La Ville (5): Impertinente línea clara

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LEÓN EL TERRIBLE
Wim T. Schippers y Theo van den Boogaard
Ediciones Glénat
Cartoné. 240 pág. Color. 19,95 euros

 
 

León no entiende de correcciones políticas, normas sociales preestablecidas ni guardar las formas. Sin el más mínimo decoro, este irreverente sexagenario nos conduce por un recorrido repleto de travesuras escatológicas e hirientes malentendidos que provocan la hilaridad del desprevenido lector. El humor de León el terrible está claro que no está destinado a todos los públicos. Bajo una apariencia gráfica exquisitamente elaborada, el cómic de León el terrible esconde un verdadero hijo de su época, una serie de anécdotas a cual más transgresora que la anterior. Nunca antes la línea clara había tenido peor representante.

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Las desventuras de León no alcanzan a ocupar más de 4 ó 5 páginas a lo sumo; por el contrario, se presentan en forma de píldoras concentradas, que una vez ingeridas revierten en una explosión de humor escatológico y descaradamente surrealista e inapropiado para los tiempos de corrección política que corren. El extremo contraste entre los iconoclastas diálogos y el pulcro detallismo del dibujo es patente en todo el álbum. No dejaremos de pensar que estamos leyendo una versión adulta y gamberra de Tintín, encarnada en un personaje que también nos recordará a nuestro Rompetechos patrio, máxime cuando lleve hasta las últimas consecuencias sus múltiples equívocos. Porque León es un estudioso, un filósofo, un amante del pensamiento, un inconformista que se cuestiona a sí mismo y a la sociedad que le rodea. Sus largas peroratas no son un sinsentido cualquiera: tienen un trasfondo reivindicativo insólito para un personaje de su edad, tradicionalmente más conservador. ¡Todo lo contrario! Las historias que componen este libro son un reflejo de los tiempos en que fueron elaboradas y por lo tanto encontraremos también cierta liberación sexual. El sexo es para León y el resto de personajes que pueblan el álbum lo más natural del mundo y por ello seremos testigos de algunas escenas sexualmente explícitas (las menos) y alguna que otra insinuación mostrada sin tapujos. El sexo, pues, está a la orden del día, tanto como tema de conversación como acto a practicar lo más a menudo posible. Sin duda es chocante ver en un cómic que nos recuerda al más cándido Tintín a su personaje protagonista, León, paseando por el barrio rojo en busca de una prostituta, ¿no es así?

Podemos señalar como los culpables de este certero ataque a la autocomplaciente sociedad occidental a los holandeses Willem Theodoor Schippers, como la cabeza pensante de tales aberraciones a la sociedad biempensante, y Theo van den Boogaard, cómplice de esconder con la aplicación del método de la línea clara en su máxima perfección un auténtico cúmulo de despropósitos. Schippers y Boogaard unieron sus indiscutibles talentos para llevar al cómic un personaje de televisión un tanto peculiar de nombre Sjef van Oekel, mitad cantante de ópera mitad vendedor a domicilio, todo un filósofo pseudoanarquista. El estrafalario personaje encarnado por el actor Dolf Brouwers llegó en 1976 a las páginas de la revista Nieuwe no sin provocar cierto revuelo. Con la adaptación al francés bajo el título de Léon la terreur su popularidad creció hasta alcanzar cotas de mito. Las peripecias de León llegaron a España de la mano de la revista Cairo a mediados de los ochenta; algunas de sus aventuras fueron publicadas asimismo en la revista Totem. Ahora, Glénat recupera en un único tomo integral todos los álbumes publicados del personaje.

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Wim Schippers (1 de julio de 1942, Groningen, Holanda) es un reconocido humorista dadaísta neerlandés asociado al movimiento Flux, una red internacional de artistas de distintas disciplinas de los 60, pero es más conocido en su país natal por prestar su voz a varios de los personajes más importantes de la edición holandesa de Barrio Sésamo como Epi y la rana Gustavo. Su energía y desparpajo alimentan sus no pocos devaneos humorísticos, impregnándolos de una pátina surrealista y soez. Fue guionista a su vez del original Sjef van Oekel televisivo, por lo que fue capaz de retroalimentar el personaje de carne y hueso con el de papel y viceversa. Las payasadas de León y sus incomprensibles parrafadas llevaron de cabeza a más de un lector y televidente de la época. Pero sin duda es recordado también por ser el responsable de la primera aparición mundial de una mujer desnuda en televisión, la artista Phil Bloom.

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Un primer vistazo al dibujo de León el terrible puede llevar, efectivamente, a engaño. Theo van den Boogaard (25 de marzo de 1948, Holanda) ya demuestra su apuesta por la liberación sexual con su debut en cómic para una revista de música hippie, Striptease. Más adelante crearía Ans en Hans Krijgen de Kans, por el que su nombre comenzaría a circular entre los lectores de cómic.

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Sus inicios un tanto underground no le evitan ser admirado más allá del ambiente hippie de la Holanda sesentera y elabora su trazo para llevarlo varios pasos más allá de las indagaciones en el terreno del cómic de estética pop que realizaba para la revista Birdsmagazine. En las páginas de León el terrible hace gala de un completo dominio de la plumilla y, alimentado con el cómic francobelga de la época, refleja los mejores tics del movimiento de la línea clara, dando así un contrapunto perfeccionista y hedonista a un personaje que es de todo menos decoroso.

 
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John Space
John Space
5 agosto, 2009 12:19

«Nunca antes la línea clara había tenido peor representante.»
No, eso fue la revista Cairo y sus editoriales XD