El último acto de los profesionales del tebeo.
«Yo soy un autor de tebeos y si no hago tebeos, nos soy nada.»
Si Carlos Giménez (Madrid, 1941) hubiera dejado de publicar cómic hace años aún seguiría siendo el autor de cómic más importante que ha dado este país, aunque no haya gozado del reconocimiento del público que han tenido otros compañeros de profesión. Pero su necesidad de seguir dibujando historietas nos ha permitido leer durante los últimos años de unos trabajos que, aunque no estaban al nivel de los que produjo a finales de los años setenta y los ochenta, nos ha permitido leer obras tan notables como la serie Pepe (Panini) u obras tan potentes como Crisálida (Reservoir Books). Unos tebeos en los que hemos podido ver cómo veía el mundo el autor madrileño, pero también cómo se ve a sí mismo y su carrera. En los últimos años se ha dedicada a poner punto y final, casi a modo de testamento, las series que han marcado su trayectoria, así hemos podido ver los últimos álbumes de series como Gringo, Dani Futuro o Paracuellos, a las que ahora se une Los profesionales, la serie en la que nos relató las vivencias de su generación de compañeros de profesión, que con el reciente álbum La última cena de los veteranos publicado recientemente por Reservoir Books llega a su final. Y cómo sucedió con el final de Paracuellos lo hace dejando en parte de lado la amargura y visión misantrópica que ha caracterizado sus últimos trabajos.
Carlos Giménez alumbró la serie Los profesionales para la revista Rambla, un proyecto creado junto a otros historietistas como Josep María Beà, Alfonso Font, Luis García y Adolfo Usero, en el que los autores se convierten en dueños de la revista para conseguir una autonomía que no tenían en las cabeceras de la época. En el primer número de la publicación aparecido en 1982 y allí vio la luz la primera historia de la serie formada. Se trataba de historias cortas que relatan en clave de humor algunas de las anécdotas que se produjeron entre los dibujantes que trabajaban en la agencia Selecciones Ilustradas dirigida por Toutain, aquí bautizado como Filstrup, ya que los nombres de los protagonistas de las diferentes historias están convenientemente cambiados, aunque sí se conoce la época es fácil saber quién es quién. La obra hacia un repaso por la realidad de las condiciones laborales de los autores españoles de los años sesenta y setenta, que también era una crónica de la realidad social de la época. En 1983 tras diversas desavenencias entre los fundadores de la revista Carlos Giménez decide abandonarla continuando la publicación de la serie en la revista Comix Internacional. Las historias publicadas en esta primera etapa de la serie fueron recopiladas en tres álbumes por Ediciones de la Torre, que también se encargó de publicar la fantástica Rambla Arriba, Rambla abajo, una historia larga que durante mucho tiempo se consideró como un epilogo de la serie. A finales de los noventa Glénat, comienza a reeditar obras antiguas del autor madrileño entre las que se encuentran los tres álbumes de la serie que aparecen recopilados en un integral, para posteriormente publicar unos dos álbumes con historias inéditas en 2004 que conservan el mismo espíritu y estructura de las originales. En 2011 DeBolsillo publicó un volumen integral titulado Todo Los Profesionales donde se recopilaban los cinco álbumes de la serie y Rambla arriba, Rambla abajo. Más de 10 años después, la aparición de La última cena de los veteranos supone el cierre de una de las grandes obras de Giménez.
Este volumen de la serie nos cuenta como Marcos Mora, el nuevo alter ego de Giménez en lugar del habitual Pablo García, se reúne en la Cafetería Lola con tres amigos y compañeros de profesión para celebrar una última cena. Entre cervezas y cubatas juntos rememoran algunas anécdotas de su juventud mientras reflexionan sobre el mundo en el que vivimos y como ha cambiado desde sus años mozos. A diferencia de lo que habíamos visto hasta ahora en la serie, La última cena de los veteranos no es una recopilación de historias cortas sino una historia larga en la que las historias breves del pasado se entremezclan de manera orgánica con las conversaciones de los cuatro amigos. Tanto en las conversaciones como en las anécdotas del pasado podemos ver una mezcla de comedia, nostalgia y tristeza, pero sin caer en la autocompasión, en las que tienen cabida temas como la lucha desde la clandestinidad contra el franquismo, la vida en esos años, la certeza de la muerte, los amigos que no están, etc… También hay espacio para hablar de cómic y algunas anécdotas que les sucedieron a lo largo de sus carreras y para que Carlos Giménez explique a través de Marcos su necesidad de seguir dibujando tebeos en la que podemos ver tanto su amor por el medio, pero sin dejar de lado una visión muy crítica con sus últimos trabajos en un ejercicio de sinceridad que sigue demostrando la honestidad que ha marcado toda su carrera.
El humor que encontramos en esta entrega está muy alejado de los momentos tan brutales, crueles y negros que veíamos en algunas de las primeras historias de la serie, quizá porque las partes de la historia que hablan del pasado relatan episodios más íntimos y dramáticos que dejan de lado las correrías y bromas de los jóvenes dibujantes. Estamos ante un cómic más reflexivo, algo normal en un álbum que supone el cierre de la serie y que nos nuestra por primera vez a esos mismos protagonistas en los últimos años de sus vidas, pero por momentos la historia pierde el rumbo cuando Marcos Mora empieza a divagar algunas veces de forma inconexa.
Aunque gráficamente Giménez ha perdido la fuerza del trazo y la atención al detalle de sus mejores años sigue siendo un narrador por encima de la media. La merma de sus facultades ha hecho que, en este tebeo al igual que hemos visto en sus últimos trabajos, opte por unas viñetas de mayor tamaño y plano más cercanos que le permiten seguir contando historietas con una eficacia más probada.
La edición de Reservoir Books es igual que las que ha realizado de casi todas las obras del autor madrileño, con formato de álbum europeo, buen papel y reproducción y lomo de tela. Ojalá que nos sigan trayendo todos sus nuevos trabajos y rescaten algunos que necesitan una reedición.
Como podemos leer el prólogo, en La última cena de los veteranos Carlos Giménez nos vuelve a demostrar una enorme libertad como creador, algo ha buscado de manera incansable a lo largo de su carrera. Un trabajo que no brilla como las primeras entregas de Los profesionales, pero es el final de la serie que su creador quería. En sus páginas vemos un ejercicio de sinceridad ejemplar y demuestra nuevamente que su compromiso como narrador y cronista de una época sigue intacto. Así que esperemos que todavía nos queden algunos trabajos suyos más para disfrutar de su talento.
Lo mejor
• Que Carlos Giménez haya podido contarnos el final que quería de su serie.
• Narrativamente sigue estando a buen nivel.
• La sinceridad que siempre encontramos en sus obras.
Lo peor
• Es el final a una de las series más importantes de la historia del cómic español.
• No tiene la misma chispa que las primeras historias de la serie.
Guión - 7.5
Dibujo - 7.5
Interés - 7.5
7.5
Final
Carlos Giménez se despide de la serie en la que nos ha contado las vivencias de los autores de su generación con un cómic que mezcla la comedia con la nostalgia, en el que deja ver que pese a que el tiempo ha hecho que pierda facultades su amor por los tebeos sigue intacto.