Edición nacional / España: La Vida, Colección Sillón Orejero, noviembre 2016, Astiberri Ediciones.
Guión, dibujo, tinta y color: Tyto Alba.
Formato: 96 páginas a color editadas en cartoné.
Precio: 15 €.
Ay, la vida, la vida, La vida. La vida es perra, pero hay que seguir adelante. La vida muerde, pero te jorobas. Y si te ha mordido, será porque algo has hecho. Y si algo haces, algo recibes. No, esto no es una lección de karma, pero Tyto Alba procura hablar de la culpa, aunque también de los pilares de la amistad. Porque si la vida es dura, la amistad puede ser tanto vaselina como veneno.
La vida trata la relación entre los jóvenes pintores Picasso y Casagemas, antes de la gloria, antes de la certidumbre, antes del estilo, antes de tener la seguridad que te suelen dar el prestigio, el dinero y los años. Ambos fueron jóvenes, llenos de vida, de esa vida que da título a la obra, llenos de planes para salir de la miseria, para llenarse los bolsillos, para escapar de España y de la ranciedad y la falta de cultura. Pero claro, eso es todo un camino, lleno de trampas, de agujeros, de tristezas, de anhelos y de alguna alegría. Como las de descubrir al sexo opuesto, con los dolores que eso trae consigo, con los quebraderos de cabeza, la salida del cascarón emocional, la exposición a lo que piensa el otro, las vergüenzas, las risas y los nervios. Porque amar es, para algunos, una desnudez tal que todos los defectos de uno mismo salen a la luz. Y lo que debería ser un bálsamo vital se convierte en un agujero negro emocional. La vida incide en esta idea, la expone y plasma las peores consecuencias de los abismos de la obsesión y de la falta de autoestima.
Lo mejor del guión de Alba es que todo lo anterior aparece entre líneas. Nadie habla de ello de manera directa, pero está ahí a través de los actos de sus personajes. No hay disgresiones pedantes sobre la amistad y sus consecuencias sino los hechos en sí, los mimbres que conforman las relaciones, que las conforman, las sedimentan o las disuelven. Porque todos hemos sido jóvenes, ilusos y todos hemos sentido las pulsiones del deseo, los celos, la ambición desmedida… Esa mezcla duele y suele dar lugar a tropiezos. Júntese a lo citado el alcohol, los egos superlativos de los artistas junto con sus no menos enormes inseguridades y el cóctel resulta explosivo. Tanto como para devenir en abandono, rechazo o muerte. Y aquí hay un poco de todo eso.
De modo que lo que en un principio se suponía una mirada a la juventud de un genio y de alguien a quien no le dio tiempo de serlo, resulta en un profundo análisis, más emocional que intelectual, de la culpa y de las consecuencias de nuestros actos. No esperéis aquí la mitificación del joven artista, dónde cada paso parece indicar el camino a la gloria. Alba se muestra más listo que eso y sabe convertir su ojo en la antítesis de la biografía lameculos al uso.
Para el seguidor de Picasso, que no se agobie, que Alba sabe dar de todas maneras algunas pinceladas biográficas que ahondan en el mito picassiano, ya sea su evolución hacia el cubismo, la relación con su familia y con su Málaga natal, pero aparecen como necesarios para generar personaje, pues la trama de La Vida, afortunadamente, se construye como un relato enfocado en dos, no en uno solo.
Para todo lo anterior, Alba parece haber contenido y definido mejor su trazo, más que en obras anteriores y florece en el color, con unas acuarelas -o su sucedáneo digital, que no soy capaz de distinguirlo, disculpen mi ignorancia- que potencian la atmósfera miserable de ciertos entornos y dan una pátina triste cuando deben darla.
Una muy agradable sorpresa.
