La Ville (III): Desde Yisra’el hacia nuestro destino

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ENTRANDO EN LA VILLA

En los últimos años hemos podido conocer gracias a la arriesgada apuesta de Sinsentido y La Cúpula a dos de los autores más representativos del panorama israelí. Rutu Modan primero y Asaf Hanuka después han sido los primeros autores israelís en aterrizar en España. Metralla, la primera obra larga de Rutu Modan, supuso una auténtica y más que agradable sorpresa, fuera de nuestras fronteras, incluso. Ha recibido multitud de premios más que merecidos y su acogida por parte del público español ha propiciado que aparecieran más obras suyas. El caso de Asaf Hanuka, por el contrario, es un pelín distinto: Pizzería Kamikaze es una adaptación del relato breve homónimo de su compatriota Etgar Keret.

RUTU MODAN


METRALLA
Rutu Modan
Ediciones Sins entido
Rústica. 168 pág. Color. 18 €

Kobi Franco es un humilde taxista de la ciudad de Tel-Aviv. Un buen día recibe una llamada telefónica de Numi, una joven soldado, quien le dice que su padre Gabriel muy posiblemente sea una de las víctimas del atentado suicida cometido en la ciudad de Hadera unas semanas antes. A regañadientes, pero tímidamente preocupado por la ausencia de noticias de su padre, Kobi se une a la chica en una búsqueda que les llevará por el territorio israelí tras la figura de un padre y un amante completamente desconocido.

Kobi y Numi se embarcan en un viaje que se convertirá en una búsqueda interior, pero también en la deconstrucción de una persona a la que creían conocer. A través de sus recuerdos y de las palabras ajenas, tanto los protagonistas como el lector se van forjando una imagen recreada de la figura de Gabriel Franco. A Kobi no le sorprende en absoluto, lo que no significa que no le provoque cierto rechazo, el comportamiento de su padre con los demás. Numi, en cambio, desmitifica a un amante que le concedía cualquier capricho pero que en realidad aún salía ganando al aprovecharse de ella. Nosotros, por contra, llegamos a conocer a un personaje siempre fuera de plano a través de los recuerdos de otras personas, quedando a nuestro juicio la moralidad de un Gabriel escurridizo, nada amante de las ataduras. Y lo hacemos sin tener que soportar la carga afectiva de un vínculo familiar o sentimental. Acaso a través de la mirada rencorosa, desesperada y tierna de los protagonistas, víctimas que han de vivir el resto de sus días sufriendo la metralla instalada en sus corazones procedente de la explosión de egocentrismo de Gabriel.

Como todo buen viaje, nunca se regresa al punto de partida. La pareja protagonista, representantes antagónicos de los extremos de las clases sociales, confluirán y dejarán que surja entre ellos, paulatinamente, una estrecha relación. Los encuentros y desencuentros, los diferentes puntos de vista que ofrece cada uno de ellos, los enfrenta pero también los une. A cada página los encontramos más próximos el uno del otro, las miradas no se esquivan y sus sentimientos se van acercando de forma paralela a como alcanzan a avistar su objetivo. Una certera aproximación al enamoramiento, alejada de la sensiblería ñoña y fácil, que culmina con un final de obra exquisito.

Como telón de fondo tenemos un Israel apático o, mejor dicho, desgarradoramente acostumbrado a la barbarie terrorista. Unos paisajes asépticos y desiertos encarnan una sociedad encerrada en sí misma, con unos mecanismos que provocan escalofríos. Es el Israel de Rutu Modan, la autora de este Metralla, quien impregna a la obra de una fría sobriedad que contrasta con la delicadeza de los temas tratados y la calidez con que los aborda. El amor, los lazos familiares y una sociedad abrumada por el terrorismo conviven en un entorno de colores suaves y líneas finas y sutiles. La quebradiza y frágil gente de Israel, temblorosa ante la menor sacudida pero siempre en pie.

Rutu Modan (Tel-Aviv, 1966) es una ilustradora que comenzó su carrera en el cómic editando la versión israelí de la revista MAD junto con Yirmi Pinkus, con quien luego fundaría el grupo Actus Tragicus en 1995, buscando una resurrección del mundo del cómic en su Israel natal, tocado de muerte por entonces (de ahí la elección del nombre, originario de una cantata de Bach que se empleaba como acompañamiento en los funerales del siglo XVIII). Modan es la más prolífica de todos los miembros, muchos de los cuales ya se fogueaban en el extranjero en revistas como Stripburger. Son cinco los componentes del movimiento: Rutu Modan, Yirmi Pinkus, Mira Friedmann, Itzik Rennert y Batia Kolton. Tienen un sello de edición propio en Israel bajo el cual publican tanto sus propias obras como importan otras de autores de la talla de Art Spiegelman, Anke Feuchtenberger y Ulf K.

Metralla supuso la puerta de entrada de Rutu Modan a nuestro país. Sins entido nos ofreció con este libro la oportunidad de hacer un descubrimiento singular, de sorprendernos con un nombre exótico pero unos anhelos universales. La misma editorial publicó Jamilti y otras historias de Israel, recopilación de relatos cortos que la autora realizó entre 1998 y 2004 en el colectivo Actus Tragicus. También la podéis encontrar en su formato más breve en la revista El Manglar, editada por Dibbuks.

ETGAR KERET Y ASAF HANUKA


PIZZERÍA KAMIKAZE
Etgar Keret y Asaf Hanuka
Ediciones La Cúpula
Rústica. 108 pág. B/N. 15 €

Etgar Keret y Asaf Hanuka os dan la bienvenida al mundo de Pizzería Kamikaze, un más allá donde la ironía se cubre con una mortaja desoladora. Nuestros protagonistas deambulan resignados, derrotados y malogrados por sí mismos, abatidos en un entorno alicaído y aburrido dominado por el tedio y la decepción latente de sus habitantes, auténticos cadáveres andantes que en vida no soportaron su suerte y decidieron por su cuenta visitar el cementerio antes de lo previsto.

La adaptación gráfica de Pizzería Kamikaze, originariamente un relato breve de Etgar Keret (La chica en la nevera) que Ediciones Siruela publicó en 2008 en un recopilatorio homónimo, corre a cargo de Asaf Hanuka. Hanuka es un historietista de origen israelí que, con mucho oficio y un excelente trabajo de ambientación, nos transporta como por ensalmo a otro mundo en el que el auténtico protagonista es una suerte de purgatorio gris cercado por una impenetrable oscuridad. Ya desde la misma portada, Hanuka se encarga de empujarnos del colorido mundo de los vivos a un limbo monocromático donde la sencillez de sus perfiles es una retribución dolorosa para quienes no supieron valorar lo que tenían en vida.

Y así nos encontramos con Mordy, arduo trabajador de una pizzería local que pasa sus horas muertas en los bares con su amigo Uzi. Mordy comprueba que a su alrededor no hay más que ausencia de objetivos: los lugareños no se preocupan más que por pasar el tiempo de la forma menos aburrida posible pero, paradójicamente, sin pretender ambicionar algo mejor de lo que ya poseen, que es precisamente la nada absoluta. Es la consecuencia moral de una decisión tomada en vida, el purgatorio particular de quien ya no pretendía más en vida y decide acabar prematuramente con su tormento autoindulgente para encontrarse con una eternidad de autocomplacencia y monotonía, una repetición exhaustiva de su anodina vida terrenal.

También quedan secuelas físicas: los personajes que se pasean por las páginas de Pizzería Kamikaze muestran las heridas producidas por su acto de suicidio; algunas son notablemente visibles como agujeros de bala o cuellos retorcidos, y los más «afortunados» (de cara a la superficialidad imperante en los demás) no presentan ningún signo de malformación visible pues tomaron la vía de la ingesta de pastillas. La pseudovida en el barrio se resume a salir de copas y tener la suerte de poder ligar con una «Julieta». Día tras día, noche tras noche, si es que se percibe la diferencia. Y además, toca lidiar con la autocomplacencia de los demás, como si el propio dolor no fuera suficiente ya. Las relaciones sociales se han perdido a favor de una simple y soporífera sucesión de noches de alcohol y frases hechas.

Pero la estancia de Mordy da un giro radical cuando descubre que su antigua novia también se ha suicidado y, por tanto, ha pasado a formar parte de la población de este inframundo. Acompañado de Uzi se embarca en un road trip salpicado de humor negro, morbo, lecciones morales y paisajes donde el gris reina por encima de todo. Ambos se escapan de su limbo particular y se encaminan por unos extraños parajes en los que pierden la visión localista que hasta el momento mantenían de su castigo divino y comienzan a encajar las distintas piezas de un puzzle incompleto. Al salir de su barrio (o de la ciudad de Frankfurt; este purgatorio tiene el aspecto que le quiera dar cada uno), por ejemplo, darán con sus huesos en un pueblo musulmán atestado de terroristas suicidas defraudados por las promessas incumplidas del Islam y donde el odio entre religiones se ha diluido uniéndose fraternalmente en el sentimiento global de resignación. De aquí al bosque y el resto es historia…

SALIENDO DE LA VILLA

Ambos historietistas aprovechan sus páginas para transmitirnos las interioridades e inquietudes de un pueblo del que apenas conocemos nada, más allá de las iniciativas bélicas de sus dirigentes. Con estos dos títulos podemos establecer un más que evidente discurso común entre los dos autores, tanto argumental (ModanKeret) como gráficamente (ModanHanuka). ¿Vosotros qué opináis?

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José Torralba
1 abril, 2009 16:00

Un repaso excelente y un placer leerte como siempre, Sergio. Enhorabuena por el texto y por la sección.

daredevil7000
1 abril, 2009 16:17

Para los de Barcelona y alrededores, el martes 14 de abril tertúlia de Metralla en la biblioteca Tecla Sala de l’Hospitalet.

Toni Boix
Autor
1 abril, 2009 22:51

Muy interesante

sputnik
sputnik
Lector
2 abril, 2009 19:31

metralla… ¿no lo habiais reseñado ya, por un casual?
es que yo me lo pillé (e insto a hacerlo a cualquiera que no sufra de una profunda antigafapastisis, por cierto xD) y creo que fue debido a una reseña de ZN.
Lo de pizzería kamikaze tiene una pinta estupendérrima! Ahora que tengo dinero, estaba preocupado de no tener en qué gastarlo xD

Sergio Morales
Sergio Morales
3 abril, 2009 10:44

Sputnik, yo al menos no lo había reseñado en ZN. Disculpa si me he repetido, pero tengo la excusa de ser el nuevo y no conocer todo el archivo de reseñas de la web 🙂

Saludos. 

sputnik
sputnik
Lector
3 abril, 2009 11:15

No, hombre, no te disculpes, que no lo decía en ese sentido! Esté o no repetido, ¿qué más da? Mejor si lo está: así se da a conocer el cómic por partida doble.
Sólo lo comentaba porque me sonaba que cuando lo compré fue por verlo reseñado aquí, y mesaltó el resorte. Nada más xD

Saludos!