El desasosiego, la nostalgia, el lado amargo de la vida… temas muchas veces tratados por los considerados grandes maestros de la literatura y por aquellos que no lo están, pero podrían serlo.
Síntoma de buena salud la edición de Tsuge en España, aunque sea poco a poco, que viene a decirnos cuánto nos hemos estado perdiendo durante todos estos años y lo importante que es mirar más allá de lo popular o meramente comercial.
Yoshiharu Tsuge, autor misterioso y escurridizo, nació en Tokio en 1937 y debutó a mediados de la década de los cincuenta como dibujante para la industria Kashi-hon (mangas de alquiler) que se popularizó durante la posguerra. Adscrito mayormente al gekiga (literalmente «imagen dramática», género con el que se pretendía hacer un cómic más adulto y realista alejándose del manga común de la época, más infantil y simple), siempre ha creado historias realistas de temas y finales amargos.
En los años sesenta, cuando la industria del manga de alquiler comenzaba a flaquear, Tsuge comenzó a atravesar auténticos apuros económicos hasta que fue rescatado por los editores de la revista
Al finalizar su etapa en Garo, a partir de la década de los setenta, Tsuge ya no volvió a trabajar con ninguna revista y lo poco que produjo, principalmente autobiográfico, fue directamente editado en tomo. Este es el caso de La mujer de al lado (1981-1985) o El hombre sin talento (1986), obras que nos ocupan.
Aquejado de problemas físicos y psicológicos, se retiró definitivamente del cómic en 1987, aislándose a una vida tranquila cerca del rio Tama en Tokio. Vive con su hijo desde 1999, año en que falleció su esposa víctima del cáncer, y aunque no ha vuelto a publicar nuevos mangas, a veces coopera en las adaptaciones o reimpresiones de sus trabajos.
Como ya hemos visto, La mujer de al lado fue escrita a lo largo de cuatro años, en los que el autor ya padecía de una débil salud física y mental deteriorada por una vida constantemente en vilo entre la pobreza y la depresión. Los seis relatos que aquí se presentan, de inspiración autobiográfica, quedan enmarcados dentro de la corriente más amarga del género gekiga, realista y adulto.
Los personajes de estas historias circulan por el otro lado del milagro económico japonés, la cara oscura del espectacular progreso social y económico de Japón tras la posguerra. Despojados de éxito y desechados a la cuneta por el avance de una sociedad de consumo, todos ellos pertenecen a los suburbios olvidados de las grandes urbes o a poblados destinados a desaparecer. Calles con casas adornadas por la miseria y chabolas de inmigrantes vilipendiados. Gente que se mueve por el estraperlo o que trabaja en condiciones miserables, si es que tiene la fortuna de encontrar trabajo, para ahorrar unos pocos yenes con los que ni si quiera pueden permitirse derroches como coger un tren e ir más allá de ese mundo triste y pobre.
En el lado autobiográfico de la obra tenemos que todos los protagonistas son mangakas, aspirantes a ello o lo fueron en un pasado. Es como si Tsuge se presentara de manera heterónima a lo largo de las historias a través de diferentes momentos de su vida: como niño que sueña con ser autor, como joven debutante que sobrevive con lo poco que gana de su trabajo o como padre de familia que va dejando de lado ese mundo, poco a poco, mientras busca otras fuentes de ingresos. El lado triste de la tramas presentadas en La mujer de al lado es que el manga no queda aquí idealizado como algo deseable con lo que ganarse la vida para siempre, el autor conoció en sus propias carnes los sinsabores del oficio y se dejó llevar por la miseria cuando ésta lo alcanzó. Para qué seguir corriendo, debió pensar.
La edición presentada por Gallo Nero, aunque pueda antojarse cara, no deja de ser un sobresaliente por varios motivos. Primero, y sobre todo, por acercarnos la obra de un autor irrepetible que ningún aficionado al cómic alternativo debería perderse. Saber encontrar el momento justo para publicar una obra tan arriesgada ha valido la pena. Y eso es algo que nosotros, los lectores, debemos agradecer. Por otro lado, las características físicas de la edición, aunque sobrias, no dejan de ser elegantes y fieles al original japonés. Además, la encuadernación cosida, así como un papel e impresión de buena calidad, no dejan lugar a ningún tipo de arrepentimiento. La editorial sabe cómo mimar sus obras.
Los seis relatos del recopilatorio terminan sin dejar una moraleja o conclusión clara, pues son apuntes íntimos sobre la vida diaria de esa sociedad derrotada, llena de existencias a la deriva condenadas al olvido. Tsuge es un maestro de la sutileza, y todo lo que expresa queda insinuado, sobreentendido o en el aire, para la participación e interpretación del lector. Sus obras son vías de comunicación por las que busca compartir un estado de ánimo. Así pues, la principal virtud de La mujer de al lado es que permite que nos acerquemos a esa triste realidad, asomándonos por esos agujeros que son las viñetas y haciéndonos partícipes de sus sentimientos, profundamente humanos.
Guión - 8.5
Arte - 8
Interés - 9
8.5
Una obra necesaria, amarga y profundamente humana. El otro lado del éxito social, una lucha diaria por mantener un mínimo de dignidad. Yoshiharu Tsuge es un autor irrepetible.