo me gustó, no me pareció algo del otro mundo (muchos premios, demasiados).

josep rom
josep rom
27 octubre, 2006 0:56

Querido Toni,
hace tiempo que esperaba que escribieras esta reseña. «la mala gente» es una historieta desconcertante para los que desconocen el papel del cristianismo social en el desarrollo de la política de la postguerra mundial. Las tensiones de los cristianos –católicos (es el caso de Monnet y Schuman, fundadores de la Unión Europea) y protestantes (es la tradición de Fabius o Jospin en el caso del socialismo de raiz protestante francés) entre la tradición de la Iglesia y el ejercicio de la democracia partidista parecen extraños desde la perspectiva del nacionalcatolicismo franquista.
Y, pese al rigor ideológico de la dictadura, la influencia de esos movimientos de cristianos obreros franceses en el cristianismo español también afectó a los movimientos católicos de los años setenta –como nos recuerda la fundación de CCOO en 1976 cuya primera asamblea se celebró en una parroquia de Barcelona y el posterior nacimiento de la USO–.
Ahora bien, dicho esto, tengo que reconocer que pese a que el cómic de Davodeau me gustó por el carácter humano y sincero de los personajes, tengo que reconocer que padece del clásico distanciamiento propio del género de reportaje documental. En principio no es que sea un problema, los cómics pueden ser informativos y didácticos, pero el trazo dibujado reclama la emoción incluso más que la imagen audiovisual. Es curioso como el autor compone las viñetas como fotografías, seguro que se debe a la documentación fotográfica, pero afecta al tono distante del relato.
Pero reconozco que me encantó descubrir la historia de esos personajes sensibles y concienciados que hoy, debido al tiempo transcurrido, descubrimos como protagonistas de la historia de su época a partir de un sentimiento de solidaridad fundamentado en el mensaje de compromiso del cristianismo.