¡Solo tengo que gritar que soy una bruja y nadie creerá vuestras palabras!
Harriet Ediciones editó hace dos años
Gregorio Muro Harriet es un guionista de cómics, cine y televisión nacido en San Sebastian en el año 1954. Comienza su carrera en el cómic a finales de los años setenta en la revista Ipurbeltz para luego pasar a Habe Komik. Sus series beben de tradición francobelga y gran parte de ellas son publicadas en ese mercado en diversas editoriales. Entre sus trabajos cabe destacar: Justin Hiriart (Harriet Ediciones) con dibujos de Francisco Fructuoso, Jon y Mirka dibujada por Daniel Redondo (Harriet Ediciones), Sudor de sol dibujada por José Manuel Mata, (Ponent Mon) y Simon Besaluze con dibujos de Luis Astrain. Problemas editoriales en Francia y la crisis de las revistas en España provocaron su paso al mundo audiovisual. En 2015 creó Harriet Ediciones para recuperar sus obras, además de publicar obras de otros autores tan interesantes como La palabra del mudo, Jamás, Sin memoria o El regreso. Esta aventura editorial también le despertó las ganas de volver al cómic y a finales de este año volveremos a leer La honte et l’oubli su nueva serie para el mercado francobelga junto al dibujante Alex Macho.
Daniel Redondo es un dibujante nacido en Bilbao en el año 1940. Sus primeros trabajos aparecieron en las revistas de la editorial Bruguera. Con la llegada de la democracia comenzó a colaborar con Harriet en las series Jon y Mirka y La marca de la bruja, con las que dieron el salto al mercado francófono. Tras la muerte de Charlier ambos fueron elegido para la serie La juventud de Barbarroja, pero diversos problemas editoriales hicieron que Harriet abandonara el proyecto siendo sustituido por Christian Perrissin. Posteriormente dibujó la serie Aritz con guiones de Pello Gutiérrez.
Año 1611, Elvira de Goitie es acusado de brujería. En prisión conoce a otras mujeres que también han sido acusadas. Juntas emprenden una huida que las llevará por el Norte de España. En sus aventuras conocerán a otros desheredados de la fortuna con los que trabaran amistad y acabaran formando una poco convencional familia de marginados. En sus viajes conocerán las costumbres de los lugares que visitan y nos mostraran la realidad de la época para las clases más desfavorecidas.
La marca de la bruja es un integral en el que se recopilan los cuatro álbumes (La marca de la bruja, La loba, Rey de Gallos y El ángel caído) de la serie, además de las tres historias cortas (El aura del maligno, El invierno del Gato y Mensajeros de Muerte) que servían para darles unidad y contarnos el pasado de alguno de los personajes de la serie. Cada álbum es una historia autoconclusiva, aunque hay tramas que se continúan de un álbum a otro. La serie se llamaba originalmente Los peregrinos del infierno, pero siempre se la ha conocido con el nombre del primer álbum. El origen de la serie está en la revista Habeko Mik publicada en los años ochenta en el País Vasco. Era una revista editada por el Gobierno Vasco que cumplía dos objetivos ya que era una publicación para potenciar el cómic vasco y también servía como herramienta para aprender euskera. La revista duró 55 números y tenía una estructura similar al resto de revistas de la época con historias serializadas al estilo francobelga de diversos géneros. Fue un revulsivo para el cómic vasco, que gracias a ella vivió su edad de oro.
Estamos ante una obra que no solo nos ofrece aventuras en un entorno histórico, sino que va mucho más ya que sirve de para mostrarnos la realidad de la época. Cada álbum se desarrolla en un lugar distinto el primero en el País Vasco Francés, el segundo en el valle del Baztán en Navarra, el tercero en La Rioja y el cuarto en Zaragoza. De cada uno de estos lugares podemos ver los usos, costumbres y supersticiones de cada lugar. La marca de la bruja es una obra profusamente documentada, así en sus páginas podemos ver el peculiar sentido de la justica en el que una mera acusación de brujería servía para ajustar cuentas con alguien, también somos testigos de las difíciles condiciones en las que vivían los Agotes, de la difícil situación en la que quedaron los moriscos tras la expulsión en 1609 o la alquimia. Un fresco que nos nuestra el duro día a día que se vivía en aquella época. Todo ello desde un punto de vista muy crítico con los poderosos que en aquellos tiempos tenían total impunidad para cometer todo tipo de brutalidades con la población sin tener que responder ante nadie. Un reflejo de la realidad de época que describe y de la época en la que fue publicada, también toca un tema tan sensible como la violencia de género que en los años ochenta estaba silenciado y que por desgracia sigue presente en nuestro día a día.
Pero la parte más interesante de la obra es el tratamiento que Harriet hace de los personajes protagonistas, en especial las mujeres que son las que llevan el peso de la historia dando una visión femenina. Ninguna de ellas tiene vocación de heroína y están muy lejos de ser perfectas, pero deben luchar contra unas circunstancias adversas que ellas no han provocado. Elvira es un personaje que lucha contra lo que le quieren imponer los hombres, una adelantada para su época, pero no busca iniciar una revolución simplemente busca arañar un poco de felicidad a la dura vida que le ha tocado. Es un personaje que en ningún momento necesita de un hombre para que le diga lo que debe hacer, y que tampoco está locamente enamorada. Recuerda a Isa de Los pasajeros del tiempo, pero sin ese halo de romanticismo, Elvira está mucho más apegada a la realidad. Lo mismo sucede con la obra, pero a pesar de todas las penurias que pasan los personajes siempre hay un poso para la esperanza, algo que no sucede en Las torres de Bois-Maury con la que tiene mucho en común pero que es mucho más pesimista.
Es una obra que mezcla la influencia de los autores clásicos de la BD de aventuras como Charlier con autores en boga cuando la serie se publicó como Bourgeon, Cothias, Julliard o Hermann que estaban renovando la BD histórica. Pero también se ven influencias de la literatura picaresca española. Es que es una obra que no tiene nada que envidiar a las grandes obras de los autores antes mencionados. Harriet consigue que cada álbum tenga interés por sí mismo y no caiga en la repetición de argumentos, para ello mezcla elementos de suspense con la aventura, el costumbrismo y un toque fantástico. Sus guiones son muy sólidos y honestos y están perfectamente planificados y documentados y sus personajes son siempre coherentes con lo que sabemos de ellos.
Daniel Redondo hace un trabajo sólido, con la minuciosidad y atención al detalle propia de la BD histórica. Su estilo recuerda al de Bourgeon y Julliard, con líneas limpias que dejan espacio al color. Cada una de las ciudades, vestidos y armas que aparecen en la obra son un prodigio de verosimilitud que sirven para transpórtanos al siglo XVII. Es capaz de mostrarnos por igual lo más bello y lo más sórdido de la época, pero sin recrearse en la violencia ni en el sexo. Con el paso de los álbumes va puliendo su estilo y mejorándolo sobre todo el color que es cada vez más realista. Narrativamente se adapta a las necesidades y tempo de la historia. El resultado es un muy buen trabajo que no tiene nada que envidiar a los clásicos del género.
Harriet Ediciones hace un gran trabajo de edición, gran tamaño y buena reproducción. El color ha sido restaurado y modernizado por Raúl López. La única pega que se le puede poner es que las portadas originales no aparecen, solamente un fragmento. Además de en castellano también se puede comprar en euskera, como todas las obras de la editorial.
La marca de la bruja es un cómic histórico sobresaliente, en el que Harriet y Redondo supieron destilar las claves del género para conseguir una obra que no envejecida ni un ápice desde su publicación. Con una calidad que le permite codearse con las grandes obras de la BD histórica. Una joya que nos recuerda que en España siempre se han realizado grandes obras. Ahora toca recuperarlas para las nuevas generaciones.
Guión - 8.5
Dibujo - 8
Interés - 9
8.5
Clásico
Un cómic histórico de una calidad excepcional. Harriet y Redondo firma un trabajo memorable.