“Cinturón mágico: ¡Incrédulos! El que lleva la Espada tiene por misión sacra reunir los siete objetos del Destino. Tenéis que partir en su busca.
Marvin: ¿Y de qué servirá eso?
Cinturón mágico: Ah, pues… ni idea. (…)
Marvin y Herbert: ¡Pues entonces pasando! ¡JA, JA, JA!”
La serie
En esta enorme serie aparecieron diversos artistas con registros tan diferentes como Boulet, Mazan, Jean-Christophe Menu, Andreas, Blanquet, Carlos Nine, Stanislas o el propio Manu Larcenet. Todos con estilos diferentes pero con un destino común; formar parte de la historia de la novela gráfica al ser parte de esta serie.
Los artífices del delirio
Joann Sfar, vino al mundo el 28 de agosto de 1971 en Niza. En el año 1994 debuta con la obra Les aventures d´orssour Hyrsidoux y con varias historietas en la revista Lapin, la cual estaba editada por L´Association. Sale su primer álbum a color en 1996, Petrus Barbygere, junto a Pierre Dubois para la editorial Delcourt, la misma para la que a partir de 1996 guionizaría Los Potamoks, con la ayuda del dibujante español José Luis Munuera, y Troll, ilustrado por Jean-David Movant. En 1997 lanza el álbum La fille du professeur para Dupuis con los lápices de Emmanuel Guibert, y al año siguiente realiza como autor completo la novela gráfica Paris Londres para Dargaud.
Lewis Trondheim, seudónimo de Laurent Chabosy, nació el 1 de enero de 1964 en Fontainebleu, Francia. Tras asistir a un coloquio sobre la historieta en el que coincide con Christophe Menu en 1987, solo tardaría un año en lanzar su primer fanzine. Para 1990 fundaría con Menu y otros dibujantes del gremio, el colectivo L´Association, con la idea de promover el talento de los jóvenes. En 1992 aparece su primer personaje importante, el conejo Lapinot, que en 1994 le valdrá, con Saloms, el premio Alph´Art al mejor autor revelación del Salón de Angoulême y un contrato con Dargaud. El mismo año lanza el álbum La mosca, publicada en un principio en L’Association y después por la editorial japonesa Kodansha, justo antes de que se conociera la adaptación en dibujos animados.
Pero no sería hasta 1998 que Trondheim publica, junto a Sfar, su obra más conocida y reconocida para la editorial Delcourt; La Mazmorra.
La ambición de una generación
La Mazmorra tiene una compleja construcción, pero no como algo improvisado sino como algo premeditado. Los autores decidieron desde un principio crear un puzle fácil de seguir pero muy difícil de imaginar. Entre los años 1998 y 1999 sacaron los números 1, 2, -99 y 101. No os preocupéis, los números están bien aunque sea difícil pensar que así sea. El propósito de los autores se puede calificar como desmedido, ya que su idea tras ver la aceptación por parte del público al recibir el primer número, fue crear una gesta a la altura de pocas. Se plantearon tres ciclos narrativos, uno en el presente conocido como Zenit, otro en el pasado conocido como Amanecer, y un último ciclo en el futuro con nombre Crepúsculo. La idea fue hacer que cada ciclo tuviera la friolera de cien números, iniciando por Amanecer -99 al 0, seguido por Zenit 1 al 100, y finalizado por Crepúsculo 101 al 200. Una odisea de por sí.
Fue una pena (esperada) que no se concluyera ninguno de estos ciclos, pero sus intenciones y su osadía caló hondo en el espíritu de los creadores venideros, y su pretendida hazaña es recordada por muchos en el gremio.
De por sí cada ciclo es, aparte de una colosal pretensión, un cuidado análisis de personajes arquetípicos de la fantasía tanto heroica como del Grim Dark, dependiendo del ciclo, y de sus normas impuestas. Pero no solo se pretende un análisis sino una ruptura de mucho de lo que se suponía intocable en el ámbito de la espada y brujería.
Es clara las referencias a los mundos de la Tierra Media de Tolkien, a los juegos y universos de rol de fantasía incluyendo el famoso Dragones y mazmorras. Pero el referente inequívoco que cualquier amante a la sátira fantástica ve desde la primera página, es el inabarcable Terry Pratchett y su famosos Mundodisco. Algo que se lleva a cabo con respeto tanto a los autores como al género, cosa bastante difícil en el mundo de la sátira, y que otorga a La Mazmorra, junto con todo lo demás, esa pequeña pero compleja etiqueta de “obra referente”.
La mazmorra que se consiguió construir
El rompecabezas planteado en la mazmorra se engloba en unos ciclos de intención colosal, y con una construcción narrativa no vista hasta entonces. La serie completa se compone de cinco ciclos. Dos de ellos son ciclos secundarios, La Mazmorra. Festival dibujada por Manu Larcenet que se sitúa dentro de uno de los grandes ciclos Zenit, y que nos cuenta historias paralelas a los protagonistas de éste; y el ciclo La Mazmorra. Monstruos, que se trata de un compendio de historias autoconclusivas protagonizadas por secundarios de los ciclos principales y dibujadas por diferentes autores, tanto en estilo como en renombre.
Los ciclos principales son tres, y forman tres series independientes entre ellas pero con influencias entre sí, tanto en tramas como en personajes.
La Mazmorra. Amanecer:
En este ciclo son narrados los inicios de La Mazmorra con Jacinto de Cavaliere como protagonista. Un joven idealista que acabará convirtiéndose en justiciero nocturno de nombre “El Camisón”, y que se enfrentará a los tormentos del amor debido a su amada Alexandra. Es un ciclo algo más oscuro y adulto que el siguiente pero menos que el último. Su cronología con respecto al primer número editado se compone de los tomos -99 al -83 junto con cinco números de La mazmorra. Monstruos.
La Mazmorra. Zenit:
En este ciclo, y el que ocupa el integral que hoy nos acompaña, es en el que se nos narra una especie de pretendido presente. En éste se nos presenta a Herbert, el protagonista del ciclo, que estará acompañado por su amigo Marvin el dragón vegetariano, Isis la princesa gata que tiene poco de delicada, y el mismísimo Jacinto, que tras el ciclo del Amanecer es el guardián de la mazmorra. Este ciclo es el más amable de los tres, en el que se nos pone en cuestión todo lo que conocemos del viaje del héroe y de sus supuestas obligaciones narrativas.
El ciclo se compone por los números del 1 al 7 (el integral contiene los 6 primeros y principales de la saga) y los números del 1 al 5 de La Mazmorra. Festival.
La Mazmorra. Crepúsculo:
Este es el ciclo más oscuro y menos agradable, en cuanto a la comodidad de lectura, QUE el ciclo que lo inicia todo (Zenit). Esto se debe a que se aleja del ambiente pacifico, aunque mantiene sus agradables puntos de humor negro y la sátira, lo que hace que la serie tenga una envoltura en sí misma y un eje que la engloba en su totalidad, pese a la diferencia de épocas tanto en la historia (los años de diferencia dentro de la historia), como fuera de ella (los 19 años que se tardó en “finalizar” la serie). El héroe ahora es el villano, el terrible e insensible Gran Khan, emperador de Terra Amata, la cual está sumida por un lado en una noche eterna y por otro en un eterno día abrasador.
Esta etapa, por muchos la menos valorada, se cree que por ser la más afectada al “precipitado” final de la serie, se compone por los números del 101 al 111 y algunos números de la serie La mazmorra monstruos.
El integral que da inicio a la epopeya
En este primer integral podemos encontrar los seis primeros números de la saga llamada Zenit, que comprende el tramo intermedio o del apogeo de la historia de La Mazmorra en su universo.
– Corazón de pato (46 páginas) Fecha de 1998
– El rey de la pelea (46 páginas) Fecha de 1998
– La princesa y los bárbaros (46 páginas) Fecha de 2000
– Sortilegios e infortunios (48 páginas) Fecha de 2002
– Un matrimonio separado (46 páginas) Fecha de 2006
– Regreso a bombo y platillo (46 páginas) Fecha de 2007
La publicación por parte de Norma de esta saga casi completa, aparte de ser el inicio perfecto para adentrarse en esta inmensa serie, es una grata sorpresa para todos aquellos que amaron la serie pero no pudieron completarla.
Toda la historia comienza con Jacinto de Cavaliere, el guardián de la mazmorra y quien la regenta. Se nos explica por encima su funcionamiento, monstruos y finalidad. Herbert, el pato que será el impensable protagonista, se ve obligado, al fingir ser más fuerte de lo que es, a salir en busca de unos terribles enemigos que podrían amenazar la mazmorra. Pero Jacinto lleva mucho tiempo de guardián y algo se huele, por lo que manda a Marvin, un fiero dragón y su mano derecha, que vaya en busca del pato y le ayude a concluir la misión.
A golpe de doble sentido, de artes oscuras como quedarse el corazón como aval de su vuelta, encantamientos descabellados que hunden sus raíces en lo profundo del género fantástico, monstruos de toda índole, pretensión y condición, y unos cuantos mandobles repartidos a diestro y siniestro, Herbert y Marvin logran salvar la mazmorra de su posible final. Pero no sin consecuencias.
Es cierto que los primeros tomos de la serie parecen contener una gran carga de infantilidad en cuanto a las consecuencias de los actos llevados a cabo. Esto viene dado a que los actos en sí, son bastante cómicos y en algún caso delirantes, y eso lleva a que el lector no se los llegue a tomar en serio. Pero con el paso de los números, y el avance de una trama que solo se puede intuir en el primer número Corazón de pato por tres o cuatro pinceladas de seriedad, se ve una creciente madurez y trasfondo en las acciones; y sobre todo en las consecuencias de estas. Lo que hace grande a esta serie, es que lo consigue sin abandonar la esencia satírica y sorprendente que la hizo levantarse de la nada.
Esta evolución se ve reflejada en las ilustraciones. Aunque mantiene una estructura de página sobria y clásica en el mundo del BD, su dibujo ve una clara evolución, debido al desarrollo de la historia, al paso del tiempo entre un número y otro, y al cambio de dibujantes. El ciclo comienza a manos de Lewis Trondheim con un estilo claro y de corte infantil, con grandes similitudes del estilo que tiene la famosa serie de Hora de aventuras. Pero con la llegada en el número 5 de Boulet al apartado de la ilustración, deja atrás la complacencia del dibujo simple de apariencia amable, para darle un golpe de seriedad y realismo. Acentúa la gesticulación de los personajes, y por tanto los sentimientos de todos ellos son más palpables, por lo que podemos ver unas reacciones que antes estaban ocultas tras su simplicidad en el trazo.
Este hecho junto con la madurez creciente de la trama antes expuesta, consigue que la serie evolucione de forma exponencial, y no se estanque en una simple parodia de género. Hace que no se trate solo de un ensayo que analiza los límites del género, o de una sátira rica en contenido y con un universo tan amplio como la imaginación, que no se contenta con ser una inspiración para una generación, o una serie con una gran carga de dobles sentidos; no, es eso y mucho más. La Mazmorra es, en todo caso, una gran historia.
Firma invitada: Aitor Aguileta
Guion - 8.5
Dibujo - 7.5
Interés - 9.5
8.5
Desmedida
Una sátira rica en contenido y con un universo tan amplio como la imaginación