La Violencia de Cronenberg

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Ed Harris/Carl Fogarty/Una historia de violenciaRecojo hoy el testigo que Pablo Gutiérrez me brindó para hacer un breve apunte a la película Una Historia de Violencia. Sin haber leído el “cómic”, cuando me informé de su argumento me sorprendió que fuese David Cronenberg quien estuviese al frente de su trasvase fílmico.

Cronenberg es un director conocido por su interés en lo malsano. Las cabezas estallando en Scanners. Las snuff movies en Videodrome. La horrible metamorfosis de La Mosca seguida con minuciosidad. El obsceno horror de los instrumentos ginecológicos en Inseparables. La morbosa y masoquista sexualidad de Crash. Las viscosas consolas placentarias de Existen-Z. Es famoso en Cronenberg ese gusto por la sordidez y la nausea. Por la violencia extrema y una cierta repugnancia lúbrica.

El argumento de la película me parecía, pues, algo tópico para los estándares de este creador. Sin demasiado mordiente, previsible en su desarrollo, trivialmente estereotipado.

Me equivocaba, claro. Esta película está hecha para Cronenberg y sólo Cronenberg podría haberla hecho. Más allá de la brillantez narrativa y formal de la que hace gala en la primera parte del metraje, Cronenberg eclosiona con el protagonista de su película, Tom Stall. Cuando retrata con macabro detalle las explosiones de violencia del personaje que interpreta Viggo Mortensen.

Lo que en manos de otro director habría derivado en un espectáculo continuado de heroicidades guerreras, como es entendida la conducta del protagonista en un principio, revela pronto algo muy distinto. La verdadera naturaleza de la violencia. La violencia no es nada bello ni estético. Es la cruel evidencia de nuestra faceta más oscura. Capaz de que aquellos a quienes amamos no sepan reconocernos y lleguen incluso a tener miedo de nosotros. Aquella faceta que a veces desearíamos no formara parte de nosotros mismos. Pero que siempre nos acompañará.

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Toni Boix
“Me llamo Toni Boix y soy un DC-Adicto”. A pesar de que mi niñez esté inundada de Sal Buscema y mi adolescencia de Spirit, Metropol, Cimoc y Zona 84. Porque Zinco me devuelve al redil. Zinco y Wolfman y Perez y Moore y Totleben y Gibbons y Miller y Bolland y García López. Después, el ansía. La escasez. La falta absoluta de alegrías. Mueren las revistas de cómics y Zinco vegeta. Mi ilusión se marcha a hacer las Américas. Suerte del Previews… y de los cómics que se malvenden. Le pido a Raúl López que me deje escribir una reseña en Zona Negativa promocionando Fallen Angel… y el resto es esta historia.
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