360 páginas.
Las cuevas…
Eso es lo último que señaló su padre, entre los hierros retorcidos en que se había convertido el coche. Las cuevas que se abrían como una boca maléfica al otro extremo del lago.
Eric revive en sus pesadillas una y otra vez el accidente de tráfico que mató a sus padres y cuando despierta su apartamento está completamente destrozado, resuena una voz en el interior de su cabeza que le dice: «Vuelve a casa…»
Su casa está en Dredmouth, un pueblo de la costa de Maine, un sitio tranquilo donde nunca pasa nada… Donde los niños roban periódicos a sus vecinos… Donde una madre escucha voces en su cabeza… Donde alguien ha empalado al gato de los Kincaid… Un pueblo que quizá no sobreviva a la noche de los demonios.»
La primera novela de J. Michael Straczynski nos relata una sencilla historia de tintes fantásticos y alguno de terror, enmarcada, como el propio autor confiesa, en la tradición de las novelas de terror de los años 80-90. Sin duda el planteamiento nos hace evocar algún que otro título de la época, y a medida que avanzamos en la lectura descubrimos claramente sus muchas influencias, aunque Stephen King es la más evidente…
Eric, el protagonista, vuelve como un extraño a su pueblo natal, lugar que no visita desde la muerte de sus padres. Al momento sabemos que tiene extraños sueños y que posee unos poderes que no sabe controlar (no es algo explícito, pero Straczynski no se molesta en ocultarlo o darle demasiado misterio al tema, aunque haya bastantes interrogantes). Dredmouth Point es una localidad tranquila con sus pequeños defectos, como es habitual en esta clase de libros: aparentemente todo es paz y armonía, pero siempre hay quien se acuesta con quien no debe, o quien maltrata a alguien, o quien tiene alguna malsana perversión. El pueblo está ubicado junto a un lago, y éste, junto a unas cuevas donde vivieron indios algonquinos, y que se encuentran cargadas de historias extrañas.
Las cuevas indias pronto se hacen evidentes para el lector como el origen del mal que centrará la trama principal, aunque a los personajes les costará más darse cuenta, mucho más. Straczynski afirma que la gran virtud del libro es su falta de pretensiones a la hora de escribirlo (fue escrito para él mismo, y guardado en un cajón durante más de un año hasta que su agente le pidió que escribiera una novela), pero a mi parecer esta supuesta «virtud» se convierte en un arma de doble filo. El libro está escrito principalmente enfocado a los personajes, mientras que paralelamente vemos como el mal se va extendiendo silenciosamente. Sin embargo, el fuerte de Straczynski en esta novela no son los personajes sino la acción. El autor sostiene que lo que él quería era escribir una historia sobre esos personajes, unos que le importaban, pero el resultado final adolece de un defecto común en los novelistas primerizos, y es obviar a personajes que uno cree conocer a la perfección. En la prosa se percibe el cariño del autor por ellos, pero no lo transmite a quien lee.
El lector, curtido en mil batallas como ésta, se da cuenta rápidamente que los «dones» de Eric, y ese destino suyo del que tanto se habla pero que tarda tanto en definirse, le conducirán inevitablemente a enfrentarse al mal de las cuevas, pero Straczynski no ha sido capaz de mantener al lector interesado en el personaje y sus vivencias con las gentes del pueblo hasta que llega ese momento. Uno no puede evitar querer ver más de la oscuridad que se extiende por el pueblo, cada vez que aparece «se come la cámara». Por otra parte, después de presentar gran cantidad de personajes, cuando llega el tramo final de la historia, hace limpieza rápidamente y se centra en los principales para la propia Noche de los Demonios, cosa que se agradece.
Sin duda, a partir del momento en que tanto el misterio desaparece llega lo mejor del libro. Una iglesia asediada por demonios, un pueblo asolado por la oscuridad, el enfrentamiento con el destino… No me extenderé en la explicación porque creo que vale la pena leerlo. Straczynski lo desarrolla con un ritmo impecable e implacable, conduciendo al lector a una velocidad de vértigo hacia el explosivo final. Si bien podría haber sido una grandísima historia, creo que se ha visto afectada por la falta de objetivo, y aunque no es una novela destacable sí posee grandes momentos y es una primera novela más que aceptable. Así, La Noche de los Demonios supone una novela curiosa en general e interesante en particular para todos aquellos que quieran ver de qué es capaz el guionista en este medio. De ser publicada el resto de su bibliografía, será interesante ver como evoluciona Straczynski en esta faceta.