Las sombras no siempre protegen de los horrores.
«Perdón Lucia, pero está vez tenías que ver.»
Aunque
El golpe de la cucaracha nos cuenta la historia de Lucía, una niña pequeña que vive junto a su hermano mayor, su madre, su abuela y Alberto, su padre. A través de las páginas de la obra vemos como pasa sus días jugando con su hermano y sus amigos imaginando mundos de fantasía, dibujando, escuchando música, viendo películas y desarrollando un particular vínculo con la religión por la influencia de su abuela. Unos instantes de dicha y alivio que le sirven como válvula de escape de una realidad mucho más terrorífica marcada por los abusos sexuales que sufre por parte de su padre, que también maltrata a su madre y a su hermano.
Quien haya leído la espléndida Pantera (Astiberri) del belga Brecht Evens encontrara algunas similitudes en el argumento de ambas obras, pero se trata obras que transcurren por diferentes caminos ya que en el caso de la novela gráfica de Gato Fernández desde un primer momento sabemos que Lucia sufre abusos sexuales eliminado la sorpresa y el misterio con el que jugaba Evens y que convertían su trabajo en casi una historia de terror. En cambio, la autora argentina sabe dotar de una cercanía y realidad a su obra que iguala esa capacidad de impactar en el lector que posee la obra del autor belga, aunque para ello toca otras teclas distintas pero que apelan a los mismos sentimientos.
La sombra de la cucaracha está contada desde el punto de vista de Lucia y mientras avanza la lectura vemos como ella no acaba de comprender del todo lo que está viviendo, aunque nosotros como lectores no podemos evitar sentir un escalofrió cada vez que pasamos las páginas y la vemos enfrentarse a esos sucesos terribles. Algo que hace que sea una obra incómoda de leer, ya que lo que nos cuenta es realmente muy duro. Para lograr que la obra sea menos descarnada y enseñarnos como vive la niña esos momentos en la narración se intercalan escenas de fantasía con las reales. Esas escenas que se desarrollan en un extraño burdel o en el bosque de un mundo de fantasía medieval y son los mecanismos que la mente de la niña usa para alejarla y protegerla del horror que vive. Pero esos mecanismos no son del todo impermeables y a esos mundos terminan por llegar demonios que la arrastran de nuevo a la realidad y la obligan a ser consciente de lo que pasa en su casa que es mucho más terrorífico que las criaturas y peligros de sus mundos imaginarios.
Pese a usar esas escenas antes mencionadas la obra no elude del todo los momentos más duros ya que sí que vemos como Alberto maltrata física y verbalmente a todos los miembros de la familia, con la excepción de su madre, que pese a ser consciente de lo que sucede elige mirar para otro lado en lugar de denunciarlo. Pero ella no es la única en tener esa actitud ya también tienen indicios de lo que le sucede a Lucia hacen la madre de una de las amigas y una psicóloga a que la lleva su madre. Sin embargo, optan por callar, algo que es uno de los mayores problemas que deben afrontar las personas que sufren abusos que acaban sintiéndose como las culpables de lo que le pasa. Algo que la autora trata de denunciar con este trabajo. Todos esos momentos están narrados con una medida sutileza en la que todo queda claro sin necesidad de mostrarlo de manera explícita.
Aunque nos encontramos ante una obra en la que hay una intención de servir de catarsis para afrontar su pasado, eso no significa que estemos ante una obra que no esté bien estructurada y planeada ya que se nota el enorme trabajo de planificación previa que hace que funcione muy bien y que en ningún momento la obra tenga perdidas de ritmo o interés. Algo que la convierte en una lectura de los más interesante.
Gato Fernández opta por usar un estilo gráfico sencillo, pero muy expresivo que conecta con el de algunos cómics pensado para un público de edades similares a la que tiene la protagonista que casa a la perfección con la idea de mostrar la historia a través de sus ojos. Las viñetas están plagadas de detalles y hay que destacar la sensación de opresión que se respira en el apartamento en el que viven Lucia y su familia, la cárcel que su padre les ha construido y de la que Lucia solo puede escapar a través de su imaginación que la transporta a unos mundos imaginarios muy bien representados.
La edición de Astiberri tiene la calidad habitual en sus publicaciones con diseño estupendo en el que destaca la magnífica portada y las guardas.
Esta primera parte de La sombra de cucaracha es una obra dura y llena de aristas en la que Gato Fernández nos describe el infierno por el que paso en su niñez de una manera ágil y clara a través de los ojos de la niña que fue. Un testimonio veraz lleno de valentía y sentimiento que trata de servir como denuncia de una realidad por la que ha pasado mucha gente y que deja secuelas de por vida.
Lo mejor
• Ver la historia desde la mirada de Lucia.
• Como la obra pone en valor el poder de la imaginación, la música y el dibujo como herramientas de evasión de una realidad muy dura.
Lo peor
• La espera hasta la conclusión de la serie.
Guión - 8.5
Dibujo - 8
Interés - 9
8.5
Dura
Gato Fernández firma una obra muy dura que refleja a la perfección los abusos sexuales que sufrió de niña.