La pre-historia del superhéroe (I)

A nadie que se mueva en el mundillo de la historieta se le escapa que no estamos viviendo la mejor etapa del comic book norteamericano. Aunque el interés académico por este medio parece que va en auge y en el cine no paran de sucederse las adaptaciones de diferentes tebeos, las actuales cifras de ventas de publicaciones no son más que una sombra de lo que fueron antaño. Los motivos pueden ser varios y podríamos estar discutiendo sobre ello largo y tendido: Que si la diversificación del ocio, la gran variedad de editoriales, desinterés del público lector, la crisis económica…Sea cual sea la causa, la verdad es que las grandes firmas de cómics americanas están buscando la manera de captar y recuperar lectores. Por un lado, DC relanzó el pasado 2011 todos sus títulos; borrón y cuenta nueva en la casa de Batman y Superman. Mientras que por otro lado, Marvel ha optado por publicar grandes eventos anuales con lo mejor de su arsenal y embarcarse en la producción cinematográfica en un intento de llevar los espectadores a las páginas de sus cómics.

Sin embargo, las maniobras por suscitar interés por el comic book no se han quedado ahí. También ha habido otras aunque menos espectaculares. Uno de los recursos de los que se han valido tanto en Marvel como en DC para dar un golpe de efecto y captar lectores es la vuelta a los principios, o como ellos lo llaman “Back to the Basics”. Esto es, retomar los elementos fundamentales de sus personajes y ponerlos de nuevo en liza para los principantes y los fans veteranos hastiados de la penúltima maniobra vanguardista de la editorial de turno. Ejemplo de ello son el Heroes Return de Marvel en la década de los 90 con el regreso de los Vengadores y los 4 Fantásticos protagonizando historias con un estilo más clásico, y el reciente relanzamiento de DC, que aunque no se haya apreciado una vuelta a los orígenes en cuanto a contenido, sí lo ha sido en los personajes. Pero aún se puede ir más atrás, si volver a los principios no resulta suficiente y no atrae a todo el público deseado, todavía queda el recurso de regresar a las raíces.

Back to the Roots

Desde hace unos años hay un interés creciente por parte de los lectores en historias y personajes que se alejan (o se acercan mucho, según se mire) de la figura del superhéroe contemporáneo. Motivado por las editoriales, por los propios fans o por la época que nos ha tocado vivir, lo cierto es que en esta década no han parado de proliferar títulos relacionados con los antecesores del superhéroe. Es decir, las novelas pulp y toda la temática y los personajes que tan de moda estuvieron a comienzos del siglo XX. Sólo hay que acercarse a las publicaciones de las diferentes editoriales americanas, ya sean mainstream o independientes, para darnos cuenta de cómo tratan esa vuelta a las raíces. Estos son unos ejemplos: Saucer Country y The New Deadwardians en DC; The Twelve, Mystery Men y el sello Noir en Marvel; Rebel Blood, The Manhattan Projects y Fatale en Image; Neonomicon y Captain Swing en Avatar Press; The Spider, The Shadow, Lord of the Jungle, Buck Rogers, Flash Gordon, The Last Phantom y Warlords of Mars en Dynamite Entertainment…

Si las editoriales independientes no pueden competir con superhéroes, hay que buscar alternativas. Dynamite, por ejemplo, es una de las que más han apostado por este tipo de publicaciones que arriba menciono. Tal vez lo hayan hecho con la intención de captar lectores desinteresados en los superhéroes convencionales o que se sientan atraídos por los orígenes de sus personajes e historias favoritos. Sea como sea, esos cómics están ahí.

El propósito de este artículo, y alguno más que seguirá al presente, es el de revisitar las raíces del comic book americano. Esto es, las novelas pulp, sus protagonistas, la temática y los autores que inspiraron a los creadores de este medio. Y de paso veremos cómo muchos de los héroes que inundan las páginas de los tebeos de hoy en día guardan mucha relación con los personajes que se dieron a conocer a comienzos del siglo pasado.

Story sheets, penny dreadfuls y dime novels

Antes de adentrarnos en el terreno de las novelas pulp, creo conveniente hablar un poco de cómo se llegó a ellas y el tipo de historias que consumía la sociedad norteamericana de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Pero para ellos tenemos que trasladarnos primero al Reino Unido.

Los avances tecnológicos en la imprenta durante el siglo XVIII hicieron que las clases menos adineradas tuvieran acceso a publicaciones impresas y periódicas de bajo coste. Una de ellas fueron los broadsheets, o periódicos en formato sábana, que ofrecían información, sátira política y baladas. Este tipo de prensa dio paso a las story sheets, hojas con contenido de mayor entretenimiento en las que se contaban relatos ficticios en prosa. Luego, a mediados de 1830 aparecieron los penny dreadfuls, llamados así por su precio y calidad literaria, y que fueron una evolución a ocho páginas de los story sheets, consumidos principalmente por la clase trabajadora. Varios de los títulos famosos de aquella época fueron The Smuggler King, The Merry Wives of London, Varney the Vampire y The Strings of Pearls: A Romance, título donde se dio a conocer al barbero asesino Sweeney Todd.

Pero posiblemente una de las figuras que más fama obtuvo en los penny dreadfuls de mediados del siglo XIX fue Spring Heeled Jack. Este personaje legendario de la cultura británica surgió un siglo antes y había protagonizado multitud de sucesos en la diversas ciudades de la isla. De apariencia diabólica, temeraria, con garras y una extraordinaria habilidad para dar saltos, este supuesto fantasma se dedicaba a asaltar a los transeuntes al amparo de la oscuridad de la noche. Sus siniestra historia se extendió por todo el territorio a lo largo de los años y las apariciones se contaban tanto en la capital londinense como en las lejanas tierras de Escocia. El interés por Spring Heeled Jack hizo que pronto fuera un protagonista más de los penny dreadfuls, aunque con ligeras variaciones. De aparición fantasmal pasaba a ser una especie de detective enmascarado ¿A alguien le suena de algo?

Es el momento de saltar el charco. En Estados Unidos aparecieron variantes de los penny dreadfuls, posiblemente exportadas por los emigrantes británicos, que eran relatos más largos y en prosa y que se llamaron dime novels. Este formato, cuyo texto era acompañado de imágenes escabrosas, fue famoso entre las filas del ejército de la Unión durante la Guerra de Secesión porque era una publicación barata y muy accesible. Las primeras dime novels contaban historias ficticias con protagonistas reales como Davy Crockett, Bufallo Bill o Calamity Jane. Pero quedémonos con el nombre de Nick Carter, un personaje de ficción que apareció por primera vez en una dime novel de 1886 y que es considerado el primer detective pulp.

La temática de las dime novels solía ser violenta, subida de tono y a menudo racista. A raiz de la proliferación de este tipo de publicaciones surgió una serie de escritores que perfeccionaron el formato gracias a la influencia de cinco autores clave en la literatura de la época: Edgar Allan Poe, Arthur Conan Doyle, Julio Verne, H.G. Wells y Bram Stoker.

Por un lado, Poe fue el creador del relato corto y de las historias de detectives, con The Murders in the Rue Morgue (1841) y su protagonista Auguste Dupin como exponentes del género. Arthur Conan Doyle tuvo una gran influencia de Poe y fruto de ello fue A Study in Scarlet (1887), donde aparecía por primera vez el famoso investigador Sherlock Holmes. Por otro lado, Julio Verne hizo su contribución al crear un género literario que unía la aventura con la fantasía heroica: la ciencia ficción. Con sus relatos (Five Weeks in a Balloon en 1863 o Journey to the Center of the Earth al año siguiente, entre otros) Verne se adelantó a la tecnología moderna y al viaje espacial con tanto detalle que se le puede considerar un profeta. Algo similar ocurrió con H.G. Wells, que siguió los pasos de Verne con respecto a los relatos de ciencia ficción aunque incorporando la presciencia. Es decir, que en sus relatos se anticipaba a la ciencia que vendría. En The Time Machine (1895) se adelantó a las teorías de la barrera del tiempo, en The Island of Dr. Moreau (1896) trató el tema de la ingeniería genética y The War of the Worlds (1898) fue la primera novela que trató la guerra interplanetaria. Por último, Stoker tuvo la especial habilidad de presentar al muerto viviente Drácula como un romántico y aristocrático vampiro que hasta hoy en día sigue siendo una figura recurrente. La influencia combinada de estos autores y las dime novels dieron como resultado un nuevo tipo de relato: las novelas pulp.

Fuente: Our Gods Wear Spandex.