La tabla periódica, de Raquel Gu

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Portada La tabla periódica de Raquel Gu

Edición original: La tabla periódica (Andana Gráfica, 2023)
Guion e Ilustraciones: Raquel Gu
Coordinación: Adela Muñoz Páez
Revisión: Leticia Oyola
Dirección editorial: Miguel Á. Giner Bou
Formato: Rústica. 120 páginas. 15,90 €

Viñetas químicas.

Durante mis años de estudiante la química siempre me resulto una asignatura hueso, una materia excesivamente árida y complicada para una mente como la mía que siempre ha tendido más al ensoñamiento y digresión que a la exactitud de la ciencia. Así que, aunque era consciente de que su conocimiento era vital para comprender y explicar cómo se forma todo lo que nos rodea, nunca me resulto apasionante y su conocimiento siempre fue más una obligación que un disfrute. Una percepción que quizás hubiera cambiado si cuando era más pequeño hubiera podido leer La tabla periódica. Se trata de un cómic guionizado y dibujado por Raquel Gu (1972, Barcelona) y coordinado por Adela Muñoz Páez que edito a finales del año pasado Andana Editorial dentro de su sello dedicado al cómic Andana Gráfica. Una obra que busca acercar de manera didáctica y sencilla los elementos de la tabla periódica a los más pequeños, que está resultando todo un éxito de ventas lo que ha provocado que la primera edición se agote rápidamente. Aunque, por suerte, desde hace unos días ya tenemos disponible la segunda edición.

El origen de este cómic hay que remontarlo a 2019 año en el que se cumplían 150 años desde que Dmitri Mendeléyev ideó un sistema de patrones y tendencia que permitía ordenar los elementos químicos en una tabla para facilitar su aprendizaje. Para conmemorar ese aniversario Adela Muñoz Páez tuvo la idea de organizar un desfile en la Universidad de Sevilla en el que cada uno de sus alumnos representaba un monologo protagonizado por un elemento. Algo que propicio que la universidad encargará a Raquel Gu un cómic basado en esas presentaciones que se colgó en la web de la institución. Un proyecto que creció cuando la editorial lo descubrió para convertirse en el cómic que podemos leer ahora en el que han participado, con la coordinación de Adela Muñoz Páez, noventa y dos personas, entre las que se encuentran profesores de quince universidades españolas, investigadores del CSIC y algunos de los estudiantes que participaron en esos monólogos que se han encargado de elaborar los textos que la autora catalana ha adaptado para convertirlos en cómic.

La obra arranca con tres páginas en las que se nos explica la trayectoria de Mendeléyev y cómo ideo la tabla periódica, para luego dedicar una página cada elemento en la nos explicarnos cosas sobre ellos como su descubrimiento, sus propiedades, su usos o curiosidades y anécdotas. Cada uno de esos elementos aparece presentado por la persona que escribió el texto de ese elemento, pero con algún elemento visual que hace referencia a la vida real como objetos cotidianos o referencias culturales que nos permite identificarlo fácilmente y que posibilita a Raquel Gu demostrar su más que probada habilidad como ilustradora siendo capaz de dibujar de forma sencilla cualquier cosa. Algo que única que cada texto que toma como base está escrito por una persona diferente permite que cada página tengo un enfoque diferente con personalidad propia y hace que, pese a lo que pueda parecer, la lectura no sea pesada o repetitiva, aunque la obra tiene la ventaja de tener que leerse de forma lineal pudiendo usarse como obra de consulta. Los únicos elementos que no tienen una sola página son los transactínidos que aparecen de forma grupal en las cuatro últimas páginas de la obra.

La tabla periódica no es el primer cómic divulgativo de Raquel Gu, que ya había colaborado con Adela Muñoz Páez en la versión ilustrada de la obra teatral Científicas: pasado, presente y futuro o junto a Clara Grima en Mati y sus matiaventuras. Algo que se nota en casi cada página donde sabe transmitir muchos datos de forma fácil, directa y divertida, ya que abunda el humor que hace de esta una obra ideal para usar en colegios o como regalo para los más jóvenes que no tendrá ningún problema a la hora de leerla puesto que está pensada para cualquier lector. Sin embargo, pese a estar pensada para los más jóvenes no estamos ante un trabajo que sea condescendiente con el lector ni sobrexplicativo. Un trabajo que nos recuerda la capacidad del lenguaje del cómic para servir como obra didáctica y accesible a cualquiera, algo que es una de las grandes ventajas del medio que la “industria” española debería potenciar para tratar de conseguir más lectores.

La tabla periódica es uno de los cómics más estamentales que se puede dar a cualquier joven – o no tan joven- con hambre de conocer de que se compone el mundo e interesado en la ciencia gracias al estupendo trabajo que han realizado tanto Raquel Gu como todos los que han escrito alguno de los textos que tomo como base. Un título con un enorme potencial educativo que cuenta con una edición muy cuidada y un precio realmente ajustado.

Lo mejor

• Una forma amena y divertida de aprender química.
• El trabajo gráfico de Raquel Gu.
• El precio está muy ajustado.

Lo peor

• Que un trabajo tan interesante se pueda perder entre los cientos de novedades insulsas que pueblan las librerías.

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Diego García Rouco
Nacido en Barakaldo en 1977 donde sigo viviendo. Descubrí los cómics en una librería de barrio con Tintin, Asterix, SuperLopez y los personajes de Ibáñez. En 1989 descubrí los superheroes de la mano de Stern y Buscema con el numero 73 de la edición de Forum de Los Vengadores. A estas lecturas se fueron incorporando la novela gráfica y el manga, de los cuales, a diferencia de los superheroes, nunca me cansé. Todavía sueño con ser agente Espacio-Temporal y de Planetary, con visitar mundos de fantasía con el señor T., Philemon, Lord Morfeo, Arale y Thor. Viajar con Reed, Ben, Susan y Johnny al futuro y pasear por el cuartel de la Legión. Recorrer la antigua Roma con Alix y una cantimplora de poción mágica. Buscar Mú, perderme en un viaje al corazón de la tormenta, contemplar el Olmo del Cáucaso mientras paseo por un Barrio Lejano leyendo El almanaque de mi padre. Conseguir beber la sangre del Fénix. Leer, al fin, algún articulo de Tintín y de Fantasio sin que me molesten los absurdos inventos de Gastón. Perderme por las murallas de Samaris, mientras de la pirámide flotante de los inmortales cae John Difool. Enamorado de la chica de los ojos rojos y de Adele. Y cabalgar hacia el amanecer con Buddy Longway, Red Dust y el teniente Blueberry. Con un poco de humo azul en los labios...
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