La venganza del Caballero Luna

 

Edición original: noviembre 2009 – mayo 2010 – Marvel Comics
Edición España: enero 2011 – Panini Comics
Guión: Gregg Hurwitz
Dibujo: Jerome Opeña
Entintado: Jay Leisten
Color: Paul Mounts
Portada: Alex Ross
Precio: 12 € (Tomo en tapa blanda con solapas de la línea 100% Marvel)

 

El Caballero Luna es, junto con Nick Furia, el Doctor Extraño, Shang Chi o Estela Plateada, uno de tantos personajes marvelianos que, siendo populares, nunca han logrado mantenerse largo tiempo presidiendo una serie con cabecera propia. No obstante y pese a las veleidades del mercado, sus títulos han estado marcados por la existencia de etapas que público y crítica han acabado calificando como “de culto”. En el caso del héroe (ejem) que nos ocupa, es de obligada referencia la etapa que reunió a su creador literario, Doug Moench, con un primerizo Bill Sienkiewicz, y en la que se sentaron las bases principales del “universo lunar”. Allí se plantea el curioso juego de identidades que llevaría a Marc Spector, identidad civil originaria del Caballero, a tener hasta cuatro personalidades distintas. También aparece una interesante galería de secundarios donde destacan el piloto galo Jean Paul “Frenchie” DuChamp (su fiel compañero de fatigas), la arqueóloga Marlene Alraune (con la que comparte una relación plagada de altibajos), el informador Bertrand Crawley o la dueña de bar Gena Landers. Fue con el Caballero Luna que Sienkiewicz empezó a alejarse de la sombra de Neal Adams para empezar a convertirse en el reputado ilustrador que es a día de hoy. Fue con Sienkiewicz que el Caballero Luna dejó de ser uno de tantos “batmanes” de segunda para alcanzar una identidad propia. Luego vendrían otras colecciones, otras historias y otros autores que harían del personaje héroe urbano, símbolo místico de una nueva era de baratillo y hasta inesperado protagonista de un conflicto que, con reminiscencias de la trama kerubin-daemonita de WildCATS, puede ocupar perfectamente un puesto destacado en la lista de las peores historias de cambio de origen de un personaje (algún día habrá que hacer repaso de los desastres perpetrados por Terry Kavanagh, pero no será hoy).

Recuperado para la causa en una vuelta a los orígenes elaborada por Doug Moench, el viejo Luna sería objeto de un relanzamiento bastante ruidoso, de la mano del novelista Charlie Huston y el dibujante David Finch, en el que ha sido hasta el momento presente uno de sus mejores trabajos para Marvel. El primero supo hacer un proyecto interesante, partiendo de una base poco común en los relanzamientos elaborados por autores no muy vinculados al mundo de los tebeos: respetando muchos de los elementos definitorios del personaje y su entorno. Huston decidió jugar con las potenciales idas de perola que sufre un individuo con un pasado violento y cuatro voces (a veces cinco) pululando por su sesera, y presentó a un Marc Spector pasadísimo de rosca y particularmente violento, que tiene unas charlas -¿monólogos? ¿biólogos?- con el dios egipcio Konshu, del cual es avatar. Su actitud acabaría granjeándole no pocos problemas con las distintas administraciones vinculadas a la aplicación de la ley de registro, lo que determinaría su tocata y fuga hasta el país azteca.

La venganza del Caballero Luna arranca justo después de los acontecimientos relatados en el último tomo recopilatorio de la serie regular. Nueva York asiste al regreso del justiciero urbano que, luciendo los colores habituales, tiene una actitud notablemente menos violenta que en el pasado. Después de haber causado no poca animadversión con sus métodos expeditivos pretéritos, el personaje quiere recuperar su condición de héroe, rompiendo con el pasado a través de la reafirmación de la “jubilación” de una de sus identidades civiles. Esto llama la atención de antiguos aliados y enemigos, los cuales se preguntan si este es el Caballero Luna que conocen y si realmente es posible –y definitiva- su redención.

La venganza del Caballero Luna supone el encuentro entre el personaje y otro novelista, Gregg Hurwitz, el cual, al igual que hiciera Charlie Huston, recoge el bagaje precedente y, lo que es de agradecer, no lo tira directamente al cubo de los papeles, sino que lo enlaza como parte de su trabajo. Por su parte, el ilustrador Jerome Opeña se desenvuelve más que bien en el ambiente urbano, configurando un equipo que trabajaba bastante bien con la materia prima recibida. Quienes siguieran las andanzas previas de nuestro lunático amigo podrán leer sin problemas esta historia y quienes sean seguidores de antiguo del personaje no se sentirán desencantados. Eso sí, quedan para la posteridad dos momentos particularmente peculiares: el primero, la charla que el Vigía -¡el Vigía!- le suelta al Caballero Luna sobre la redención y lo de ser un héroe; el segundo, el regreso de cierto personaje que se resuelve de una forma para lo cual, por su simpleza, sinceridad y cutrerío, uno no tiene palabras. Por lo que respecta a la edición española, un par de pifias curiosas en la solapa de la portada, donde se nos presenta a un tal Leinel Liu como ilustrador, cuyo sospechoso parecido estilístico con Leinel Yu hace pensar que, o bien ha habido una errata, o bien estamos ante una versión tebeística de “clon de Bruce Lee”. Ahora, a esperar el anunciado relanzamiento que van a llevar a cabo Brian Bendis y Alex Maleev.