Para bien o para mal,
Furuya no es un desconocido para el público español, ya que las editoriales patrias han apostado en numerosas ocasiones por la exitosa obra del mangaka de Tokyo. Su carácter único viene marcado desde los inicios de su trayectoria profesional, ya que Furuya no es solo un apasionado del cómic japonés, sino de todas las artes en general, que utiliza como vehículo para dar rienda suelta a sus ideas y emociones. Tras graduarse en los 90 en la
Centrándose en La música de Marie, Furuya propone en este caso una obra bastante singular, tanto en temática como en estructura y enfoque. Y es que si en la mayoría de los relatos de Furuya encontramos un contexto real (tanto actual como histórico) y una narración clásica, en esta ocasión nos ofrece una historia a caballo entre la fantasía, la ciencia ficción utópica, una suerte de libro de viaje salpicado de costumbrismo, un cuento y los posos de un documento religioso, con un tratamiento tal que en su interior encierra un ensayo muy crítico sobre la humanidad y la sociedad desde un punto de vista pesimista y misántropo.
En esencia esta es la idea principal que rige La música de Marie desde su concepción hasta su final, pero Furuya demuestra su maestría como creador, no solo de arte, sino también de historias, siendo capaz de encerrar dentro de este aparentemente simple argumento, cargado de vitalismo y prosperidad, varios relatos que se funden y se entremezclan con el principal, haciendo que la pureza y la preciosidad se torne mancillada y deprimente. En un primer momento se nos presenta un mundo y una sociedad autosuficiente y bien avenida, que tiene a su disposición un amplio abanico de recursos y la tecnología suficientemente desarrollada como para generar maquinaria avanzada. Además la sociedad también está desarrollada e implementada dentro de este escenario de industrialización, con las islas divididas en diversas economías centralizadas que producen aquello que pueden obtener de su tierra y que luego cambian por otros productos en un sistema perfecto de trueque en el que cada objeto, desde una manzana hasta un complejo autómata, tiene la misma equivalencia monetaria en el mercado. De este modo todo el mundo tiene lo que necesita y se genera un sistema económico perfecto donde el capitalismo que haría que Pirito, como líder tecnológico, no se imponga al resto. Además no solo en el sector económico y productivo este nuevo mundo es perfecto. La gente ya no se pelea, no siente ira, ni celos, es generosa, no juzga a los demás, no siente envidia. Incluso en temas como el cortejo hay total libertad para decidir con quién quieres casarte a partir de los 18 años, y en el ámbito sexual, pese a que lo habitual es la pareja hetero, no se pone ninguna pega a la homosexualidad o bisexualidad en muchas de las islas. Es en definitiva el paraíso, ese terreno ausente de todo mal y pecado que se describe en multitud de libros religiosos en el que todo el mundo trabaja en paz, acatando su rol en la vida para que todo marche bien para todos. ¿Y cómo es posible que esto ocurra? Gracias a Marie y a la religión de Marie.
Marie es una autómata gigante que sobrevuela constantemente los cielos de Pirito y el resto de islas y que tiene la capacidad de emitir una música que, como si de la leyenda de Orfeo se tratase, es capaz de calmar a las fieras, la humanidad en este caso. Gracias a esa melodía, aunque la gente pueda tener un mal pensamiento, este es erradicado de inmediato por esta diosa de la paz, la armonía y la tranquilidad. Marie es la guardiana del orden, creada por Dios con el propósito de asistir a su rebaño para que no se desvíe del buen camino, con la ayuda de otras tres figuras conocidas como los Tres Sabios y un extraño y curioso bosque. Sin embargo, y como suele pasar en todas las religiones, no es oro todo lo que reluce en Marie, y si bien su manera de mantener el orden de sus súbditos parece pacífica y bella, todo cambia cuando alguno de los ciudadanos decide llevar un paso más allá los avances tecnológicos de la sociedad. Y es que los eruditos e intelectuales del Taller encuentran en numerosas ocasiones planos de artilugios antiguos que se asemejan completamente a los teléfonos, aviones, ordenadores y demás avances que nos acompañan hoy día. Y cuando alguien tiene la osadía de probarlos provoca la ira de Marie, que envía sonidos en una frecuencia que ocasiona el fallo del aparato en cuestión. Después de que Kai se dé cuenta de esto, ya que es el único que es capaz de oír con claridad la música, las cosas empiezan a ir de mal en peor, hasta el punto en que Marie se estropea, y la música deja de sonar. En este momento se abre la caja de Pandora y todos los males arrasan las islas y los pecados capitales brotan por doquier: pereza, lujuria, envidia, ira…
Gracias a Kai descubrimos que Marie no fue construida por Dios, sino por el hombre, después de que su mundo fuese arrasado años atrás por el mal hacer de la sociedad que provoco guerras, cambio climático, hambrunas… Marie no es más que otro autómata con una caja de música en su interior capaz de arrebatar a la humanidad todo lo malo que tiene en su interior, pero cada 50 años el mecanismo se detiene y un elegido tiene que tomar la decisión de si volver a darle cuerda o no hacerlo y que la música no suene nunca más. Elegir entre la felicidad vacía sin progreso o el sufrimiento lleno de avances y satisfacción. No diré que opción elige Kai porque lo bonito es leerlo por uno mismo, pero a partir de ese momento decisivo todo cambia en el manga, Furuya da un cambio tremendo al estilo narrativo y temático y nos empieza a narrar una historia dentro de la historia para concluir en el apoteósico final en el que todo cobra sentido y que deja boquiabierto a cualquiera.
La música de Marie encierra mucho más en su interior de lo que parece a primera vista, y Furuya tiene más maestría que nunca a la hora de estructurar la historia para ir poniendo preguntas en tu mente que poco a poco resuelve y dejando pistas que no ves venir hasta el final, que obliga a una segunda relectura en la que te das cuenta de cómo el autor puso el cebo y tu picas con gusto desde la primera página. Sin embargo, lo más interesante de la obra, a mi modo de ver, está en que toda la obra tiene dos relatos muy evidentes que no son más que un disfraz para la reflexión con la que Furuya articula todo. En principio está claro que lo que seguimos es la historia de Kai y Pippi por un lado y el relato de las costumbres de la sociedad de Pirito y las islas por el otro. Todo ello con una gran abundancia de detalles y un ritmo pausado, en ocasiones lento, que te hace plantearte que en realidad no está pasando nada. No hay acción más allá de retazos de las acciones de los personajes y la narración de las formas de vida de las gentes. Pero muy inteligentemente Furuya usa este estilo para que nos sintamos parte de Pirito, de esa sociedad en la que nunca pasa nada, en la que todo es tranquilo y en paz, pero que en el fondo nos provoca nerviosismo, esa sensación de que algo raro hay en toda esa armonía y de la necesidad que tenemos de saber más, de que pase más, de que todo sea más rápido. Y ahí, en esa sensación que nos produce el ritmo de la obra, es donde el autor nos vincula con lo verdaderamente importante, con la crítica a la sociedad y al ser humano: el hecho de que la curiosidad y el ansia por saber es algo inherente al hombre, por mucho que pueda hacernos mal.
Y es que La música de Marie al final habla de eso, de criticar la sociedad moderna y el avance tecnológico a toda costa, del uso que damos a esos avances, de si deberíamos o no deberíamos tener libertad cuando la usamos contra nosotros mismos. Narra la triste realidad del ser humano, desde un punto de vista tremendamente crítico y fundamentado en el pesimismo y la misantropía, ya que considera que lo que hace humano al ser humano no es nada más que las cosas malas. Lo único que al final distingue en la obra al hombre de la máquina son todos esos pecados que se desatan cuando Marie deja de cantar, sin ellos no son distinguibles de los autómatas que crean, ya que disuelven al individuo para disolverlo en el grupo, perdiendo la autoconsciencia gracias al sistema creado por la religión. Al final solo Kai, solo el elegido, es el que tiene humanidad más allá de que haya o no música, gracias a que siente la amargura, la traición, la pérdida, el engaño, al saber que Marie no es nada más que una artimaña creada por el propio hombre para mantener todo a raya, para explicar las cosas que son peligrosas de explicar con la verdad.
Es interesante y muy certera la manera de presentar la religión y la idea de Dios que tiene Furuya, esa crítica implícita al considerar la figura divina como un mero constructo del ser humano, como Miguel Ángel también mostraba en el famoso cerebro de la Capilla Sixtina. Al final, pese a la crítica religiosa, la puya va hacia el ser humano, que es el único responsable de poner o no los límites que provocan los dogmas religiosos que él mismo inventó. Más allá de todo el aspecto crítico y reflexivo que porta dentro la obra, hay que destacar que Furuya hace un trabajo sublime a la hora de imaginar y articular un mundo como el de Pirito y las islas. Y de hecho es una verdadera pena que se centre en las zonas más tradicionales y similares a lo actual y a la cultura occidental, ya que hay ideas verdaderamente interesantes como las de una isla de mujeres que se casan con mujeres y hombres que se casan con hombres y se reúnen una vez al año en una conjunta para poder reproducirse, las diferentes maneras de ejercer la religiosidad de otras zonas… Furuya crea un mundo muy rico en matices y muy interesante y detallado, que daría para varios tomos más simplemente para explicar detalles nimios como hace aquí, hablando de cómo se extrae un mineral, cómo se pide la mano de otra persona, como se celebra el año nuevo… Por otro lado lo que quizás más se resienta del ritmo lento y necesario, es la historia central de Kai y Pippi, en la que las cosas ocurren con cuentagotas y que no termina de romper del todo hasta el final, perfecto por otro lado. Pero en general, en cuanto a narrativa y trama, es una obra tremendamente interesante, estructurada e ideada por Furuya de una manera perfecta y que sin duda os hará leerla una o dos veces más para captar todos los detalles o para dejaros embaucar por el mundo de fantasía utópica que crea, y con una sensación de tranquilidad que produce la lectura que hace que te pegues a las páginas.
Por último hay que destacar el trabajo artístico de Furuya, que pese a que siempre suele ser muy personal y destacable, en esta ocasión se permite dar rienda suelta a toda su vena expresiva. En general el dibujo es muy orgánico y artesanal, apreciándose la mano del autor en cada línea, forma y trazo, con un gran trabajo de diseño y de composición y un trabajo asombroso en los fondos. Pero donde más destaca aquí el arte de Furuya es en la magia, la fantasía, el imaginario visual que crea con una evidente influencia del estilo surrealista, lo abstracto y el dadaísmo plástico. Cuando lees la obra te es imposible no extraer referencias de autores como Dalí, Picasso, Gaudí, el Bosco… mezclados con ese toque steampunk limpio, plagado de engranajes y diseños esquemáticos. También hay referencias en el diseño y en la ambientación a obras naturistas como
Valoración Final
Guión - 9
Dibujo - 8.5
Interés - 9.5
9
Usamaru Furuya realiza en La música de Marie una excelente trabajo artístico y narrativo en el que, a través de un imaginativo mundo de fantasía y una historia de utopías, logra filtrar un mensaje de reflexión y crítica sobre la condición humana. Una obra fantástica que garantiza varias lecturas y con una edición inmejorable.
La obra más aburrida que he leído en todo el año
Cierto es que tiene un ritmo lento, sobre todo al principio donde parece que no pasa nada, pero creo que Furuya hace un gran trabajo de creación de mundo y que la reflexión y el final de la historia compensa ese tramo más aburrido. Lástima que no te haya enganchado, pero para gustos colores y el bueno de Usamaru es bastante peculiar en la manera de narrar y contar la historia en esta ocasión.
Gracias por leer y comentar, ¡un saludo!
Eres el único que mantiene esta sección viva, Gracias.
Muchas gracias por tus palabras, todos los compañeros de la sección intentamos que el manga ocupe también una parte de la página. Sin vosotros leyendo y comentando es cuando no estaría viva, así que muchas gracias ^.^
Lo compré después de leer la reseña y me ha flipado! No me parece además que sea lento,como bien ha explicado Ruben El ritmo ayuda a entrar en la pacífica y amable atmósfera que hay en este mundo utópico. Después el giro que da la historia contrasta con el principio. Voy a buscar más comics de Furuya!!
Muchas gracias!!