La muerte de Lobezno. Luces y sombras en los orígenes del mutante canadiense

La muerte de Lobezno es inminente. Ha llegado el fatídico momento en que uno de los personajes más explotados de Marvel cómics pase a dormir el sueño de los justos. Jugada arriesgada sin duda, pues bajo sus hombros descansaban varias series regulares ( Wolverine, Savage Wolverine, Wolverine and the X men) y era miembro de no pocos grupos de superhéroes. Declaraciones recientes del Director Editorial, Axel Alonso, nos vienen a recordar que vamos a estar sin el viejo Logan durante una buena temporada, anunciando una época que se va a caracterizar por ser “Wolverine free” . Quizás suene un poco tétrico, pero un momento como este es una buena ocasión para celebrar las bondades del mutante canadiense. Echando un vistazo a su larga vida editorial, hemos decidido poner el punto de mira en el controvertido tema de los orígenes. Un personaje al que se le ha dotado de gran longevidad y ha vivido un montón de peripecias que distintos guionistas han intentado ordenar a su antojo. La cantidad de historias que podríamos nombrar haría de este artículo algo mareante. Así que, esperemos que con buen criterio, hemos decidido centrarnos en aquellas historias fundacionales pensadas como tales. El camino elegido nos llevará de un débil y enfermizo James Howlett, que deberá lidiar con terribles sucesos para convertirse en el aguerrido Logan, hasta el estadio final que consiste en la transformación en Lobezno tras su paso por Arma X . Pero antes, un pequeño recordatorio de la creación del personaje, tal como Claremont manda.

Repasar determinadas historias, por clásicas o repetidas, puede llegar a ser redundante, pero en una historia de orígenes como esta no se puede pasar por la alto la génesis editorial del personaje. Su primera aparición se produce en Incredible Hulk#180 (con fecha de portada de 1974), en una última viñeta donde amenazante se dirige a un enfrentamiento nada menos que con Hulk y el Wendigo, pero su gran estreno es en el siguiente número, titulado literalmente “And now…the Wolverine”. Es bien sabido por todos que en nuestro país hemos asimilado la traducción de Lobezno, totalmente errónea si nos ceñimos al diccionario inglés-español. Lo correcto hubiese sido denominarlo carcayú o glotón, un animal pequeño, peludo, aguerrido y abundante en los bosques canadienses. Esas eran las características iniciales del personaje creado por Len Wein a instancias de Roy Thomas. El primer diseño corrió a cargo de John Romita Sr., que le dio su típico uniforme amarrillo con toques de azul y negro, y una máscara de aspecto felino. Diseño éste que induce a confusión debido a que puede parecer algo semejante a un felino mientras que el citado carcayú parece más un oso o, quizás por tamaño, un hurón. El caso es que el mayor de los Romita le dio esa apariencia y se mantendrá, con pequeños ajustes, largo tiempo. También se le añaden sus famosas garras, que en ese momento inicial desconocemos si pertenecen al traje o son atributos propios, aunque sí sabemos que están hechas de adamantium. Con todo el equipaje debuta en la colección del Goliat Esmeralda, que había llegado al Canadá para curar a una bestia mágica conocida como el Wendigo. La llegada de Hulk al país no ha pasado desapercibida para los servicios secretos que envían a su mejor opción, el llamado Arma X, el mismo Lobezno, para que consiga reducir al Gigante Esmeralda. La lucha principal se da entre el alter ego de Bruce Banner y la bestia mítica, siendo el canadiense más un estorbo que acaba derrotando Hulk casi sin problemas.

El destino quiso que Wein, guionista de Hulk que le hizo debutar, fuese el responsable del relanzamiento mutante. Un nuevo equipo internacional se estaba gestando bajo las órdenes del Profesor Charles Xavier y Lobezno, que ya sabíamos por su primera aparición que era un mutante, formaría parte del mismo. El autor no tenía muy clara la idea que quería dar del nuevo personaje. En sus propias palabras, incluso llegó a pensar en convertirlo en un simple animal evolucionado. Finalmente, Wein tuvo que dejar la colección  debido a su ascenso al más alto sillón editorial, siendo sustituido por Chris Claremont, su ayudante personal, que ya había despuntado en alguna cabecera menor. Es este guionista es el que dará forma a la nueva Patrulla X y el mutante canadiense sería presentado como un broncas, poco dado a la empatía y como circunstancial alivio cómico. El dibujante Dave Cockrum nos dio su primera imagen sin uniforme, con sus características patillas y su pelo alborotado. Su estrella no era la que más brillaba en este grupo hasta la proverbial llegada de otro canadiense, John Byrne. Su entrada en la serie cambio la suerte del personaje, tanto que el propio Claremont ya había pensado en deshacerse de él. Las miradas volverían hacia un Lobezno que, dibujado por Byrne, alcanzó una mayor popularidad gracias a episodios como el del Club del Fuego Infernal o la controvertida saga de Tierra Salvaje, con el tema del asesinato como epicentro de la polémica.

Estaba claro que el personaje iba calando en el aficionado, máxime cuando a diferencia de otros integrantes de los X Men, prácticamente desconocíamos cualquier detalle de su vida anterior a la patrulla. Hasta su nombre, un simple Logan, se hizo esperar, nombre por cierto elegido con sorna por el tándem Claremont-Cockrum ya que pertenece a la montaña más alta de Canadá. Sabemos también de su estancia en el servicio secreto canadiense y de su amistad con los Hudson, matrimonio de superhéroes que lo acogieron en un primer momento. De hecho, somos testigos del intento de recuperar a Arma X por parte del mismo James Hudson en X Men#109, primero llamado Arma Alpha, para luego ser conocido como Vindicador, reuniendo al primer grupo de superhéroes canadienses, los Alpha Flight (X Men#120). Es indudable que por su procedencia el viejo Logan tendrá muchos lazos con este equipo. Pero el misterio que rodeaba al personaje le hacía más y más interesante, provocando en el aficionado un deseo de conocer más detalles de este mutante que parecía tener más bagaje del que parecía. Pronto descubrimos que poseía un factor curativo que le hacía recuperarse de casi cualquier ataque, provocando también una regeneración en su cuerpo que le hace envejecer a pasos muy lentos. Claremont dominaba todo el ámbito mutante y regía los destinos de Lobezno de forma clara. Las presiones editoriales para que diera a conocer más aspectos de la vida del personaje dieron sus frutos con la salida de su primera serie limitada  como protagonista en 1982. El Patriarca Mutante se asociaría a Frank Miller para dejarnos un relato donde dejamos fuera a Lobezno y nos centramos en Logan. En esa lucha particular que tiene el personaje entre su parte animal y su parte humana, el acercamiento que hacen los autores a la cultura japonesa, con sus rectos códigos de honor, justicia y rectitud como bandera, dejan al hombre bajo la máscara al descubierto, enfrentándose a sus fracasos personales. La razón de ser todo esto lo hallamos en el amor que se profesan Logan y Mariko Yashida, que pertenece a un clan ancestral, amor que su padre se niega a aceptar. Lord Shingen, cabeza del clan Yashida, le dará un soberano correctivo al canadiense obligándole a seguir su propio camino de redención. De aquí sacaremos aspectos recurrentes de la mitología de Lobezno, como su fuerte relación con el país del Sol Naciente, y personajes que orbitarán, por activa o por pasiva, en el camino editorial de Logan, tales como la ya citada Mariko, la impulsiva Yukio, el clan Yashida y la secta de asesinos conocida como La Mano (secta a la que sacará partido Miller en Daredevil).

El camino para una larga cantidad de aventuras en solitario acaba de abrirse. Seguiría otra mini serie acompañado de Kitty Pride, también con Japón como escenario de sus peripecias. Pero la editorial y el público quería más, y Claremont tuvo que ceder a la aclamación popular. Comenzó un serial en la revista Marvel Comics presents regalándonos una nueva localización para sus aventuras en solitario, alejada del nuevo escenario que estaba tejiendo en la colección principal tras “La caída de los mutantes”, llamado Madripur. Situado en el archipiélago indonesio, este enclave con tradición pirata, es un lugar poco recomendable, lleno de hombres de negocios sin escrúpulos, femme fatales y asesinos letales (ese Puños de Navaja). Aquí Logan adquiere una nueva personalidad, Parche, y se verá envuelto en los asuntos de la isla, asumiendo un papel que todo el mundo relaciona con el Rick Blaine de Casablanca. Su nueva serie es un hecho, primero en manos de Claremont para después pasar bajo la batuta de autores como Peter David o Larry Hama, que nos irían desgranando gran cantidad de datos sobre la vida del mutante de las garras de adamantium. Conoceremos su longevidad, y tal detalle nos permite intuir que ha pasado una gran cantidad de aventuras, incluida su participación en los grandes conflictos del pasado. Pero nadie se había parado a explicar cómo este canadiense se había convertido en la máquina de matar reprimida que parecía. Ningún guionista había resuelto las dudas con respecto a su esqueleto recubierto de adamantium, sus bloqueos mentales o la lucha interna entre su parte animal y su parte humana. Sería un dibujante legendario el que daría respuesta a muchos de esos interrogantes.

Barry Windsor-Smith es un artista que debutó en Marvel en los años setenta, pero que acabó abandonando la compañía en busca de pastos más verdes a nivel creativo. Como suele ocurrir a menudo, retornó a la Casa de las Ideas, además con tan buen tino que le ofrecieron un proyecto menor que supo aprovechar para llevar al mutante canadiense al siguiente nivel. En principio le ofrecieron un formato reducido de ocho páginas para contar historias autoconclusivas. El poco espacio a su disposición estimuló a Windsor-Smith para encargarse de un proyecto que se publicaría en Marvel Comics presents (números 72 a 84) en calidad de autor completo: guión, dibujo, entintado, color y rotulación. Con una narración muy personal, explotando al máximo el formato empleado, y un dibujo preciso a la vez que espectacular, el autor logra su objetivo al mostrarnos el horror del camino recorrido por Logan para convertirse en Lobezno. La transformación definitiva en el animal que ya intuimos en el personaje ocurre ante nuestros ojos, dejando imágenes difíciles de olvidar.

Resumir el argumento de esta historia es bastante simple. Después de tanto hablar de Arma X por fin conocemos sus entresijos, su funcionamiento y las personas que en él transitan. Sabemos que son instalaciones secretas norteamericanas en suelo canadiense donde se hacen experimentos con mutantes para obtener soldados mejorados. Y nuestro Lobezno sería uno de esos experimentos. Es aquí donde radica la fuerza del relato, dando lugar a una historia donde Logan es el conejillo de indias, el sujeto pasivo en manos de personajes que realizan actos despreciables con una naturalidad pasmosa. Vemos como es raptado por miembros de Arma X y puesto al servicio del Profesor, autoridad que rige el programa y los experimentos, ayudado por el doctor Cornelius, un tipo que ha perdido su reputación por prácticas ilegales, y Hines, una científica que con su aparente timidez y recato da el contrapunto perfecto a los terribles acontecimientos de los que somos testigos. El canadiense es sometido a todo tipo de pruebas, al dolor más insufrible, empujado hacia su lado más salvaje, además de trastocar su cerebro hasta lo indecible. Todo por la planificación de este profesor ante los que se pliegan Cornelius y Hines. Pero Logan es un espíritu indomable, alguien muy difícil de doblegar. Asistimos a su lógica intención de huir y escapar de tan tremendo lugar, luchando contra una pléyade de guardias y poniendo fin a Arma X. Ahora ya recubierto por el mítico adamantium, sobra decir que el trío científico obtiene su merecido al final del serial, aunque tendremos apariciones posteriores del Profesor, ya identificado con un nombre, Thorton, y de Hines en la serie que escribe Larry Hama y dibuja Marc Silvestri en los noventa. Un último vistazo a Logan, caminando por los bosques helados canadienses, libre pero claramente derrotado, nos deja al personaje en el momento previo de ser localizado por el matrimonio Hudson y, por tanto, pasar a formar parte de los servicios secretos canadienses, el Departamento H. Aquí, con la ayuda de los Hudson, Logan reharía su vida como agente al servicio de su país y acabaría siendo enviado a luchar nada menos que con Hulk. El resto es historia.

Arma X pasa a estar unida al personaje de Lobezno. La parte animal de Logan se convierte en fundamental, por consiguiente, origen de uno de sus rasgos característicos. El programa fue reformulado y puesto en funcionamiento de nuevo en la pasada década por obra y gracia de Frank Tieri, que traería de vuelta a uno de los soldados supervivientes de la fuga de Logan y lo convertiría en el nuevo Director, creando un nuevo equipo formado por mutantes con graves carencias: Dientes de Sable, Kane, Mesmero, Chico Salvaje…. Este nuevo Director llegó a poner un campo de concentración para mutantes que no le servían para Arma X llamado “Nuncajamás”. También ha pasado por allí Masacre, que consiguió su factor curativo gracias a la sangre de Lobezno. Pero si alguien puso patas arriba el concepto fue Grant Morrison, que ha definido el programa en tiempos recientes. Ahora ya sería conocido como Arma Plus y nos revelaría que la famosa X no era una referencia a los mutantes, sino que indica un número, el décimo para ser más concretos. Por tanto, hubo nueve armas anteriores a Lobezno, siendo la más destacada el Arma I, el mismísimo Capitán América, aunque esto plantea no pocos problemas de continuidad con respecto al origen de Steve Rogers. Y también siguieron surgiendo tras el caso de Logan, como las Cuclillos de Stepford o el más famoso recientemente, conocido como Fantomex, que en origen fue el Arma XIII. Toda una mitología que han recogido autores posteriores, como Jason Aaron, una de los más destacados guionistas del hombre X en tiempos recientes.

El camino editorial de Lobezno fue fulgurante, pasando de ser un personaje menor a ser una de las señas de Marvel Comics durante más de tres décadas. Su despegue en los años ochenta y su consolidación en los noventa y los dos mil tuvieron su punto álgido al convertirse en el principal reclamo de la recién creada franquicia cinematográfica de X Men. Hugh Jackman, actor que ha dado vida al personaje en cada una de ellas, ha tenido una identificación muy fuerte con Logan y cuando se dio luz verde a películas individuales con mutantes, fue el primero en involucrarse en ello. De repente las alarmas saltaron en la editorial: alguien fuera de la compañía (recordemos que los mutantes pertenecen a Fox para temas audiovisuales) iba a narrar el origen del personaje. Bill Jemas, a la sazón presidente de Marvel, y Joe Quesada, Director Editorial, sabedores que es más rápido sacar a la luz un cómic que una película, se pusieron manos a la obra para encontrar al equipo creativo que mostraría el pasado hasta ahora escondido de Lobezno de la manera más rápida posible. El proyecto fílmico fue retrasado, aún así los planes de Marvel continuaron. Llamaba la atención (y todavía la llama) que uno de los personajes más reconocidos del cómic tuviera tan pocos datos sobre su origen. Estamos en el año 2001 y los mandamases tiraron de las estrellas más rutilantes que tenían en la editorial. Algunos se descartaron del proyecto por pensar que era innecesario, casos de Grant Morrison o Joe Casey. Otros lo intentaron pero sus ideas no llegaron a buen puerto, como Mark Millar o Brian Michael Bendis. Finalmente, el elegido fue Paul Jenkins, autor que entonces le sonreía su buena estrella, destacando sus series Inhumanos o Peter Parker: Spiderman. La guinda del pastel fue la participación de Andy Kubert, dibujante con una larga tradición en Marvel y referente de calidad contrastada. A ello habría que añadir una nueva forma de arte que sería probada en esta serie, ya que se prescindiría del papel de entintador y pasaría a aplicarse el color directamente sobre los lápices. El resultado fue espectacular gracias al trabajo del colorista elegido, Richard Isanove, tercera pata de la mesa en este proyecto. Como consecuencia de este tratamiento, tenemos un aspecto que nos retrotrae a las novelas del siglo XIX, con mansiones señoriales, amplios bosques y territorios inhóspitos.

Jenkins hace un primer ejercicio clarificador al centrar la trama en un momento cronológico concreto. Estamos a finales del siglo XIX en Canadá, en Alberta, para ser más exactos. A partir de ahí, y utilizando a una niña que nos narra cómo es vivir en la gran mansión Howlett, el guionista comienza su historia plagada de guiños y con un claro intento de dar pistas al lector, aunque guardando el as en la manga de descubrir a aquel que luego será Lobezno entre todo el elenco protagonista. Como decimos, la pequeña Rose, una muchacha pelirroja (guiño) de origen irlandés, es contratada por John Howlett para que sirva de acompañante de juegos a su segundo hijo, James. El primogénito, tal como cuenta el amable cochero Kenneth, murió con muy corta edad y la madre no pudo soportarlo, siendo enviada a un manicomio. Ahora de regreso en casa, nada parece que funcione bien en la familia. La madre vive aislada, el padre siendo la figura que vertebra el clan se mantiene ocupado con sus negocios, como hombre hecho a sí mismo, y el joven James es un niño enfermizo que apenas puede salir de la mansión. Además hay que añadir la figura del mayor de los Howlett, un anciano clasista y tirano, con ideas que chocan con las de su hijo John. En el paseo de entrada a la hacienda de Rose el lector capta la imagen de un personaje que nos recuerda poderosamente al aspecto de nuestro Lobezno (guiño), para pasar a hacer su aparición un niño travieso y desharrapado al que el ama de llaves de la mansión identifica como el hijo del señor Logan (guiño, guiño, oh vale, lo dejo ya), encargado del mantenimiento de la finca. John Howlett le da la bienvenida a la niña y somos testigos de la vida diaria en la hacienda. Era inevitable que los únicos tres jóvenes del lugar acabaran haciendo buenas migas, pero al final del día dos se quedaban en los confortables aposentos de la mansión mientras que otro debía dirigirse al infierno, con un Logan ebrio en la mayoría de los casos y repartiendo palizas injustificadas a su hijo. James es un muchacho enfermizo mientras que el llamado Perro, ya que como comenta Rose nadie parece preocuparse por su nombre, es un muchacho revoltoso, robusto y temerario. De hecho, tiene que salvarle la vida al hijo de los Howlett cuando éste acaba cayendo al estanque de la hacienda. Logan no quiere que su hijo se relacione con las clases altas; alcoholizado y con un carácter tremendamente agrio, va consiguiendo que el muchacho se aparte más y más de Rose y James a base de golpes.

La vida continúa y los chicos van creciendo. Perro todavía más agresivo, ataca a los ya adolescentes Rose y James, llegando a traspasar la línea al matar a la mascota del hijo de los Howlett. Esto es la chispa que va a encender una serie de acontecimientos que desembocarán el gran cliffhanger de la serie. Logan es expulsado de la hacienda debido al comportamiento de su hijo. Pero en vez de tomarla con el joven Perro, el desquiciado guardés de la finca emprende un plan de venganza contra la familia. Él y su hijo, armados con rifles, asaltan la mansión y retienen a Rose y a los dueños de la casa cuando el antiguo empleado le vuela la tapa de los sesos a John Howlett, ante la mirada incrédula de los allí presentes. Un momento dramático, de gran tensión, que termina con Perro desfigurado y el asesinato de Logan, traspasado por unas garras de hueso. Este es el final del número dos de la serie. Tras jugar al gato y al ratón, descubrimos que el enfermizo James, el infantil y débil hijo de los Howlett, es el germen del mutante que se precia de ser el mejor en lo que hace. Esta revelación deja un panorama sombrío tanto para Rose como para el joven con garras, ya que la madre, mujer de psicología frágil, pondrá fin a su vida en ese mismo instante. La razón es que el pequeño James era hijo ilegítimo del señor Logan y de Elisabeth Howlett; todo un drama familiar difícil de asimilar. Sin contar que el viejo de la familia es engañado por Perro y expulsa a su nieto y a su acompañante de la hacienda, dejando a los dos jóvenes sin hogar, sin sustento, sin futuro. Dirigen sus pasos hacía el duro y helado paisaje de la Columbia británica. Allí, en un poblado perdido volverán a poner los cimentos de su depauperada vida. Rose presenta a James al cabecilla del pueblo, un tipo llamado Smitty simplemente, como Logan. La leyenda comienza.

El chico, acostumbrado a la buena vida de la hacienda, tiene que hacerse un hueco entre sus rudos vecinos, la mayoría rufianes, mientras intenta comprender el funcionamiento de sus garras. A la vez, su naturaleza, en consonancia con el paisaje, va tornándose más salvaje, convirtiéndose en un cazador experimentado. Todo ello sin dejar de lado la relación entre los dos muchachos, con tintes románticos reprimidos. Su paso definitivo de James a Logan se produce al encontrarse cara a cara con un lobo salvaje y ser aceptado por la manada. En ese instante tenemos el triunfo del animal frente a la persona. Sus momentos ocultos de caza con sus compañeros lupinos serán los más felices para Logan. La dura vida en la colonia persiste pero James y Rose tienen un poderoso aliado en Smitty, que se encariña con ambos. Es el cabecilla del pueblo el que le introduce en la cultura japonesa y el camino del samurái. En la hacienda Howlett somos testigos de cómo el viejo pasa sus últimos momentos con remordimientos por haber expulsado a su nieto y encomienda a Perro una postrera voluntad: encontrar al último de su linaje.

Nos encaminamos al final de la serie, con una Logan cada vez más entregado a su lado animal, Rose prometida con Smitty y un Perro en busca y captura de sus presas. Era obvio para nosotros que James sentía algo más que amistad por Rose y la noticia de su próximo matrimonio no le cae demasiado bien, por lo quema sus energías en peleas programadas para divertimento del pueblo. En esos momentos arriba al pequeño enclave el hijo del guardés de la casa Howlett, tremendamente furioso con nuestro Logan por haberle robado algo que piensa que es suyo. La batalla acontece a ojos de todo el mundo y se nota que va a ser sin cuartel. Logan y Perro frente a frente, hermano contra hermano (medio hermanos), James versus Logan. Son momentos de recuerdos sepultados, imágenes borrosas que surgen a luz, rabia desatada por lejanos sucesos. Rose se ve obligada a intervenir, cuando Smitty tenía la llave de la salida del pueblo para ambos. Pero la pelirroja ha sido parte fundamental del drama que se ha ido tejiendo y tenía que estar presente en el último arco. Justo cuando Logan iba a acabar con la vida de Perro muere accidentalmente por las garras del mutante.  Hecho que desencadena la pérdida total de humanidad del antiguo James Howlett, abandona su vida como ser humano para unirse a su manada de lobos, a pesar de los intentos desesperados de Smitty por traerlo de vuelta.

La gran pregunta que nos plantea esta obra a posteriori es si fue digna de la atención que atrajo tanto de medios como de aficionados. El objetivo de contar con un origen preclaro de Lobezno se había conseguido, pero el precio pagado quizás había sido demasiado alto. Es indudable que es una obra a la que el paso del tiempo le ha hecho mella, pasando de la satisfacción inicial a los reparos cuando se analiza con más calma. La historia no es gran cosa, por momentos tópica y previsible, con un arranque potente pero que acaba desinflándose. A lo que hay que sumar las muchas preguntas que dejaba en el aire y que nos presentaba algunos personajes que han sido rápidamente olvidados. Solo Perro ha tenido alguna mención posterior y su historia fue base para la serie de Lobezno en la línea Noir, con una trama mucho más satisfactoria que esta. Parece que Jenkins tenía muy clara que la idea principal era tratar de descubrir la identidad de Lobezno, pero a partir de ahí conceptos metidos con calzador como la relación con Rose, el “buen salvaje” o su relación con Perro, demasiado similar a la que siempre ha tenido con Dientes de Sable, dan al traste con los aspectos positivos de la narración. De todas formas, el mutante canadiense comienza a forjarse una mitología con base a esta historia que sería continuada en el futuro.

No debiera hacerse. No se lo merece, pero hay que dejar constancia de que ocurrió. Jeph Loeb, guionista imprevisible capaz de lo mejor (señores, en sus vitrinas posee relucientes premios Eisner) pero también de lo peor (sirvan sus Ultimates como ejemplo) se atrevió a tocar la mitología de Lobezno, en una historia enmarcada claramente en la segunda categoría. Cuando el tercer volumen de la colección del canadiense llegó a la bonita cifra de cincuenta números (con fecha de portada de 2007), Joe Quesada lo puso al mando para contar el más largo e intenso enfrentamiento que jamás hubiera tenido con Dientes de Sable, Victor Creed, ilustrado por el talento pictórico del italiano Simone Bianchi. Creed ha sido el enemigo por antonomasia de Logan, aunque su historia editorial contradiga tales hechos. Lo cierto es que debemos situarnos al inicio de la legendaria Patrulla X de Claremont. John Byrne, desde la primera que vez que vio a Lobezno, tuvo grandes simpatías por el personaje, incluso antes de que llegase a dibujarlo. Tanto que imagino su rostro sin máscara en una serie de bocetos. La imagen final de Logan desenmascarado se la debemos a Dave Cockrum, pero los bocetos de Byrne no cayeron en saco roto. Fueron reutilizados para dar el aspecto definitivo a este villano, que sería presentado en la cabecera de Puño de Hierro, para pasar con el tiempo a orbitar por las colecciones mutantes. Las analogías con Lobezno no acaban ahí: mutantes con factor curativo, aspecto relativamente parecido (con la salvedad del tamaño), garras, miembros de Arma X y un animal interno que les corroe por dentro. Lo que les diferencia es que mientras Dientes de Sable se entrega a él y disfruta con ello, Logan hace todo lo posible por reprimirlo. Por arte de retrocontinuidad, saldría entonces a la luz que ambos mutantes tenían un pasado común (CIA, Arma X), del que Lobezno, por sus bloqueos mentales, iría recordando poco a poco. El caso es que Creed se ha erigido como archinémesis del canadiense, dando lugar a una serie de enfrentamientos rituales entre ambos mutantes. Claremont siempre tuvo el deseo de emparentarlos, proponiendo a Creed como padre de Logan, idea que nunca pudo poner en pie en la continuidad tradicional, aunque sí en su serie de X Men Forever.

Comencemos con la historia de Loeb conocida como “Evolución”. Logan, que tiene unas extrañas visiones acerca de unos seres lupinos, se dispone a acometer un nueva lucha con Dientes de Sable. A lo largo de emplazamientos tan variados como la Mansión X, Wakanda o los bosques helados canadienses, las chispas entre ambos no paran de saltar, rodeados de personajes con un tono “similar”: Sasquatch, Loba Venenosa, Espina, Feroz… De fondo se nos muestra esta especie de representación tribal lupina, en periodos alejados de la historia, y alguien que parece mover los hilos en la sombra. Tras seis largos episodios Dientes de Sable muere a manos de la espada Muramasa de Lobezno, decapitado para que no quedaran dudas al respecto. Pero en el camino hemos descubierto que Creed estuvo presente en Arma X cuando Logan era sujeto a experimentos y a un personaje llamado Rómulo, el más antiguo de la manada, responsable de gran parte de lo acontecido a Logan durante su vida.

Tamaña idea no tuvo aceptación entre los guionistas, que pasaron olímpicamente del invento de Loeb. Solo Daniel Way le dio cierta relevancia al incluir a Rómulo como secundario en la cabecera Lobezno: Orígenes. Pero el bueno de Jeph tenía una continuación en mente a la que se dio luz verde en 2012. Regresa el equipo original, Loeb y Bianchi, y traen de vuelta a Victor Creed, que llevaba criando malvas desde entonces. Y no solo un Victor, todo un ejército de ellos para hacer la vida imposible a Logan. El villano detrás de todo, Rómulo el ancestral. Ahora descubrimos a una hermana llamada Remo, pelirroja como le gustan a Logan, con la que termina aliado para acabar con el causante de sus desdichas. Como trasuntos de los dos hermanos míticos que fundaron la Roma clásica, estos Rómulo y Remo estarían presentes desde tiempos ancestrales y habrían creado el llamado Homo Lupus. Quitando lo floja que es la trama, se convierte ya en herejía cuando el guionista plantea que Arma X fue un invento, una ocurrencia que jamás existió. Y no ha sido la primera vez que la historia de Windsor-Smith ha sido trastocada. Ya en época de Hama y Silvestri, los autores dispusieron unos números que formularon como continuación directa de Arma X (Wolverine vol.2#48-50) donde se hablaba de implantes falsos en la memoria del canadiense. En estos cómics quedaba difuso, como a la interpretación del lector, cosa que Loeb directamente se dedica a afirmar, acabando con la magia y la fuerza de una obra única. Afortunadamente, ningún autor posterior ha tomado en consideración esta idea peregrina, por lo que, a falta de algún iluminado, la que podemos considerar como implante falso sería esta historia de Lobezno, Rómulo, Remo y los Lupinos.

Año 2013. Lugar, San Diego, más concretamente la Comic Con, el mayor escaparate mundial a nivel de tebeos de superhéroes. Es anunciada a bombo y platillo la continuación de la obra Lobezno. Origen. El tándem creativo escogido es el británico Kieron Gillen y el dibujante Adam Kubert, hermano de Andy que dibujó el primer origen. De modo sorpresivo, pues nadie esperaba una vuelta literalmente a los orígenes para Lobezno, la trama engancharía justo en el momento final del anterior volumen, para, a partir de ahí, ir engrandeciendo la mitología de Logan. Publicada durante 2014, muchos esperaban el origen definitivo del mutante de las garras de adamantium; otros pensaban que era otra vuelta de tuerca innecesaria al ya revuelto origen Logan; y alguno simplemente esperaban una buena historia que estuviese a la altura del personaje.

Año 1907. En una narración en tercera persona, Gillen nos retrotrae al Logan cazador, miembro de una manada de lobos, abandonado a su lado animal. Pero ya sea como humano o como animal, el peligro siempre acecha. En este caso, un gigantesco oso blanco que representa el fin de su idílica vida en la manada. Los acontecimientos que desata su lucha con el oso nos conectan con personajes que van a tener una gran relevancia durante toda la obra. Un villano clásico mutante, Nathaniel Essex, más conocido como Mister Siniestro, busca al autor material del asesinato del oso acompañado de sus Merodeadores. También le busca otro grupo comandado por un tal Hugo, que se hace acompañar por una joven con la cara semidesfigurada llamada Clara, con una buen toque para tratar animales, y un experto rastreador apodado Creed. Ambos grupos tienen el mismo objetivo, atrapar a nuestro Logan. A pesar de que Siniestro tiene dinero y hombres, el mutante acaba en la manos del grupo de Hugo, que ahora sabemos es dueño de un circo donde Logan será exhibido para deleite de las masas.

Clara, como ya hemos dicho, siente debilidad por los animales heridos e intenta comunicarse con Logan, estrechar lazos, pero un Lobezno todavía mudo, al que solo reconocemos por los trozos sangrientos de su vida, se niega a plegarse ante aquellos que intentan someterle. Essex está muy interesado en el mutante, al que intenta adquirir, pero Hugo se cierra en banda y solo transige cederlo para que Siniestro experimente con él. Clara es la única preocupada por Logan ya que Creed es un ser frustrado que ha vivido la misma situación de cautiverio y no está dispuesto a volver a ella. Aún así es convencido por la muchacha para acabar rescatando al mutante de los experimentos del despiadado doctor. Creed, Clara y Logan forman un grupo de huidos, sin hogar ni destino, intentando salir adelante, más aún cuando el antes conocido como James Howlett tiene graves problemas para llevar una vida normal, sintiéndose como un animal domesticado, rodeado de imágenes de dolor, como la muerte de Rose o su enfrentamiento con el oso blanco. Se comienza a formar un triangulo complicado entre el trío protagonista, con un claro acercamiento entre Clara y Logan. Creed espera paciente su oportunidad de venganza. Un ataque inesperado de las fuerzas de Essex hace que el joven Lobezno saque toda su furia, descontrolada por momentos, repitiendo errores de su pasado.

El joven rastreador aparece cuando Clara yace muerta en el suelo de la habitación, encontrándose también con un Logan confuso. Le insta a la venganza y descubrimos el parentesco entre ambos. A pesar de jugar con una posible relación amorosa entre Clara y Creed, el guionista nos cuenta que son hermanos. Y también nos muestra que la muchacha no es una humana normal. Los dos mutantes se dirigen al castillo de Siniestro para afrontar un ataque directo, mientras Clara corre tras ellos para evitar una tragedia. Un Lobezno feroz encara en solitario el asalto para descubrir que ha sido engañado. Creed se alió con Siniestro para terminar con Logan y desplazarle del camino de su hermana. Esos sentimientos enfermizos no evitaran que se produzca el cara a cara entre ambos, solo que aparece Clara para intentar poner orden. Pero Logan no es un hombre fácil, y su naturaleza no le deja pasar por alto ciertas cosas. Acaba con la vida de Creed, delante de su propia hermana. Y la parte problemática no es la animal, que Clara sabe controlar bien, sino la humana. Lobezno abandona el lugar y somos testigos del último regalo del guionista en una página que nos sitúa cuatro meses después. Salta a la palestra un viejo enemigo de Lobezno al que todos conocemos bien: Creed, Victor Creed. El asesinado por Logan no era más que el hermano pequeño de la familia, Saúl. Utilizando un truco similar al primer origen, donde había pistas y despistes, Gillen introduce la familia Creed como parte fundacional del origen del personaje.

La historia termina con Logan de nuevo solo, sin paradero conocido, lo que incita a pensar que la trama no ha concluido para el mutante canadiense. Existe todavía un gran agujero entre este momento y su primer encuentro con los Hudson. Gillen utiliza una cronología en base a la personalidad de Logan. Estima que la personalidad de Lobezno que encontramos en 1910 junto a Zorra Plateada es válida. Pero este relato comienza en 1907 y es obvio que está inconcluso. A pesar de ser una obra tremendamente compacta, donde se han cuidado ambientación y desarrollo del personaje, teniendo en cuenta las influencias declaradas por el propio Gillen como las obras de Jack London o el toque a lo doctor Frankenstein de Nathaniel Essex, queda saber cuál es el camino pensado para su evidente continuación.

Es innegable que los universos superheroicos desarrollados en el celuloide parecen contar con su propia continuidad. Lejos quedan ya esos tiempos donde cada nueva película era un comienzo desde cero. Prueba palpable de ello lo tenemos en los mutantes de la FOX, donde la reciente vuelta al sillón de director de Brian Singer ha supuesto un loable intento de cuadrar la primera trilogía con la reciente X Men First Class. Fue precisamente Singer el que abrió el camino de los superhéroes con el blockbuster que fue X Men, cuyo relato pivotaba principalmente en el papel de un desconocido Hugh Jackman caracterizado como Lobezno. Descubríamos al rudo canadiense formando pareja con una rejuvenecida Pícara, haciendo un homenaje velado a todas las sidekicks que ha tenido el bueno de Logan (Kitty Pride, Júbilo, X-23). Ambos son atacados por esbirros de un malvado Magneto, entre los que se encuentra un gutural Dientes de Sable. Pero estos mutantes malosos tienen un reverso positivo en la figura de los pupilos de Charles Xavier, un poderoso psíquico que regenta una escuela para jóvenes superdotados (es decir, mutantes). Pícara y Logan son llevados ante su presencia y un Lobezno cínico tiene que admitir que está ante una de las pocas personas que pueden ayudarle. Extraños sueños y un bloqueo mental que le impiden recordar su pasado son las características básicas que nos deja la primera aproximación al mutante de las garras de adamantium.

En X men 2 retomamos la búsqueda de sus orígenes, entrando en liza un personaje que será fundamental para el Lobezno fílmico. Hablamos de William Striker, creado por Claremont como un predicador que se hace popular extendiendo el odio hacia los mutantes, aquí convertido en un alto mando del ejército estadounidense. La relación entre ambos comienza a ser evidente cuando entra en escena Arma X, lugar donde fue sometido a experimentos con adamantium. Logan comienza a recordar, aunque queda mucho todavía por explicar. X3 con amenazas como Magneto, Fénix Oscura y la Cura no deja mucho espacio para seguir indagando en el pasado de Lobezno, que sería retomado en un spin off, centrado además en los momentos iniciales del personaje.

Lobezno: Orígenes es el nombre la criatura. Una de las películas que más daño ha hecho al género, sin duda, y que casi dejó tocada de muerte a la franquicia mutante tras el buen arranque de la misma. Sin entrar en el análisis de todas sus faltas y sus escasas virtudes, necesitamos nombrarla ya que constituye las bases para Logan en el séptimo arte. Su inicio es muy similar al cómic narrado por Jenkins. Retrotrae la cronología hasta 1845, es decir mediados del siglo XIX, a una mansión señorial canadiense, donde un niño enfermo recibe la vista de su padre. A su lado, otro joven, del que únicamente conocemos su nombre, Víctor. De repente, tumulto. El padre del niño llamado James decide actuar cuando se escucha un disparo. Otro hombre ha matado al señor de la casa ante la mirada de su mujer. James se ve imbuido por una furia animal y ataca al asesino de su padre con unas recién obtenidas garras de hueso. Cuál es su sorpresa cuando ese hombre se identifica como su verdadero padre. La mirada de su madre, repelida ante lo que se ha convertido su hijo, hace que el pequeño James huya despavorido. Víctor, ahora ya identificado como su hermano, le convence para que se unan en sus correrías. Así pues, Víctor Creed y Logan son hermanos en la franquicia cinematográfica, a menos que Singer lo remedie. Claremont pensó en hacerlos padre e hijo, pero nunca hermanos.

Los dos mutantes comienzan un festival de violencia que les llevará a pasearse por todos los grandes conflictos, desde la Guerra de Secesión americana, pasando por las dos Guerras Mundiales, hasta llegar a la guerra de Vietnam. Un Creed cada vez más entregado a la furia acaba atacando a los de su propio bando lo que les lleva a un pelotón de fusilamiento. Pero estos dos mutantes con factor curativo no caen ante cualquier cosa. Llaman la atención de un alto mando del ejército, alguien a quien recordamos de X2, William Striker, que les ofrece formar parte de un grupo de operaciones especiales. Así pues, probablemente estemos a finales del conflicto, cercanos a mediados de los años setenta. Este grupo de operaciones especiales, integrado por mutantes como la Mole, John Wraith, Agente Zero o un tal Wade Wilson ( este no es Masacre!!), se embarca en una misión cuyo objetivo es un extraño mineral localizado en África. Allí Lobezno acaba separado del grupo y lo localizamos seis años después (muy probablemente entrados en los años ochenta) en las montañas canadienses, viviendo una vida tranquila junto a una maestra, que será la que le otorgue el nombre en código con el que luego será conocido. El pasado siempre vuelve y en este caso es Víctor, que va matando mutantes por donde pasa, el que vuelve para poner fin a la vida de la muchacha. Logan decide plegarse a los requerimientos de Striker y accede a someterse al programa de Arma X, todo por venganza.

Poco a poco somos testigos de cómo todo era un plan ideado por Striker para llevar a Logan a su terreno. Sirviéndose de la ayuda del único que ha logrado escapar del escondijo que utiliza el renegado militar, un reformulado Gambito, Lobezno va directo a encontrase cara a cara con su enemigo. Allí descubre que la chica no estaba muerta, sino que colaboraba con Striker porque su hermana estaba en sus garras. Ella también es mutante y sus poderes la asemejan a un antiguo interés romántico de Logan en los cómics, Zorra Plateada. En ese complejo no cesan los experimentos y la prueba viviente es un nuevo mutante, forjado con la base de aquel llamado Wade Wilson ( este no es Masacre!!), con múltiples poderes combinados. Creed y Logan luchan unidos para acabar con la amenaza. Pero Striker todavía tenía una bala en la recámara, literalmente una de adamantium que impacta en la cabeza de Lobezno, perdiendo sus recuerdos. Tabula rasa para el personaje, del que suponemos que vagabundearía por el mundo hasta ser encontrado por el Profesor X y sus chicos.

La vida y milagros de James Howlett, o si prefieren de Logan, es de lo más compleja. Además, ha pasado de ser un personaje misterioso, sin apenas información sobre su pasado, a ser continuo objeto de retrocontinuidad, con las consiguientes contradicciones al respecto. Desde su serie regular o desde las múltiples colecciones en las que participa, pocos guionistas no se han visto tentados con tocar algún aspecto de la mitología del canadiense. Quizás la palma se la lleve Daniel Way, con una serie pensada única y exclusivamente para ahondar en aspectos desconocidos de Lobezno, Wolverine: Origins. Pero todos aquellos que han seguido de cerca la evolución del personaje saben que su verdadero origen está en Arma X de Windsor-Smith. Ese fue el momento en que Logan se transformó en Lobezno, base del mito moderno recreado en la Patrulla X de Claremont. Pueden haber intentos loables por parte de Jenkins o Gillen en mostrarnos el paso de James Howlett a Logan, pero nada comparado con la obra de BWS. Camino que se ha visto truncado por la temprana muerte del mutante de la garras de adamantium. Sin saber cuánto tiempo tardará en volver (porque lo hará), todavía hay muchas sombras en su pasado. Pero de momento nos toca esperar y ser testigos de una de las muertes anunciadas con más antelación de la historia del cómic. Charles Soule tiene un sus manos el destino final del canadiense. Veremos si tanta espera ha merecido la pena.