Cerramos por fín nuestro recorrido por la Twilight Zone (imagino que todos sabéis a qué hace referencia este término) con la incorporación de Alberto García, el tio Berni de Entrecomics.
Como ya os dijimos, Alberto García nos hablará una vez al mes de temáticas relacionadas con el cómic norteamericano clásico o independiente. Será pues un viaje a la otra América de los cómics, más allá de nuestro familiar espacio mainstream, empezando en esta ocasión por el amplio mundo de las tiras de prensa y, en particular, por un repaso harto exhaustivo de una de aquellas míticas tiras estadounidenses que permanecen inéditas en nuestro país: Gasoline Alley.
Quiero aprocechar también la ocasión para felicitar a Alberto y a otro de nuestros colaboradores, José Antonio Serrano, por sus respectivas nominaciones como mejor web en los Premios que ha de conceder Expocómic próximamente. Sin duda tanto el trabajo que realiza Alberto en Entrecomics como el de José Antonio Serrano en Guía del Cómic les hacen a ambos merecedores de esa distinción y, ni qué decir tiene, es para nosotros un honor tenerlos mensualmente en esta página. A los dos, nuestro agradecimiento y enhorabuena.
La tira de cómics |
El cómic como medio de masas nace a principios del siglo XX en los periódicos de Estados Unidos. Tal es su éxito que muchos periódicos compiten por los autores de más éxito para atraer a un mayor público hacia sus páginas, y algunos de ellos son tratados como auténticas estrellas. El país está lleno de emigrantes que apenas si chapurrean el inglés y que encuentran en las tiras de prensa una lectura sencilla que además les sirve para perfeccionar su dominio del idioma. El magnate de los medios de comunicación William Randolph Hearst (inmortalizado por Orson Welles en la figura del ciudadano Kane) es gran aficionado a las tiras cómicas y, consciente de su capacidad para aumentar las ventas, las potencia en sus periódicos sensacionalistas, compitiendo en fichar a las figuras del cómic de la época (Outcalt, por ejemplo) con el otro gran magnate de los medios de información, Joseph Pulitzer. De hecho, el término prensa amarilla proviene, según algunos historiadores, del modo en que el público denominaba a los periódicos de Hearst que editaban el Yellow Kid de Outcault: yellow kid papers, que finalmente se contrajo a yellow papers. Tanta es la pasión de Hearst por el cómic, que en una ocasión impuso a George Herriman un aumento de sueldo tras leer una página de Krazy Kat que le gustó especialmente (la serie se seguía publicando más por ser del gusto de Hearst que por su éxito entre el público). A pesar de la negativa a aceptar el aumento de Herriman, que no se consideraba a sí mismo un autor extraordinario, Hearst le obligó a aceptarlo.
Desde su nacimiento hasta al menos el final de la Segunda Guerra Mundial, el público se vuelve loco con las aventuras de Popeye, un marinero con el que muchos inmigrantes se sienten identificados. Las aventuras de Dick Tracy mantienen en vilo a la población. Las desventuras de Little Orphan Annie ablandan el corazón de los lectores. La fantasía dominical de Little Nemo contiene toda la grandeza que el otro gran fenómeno de la época, el cine, todavía no puede ofrecer. Lil’ Abner de Al Capp ofrece una visión de la América rural irónica y divertida. Mientras algunos desprecian el medio como arte menor, artistas de la talla de Picasso encuentran inspiración en las páginas de los Katzenjammer Kids (o al menos eso es lo que especula Nick Bertozzi en The Salon, de próxima publicación por Astiberri). Incluso años más tarde, la aparición del formato que destronaría a la tira y la página dominical del periódico, el comic-book, tendría mucho que ver con los periódicos. A Maxwell Charles Gaines, que más tarde se convertiría en editor de Nacional Periodical (que después se convertiría en DC) y sería el artífice del nacimiento del primer supergrupo, la Justice Society of America, se le ocurrió doblar la página doble de periódico, dando lugar al tamaño y paginación de los actuales comic-books. También fue el primero en distribuir estos comic-books en quioscos, con el popular precio de 10 centavos en portada. El imperio editorial de Gaines no cayó en saco roto, ya que a su muerte fue heredado por Bill Gaines y se traduciría en una de las editorales más exitosas de todos los tiempos, la EC. Pero esa, como diría Kipling, es otra historia…
Muchas son las tiras de periódico que merecen nuestra atención, y actualmente Estados Unidos está viviendo una especie de revival de la tira clásica. En un corto espacio de tiempo se está procediendo a la publicación de forma cuidada y cronológica de varios hitos de la historieta sin los cuales en imposible entender el cómic hoy en día. Fantagraphics edita de forma exquisita el Thimble Theater (Popeye) de EC Segar (que en muy breve veremos en España de la mano de Planeta), Krazy Kat de Herriman y Peanuts de Charles Schulz, y para el año que viene está programada la edición de Pogo, de Walt Kelly. IDW se encarga de recopilar las tiras del Dick Tracy de Chester Gould y el Terry y los Piratas de Milton Caniff, y programa también la edición de Little Orphan Annie de Harold Gray. Estas ediciones vienen avaladas no sólo por su calidad contrastada, sino que, a modo de reclamo para el público más joven, las editoriales cuentan con autores actuales de éxito y prestigio para diseñar estos productos: Jeff Smith, Chris Ware, Seth y Ashley Wood son algunos de ellos. El interés del público ha propiciado también la edición de importantes biografías de estos autores clásicos, y en un breve espacio de tiempo y con amplia cobertura mediática, se han editado un libro dedicado a la figura de Charles Schulz y otro a la de Milton Caniff.
En España la situación no es excelente en cuanto a edición de clásicos americanos se refiere, pero tampoco es pésima. Principalmente está siendo Planeta quien está recuperando para el mercado español estos clásicos: ya edita Peanuts y Krazy Kat y pronto se embarcará en Popeye. También ha editado Flash Gordon y Terry y los Piratas, pero sobre estas ediciones mejor correr un tupido velo: la calidad de reproducción es tan nefasta que daña la vista. Su edición del Tarzan de Harold Foster no está resultando todo lo cuidada que sería deseable y su Príncipe Valiente (a color) queda ensombrecido por la edición de Manuel Caldas (en blanco y negro), que está realizando un importantísimo trabajo de restauración de la línea.
Todas las series mencionadas son de una calidad innegable y han contribuido en gran medida a la evolución del cómic tanto en sus aspectos formales como temáticos e incluso en los formatos. Pero de entre todas ellas una destaca por su particular aproximación argumental, una que jamás ha sido editada en España y que sólo actualmente está recibiendo el trato que merece en Estados Unidos: Gasoline Alley, de Frank Oscar King. Hay que agradecer a Drawn & Quarterly como editorial y a Chris Ware como diseñador y autor de los prefacios de los tres tomos que hasta el momento se han editado en Estados Unidos la recuperación de uno de los cómics que más sensación causaron durante los años 20 y 30 en Estados Unidos. Si en otras historietas era la aventura, la fantasía, el humor, el crimen lo que hacía avanzar la trama y cohesionaba las series, Gasoline Alley (editada por la editorial canadiense bajo el título Walt & Skeezix) sería la primera de corte costumbrista en la que simplemente se narrarían los pormenores de la vida cotidiana, siendo tal vez el primer ejemplo de slice of life o tranches de vie antes de que los términos se hubiesen siquiera inventado. La tremenda humanidad que desprenden sus páginas, su humor blanco, su canto a la amistad, al amor a la naturaleza y a la sinceridad, su ritmo pausado, su despreocupación por el gag y sobre todo, el hecho de que los personajes evolucionan y envejecen al mismo ritmo que sus lectores, la convierten en la primera historieta en tiempo real (y que aun se edita en nuestros días). Además, de entre todas las de su época, fue una de las que mejor captaron el espíritu de los tiempos que corrían, lo que a su vez provoca que leída hoy en día transmita una importante sensación de nostalgia.
Frank King: Primeros pasos
Frank Oscar King (1883-1969) publica su primer dibujo en 1898 en The Tomah Herald, el periódico de local de Tomah (Wisconsin), localidad en la que creció, y a los 19 años ya forma parte del staff regular del Minneapolis Times dibujando todas las semanas la serie Junior Times Nursery Rimes. En 1905 comienza sus estudios en la Chicago Academy of Fine Arts, donde comprende que su medio es definitivamente la historieta. Sus primeros trabajos en el Chicago Examiner, donde publica entre 1906 y 1909, muestran claramente la influencia de otros exitosos artistas de la época como Winsor McCay o Clare Briggs, de quien adquiere el gusto por las historias costumbristas y el análisis de la condición humana desde su lado más amable. En 1909 King es contratado por el Chicago Tribune, periódico al que permanecería fiel hasta su retiro a principios de los años ’60. El periódico trata por aquel entonces de convertirse en el diario principal de la ciudad y, para ello, uno de sus directores, Joseph Patterson decide potenciar la sección de cómics. Patterson sería el cerebro (o al menos así le gustaba considerarse) tras tiras tan exitosas como Little Orphan Annie o The Gumps de Sidney Smith, gran amigo e influencia de Frank King. Tanto es el éxito de la tira de Smith que durante algún tiempo la gente se refiere al Chicago Tribune como The Gump Paper. Para el Tribune King produce varias series, como la página dominical a color Bobby Make Relieve (1915-1919) inspirada en el Little Nemo de Winsor McCay, pero con un tomo más humano y realista. Otra de sus aportaciones al diario es The Rectangle, una página completa en blanco y negro nacida en 1914 donde King aborda distintas historias o gags no siempre relacionadas entre sí. El 24 de Noviembre de 1918, The Rectangle ofrece la primera viñeta de una nueva serie: “Sunday morning Gasoline Alley”.
El callejón de la gasolina
Los inicios de Gasoline Alley difieren mucho de aquello en lo que se convertiría un par de años después. Sin formato fijo (de la simple viñeta a la tira clásica), la serie es simplemente un compendio de gags o situaciones ligeramente cómicas que giran alrededor de un grupo de amigos y vecinos locos por sus coches. No hay que olvidar que nos encontramos a las puertas de los locos años ’20 y que la clase media puede permitirse al fin poseer un automóvil. Hombres y coches. Tres amigos casados (Doc, Avery y Bill) y uno soltero, el que se convertiría en auténtico protagonista, Walt Wallet (con un apellido que hace referencia directa a la prosperidad de la época). El orondo y bonachón Walt se ríe de los férreos lazos matrimoniales de sus compañeros pronunciando su célebre frase “I’ll say I know when I’m well off” como canto a la soltería.
FIG. 6 [LEYENDA: LA FAMOSA FRASE DE WALT, EL 16 DE AGOSTO DE 1922.]
Sin embargo, el día de San Valentín de 1921, la serie da un giro inesperado: en la puerta de Walt, alguien abandona a un recién nacido. El solterón no duda en adoptarlo y lo bautiza extraoficialmente con un inusual nombre, Skeezix, que a partir de ese momento la sociedad americana volverá a escuchar asiduamente, y no sólo en los periódicos. Este hallazgo inesperado será el detonante para el cambio de tono de la serie, que poco a poco pasa de centrarse en los chistes sobre coches a la representación de los problemas y entretenimientos cotidianos del norteamericano medio, con especial énfasis en los asuntos sentimentales, la familia, las relaciones sociales y la naturaleza. El nuevo Walt, padre solícito y benévolo, preocupado y orgulloso de su nuevo hijo, no tarda en verse atravesado por las flechas de Cupido, aunque él mismo sea el último en darse cuenta. A la barriada llega una nueva vecina, la viuda Phyllis Blossom, y aunque al principio Walt se niega a aceptar sus propios sentimientos, comienza un tira y afloja que desembacará, años después, en matrimonio. Aquí radica uno de los puntos fuertes de la serie: los eventos se desarrollan en tiempo real, el tiempo en la tira avanza a la misma velocidad que el tiempo en casa de los lectores. Las tramas sufren pausas, se ven interrumpidas por nuevas tramas y subtramas sólo para resurgir más adelante, tal como ocurre en la vida misma, y el crecimiento de Skeezix mes a mes es evidente, permitiéndonos asistir a sus primeros pasos, sus primeras palabras o sus primeros dientes.
Aunque en los primeros años King centra la historia en el triángulo formado por Walt, su hijo adoptivo Skeezix y Phyillis Blossom, no olvida a los personajes secundarios, que aunque caracteriza con tan sólo unas pinceladas, nunca deja de lado y añaden profundidad y realismo a la serie. Además, nuevos personajes enriquecerán la tira, como la criada negra Mandy, el nuevo vecino rico, Mr. Wicker o el vaquero Squint. Entrelazadas con la trama principal (ni más ni menos que la vida y los sentimientos), otras subtramas animan la serie y sirven para desarrollar las personalidades de los protagonistas: carreras automovilísticas a través de lado a lado del continente, el juicio por la custodia de Skeezix, secuestros, escapadas a la naturaleza salvaje o a la floreciente Florida, bodas, misteriosos benefactores que no lo son tanto, secretos del pasado… King logra mantener la atención del público en todo momento sin olvidar darle cada cierto tiempo una buena ración de lo que lanzó la serie al estrellato, las muestras de amor paterno-filial de Walt al pequeño (pero creciente) Skeezix porque, como comenta uno de los personajes: “no es que Walt esté gordo; es que un cuerpo más pequeño no podría contener su corazón”.
A pesar de las muchas virtudes de la serie, el lector actual encontrará tal vez algunos motivos para el rechazo basados en la dictadura de lo políticamente correcto que impera hoy en día. King no vacila en regodearse en los estereotipos raciales, mostrando a los negros como incultos, supersticiosos y serviles, y el sexo femenino tampoco sale muy bien parado, con constantes referencias a su poder de manipulación, derroche, frivolidad y demás lindezas que se suelen (o solían) atribuir a las mujeres. Afortunadamente también, el lector moderno e inteligente sabrá encontrar en estos momentos un documento sobre la sociedad de los años ’20 y determinados estratos sociales en lugar de escandalizarse por las ideas “retrógradas”. También es cierto que en algunos momentos la tira resulta demasiado edulcorada, pero algunas de estas almibaradas viñetas realmente consiguen transmitir importantes dosis de ternura y humanidad. Que nadie espere tampoco gags desternillantes. De hecho, las tiras con chiste terminan en muchas ocasiones con una última viñeta anticlimática que demuestra que no es hacer reír el principal objetivo de King, sino más bien hacer sonreír y captar la simpatía del lector.
Frank King: Dibujante
El dibujo de Frank King no es espectacular. Balanceado entre la caricatura en la representación de algunos, casi todos los personajes, y el realismo de los decorados y fondos (casi siempre esquemáticos, salvo cuando se trata de representar entornos naturales), su trazo no tiene la elegancia de un McCay o un McManus, ni la fuerza y contraste de un Gould, pero logra conferir gran gracilidad y verosimilitud a los personajes apoyándose en su dominio del lenguaje corporal. Tanto es así que King resuelve muchas tiras diarias (y algunas páginas dominicales) dibujando simplemente siluetas en negro de los personajes, y aún sus acciones son claramente discernibles. Amigo de las formas redondeadas y la simplicidad, sus personajes caricaturescos se identifican merced a unas pocas peculiaridades: el mentón prominente de Bill, el puro de Avery, las gafas y la perilla de Doc… Es curioso que para representar a la mujer de este último, King decidiese darle grandes ojos sin pupilas, reflejando así la imagen de su esposo, cuyas gafas ocultan permanente sus ojos. Años después, Harold Gray adoptaría en Little Orphan Annie esta peculiaridad, representando a los personajes con grandes ojos sin pupilas, una de sus señas de identidad características. No es esto lo único que Gray (entre otros) aprendió de King: A King le gustaba tramar la parte superior de las viñetas, alrededor de los bocadillos de diálogo para dar empaque a la viñeta y evitar que pareciese que el bocadillo flotaba en medio de la nada, equilibrando la composición de la viñeta en su relación de blancos y negros. La trama manual se convertiría en otro de los recursos por cuyo dominio se conocería posteriormente a Gray. Este pequeño truco no ha pasado desapercibido tampoco a algunos autores actuales, y basta una mirada rápida a las páginas de Jaime Hernandez para darse comprobarlo, aunque haya sustituido la trama manual por masas sólidas de negro.
Si en las tiras diarias King ofrece una labor como dibujante funcional y poco deslumbrante, más preocupado por el avance de la historia y la transmisión de emociones, las páginas dominicales son tema aparte. Como bien sabéis, la página dominical cuenta con dos o tres ventajas respecto a la tira diaria: mayor tamaño y número de viñetas ( y por tanto la posibilidad de jugar con la composición de la página), color (otro elemento con el que experimentar) y la libertad de no estar tan férreamente sujeta a la continuidad. Las páginas de Gasoline Alley se encuentran sin duda entre las más hermosas e imaginativas de las primeras décadas del siglo XX junto a las de Little Nemo o Polly & her pals de Cliff Sterrett. Hasta el momento, estas páginas dominicales no han conocido una edición completa y cronológica, pero Meter Manresca ha compilado exquisitamente una selección de las mismas y Drawn & Quarterly también ha editado unas 80 de ellas en sus antologías anuales de 2000 y 2001.
Con un diseño de página casi siempre basado en la retícula regular de viñetas, King realiza juegos como unificar/subdividir la página, como en la serie de dominicales en las que muestra la construcción de una casa paso a paso, a la vez que los personajes se mueven por la retícula. También experimenta con los colores, como en esos periódicos paseos en los que Walt pasea por el bosque con Skeezix y va describiendo los colores del otoño en la naturaleza. En otras ocasiones da rienda suelta a su fantasía dejando volar la imaginación del pequeño Skeezix, lo que le permite escenas surrealistas cargadas de belleza. Las páginas dominicales de King son sin duda un placer para los sentidos y una muestra de la inquietud del autor por experimentar con las posibilidades del medio, aunque no acabe de llegar en este aspecto al nivel de los mencionados McCay y Sterrett.
A través del espejo
La obra de Frank King no necesita de explicaciones para ser entendida. Sus referencias de carácter humano son tan universales y retrata con tanto acierto sentimientos y pasiones, que cualquiera puede verse reflejado a sí mismo o a su entorno en Gasoline Alley. Sin embargo también hay una serie de referencias muy concretas sobre una determinada época y lugar (ya hemos comentado que la serie es probablemente el primer slice of life), e incluso muchos de los personajes y las situaciones tienen su paralelo en el mundo real y el entorno de King, por lo que merece la pena dedicarles unas líneas. Conozcamos algunos de ellos:
– Walt Wallet: El protagonista de la serie está claramente basado en Walt Drew, hermano de la esposa de Frank King y buen amigo suyo. Su oronda figura, su buen humor e incluso su gorrito marinero, se corresponden punto por punto con los de su cuñado. Al final de este video en youtube lo podéis comprobar.
– Skeezix: Tal vez Skeezix es el personaje más importante de Gasoline Alley, ya que es gracias a él que la serie cambia de rumbo y se convierte en una obra maestra. Frank King siempre fue un hombre con un gran apego a la familia y la vida familiar, y uno de los mayores reveses de su vida se produjo cuando su primer hijo nació muerto. Afortunadamente, unos años después nacería el que sería su único hijo, Robert Drew King, trayendo la alegría y nuevos objetivos en la vida al matrimonio King. Casualmente, Skeezix aparece en Gasoline Alley el día siguiente al del cumpleaños del pequeño Robert. Casualmente también, el hijo de King contrae la escarlatina y el matrimonio es puesto en cuarentena con su hijo en casa durante tres semanas y poco después Walt se tiene que recluir en casa con Skeezix cuando este contrae la escarlatina. Etc. No cabe duda que de King se basa en su propio hijo y en sus sentimientos hacia él para dar vida y verosimilitud a la relación entre Walt y Skeezix, así como al desarrollo del niño. Gran parte de la trama durante los primeros años de Gasoline Alley se basa en la posibilidad de que Walt pueda perder la custodia de Skeezix, reflejando el propio miedo de King de perder a su hijo como sucedió durante el primer embarazo de su mujer.
– Bill y Doc: Aunque Bill es uno de los secundarios con menos gancho del callejón de la gasolina, su mandíbula prominente señala como modelo para el personaje a Bill Gannon, amigo de King y sobre todo de su cuñado Walt, con quien convivió durante muchos años. Por su parte, el personaje de Doc parece inspirado, al menos físicamente, en Joseph B. DeLee, el doctor que asistió el parto del hijo de King y a quien el autor estaría siempre enormemente agradecido.
– La naturaleza: Frank King era un enamorado de la naturaleza. Así, sus viajes a parajes naturales como el parque de Yellowstone tenían inmediatamente su reflejo en Gasoline Alley, donde King tenía la oportunidad de introducir las maravillas naturales y las curiosidades que encontraba durante sus vacaciones y que en muchas ocasiones recogía en sus cuadernos de bocetos. También Gasoline Alley mostraría vacaciones en Monument Valley vividas previamente por King y su familia en carnes propias. Tanto es así que King muestra en una de sus tiras al matrimonio de colonos de John y Louisa Wetherill, una pareja de pioneros que regentaban una fonda donde los viajeros (y los navajos) que pasaban por aquellas inhóspitas tierras podían encontrar descanso y un buen baño. Se puede decir incluso que esta fonda y este matrimonio han tenido su importancia en el mundo del cómic, ya que su fonda llegó a acoger a varios artistas del medio que luego inmortalizarían Monument Valley en las viñetas: el propio King, Rudolph Dirks, Jimmy Swinnerton y, muy especialmente, George Herriman, auténtico enamorado de aquellos parajes que visitaba asiduamente y que llegó a entablar una estrecha relación con el matrimonio.
– Las inversiones: Los años ’20, los locos años ’20 son una época en la que el norteamericano medio sueña con hacerse rico de la noche a la mañana. Y en ocasiones lo consigue. Las prospecciones petrolíferas y el negocio de la construcción son fuente de fortunas inmediatas, y también por supuesto de importantes timos especulativos. En Gasoline Alley a menudo vemos a los personajes invertir en determinado negocios, muy especialmente en una subtrama en la que los amigos del callejón viajan a Florida para invertir en el floreciente mercado inmobiliario. Esto mismo lo hacía por aquellas fechas el propio King. Poseedor de una fortuna considerable gracias al éxito de su serie (llegó a estar entre el 1% de los norteamericanos más ricos), King se dedicó a comprar propiedades aquí y allá para sacar partido a su dinero. Su figura era tan conocida en la época que los periodistas usaban sus visitas inversoras como reclamo para otros inversores.
– Esos pequeños detalles: Muchos pequeños detalles de la vida cotidiana encuentran su reflejo en Gasoline Alley. Por supuesto, todo lo que tiene que ver con los coches, con las primeras autopistas o las costumbres de los conductores, pero también la ropa y los peinados femeninos, la prohibición de beber alcohol o la importancia de la radio como medio de entretenimiento. El cine (al que King era gran aficionado), también se referencia en la serie más de una vez. Los fonógrafos, los juguetes para niños, los crucigramas (que hicieron furor cuando aparecieron por primera vez en cuadernillos independientes), el sistema de correos, todo aquello que conforma el día a día de la sociedad estadounidense sirve para dar verosimilitud al slice of life de Frank King. ¡Ah! Y el coche de King tenía la misma matrícula que el que conduce Walt en la serie…
Parafernalia
Hoy en día estamos más que acostumbrados al merchandising, a las innumerables figuritas del emporio McFarlane, a la maquinaria publicitaria de Hollywood en las hamburgueserías… Los personajes de King, que se publicaban diariamente durante su época dorada (años 20 y 30) en más de 150 periódicos de todo el país, también vivieron una explosión mercantilista con nada que envidiar a los personajes de cómic más populares hoy en día. King, que era propietario de sus personajes (mientras que la marca Gasoline Alley y la propia tira eran propiedad del Chicago Tribune), no dudó en involucrarse en todos los proyectos y productos paralelos que pudo, básicamente por dos motivos: el primero, evidentemente, fue el dinero, que permitía al autor dar a su familia todas las comodidades que requería, y el segundo fue la integridad artística, ya que no quería que sus personajes fuesen tratados de cualquier manera en aras de la explotación comercial. King era muy cuidadoso en ese aspecto. Llegó a obligar al Chicago Tribune a cambiar una cláusula de su contrato por la cual, en caso de caer enfermo, otro artista ilustraría la tira firmando como King. King accedió a la primera parte, consciente de la posibilidad de caer enfermo o verse imposibilitado temporalmente para dibujar, pero no permitió que su firma fuese usurpada por otro artista. Del mismo modo, los innumerables muñecos de Skeezix (con distintas edades) y Walt que se produjeron en los años ’20 y de los que se vendieron millones de unidades, siempre fueron diseñados por el propio autor. Además, King realizó numerosas ilustraciones para cuentos y libros coloreables basados en sus personajes, siempre de forma cuidada y elegante. La popularidad de Gasoline Alley fue tal que incluso dio lugar a una película, a canciones, a juegos de todo tipo, juguetes, estatuillas, pins, relojes, cuberterías, barajas, libretas, radios, pañuelos e incluso zapatos. Casi nada.
La edición
Casi toda la información resumida en este artículo, así como muchas de las imágenes, se han tomado de la fabulosa edición de Drawn & Quarterly, que bajo el título Walt & Skeezix ha publicado ya tres tomos de Gasoline Alley que comprenden todas las tiras diarias comprendidas entre 1921 y 1926. Lujosos tomos con tapa dura forrada en tela y con sobrecubierta, con cinta para marcar la página y páginas color hueso de buen papel. Diseñados por Chris Ware, los tomos son elegantes y con unos prólogos y apéndices de auténtica antología, con información detallada y contrastada y documentos de la época, desde fotos de familia a extractos de los diarios del autor, aportados por la nieta de King, Drewanna. La reproducción de las tiras no ha sido sin embargo de una gran restauración, reproduciendo en muchos casos marcas del doblez del periódico, o manchas de tinta de la impresión original. Lejos de representar un problema para la lectura, estos defectos nos acercan más al espíritu y la sensación de estar leyendo la tira tal como lo hicieron los lectores de los años ’20. Como dato curioso, gran parte de las tiras han sido cedidas para su reproducción por Joe Matt, que posee una colección personal que comprende prácticamente toda la serie, tanto de las tiras diarias como de las páginas dominicales.
Drawn & Quarterly promete una edición completa de los años más importantes de Gasoline Alley (podemos esperar que lleguen por lo menos hasta mediados-finales de los años ’30), que será complementada con la edición de un volumen especial que recoja las primeras tiras y viñetas en distintos formatos previas a 1921 y varios volúmenes con las páginas dominicales a color, aunque no se ha concretado fecha alguna. Mientras nos frotamos las manos ante la perspectiva de estas dominicales en una edición digna y asequible y nos mordemos las uñas a la espera del cuarto volumen de la serie, disfrutemos de la lectura y relectura de esta obra pionera tan real como la vida misma y tan tierna como el amor de un padre por un hijo.
Alberto García Marcos (el tio berni)
www.entrecomics.com
Cuanto más leo sobre Gasoline Alley más me doy cuenta de que no la cataremos en castellano.
De la exposición previa me quedo con un detalle: podemos quejarnos (y de hecho nos quejamos) de casi todas las ediciones de Clásicos de Planeta, pero nadie más lo está intentando.
¿Norma con Litle Nemo? Pero vaya, no hay comparación en cuanto al volumen de series que ha venido sacando Planeta, claro.
Cierto lo de Little Nemo, pero me refiero más a una continuidad, a etapas largas, y no a un tomo esporádico que casi es más un «objeto» que un «libro» (¡Absolute Little Nemo!). Y a una edición asequible al bolsillo medio, que no implica necesariamente ser una edición mala.
Valeeeeee, Popeye valdrá 25 euros, pero es Popeye y el precio que pongan es poco 😀
Impresionante reportaje, me apetece cada vez más, lo cierto es que mi hermano mayor ha estado en Boston hace poco y no encontró nada de gasoline alley. Eso si me trajo una recopilación de mutt an jeff, el primer tomo de la colección recopilatoria de Feiffer y un libro muy curioso de walt kelly sobre la serie our gang. El año que viene tendrá que volver a intentarlo, también esta el internet pero no me va eso de pagar por adelantado.
Te vuelvo a dar la razón, Calduch.
Y a ver si hay suerte, MIguel.
Buen fichaje de Zona Negativa 😉 Este artículo del tío berni es una maravilla. Mis felicitaciones al autor. Esta sección promete…
Ese tío Berni!
Ahora me estoy leyendo el gigantesco (literal y figuradamente) tomo de Sundays recién sacado por D&Q… una auténtica maravilla, de color, de composición, de narrativa, de diseño. Uno de los tebeos más impresionantes que se haya editado jamás.
Para Miguel Porto, he mirado en su página y no he visto los Sundays, como lo has conseguido y cuanto cuesta? Muchas gracias
Miguel, echa un ojo aquí, es que esta edición no es de D&Q:
http://www.sundaypressbooks.com/
Los de D&Q sí que han sacado bastantes páginas en sus antologías nº3 y nº4, que todavía se pueden conseguir con facilidad, de ahí he sacado las Sunsays de este post. Busca en la página de D&Q los que se llaman Drawn & Quarterly (NEW series) Volume 3 y Drawn & Quarterly (NEW series) Volume 4. Luego búscalos en Amazon o páginas similares y cómpralos más baratos :-D. Aquí en Madrid los tienen en algunas librerías, y en BCN seguro que también.
A Calduch: estoy de acuerdo contigo, yo no veo esta serie publicada en español. Con suerte, a lo mejor las dominicales, pero las tiras diarias ni de coña. Y también de acuerdo respecto a lo de Planeta. Cuando lo hacen mal hay que decirlo, pero también es cierto que están recuperando muchos clásicos, y no sólo americanos (Gaston, Lucky Luke, Pitufos…). La edición de Popeye promete mucho, a ver qué tal.
Yo creo que hay que ser positivo y pensar que se están publicando cosas, por las que difícilmente hubieras dado un duro por su publicación ¿Quién hubiera apostado por Grimjack o Jon Sable hace un tiempo? ¿Proximamente Badger? Esta claro que es complicado que se publique por aquí, debido a que es una serie un tanto especial (al igual que Pogo o Philemon) y tiene en contra más cosas de las que tienen por ejemplo Popeye o Krazy Kat, pero viendo la cantidad de comics que se publican hoy en día en nuestro mercado, comparado con lo que se publicaba hace un tiempo, además del amplio espectro de formatos, distintos tipos de lectores e incluso tiradas ridículas para según que obras, hace que no sea tan difícil su edición en nuestro país.
Por cierto, me parece increíble lo de Joe Matt. Por sus cómics ves que es un grandísimo y obsesivo coleccionista, pero de ahí a que posea toda esa cantidad de páginas sobre la serie, me parece increíble.
Enhorabuena por el magnífico fichaje de Alberto por ZonaNegativa, tioBerni siempre demuestra su buen hacer y grandes conocimientos en esto del noveno arte. Un espejo al que mirarse.