La Ville (6): El gusto por la observación

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Se da en contadas ocasiones: a veces surge un talento que supera las expectativas que podamos albergar en cualquier recién llegado. Pero claro, si el novato tiene escrita en sus genes la habilidad artística tiene mucho ganado. Y si además hace gala de una sensibilidad portentosa podríamos llegar a asegurar que su estreno va a ser de lo más sonado de la temporada. Éste es el caso de Bastien Vivès, amante del balompié y flamante ganador del premio al artista revelación del último festival de Angoulême por su álbum El gusto del cloro, magnífico recital sobre el enamoramiento adolescente. Aun sin ser su opera prima, sí que podríamos considerar este título como su verdadera carta de presentación, una declaración de intenciones y un ejemplo de su potencial como historietista.

PRIMEROS PASOS

bastienvivesBastien Vivès nació el 11 de febrero de 1984 en París, hijo de Jean-Marie Vivès, ilustrador, fotógrafo y diseñador de decorados para cineastas como Jean-Pierre Jeunet. Jean-Marie ya animaba a su pequeño Bastien a decantarse, al contrario de lo que ocurre en otras familias, por la vía artística, a estimar la ilustración en su justa medida, a dejarse llevar por la liberadora corriente expresionista, de ahí que el pequeño amara desde buen principio la animación y el dibujo. Sus estudios, por tanto, siguieron el sendero de una escuela de dibujo técnico, tres años en la ESAG (Escuela superior de diseño, artes gráficas y arquitectura de interiores) Penninghen de París y, finalmente, el temario completo de cine de animación de la escuela de imagen Gobelins de París. Durante su estancia en este último centro Bastien Vivès recibió su primer encargo en el campo de la animación, el cual firmó bajo el seudónimo de Bastien Chanmax, y, con tan sólo unas pequeñas muestras en su haber, fue contactado por la sociedad Xilam, responsable de producciones animadas como Lucky Luke y Corto Maltés. Pronto, Bastien Vivès decidió que lo que realmente quería era contar sus propias historias y el medio idóneo para ello era, según descubrió, el cómic.

Ni corto ni perezoso, el joven Vivès se presenta en el festival de Angoulême de 2006 con unas pocas copias de sus primeras planchas para Elle[s], su proyecto iniciático en el campo del cómic. Dupuis, Dargaud, Delcourt, Casterman y Soleil son las editoriales escogidas por el autor para presentar su propuesta. La respuesta llegó pronto de mano de Delcourt y Casterman, donde fue entrevistado. El propio Vivès consideró como la mejor de las opciones formar parte del grupo que inauguraría el nuevo sello de Casterman, conocido como Kstr, donde tendría carta blanca para hacer y deshacer a su antojo en su libro. Una elección acertada dada la libertad que se ofrecía a un autor con un estilo todavía por forjar.

Elle[s] (Casterman, 2007) es, por tanto, su primer intento por mostrarnos sus inquietudes literarias. En este álbum se ciñe ya al terreno de los sentimientos más subrayados durante la adolescencia. Elle[s] es la crónica de tres chicas que aprenden a conocerse a sí mismas, con todos los sueños y contradicciones propios de su conflictiva edad. Vivès firma aquí un guión evidentemente cargado de estereotipos y elementos recurrentes en el que adolece del recurso fácil a los archiconocidos tics que suelen aparecer en los trabajos menos avezados con protagonistas adolescentes. A pesar de todo, muestra una sorprendente madurez en el planteamiento gráfico de la página que apunta muy buenas maneras. Queda patente que Vivès es un diamante en bruto que el tiempo se encargará de pulir.

Elle[s]

 

Su siguiente obra es realizada codo con codo con Michel Santavile. Hollywood Jan (Casterman, 2007) es la vesánica historia de Jan y su difícil integración en la escuela. Tal es la situación, que Jan ha de recurrir a sus tres musculados ángeles protectores: Schwarzy, Sly y Russell, para salir de los muchos apuros en los que se ve envuelta. El grafismo de esta obra es intencionadamente cartoon, por lo que es imposible apreciar meridianamente la evolución del autor; menos teniendo en cuenta que el dibujo es realizado al alimón con Santavile. No cabe resaltar nada de este título, presumiblemente un puro encargo sobrellevado de la mejor manera posible para cumplir los términos contractuales y poco más.

Hollywood Jan

 

Pero hete aquí que Bastien Vivès decide aunar varios de sus obsesivos recuerdos de una de sus relaciones sentimentales y comienza a trabajar en El gusto del cloro

EL GUSTO DEL CLORO

El gusto del cloro

Con un punto de partida tan poco llamativo como que un terapeuta aconseje a su paciente acudir semanalmente a la piscina para aliviar los dolores causados por su escoliosis, El gusto del cloro deviene en un magistral resumen del arte de la seducción con la más simple de las puestas en escena. La belleza, dicen, radica en la sencillez. El gusto del cloro es la máxima evidencia de esta afirmación.

Todo ocurre en la calma de una piscina municipal, único escenario de la historia, donde ambiguas y periféricas figuras enfundadas en bañador negro y gorro de silicona compiten en la anodina pero refrescante persecución inexistente bajo el agua. Un constante ir y venir de dinámicas siluetas autistas que con gráciles y sincronizadas oscilaciones se mueven en el agua y crean una suerte de caos y confusión idóneo para pasar inadvertido. Nuestro paciente no está especialmente emocionado con la idea de tener que ir a nadar semanalmente, máxime si no tiene un estilo trabajado, pero tal ambiente de uniformado anonimato y quietud va acorde con su predisposición tímida y apocada. Anímicamente, como pez en el agua, aunque no sea consciente. Todo cambiará, no obstante, cuando conozca a una enigmática chica de más o menos su edad cuya figura destaca de entre las demás por su perfección curvilínea esculpida a base de campeonatos de natación.

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Poco a poco, semana a semana, se establece una relación entre ambos, un acuerdo tácito de encuentros cada miércoles en los que van edificando, sin prisa pero sin pausa, un estrecho y púdico lazo. Con tan sólo una sucesión de breves diálogos, pueriles y maniqueos (todo hay que decirlo), intercambiados entre largo y largo, basta para que dos desconocidos se acerquen lo suficiente como para cambiarlo todo. Él la escucha atentamente, la busca, la admira… El resto de nadadores desaparece, dejan de estorbar como nuestro anónimo apreciaba en las primeras visitas, y se funden en ese mundo turquesa del agua clorada. Nada más hay, sólo los gestos y las sonrisas cómplices y furtivas. Ni siquiera nombres; no importan, no son relevantes. Todo se circunscribe al interior del complejo deportivo, no hay nada más allá de los muros de la piscina, y la relación entre los dos protagonistas mantiene esta misma frontera.

Bastien Vivès se exige simplicidad en la historia y se obliga asimismo para con el dibujo de El gusto del cloro. El trazo es fino y delicado, extremadamente pulcro, generalista, aproximativo en los detalles… pero certero; síntesis sublime; incluso en ocasiones Vivès cae en la caricatura al más puro estilo Sempé. Extiende su obsesión por la sobriedad más elocuente a los movimientos de sus personajes. Vivès parece capturar en una única instantánea toda una secuencia de tomas; el autor es capaz de resumir en una sola imagen todo el simbolismo y la gestualidad de una brazada, de una patada, de un guiño, de un suspiro, de un largo buceo. Especial atención presta, por el contrario, a las expresiones faciales. El cómic se gusta de ser parco en palabras, lo que por fuerza conduce a que nos fijemos con esmero en las caras de los protagonistas, sincero reflejo de sus sentimientos.gusto-bajoelagua Vivès acentúa los rasgos más descriptivos de la chica, bella musa acuática del paciente, que llega a ofrecer al lector un completo compendio de gestos mucho más reveladores que cualquier palabra que pudiera llegar a pronunciar. Tanto es así que la frase presumiblemente más crucial del relato la realiza muda, bajo el agua.

La línea y el mundo real que agobia a nuestro enamorado protagonista desaparecen bajo la superficie del agua. El turbio y denso aire da paso al refrescante líquido, elemento purificador y liberador que, contenido en una piscina, retrotrae a nuestro chico a la seguridad del vientre materno. Bajo el agua no hay líneas que delimiten las figuras, Vivès da rienda suelta a sus personajes para que naden, pataleen, jueguen… y sobre todo se deshagan de todas sus cargas, de todos sus miedos, y se planteen metas de otra forma impensables.

¿No es el mejor de los sentimientos aquél que nos empuja a mejorar, a superarnos día a día, a cumplir nuevos y regeneradores objetivos? Acudir a la piscina al principio es mera obligación, pero luego deviene en puro entusiasmo y búsqueda. Nuestro protagonista es un pésimo nadador, tiene un estilo básico y torpe que, sin pulir, le llega a agobiar. En consonancia, las primeras páginas de El gusto del cloro mantienen un ritmo intencionadamente desmañado, menos fluido. Pero nuestra bella del gorro Arena enseñará al chico a perfeccionar sus brazadas, a romper con elegancia y sin esfuerzo el agua con el fin de avanzar los metros que le separan del otro borde de la piscina más suavemente. De este modo pasará de chapotear de forma brusca a deslizarse con clase y firmeza. Vivès nos marca asimismo el ritmo de la lectura del álbum acorde con el baile subacuático de la natación, alegóricamente parsimonioso. Ausentes las palabras, pues el autor prioriza las largas secuencias mudas, son los largos en la piscina y los breves descansos para coger aire los que nos guían por sus páginas. Ambos, la joven protagonista y Bastien Vivès, se erigen pues en dotados y magistrales coreógrafos. Finalmente, de igual forma que va creciendo el innegable afecto de nuestro protagonista por su partenaire va aumentando su fuerza y sus capacidades natatorias, culminando en una feroz apnea literal y figurada en pos de agarrar lo inalcanzable, un último esfuerzo por hacerse con la zanahoria que ha alimentado la esperanza durante todo el recorrido.

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CERRANDO EL CICLO Y MÁS ALLÁ

El mismo Bastien Vivès lo confiesa: adora dibujar chicas. Ya desde pequeño copiaba todas las ilustraciones de féminas que lograba encontrar en las revistas. Parece enamorado de la figura femenina y no ceja en su empeño de representarla en sus obras con el correspondiente cariño y admiración. Extiende esta fascinación a las historias que prefiere contar. El autor parisino escruta las relaciones sentimentales a través de distintos prismas en busca de respuestas.

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Dans mes yeux (Casterman, 2009) es un nuevo ejercicio en torno a la relación entre un joven y su idolatrada desde el exclusivo punto de vista del chico. Según el propio Bastien Vivès, esta obra «cierra una suerte de trilogía [esto no es cierto, como veremos más adelante], tras El gusto del cloro y La boucherie (Vraoum, 2008). Todas explican la misma historia, pero desde un punto de vista diferente. El gusto del cloro es una versión romántica donde al principio nos cuestionamos y finalmente descubrimos lo que ocurre exactamente. En La boucherie, intentamos extraer las conclusiones, comprender, la relación amorosa a partir de la ruptura; es más cínico. Dans mes yeux se concentra en los hechos, en los episodios en compañía de la chica. ¿Qué te dijo? ¿Qué expresó en tal o cual momento?».

En esta su última obra publicada el lector se mete en la piel del secundario de lujo. La pizpireta pelirroja habla directamente a cámara mientras no se hace explícita la respuesta que obtiene de su interlocutor. Se abre un canal de comunicación de una única vía, de la chica protagonista al lector. Bastien Vivès consigue de este modo ponernos en la piel de un joven enamorado, encantado por los ademanes, las muecas, el bello semblante de la amada. El álbum es una recopilación de momentos, un precioso mosaico de episodios capturados a lápiz en los que las palabras de la chica puntúan su lectura. El libro se devoraría en un santiamén si no se nos obligara a detenernos en las frases que pronuncia su protagonista, ya que Vivès vuelve a ser mesurado, austero, y por ello cada concesión se ha de apreciar con detenimiento pues no es superflua.

Sin embargo, uno se queda con el regusto de la duda. ¿No se estará sobrepasando Bastien Vivès? ¿No se estará regocijando en el embelesamiento, avanzando varios pasos más allá de los límites de la ñoñería? Esto queda a juicio de cada lector.

¿Y ahora? Bastien Vivès ha tomado carrerilla y ya tiene en cartera varios proyectos. Ayer mismo, 7 de octubre de 2009, apareció en Francia un nuevo álbum publicado por Casterman que lleva por título Amitié étroite y su síntesis indica que, al menos en esta obra, no se aleja mucho de su temática predilecta. Vivès se retracta y se sumerge en una nueva vuelta de tuerca a las relaciones amorosas, esta vez desde la óptica de los ex. Francesca y Bruno son dos ex-amantes que han conservado una amistad un tanto especial, una dependencia mutua, que excluye al resto de sus amigos y conocidos. Viven en un mundo apartado de la sociedad convencional, libre de tapujos, y mantienen un vínculo que puede no ser inmutable por mucho más tiempo. Por afinidad, personalmente espero con impaciencia esta nueva creación del joven autor parisino.

Amitié étroite

 

Por otro lado, en breve se aventurará en un tipo de historia diametralmente opuesta a lo que nos ha acostumbrado en su corta carrera. Pour l’empire! es un péplum que prepara al alimón con Merwan Chabane para la línea Poisson Pilote de Dargaud. Con su trailer (seguro que reconocéis la música) y la noticia de que Diábolo publicará más títulos de Bastien Vivès en 2010 os dejo hasta la próxima columna. ¡Gracias por vuestra atención!

 
 
 
 

 Citas extraídas de la entrevista en BoDoï.

 No dudéis en visitar el blog del autor.

 El gusto del cloro ha sido publicado en España por Diábolo Ediciones en un bonito álbum en cartoné de 144 páginas, a color, y a un precio de 17,95 euros.

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Breixo
Breixo
8 octubre, 2009 17:34

Buena reseña

Blade Runner
Blade Runner
Lector
8 octubre, 2009 18:49

Yo lo compré cuando salió y me ha encantado. Parece mentira que con una historia tan sencilla se pueda disfrutar tanto. Y encima el final te deja ese saborcillo amargo que no sabes si acaba bien o mal para el chico protagonista…
Y personalmente yo también me acabé enamorando un poco de la nadadora…  ^_^U

Blade Runner
Blade Runner
Lector
8 octubre, 2009 18:50

Por cierto, que sí, que muy buena reseña.

Toni Boix
Autor
8 octubre, 2009 22:32

Un estupendo artículo, Sergio. Valió la pena esperar unas horas más 😉

el tio berni
8 octubre, 2009 23:25

Muy bueno el artículo, muy instructivo… ¡por fin sé algo más deese Bastien Vivès que parecía salido de la nada! Y la reseña de El gusto del cloro, espléndida. Enhorabuena y gracias.

Sergio (tirafrutas)
Sergio (tirafrutas)
9 octubre, 2009 9:18

Gracias a todos por vuestras palabras.

Toni, al final únicamente añadí un par de frases aclaratorias y corregí unas pocas incongruencias gramaticales 😉 Con el constipado que pasé el finde no tuve tiempo de revisarlo como quiero hacer siempre.