El Batman de la continuidad
«¿Cómo se las arreglarán las personas normales?»
Me temo que esta es el última de estas reseñas que estaba disfrutando tanto del Batman clásico entre finales de los 70 y principios de los 80. Quizá vengan tiempos mejores y se me acumule el trabajo, pero por ahora nos quedamos sin material deceíta por una temporada.
Clamas aparte, el tomo abre con festejos. Nada menos que el número 500 de Detective Comics. DC había tardado, como vetusta que era y se jactaba, pero por fin comprendía la importancia de tales efemérides. Por ello nos regala un número especial con muchos artistas invitados (de ahí también los muchos guionistas y dibujantes del tomo, aunque a la mayoría sólo se les ve en este comienzo).
Aunque obviamente, en esta edición tan selectiva, no veremos las historias dedicadas a otros personajes, aunque sean de indudable calidad y mucha curiosidad. Perdemos las de Slam Bradley (de Wein y Aparo), Hombre Elástico (por Barr y García-López), Hawkman (de Levitz y Kubert) o incluso Batman con Deadman (por Bates y un lisérgico Infantino). Es que ni Batman en solitario se salva, pues no se incluye un relato de su sombría majestad Walter Gibson ilustrado por el maravilloso y eclético Tom Yeates. Una pena.
Pero no seamos quejicas y disfrutemos de lo que sí hay, como esa mini curiosidad de Len Wein y Walter Simonson que en dos páginas ilustran un relato de piratas como una historia de Batman (muy fuerte, el relato que se lee en cartelas es cogido de una tira de Snoopy, en la que éste escribe dicha novela). Y, sobre todo, el clasicazo “Matar a una Leyenda” del escritor Alan Brennert y Dick Giordano.
Esta historia se ha convertido en imprescindible no sólo por los siempre delicados trazos de Giordano, sino por esa idea de Brennert tan novedosa en el momento de permitir a Batman cambiar su pasado. Posteriormente se ha repetido hasta la saciedad y hasta se le ha cambiado el sentido, haciendo inamovible la muerte de los Wayne para el surgimiento del mito. Pero en esta primera vez, pese a la lógica de Robin-Grayson, Batman no puede remediar su deseo de salvar a sus progenitores y es precisamente al hacerlo cuando cambia la vida de un joven Bruce que decidirá convertirse en un murciélago. La tierra que visitan Batman y Robin es, por cierto para entomólogos, la 5.
A partir de aquí si seguiremos, ya sin casi interrupciones, con el camino planteado en el tomo anterior por Jerry Conway, el cual termina haciéndose con ambas cabeceras. Y para demostrar su temple comienza fuerte en DC 501-502 con una interesante intriga traída desde el pasado. Se trata de la implicación del aparentemente apocopado Alfred y, de rebote, el aún desconocido Mr Fox en ¡la resistencia francesa! Una habitual de los clásicos deceítas bélicos, Mlle. Marie, resultó haber tenido contacto, y algo más, con el futuro mayordomo de los Wayne, pues hay primogénita y todo. Las portadas de estos números de Jim Aparo son puro goce.
Hablaba de “casi” sin interrupciones porque se nos cuela un número de Batman en los que la marcha de Wolfman ha dejado a la serie huérfana. Bob Rozakis lo intenta con un guion demasiado exagerado, pero que enlaza bien con Detective y, a la postre, nos permite disfrutar de un José Luís García-López en estado de gracia (y cuándo no, me pregunto). El artista nos deleitará un número más, ya con Conway a los guiones de la cabecera, pero antes este tomo vuelve a Detective, donde el guionista comienza a disfrutar de verdad.
Por lo pronto trayendo a enemigos clásicos para desempolvarlos un poco. Comenzando por el espantapájaros, en una entretenidísima y bien hilada historia que, según parece, se sacó de la manga el guionista a partir de la magnífica portada de Jim Starlin, al estilo de la edad de plata. No es que los interiores de Don Newton desmerezcan, of course, porque este sigue a su nivel habitual.
Continuando con Joker (también con portadaca de Starlin, pero aquí no hay influencia en el interior). Por cierto, este número, DC 505, es el último de la corta carrera de Levitz como editor, el siguiente sería ya coordinado por Dick Giordano. De hecho, pasa exactamente lo mismo en la segunda cabecera, cuyo último número editado por Levitz sería el que comentamos junto antes. En el relato volvemos al Joker más guasón (aunque hay asesinatos, tan gracioso no es), pero a Newton se le nota que le tenía ganas y se le escapa algún velado homenaje a César Romero.
Y siguiendo con la ristra de enemigos revividos se nos cuela hasta el Hombre Lobo. Sí, aquel que dejó marcado al Dr pelo-de-monje Milo. Para rematar la jugada crea una interesante nueva villana, el Maniquí, a la que dedica dos números (DC 506-507) en una trágica historia de éxito y caída a los infiernos con el mundo de la belleza y la moda de por medio.
Volvemos a Batman (337) donde, como decía, volvemos a disfrutar de García-López. Conway toma las riendas, pero se ayuda de Roy (ronquido) Thomas. Juntos nos presentan un retorcido (por origen, más que crueldad, pues es el fruto de una humana y un yeti) nuevo villano, el Hombre de Nieve. En el volumen, ya que estaban tan continuistas con Newton, nos podrían haber incluido las historias complementarias de Robin a partir de este número, también de Conway y con Deadman como invitado especial (en una saga cirquense, como debe ser con esos protagonistas).
A partir del 338 vuelve nuestro “querido” Irv Novick, que no es que no lo intente, pero substituyendo a García López y comparado con Newton en el resto del tomo… Respecto al guion, no sé si por diferenciar más las cabeceras o por la colaboración con Thomas, pero las historias aquí son más clasicotas, más setenteras, con enemigos algo absurdos. Como ese Sportman, que es un calco de Sport Master, pero con un origen más rebuscado (estarían de moda los dopajes).
Puede que fuera lo segundo, porque en cuanto se va Thomas tenemos nuevo villano recuperado, en este caso Poison Ivy, y una trama más interesante que traerá mucha cola (tanta que la conclusión no la veremos en este volumen). Pero en el siguiente (340), que vuelve Thomas, tenemos un “Hombre Topo” de lo más inusual, una lástima porque se estrena el grandísimo Gene Colan, que hasta se permite un pin-up, el cual es utilizado para la portada de este volumen.
Aunque ya no lo volvemos a disfrutar en este tomo, Colan volvería y con su mejor entintador para el que escribe, Klaus Jason, pero eso por desgracia ya no lo veremos (si no eres uno de los que participaron en el crowdfunding o tampoco estás dispuesto a dejarte un riñón y medio en Wallapop).
De hecho, volviendo a mi teoría antithomasiana, cuando se vuelve a quedar solo Conway, nuevo enemigo clásico, Man-Bat. Eso sí, el estático Novick también vuelve. Dos números con interesantes giros, flashbacks muy currados (se repasa buena parte de la vida editorial el Murciélago-Hombre) y estrella invitada, el Dr Trece. Pero para vueltas, la de Rupert Thorne, primero en las sombras (aunque es obvia la identidad, por lo que cuenta y sabe) y ya descaradamente en el 342.
Para finalizar el tomo volvemos al tándem estrella de Detective, Conway-Newton. Primero con una flojita historia muy edadplatense que sirve para traer a la palestra a Selina (aunque ya había aparecido ayudando al Murciélago en la historia del maniquí). Y después con la vuelta de Catman, el cual no aparecía desde el volumen 2 en la serie Batman. Detalle que nos sirve para destacar que las dos cabeceras comienzan a cimentar una continuidad mucho más fuerte que antaño.
Hay que admitir que la edición está rematada por un buen montón de fichas del Who’s Who, pero vamos, es todo el complemento que se puede obtener. Salvo si consideramos como tal, la sorpresa final de incluir una breve historia del DC 482, dedicada al peculiar Batmito.
Un número totalmente olvidado en tomos anteriores al no estar dentro de la “etapa” O’Neil-Newton (algo arbitraria en todo caso) pero que nos ofrecía esta simpática historia maestralmente dibujada por Michael Golden. De hecho, todo el equipo creativo se autoparodia en dicha historia gracias al trazo del artista, que se dibuja a sí mismo, a Al Milgrom, Bob Rozakis, Bob Smith, Anthony Tollin, Milt Snapinn y hasta Paul Levitz.
Nos despedimos aquí pues de estos clásicos batmaníacos que tantos placeres nos estaban dando. Mientras se confirma definitivamente quien recoge la antorcha de DC, retomaremos otros clásicos que se nos quedaron en el tintero, no sufran ustedes.
En anteriores entregas:
La Sombra de Batman 1
La Sombra de Batman 2
La sombra de Batman 3
Lo mejor
• Ambas series comenzaban a quererse y despegaba la continuidad.
• Un nivel de dibujo brutal.
Lo peor
• Se acabó lo que se daba.
No he comprado este tomo y he vendido los anteriores, no porque no los haya disfrutado(lo he hecho y mucho), pero prefiero volver a comprar este Batman con la siguiente editorial(parece que Panini) y tener la obra completa sin quedarme a medias puesto que no me entra en la cabeza que una editorial normal no publique este Batman.
A mí me ha gustado incluso Irv Novick que siendo muy inferior a Newton me ha parecido un dibujante muy cumplidor. Me he encontrado con un nivel gráfico notable en general(sobre todo con Newton y Marshall Rogers) y con unos Len Wein,Denny O’Neil,Steve Englehart, Marv Wolfman o Gerry Conway desplegando toneladas de oficio y encanto.
Lo dicho, esto será compra segura en cuanto cierta editorial italiana especializada en cromos lo saque.
Hola Jaime, es verdad que me he metido con Novick demasiado y no lo merece, pero es que en general el nivel del tomo es de traca.
Lo otro son secretos a voces, pero en esta página nos gusta esperar a noticias confirmadas.
Por supuesto, hasta que no haya comunicado oficial es solamente especulación.