La temporada de las flechas, de los franceses Guillaume Trouillard (ilustración) y Samuel Stento (guión) ha resultado la obra ganadora del Premio Internacional de Novela Gráfica Fnac-Sins Entido en su segunda edición de entre más de cien obras. El premio tiene una dotación económica de 8.000€ además de la publicación de la obra a finales del presente año.
La temporada de las flechas destaca por su originalidad, su calidad gráfica y la solidez de su guión, ha subrayado el jurado compuesto por Jorge González , ganador de la primera edición del premio por su obra Fueye; el escritor Félix Romeo; el crítico Álvaro Pons; Jesús Moreno, Director editorial de Sins Entido y Victor Moreno, Responsable de Acción Cultural de Fnac España. Durante la deliberación se habló también de la originalidad del planteamiento narrativo, de la maestría del dibujo y de la ingeniosa mezcla y reapropiación de influencias estéticas variadas, extraídas de toda la historia de la imagen.
En esta segunda edición del premio, mediante el que Fnac y Sins Entido desean seguir promoviendo la creación literaria en el ámbito del cómic y la novela gráfica, han sido más de 100 los trabajos presentados.
Los autores, Guillaume Trouillard y Samuel Stento, recibirán un premio de 8000 euros y trabajarán a lo largo de 2009 en su novela con el fin de verla en el mercado a finales de año, de la mano de la editorial Sins Entido.
Más allá de la historia entretenida de una pareja de ancianos cuya realidad se trastorna poco a poco, más allá de un homenaje al Western, La Temporada de las Flechas es ante todo un cuento kafkiano; una invocación, a través de lo absurdo y la sátira, de la modernidad y sus quimeras (más o menos invasoras).
Es también una aventura estética que extrae sus influencias de toda la historia de la imágen, desde el arte parietal hasta la imágen publicitaria, pasando por la fotografía, el cuaderno de viaje, o el grabado La Temporada de las Flechas se sitúa definitivamente en los límites del género del comic, poniendo la experimentación, gráfica y narrativa, al servicio de una historia de vaqueros y de indios. Esta obra quiere abarcar todo a la vez: lo grotesco y lo sublime, el entretenimiento y la política, el fresco épico y el relato intimista.
¿Quién no ha soñado con vivir entre los Indios, en perfecta armonía con una naturaleza generosa y preservada?
Desgraciadamente, la mayoría de ellos han sido exterminados hace tiempo, y sus descendientes no tienen gran cosa en común con esos fieros jinetes de las llanuras de antaño.
¡Qué triste sería el presente si Irvin Mc Mulligan no hubiese existido! Si en 1879, no hubiera inventado, para mayor satisfacción, un proceso singular que permite poner a los Indios en lata y preservarlos así para generaciones futuras.
Gracias a Mulligan’s Tradition Inc, quien hace posible que este sueño americano se exporte hoy en día en el mundo entero, ahora está al alcance de todos el poder acoger en su hogar verdaderos indios.
El Far-West en casa por 19 euros solamente, ¡es tentador sobre papel ! Pero en realidad, cuando se trata de una pareja de jubilados Salamantinos que vive en un piso pequeño, sin balcón, a veces resulta difícil convivir con una familia de Indios.
Aún más cuando la aventura no acaba ahí: con los Indios llegan los bisontes, los buscadores de oro, el fotógrafo Edward S. Curtis hace escala en el comedor, el pasillo se transforma en cañón, un lago natural surge frente al sofá, y un árbol de flechas enorme empieza a germinar en la habitación. La naturaleza retoma sus derechos… Pero ¡resulta que el vecino de arriba se queja de fugas de agua! Y pronto habrá que enfrentarse al servicio de inmigración.
Después de haber ido a la pesca de la ballena a los confines del frigorífico, después de haber combatido a tiro de arco las legiones absurdas de la administración – habiendo gastado todo recurso legal – nuestros héroes tendrán que pasar una última prueba : la inexorable realidad.
El inevitable final del libro.
Más allá de la historia entretenida de esta pareja de ancianos cuya realidad se trastorna poco a poco, más allá del homenaje al Western, La Temporada de las Flechas es ante todo un cuento kafkiano; una invocación, a través de lo absurdo y la sátira, de la modernidad y sus quimeras (más o menos invasoras).
Es también una aventura estética que extrae sus influencias de toda la historia de la imágen, desde el arte parietal hasta la imágen publicitaria, pasando por la fotografía, el cuaderno de viaje, o el grabado…La Temporada de las Flechas se sitúa definitivamente en los límites del género del “comic”, poniendo la experimentación, gráfica y narrativa, al servicio de una historia de vaqueros y de indios. Esta obra quiere abarcar todo a la vez: lo grotesco y lo sublime, el entretenimiento y la política, el fresco épico y el relato intimista.
Guillaume Trouillard (Pau, 1980) : Estudió Bellas Artes en la escuela de Agoulême, y tras formar parte de la creación del colectivo artístico Les 6 berbères sont douze cuya primera exposición tuvo lugar en esta misma ciudad, se convirtió en uno de los fundadores de la editorial Editions de la Cerise y de la revista de artes gráficas Clafoutis.
En 2006 creó su propio un taller-galería en Burdeos antes de empezar a publicar algunas de sus obras como El cómic Colibrí en 2007 por el que recibió el premio BD 2008 de los lectores del periódico Libération.
Bibliografía:
– Colectivo Clafoutis 1 & 2 (ed. de la Cerise, 2003-2005)
– « Le Cas Lilian Fenouilh » (ed. de la Cerise, 2005)
– Colectivo Ginkgo (ed.Café Creed 2008)
Samuel Stento: Este ilustrador, escultor y guionista de 30 años, estudió Bande Dessinée en Angoulême, además de periodismo.
Bibliografía:
– Colectivo Clafoutis 1, 2 & 3 (éd. de la Cerise, 2003-2009)
– « Pourquoi pas ? » Album personal que recoge ilustraciones, esculturas, textos y grafismo (éd. de la Cerise, 2006).
– Ilustraciones de portada « Je suis Paul Cézanne » y « Le voyage de strawberry » (éd. Cerises et coquelicots, 2009)
– Ilustración del disco « Mutatis Mutandis » de la cantante Juliette (Polydor-Universal). 12 ilustracione a color (2005)
Hey, pues tiene buena pinta. Kafkiano sí que aprece, desde luego, y no le hago ascos a ese tipo de ideas.