Humanos pese a todo.
«Me llamo Attilio Limonta, de la quinta de 1919. Vengo de un pueblo de los montes del lago Como. Y esta es la historia de cómo morí.»
Marzo de 1943, durante la Segunda Guerra Mundial el soldado alemán Volker Werner, conocido como Fuchs, huye de una prisión rusa en las islas Solovetsky, y en su huida se le une un soldado italiano, Attilio Limonta. Mientras escapan de la prisión capturan a un centinela ruso, Ivan Pavlovic Mostovskoij conocido como Vanja, al que obligan a huir con ellos. Los tres emprenden la huida en condiciones climatológicas extremas por el nevado e inmenso paisaje de la URSS. Una marcha marcada por la dificultad para comunicarse ya que ninguno habla el idioma de los otros, solamente tiene unas ligeras nociones. Sin embargo, pese a tener tres personalidades opuestas a los tres les une la esperanza de volver a su hogar para reunirse con sus seres queridos y escapar del horror de la guerra, así que están obligados a entenderse para conseguir colaborar para cumplir el objetivo común. Con el paso de los días consiguen establecer un vínculo, pese a los problemas de comunicación y de pertenecer a ejércitos que luchan en una encarnizada guerra.
Aunque la historia está centrada en los tres personajes, el protagonismo recae en el soldado italiano, que ejerce el papel de narrador de la historia, intercalándola con recuerdos de su pasado llenos de añoranza y tristeza por unos días muchos más dichosos. En la novela gráfica sus pensamientos y diálogos son los únicos que están traducidos, ya que al igual que en la versión original, cada personaje habla en su respectivo idioma, salvo las palabras sueltas que conocen de los otros. Algo que se suele ignoran en muchas historias donde los personajes independientemente de su procedencia siempre se entienden. Sin embargo, Radice y Turconi en una decisión muy valiente optan por hacer que los lectores sintamos la misma dificultad que Attilio para entender a sus compañeros y hacerse entender por ellos. Todo un acierto que sirve para reflejar que los seres humanos somos capaces de vencer casi cualquier dificultad y que, a pesar de estar separados por el idioma o la nacionalidad, en el fondo todos tenemos los mismos anhelos y las mismas ansias de libertad, pero también las mismas debilidades y contradicciones como vemos al final de la obra donde la violencia y la rabia toman el control.
Para que el recurso de que cada personaje hable en una lengua diferente funcione es necesario contar con un dibujante muy dotado para reflejar las emociones de los personajes y su expresión corporal, por suerte, Turconi es esa clase de artista como ha demostrado en sus trabajos previos. Además de hacer un trabajo extraordinario con los helados paisajes de la URSS y la fauna que los habitan, diseña tres personajes que rebosan humanidad, aunque sean muy distintos en su forma de comportarse y expresarse, pero unidos por un deseo de libertad por el que harían cualquier cosa. Las aguadas que emplea sobre sus lápices están especialmente brillantes en las escenas de silencios, en las que las miradas y los gestos se convierten en ruidos estruendosos. Algo que contrasta con las pocas escenas violentas con las que nos hace testigos de los horrores de guerra, que nos envuelven en un silencio sepulcral.
Aunque la historia se desarrolla en la Segunda Guerra Mundial podría pertenecer a cualquier conflicto similar, ya que nos encontramos con tres hombres que emprenden un incierto viaje, tanto físico como espiritual e intelectual, en el que se acaban cuestionando su pasado, sus creencias y lo absurdo que las guerras resultan para las personas de a pie. Si el conflicto en sí donde transcurre la historia no es particularmente relevante para la misma, no sucede lo mismo con el paisaje ruso, que es clave para la historia e incluso se podrían considerar como el cuarto protagonista de la obra, ya que además los autores usan de citas de Tolstoi, además de Mario Rigoni Stern, para separar los diferentes capítulos de la novela gráfica.
Nuevo Nueve realiza una edición impecable como es habitual en sus cómics hasta la fecha. Es toda una suerte que ahora que Dibbuks no parece atravesar su mejor momento ellos tomen el testigo para publicar algunos de los autores que publicaban habitualmente.
La tierra, el cielo, los cuervos es la confirmación del talento de una pareja de autores con una trayectoria jalonada de excelentes obras para adultos. Un cómic humanista que pese a contarnos una historia dura, nos enseña que ante las dificultades siempre es mejor colaborar que pelearse con el vecino y que siempre es posible hacerse entender. Aunque la actualidad parece indicarnos lo contrario.
He visto matar por dinero, miedo, envidia y poder. Pero lo asesinos más despiadados lo hacen en nombre de sus ideas.
Lo mejor
• Una historia repleta de humanidad, con lo bueno y lo malo que tiene.
• Cada página que dibuja Turconi.
• Es una prueba más que evidente que del excelente momento que atraviesa el fumetto, que no es solo Bonelli pese a quien lo pueda creer.
Lo peor
• Que la decisión de que los rusos hablen en ruso y los alemanes en alemán pueda alejar a alguien de la obra.
Guión - 8.5
Dibujo - 9
Interés - 9
8.8
Consagración
Teresa Radice y Stefano Turconi firman una obra fantástica que habla sobre el ser humano y su capacidad de comunicarse en cualquier circunstancia.