La vieja Harley

Edición original: Old Lady Harley núms. 1-5 USA .
Edición nacional/ España: ECC Ediciones.
Guión: Frank Tieri.
Dibujo:Iñaki Miranda, Tom Derenick.
Entintado:Iñaki Miranda, Tom Derenick.
Color: Eva de la Cruz.
Formato: Cartoné. 128 págs. A color.
Precio: 16,95 euros.

La sobrexplotación nunca sienta bien a ningún personaje. Aguantara más, aguantara menos, pero finalmente quedara expuesto de tal forma que sus singularidades, sus fortalezas, acaban por ser todo debilidades y vulgaridades. Y es que hay personajes nacidos para ser estrellas y cuando alcanzan tal estatus, acaban acumulando un exceso de apariciones editoriales, gozando al mismo tiempo de colección propia, especiales y demás artificios del negocio, puesto que trascienden su propia condición para pasar a ser más un producto que otra cosa. Hay un ejemplo muy claro en Marvel, Lobezno y hay otro en DC, Harley Quinn. Porque para que vamos a engañarnos, Batman, Superman y Spiderman, juegan en otra liga en al que las normas no se les aplican.

Harley Quinn, nació en la serie animación de Batman de los años noventa, bajo la tutela de Bruce Timm y Paul Dini. Y el resto es historia como dice el dicho. El ascenso y popularidad de Harley no ha dejado de crecer y sus apariciones no se han limitado a ser una mera acompañante de Joker, ni una secundaría en el universo de Batman. No, Harley ha crecido hasta tener serie propia, hasta formar parte del Escuadrón Suicida, hasta tener su propio título del sello Black Label, acabar con su relación toxica con Joker, encontrar un nuevo amor, al tiempo que goza de miniseries lanzadas en paralelo a su serie regular y ser una de las protagonistas de una las miniseries más controvertidas de 2019, Héroes en Crisis.

Algo demencial.

Tan demencial como la miniserie la Vieja Harley, recopilada en un solo tomo por parte de ECC, para compactar uno de los trabajos más erráticos, endebles y prescindibles alrededor de la figura de Harley. Y es que el personaje no se merece este tipo de historias.

Frank Tieri es el encargado de escribir esta desganada miniserie en la que hay tan solo un par de aportaciones que tienen alguna relevancia, mientras que lo demás cae a peso en un profundo pozo de aburrimiento sin aparente fondo. La trama nos sitúa en un futuro en el que le Universo DC no es tal y como lo conocemos hoy en día. Un futuro dónde la devastación y depravación parecen ser lo que ha perdurado y la sociedad convive en una loca amalgama heterogénea de todo tipo de seres. Y en medio de todo eso esta Harley, que emprende un viaje a través de los Estados Unidos con la idea de descubrir si Joker sigue vivo tras su último encontronazo con la Liga de la Justicia.

Una historia que podría haberse explotado de muchas maneras, pero que optó por seguir un camino simplón, sin alama, para ir generando un muestrario, un catálogo, por el que desfilan diferentes personajes del Universo DC adecuadamente versionados para la ocasión. Todo plano, sin vida, sin profundidad, buscando el chiste fácil, en el que el lector versado reconocerá, sin duda, alguna que otra parodia de varios personajes Marvel. Tieri escribe en piloto automático, sin pretensión alguna, haciendo que se note mucho su apatía e implicación con la historia. Tanto es así que recurre a los turcos más manidos y fáciles a la hora de buscar añadir algo de vida a la historia, que acaba por tener hasta ciertos tintes de culebrón de sobremesa.

Lo único destacable, las analepsis al pasado de Harley y los comienzos de cada número que, emulando, porque aquí de lo que se trata es de recoger ideas de otros medios, las cabeceras de los anuncios de Robocop, que no son sino dosis extra de locura de como funciona este futuro apocalíptico.

< Y es una pena ya que si Tieri, al que no se le exige en ningún momento el buscar ser original, hubiera sabido conjugar bien todo ese repertorio de ideas ajenas que recopila, podría haber construido una miniserie sólida que, como parodia, podría haber funcionado a perfección. De esta forma ella misma es una parodia que no se sostiene.

Y al otro lado de la balanza las cosas no acaban de mejorar. El dibujo de Iñaki Miranda no funciona, no aporta nada diferenciador, limitándose a cumplir y a plasmar una serie de diseños que resultan, la mayoría de ellos grotescos e igualmente desganados que el trabajo de Tieri. Su puesta en escena no logra que la obra entre por los ojos, aunque si hay composiciones de página muy ingeniosas y elaboradas, son pequeños destellos que mueren al optar Tieri por la vía fácil y cómoda.

Un trabajo que no es capaz de explotar todas las singularidades de esta situación y de su protagonista, que sigue patrones muy predecibles, con pequeños aciertos que no logran que el conjunto destaque de forma significativa.