«¿Alguna vez te preguntas si ya has llegado adonde ibas?»
Estamos en una época en la que las minorías y los colectivos más maltratados históricamente vuelven a ser el centro de las reivindicaciones políticas y sociales. La crisis les ha permitido hacerse más visibles a ellos y a sus legitimas reivindicaciones. Estas también se han trasladado a las páginas de los cómics donde nuevas historias y personajes han dado la alternativa a las nuevas generaciones, mientras cabeceras y caracteres más clásicos se han amoldado al espíritu del siglo XXI. Ese que Warren Ellis identificó en The Authority con la figura de Jenny Quantum, la sucesora y reencarnación de Jenny Sparks -a su vez el espíritu del pasado siglo XX- adoptada en la serie por Apollo y Midnighter. Era esta toda una declaración de intenciones que se ha trasladado a muchos de los cómics estadounidenses publicados en la última década y media. Es normal que siguiendo este eco en DC Comics hayan rescatado una vez más a su grupo de marginados por excelencia: La Patrulla Condenada.
Unos breves apuntes sobre La Patrulla Condenada
Este atípico supergrupo, siendo aquí atípico sinónimo de extraño, delirante, surrealista o «mazo de loco», fue creado en 1963 por los guionistas Arnold Drake y Bob Haney y el dibujante Bruno Premiani en el número #80 de la cabecera My Greatest Aventure. La fecha no es baladí, coincidió en el tiempo con una de las principales creaciones de Marvel Comics, los X-Men de Stan Lee y Jack Kirby. Las similitudes entre las dos cabeceras han disparado históricamente el debate sobre el posible plagio de la Casa de las Ideas; así lo creen muchos aficionados y el propio Arnold Drake que ha señalado en muchas ocasiones el trasvase constante de autores entre las dos editoriales en los sesenta para justificar dicha posibilidad. Stan Lee nunca se ha pronunciado al respecto, por lo que no sería descabellado aplicar la consabida máxima popular entono al callar y otorgar. No obstante, aunque partiendo de una premisa muy similar, La Patrulla Condenada y los X-Men han seguido direcciones diametralmente opuestas a lo largo del tiempo.
Los mutantes han sido, sobre todo a partir de los años ochenta, una de las franquicias más rentables y explotadas de Marvel Comics. En tiempos modernos han saltado a la gran pantalla alcanzando una popularidad entre el gran público que ya habían ensayado en los noventa en la televisión y en las portadas reflectantes de los cómics de la época a mayor gloria de Jim Lee. En cambio, La Patrulla Condenada se ha convertido en una cabecera de culto, no ha perdido la fuerza de una génesis experimental y única reinterpretada en muchas ocasiones. Su etapa más conocida, y también la más onírica y extravagante, tuvo lugar entre 1989 y 1993 en manos de Grant Morrison y Richard Chase. El guionista escocés, apóstol de la metatextualidad alucinógena, desembarcó en la serie para llevar sus planteamientos hasta más allá de los limites de su propia definición. Las portadas de Simon Bisley ya anunciaban en cada número un chute de filosofía pop, personajes abstractos y desvaríos conceptuales.
Por esta la cabecera han pasado también Paul Kupperberger, Rachel Pollack, John Byrne, John Arcudi o Keith Giffen. Sus historias han alimentado a unos personajes más reivindicativos, extremos y diversos que lo que hemos visto en muchas etapas de los X-Men. Los hijos mutantes de Stan Lee solo han logrado alcanzar unas cotas de locura similares a La Patrulla Condenada cuando se han saltado las normas y reglas, en etapas como los New X-Men del mismo Grant Morrison o en la Fuerza-X de Peter Milligan. No es de extrañar que en 1996 el Universo Amalgam fusionase a Fuerza-X y La Patrulla Condenada en la resultante X-Patrol. Sea como sea, está claro que La Patrulla Condenada tiene una personalidad muy marcada ya desde sus orígenes, y eso ha hecho que las interpretaciones que se han alejado de esa premisa no hayan sido bien recibidas por los aficionados. Este fue el caso de la etapa de Keith Giffen en la primera década de este siglo y la posterior inclusión del grupo en el Nuevo Universo DC.
La Patrulla Condenada y el sello Young Animal
En la editorial estadounidense, y a raíz de la iniciativa Renacimiento, se percataron de sus errores y han intentando corregirlos dentro de su nuevo sello Young Animal. Este espacio fue creado en 2016, recuperando en parte el espíritu del hoy en horas bajas sello Vertigo, para contar historias a un público adulto con personajes y lugares habituales de la geografia del Universo DC. El principal adalid de la línea ha sido Gerard Way, vocalista de My Chemical Romance que debutó en el mundo del cómic en 2007 con The Umbrella Academy, título con el que ganó un Premio Eisner a la Mejor Serie Limitada. Esta creación era ya muy deudora de La Patrulla Condenada y toda una declaración de amor hacía las formas y maneras de Grant Morrison. Era natural que Way acabase a los guiones de la serie, aunque más inesperado ha sido su papel en el sello Young Animal cumpliendo funciones de supervisor y editor y favoreciendo la experimentación y la libertad creativa de estas series.
«El mundo es duro e implacable. Puede cambiarte. Porque estamos hechos de todas las cosas que nos pasan. Las cosas buenas te llenan el corazón. Pero las cosas malas, y lo que elegimos hacer con ellas, son las que nos convierten en quienes somos. Yo seguiré eligiendo el amor.»
De esta manera, a La Patrulla Condenada se han sumado una serie de títulos concebidos por autores con perfiles nada académicos y menos aun convencionales. Tenemos así cabeceras como Cave Carson has a cybernetic eye, serie de Jon Rivera coescrita por Gerard Way y dibujada por Michael Avon Oeming; Shade, the Changing Girl, reinterpretación de este personaje en manos de Cecil Castellucci y Marley Zarcone; Mother Panic, creación de Jody Houser dibujada por Tommy Lee Edwards; y la miniserie Bug!: the adventures of Forager en manos de la familia Allred. De todas ellas, La Patrulla Condenada de Gerard Way y Nick Derington ha sido la primera en ver la luz en nuestro país en un tomo recopilatorio editado por ECC Ediciones que incluye los primeros seis números de la colección. Estos corresponden al arco argumental Ladrillo a ladrillo en el que se narra la reconfiguración del famoso grupo, una historia que entronca casi directamente (y de la forma más loca, por supuesto) con la etapa de Grant Morrison en la serie.
La Patrulla Condenada de Gerard Way
Gerard Way ha asegurado en algunas entrevistas que no quería hacer un simple reinicio de La Patrulla Condenada; como principal aficionado era básico para él «respetar el legado» de esta creación sin dejar de tomar el riesgo para llevar adelante la historia. Esto nos permite tener de regreso a personajes clásicos como Robotman, Niles Caulder, El Hombre Negativo, Crazy Jane o Flex Mentallo, que comparten escenas con otros de nuevo cuño como Casey Brinke que ofrece al lector la introducción perfecta a este extravagante mundo. La historia, como cualquiera meritoria de atribuirse a La Patrulla Condenada, es casi imposible y contraproducente de detallar en palabras. Para este viaje hacía lo desconocido solo cabe saber que es un relato de orígenes, un cómic en el que cada viñeta y diálogo pone a prueba nuestra cordura y nuestra capacidad para distinguir realidad y ficción. Es un cuadro que ni siquiera pertenece a un movimiento pictórico determinado; una pieza narrativa que, en ocasiones, subliminalmente, y en otras, más directamente, nos arroja temas, ideas y conceptos a la cara que no estaremos del todo seguros de estar emocionalmente capacitados para entender.
La Patrulla Condenada siempre ha sido «ese tipo de cómic», y Gerard Way, «cuentacuentos pop» de su generación, lo ha asumido y aceptado a la hora de definir este trabajo. En esta obra tenemos proyecciones de relaciones paternofiliales entre construcciones metafísicas divinizadas y su progenie conceptual antropomorfa; seres extraterrestres que cohabitan en cuerpos humanos; bombas genéticas con guiño directo a ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú para curar trastornos de personalidad múltiples; cerebros en cuerpos mecánicos y forzudos de circo capaces de combatir el mal exhibiendo sus músculos como en una competición de Mister Universo. Todas esas cosas que nunca habéis imaginado y que de haberlo hecho nunca habríais pensado en exponer en voz alta o en las páginas de un cómic. Una obra que pese a todo tiene como anclaje a unos personajes que se enorgullecen de su marginalidad y logran echar por tierra todo tipo de convenciones y cuestiones preconcebidas.
La propuesta de Gerard Way en su primera toma de contacto puede ser engorrosa, áspera y difícil. Las propias de un aterrizaje de emergencia y la posterior organización de una batida de búsqueda de sus personajes. Pero en apenas un capítulo y un par de viñetas el panorama se va despejando, la «road comic» toma cuerpo sin tener muy en cuenta las leyes físicas del espacio y el tiempo. No cae en el error de sobrevalorar la coherencia al mismo tiempo que, en su contradicción más golosa, se aferra a las líneas clásicas de la cabecera. No hay grandes aspamientos en su narración, ni una voluntad por el brindis vacío y de cara a la galería. La reconstrucción del grupo se hace de una manera inteligente y sencilla, todo lo que puede serlo una cabecera de La Patrulla Condenada que siempre se mueve por carreteras abandonadas repletas de personajes pintorescos.
En el apartado gráfico Nick Derington se hace cargo de un dibujo claro y limpio que sabe recoger el guante que Gerard Way le lanza en el guion. La imaginación queda bien preservada en su trazo que además demuestra su capacidad para adaptarse a los juegos visuales y metatextuales que requiere la historia, poniendo en práctica para ello varios tipos de arte que puntualmente se decantan por el boceto, la abstracción o el homenaje a clásicos del cómic de superhéroes. En cierta manera, Derington recuerda a un Richard Chase de nuevo cuño, planteando un dibujo hoy trending topic en el medio que intenta recuperar el sentido de la maravilla de los cómics antiguos mediante una propuesta sencilla y parca de líneas y un color con mucha personalidad. El encargado de este último es Tamra Bonvillain que logra moverse en cada página entre el uso de colores cálidos y una base matizada de tonos más apagados. El resultado es un color llamativo pero nada estridente, agradable a la vista y preciso en cada reto que proponen Gerard Way y Nick Derington en las viñetas de la obra.
La Patrulla Condenada regresa en plena forma, en una de sus mejores encarnaciones y de la mano de un equipo creativo que sabe mantener la esencia de sus personajes y llevarla hasta el presente siglo XXI. En este sentido, la nueva etapa de Gerard Way y compañía es una buena puerta de entrada para conocer a este atípico grupo de personajes, pero también una manera muy orgánica de recuperar el hilo para los más veteranos que pueden reconocen en sus páginas guiños, referencias y conexiones con la historia de esta cabecera. La elección de su equipo creativo ha sido todo un acierto por parte de Shelly Bond y Molly Mahan, editoras del sello Young Animal que ha supuesto un soplo de aire fresco dentro de las propuestas de DC Comics. Es una propuesta que esperamos ver consolidada en futuras entregas y obras; por ahora, esta nueva encarnación de La Patrulla Condenada supone una promesa que nos permite reconciliarnos con nuestro lado más alocado y surrealista; ese que no necesita entender todo lo que pasa a su alrededor, solo disfrutar de las sensaciones y emociones de un viaje en la mejor y más loca companía hasta lo profundo de lo inesperado y lo desconocido.
Valoración Global
Guión - 8
Dibujo - 7
Interés - 9
8
Alocada
La nueva etapa de La Patrulla Condenada de
Me gusto el Umbrella Academy de este tío, y me llama mucho la atención su Patrulla Condenada, sin embargo no lei nada anterior de ellos. ¿Es necesario para seguir, y por su puesto disfrutar, la historia? ¿O mejor me leo antes la de Morrison (si merece la pena)?
Pride, puedes leer esta etapa de forma independiente, pero desde luego, si has leído antes la de Grant Morrison la disfrutarás más porque tiene muchos guiños e incluso tramas muy deudoras de ella. Y como dice Hammanu, es una pasada y no te arrepentirás. Si además te gustó The Umbrella Academy esta también es muy deudora de la Doom Patrol de Morrison así que te puedes hacer una idea de lo que te encontrarás.
Lo de Morrison es una pasada, y creeme que no habras leído nada igual. Supongo que si conoces la etapa del escoces será mas disfrutable
Gracias Jordi por la reseña y en general el comentario sobre la línea Young Animals de DC.
Como gran fan de la etapa de Morrison (y de Umbrella Academy de Way, by the way) tenía muchísimas ganas de leer este tomo. Y lamento decir que me llevé una enorme decepción .
Por un lado, la sensación que me dejó no es que Way se inspire en Morrison, como cuando leímos Umbrella, es que le copia descaradamente. Y queda siempre mal en la comparación. Y por otro, mi sensación es que no es un tebeo «reader-friendly», si no leíste el original, no te vas a enterar de nada, lanzando personajes como si tuvieras que conocerlos, aunque estamos hablando de un tebeo de hace 25 años.
En los 90 Morrison era Post-moderno, en 2017 Way se queda en un revival con mucho menos chispa de lo que él se cree.
¿Eran mis expectativas demasiado altas? ¿El hype jugó una mala pasada? Es posible.
Personalmente no había leído nada de la Doom Patrol antes de esto y aun así me parece que el tomo no necesita de una lectura previa. He leído trabajos de Morrison más no su Doom Patrol y aunque encontre similitudes en su narrativa no me pareció un plagio descarado. En fin, me parece que el tomo si bebe de Morrison y rescata su continuidad, pero toma su propio curso.