La venganza del guerrero repudiado, de HIRATA Hiroshi

 

Edición nacional/ España: Glénat
Guión: Hiroshi Hirata
Dibujo: Hiroshi Hirata
Formato: 296 páginas – B/N, Color, Tapa blanda – 15×21 cm.
Precio: 12€

 

El manga de samuráis es un género que cuenta con bastantes licencias, pero al que el público responde de una manera bastante desigual. Hace relativamente poco supimos que Planeta cancelaba Hanzo, el camino del asesino, por unas ventas más que mediocres, pero también vimos cómo Glénat lanzaba al mercado el vigésimo segundo y último tomo de la edición kanzenban de Kenshin, que ha resultado ser una de sus gallinas de huevos de oro de los últimos años. Por esto, licenciar un manga de samuráis en España es más una lotería que otra cosa.

Durante el pasado Salón del Manga de Barcelona, Glénat jugó a esa lotería de una manera magistral. Hablamos de la licencia de La venganza del guerrero repudiado, un tomo que recopila dos historias cortas de Hiroshi Hirata escritas en 1962 y en 1969 respectivamente. Editar obras tan antiguas en España es algo muy arriesgado, puesto que el, aficionado medio al manga busca series que estén a la orden del día. Tratándose de samuráis, el caso más representativo es el de Vagabond, que, con más de 30 volúmenes publicados en nuestro país, es una de las joyas de la editorial Ivrea. Para asegurarse que esta licencia tuviera el éxito que cabría esperar de ella, Glénat decidió traer al mismísimo Hiroshi Hirata al Salón de Barcelona, donde dio alguna clase magistral y se dedicó a firmar ejemplares de este y otros tomos. Este autor milenario fue, sin duda, la mayor sensación del Saló. El tema que hoy nos trata es el de desgranar este tomo, que goza de una enorme calidad tanto a nivel artístico como de guión, además de una cuestión que fue muy polémica en Japón.

Entrando en materia, Hiroshi Hirata es uno de los autores más cultivados en lo que al género de samuráis (jidai-geki) se refiere, con más de 50 años de carrera a sus espaldas. Es también uno de los precursores del gekiga (antiguo estilo manga que acabó convirtiéndose en lo que hoy denominamos seinen), y, junto a Kazuo Koike, uno de los más representativos. También es conocido por su afán de emplear caligrafía para los diálogos de sus obras, un concepto sumamente interesante que se pierde debido al trabajo de traducción. De su trabajo, en España disponemos de un total de seis tomos únicos y una serie de cinco tomos –Satsuma Gishiden–, siendo La venganza del guerrero repudiado su última obra publicada en nuestro país.

Publicada originalmente en 1962, La venganza del guerrero repudiado (Chidaruma kenpô) forma parte de la historia negra del manga en Japón. No en vano fue censurada en su época, con quema de ejemplares incluidos, y sin haber sido desempolvada de las arcas oscuras del manga hasta el pasado 2004. Cuarenta y dos años a la sombra por la denigrante representación a la casa Eta, considerados no-hombres. Marc Bernabé nos explica todo este tema en un interesantísimo prólogo que precede a este tomo, y que es de especial ayuda para entender el contexto en el que se narra la obra. Sin más, y, basándonos en las explicaciones del maestro, nos ponemos en situación.

En la época samurái, nos cuenta Marc Bernabé, la sociedad japonesa estaba dividida en cinco castas: gerreros, campesinos, artesanos, comerciantes y hinin. Estos últimos, considerados no-hombres, también eran conocidos despectivamente como eta. Actualmente, el término eta ha dejado paso a burakumin, traducido como gente de los guetos. Éstos estaban totalmente marginados por la sociedad. En el 62, este manga cayó en manos de la Liga de Liberación de los Buraku, una organización que defendía los derechos de los burakumin, y acabó denunciando tanto a Hiroshi Hirata como a la editorial encargada de publicar la historia, Hinomaru Bunko. Como consecuencia, la mayoría de estos volúmenes fueron destruidos.

Ciertamente, la imagen que se le da a los burakumin es denigrante. Marginado y despreciado hasta la saciedad, Gennosuke tiene que hacer frente a numerosas vejaciones e insultos por parte de sus compañeros de dôjo. Más aún cuando, durante cada entrenamiento, demostraba ser un guerrero violento y salvaje hasta casi rozar la locura. Por eso, en La venganza del guerrero repudiado encontraremos escenas muy, muy violentas, casi sádicas, algo increíblemente sorprendente teniendo en cuenta la época de la que estamos hablando. Esta extrema violencia contrasta enormemente con el dibujo de la obra, puesto que Hirata emplea siempre trazos a pincel. Más que un manga, parece que estemos observando unas pinturas hechas en pergamino.

La segunda historia de este tomo, El castillo infernal (Dai jigoku), publicada en 1969, comparte el sentimiento de venganza de la primera, pero cambia radicalmente de argumento. Esta vez nos centraremos en la venganza de uno de los hijos de la familia Yoshikatsu, años después de ver cómo asesinaban a toda su familia y a su pueblo. Si bien ambas obras tienen tintes de venganza, ésta se trata de una mucho más tenebrosa y perversa que la de Chidadruma kenpô. Pese a sus posibles similitudes, cada historia deja un regusto distinto al lector, algo que se agradece.

Si nunca habéis leído nada de este autor, os recomiendo fervientemente que lo hagáis. Merece la pena.