Edición original: Marvel Comics – noviembre 1994 – febrero 1995
Edición España: Comics Forum – julio – octubre – 1995
Guión: Bob Harras, Ben Raab
Dibujo: Manny Clark
Entintado: Al Vey, Mike Machlan , Steve Alexandrov, Charles Barnett, Johnny Greene, Rich Perrotta
Color: John Andreani, Freddy Mendez, Linda Gilmore
Portada: Steve Epting
Precio: 190 pesetas (serie limitada de cuatro números de 24 páginas)
Uno de los hallazgos más recientes de la industria estadounidense en el campo del género súper-heroico ha sido, en palabras de la crítica, el trabajo que el guionista Tom King ha hecho con la
Remontémonos veinticinco años en el tiempo, a los convulsos años noventa del siglo pasado. Marvel y DC se enfrentan a la fuerte competencia de Image Comics y a la aparición de nuevas editoriales y sellos, dispuestos a pelear por un trozo de una tarta anormalmente apetitosa. En el caso de la casa de las ideas, son Spider-Man y la Patrulla-X los pesos pesados de la editorial, en tanto que otras franquicias icónicas parecen languidecer sin un rumbo fijo. En el caso de los Vengadores, la repentina marcha de John Byrne –que estaba al frente de las colecciones de ambas costas- dejó a los héroes más poderosos de la Tierra a la deriva. La división californiana cayó en manos de Roy y Dann Thomas, que controlaron la misma hasta casi su final; sin embargo, la casa madre neoyorquina fue pasando de manos –Fabian Nicieza, Larry Hama…- hasta que el temido editor mutante Bob Harras se hizo con las riendas.
En aquellos días, la figura de Harras estaba más vinculada al ámbito editorial que al creativo. Aunque había hecho sus pinitos como guionista, su nombre era el de la persona que dirigía con puño de hierro la escudería mutante. Bajo su mandato se puso fin a la larga etapa de Chris Claremont como patriarca-X y se dio primacía a las estrellas del dibujo… que luego se irían a fundar su propia editorial. Su forma de tratar el negocio le dio a su debido tiempo el premio de convertirse en editor en jefe de Marvel, pero también le granjeó no pocas antipatías entre los autores. Desde la perspectiva que da el tiempo, se podría decir que, durante su gobierno, la Patrulla-X languideció bajo lo que eran burdos remedos del estilo «claremontiano», mientras guionistas de calidad como Nicieza veían restringidas las posibilidades de hacer lo que mejor sabían. Son bien conocidas las trifulcas que hacían que el fichaje de tal o cual autor para la franquicia acabara de forma abrupta, tras una etapa excesivamente breve. Ningún escritor tendría el poder que había tenido Claremont y la barca mutante era llevada por un misterioso gabinete editorial que parecía cambiar las cosas a su antojo. Sin embargo, hay que reconocer que maese Harras aprendió bien las lecciones que daba papá Chris en la época dorada de la Patrulla-X y se sirvió de ellas para dar a los Vengadores una de sus etapas, si no más interesantes, sí más entonadas en un tiempo en el que los clásicos parecían sufrir una época de vacas flacas.
Junto al dibujante
En la época de Harras, Epting y Palmer, la Visión mantenía el aspecto fantasmal que le había otorgado John Byrne al inicio de su breve estancia al frente de los Vengadores Costa Oeste. El ubicuo y geniudo autor había decidido llevar hasta sus últimas consecuencias la idea de Roger Stern de hacer que Visi volviera a sus orígenes robóticos y deshumanizados y dinamitar su relación con la Bruja Escarlata. El siguiente paso de esa maniobra pasó por llevar al personaje de vuelta a Nueva York, quedando como miembro de la alineación oriental del equipo cuando don John decidió dar la espantada. Sin embargo, muy pronto empezaron a verse signos de una intención de recuperar una versión más humnizada, primero en Avengers Spotlight –la colección antológica y tercera cabecera de la franquicia- y luego en la propia serie madre. En uno de esos números de pausa entre saga y saga, Harras plantó idea de que, poco a poco, Visión estaba recuperando su capacidad para sentir. Un nuevo giro de tuerca llegó cuando, en el seno de la gran sub-trama elaborada por el escritor, el personaje recuperaba su aspecto tradicional –piel roja y uniforme en colores verde y amarillo-, tras haber sido secuestrado y suplantado. El siguiente paso, sin embargo, llegaría fuera de la cabecera principal y llegaría en esta miniserie.
La historia presenta a una Visión que empieza a padecer trastornos vinculados a la condición humana: sueña –cuando teóricamente la parte que en el pasado que le permitía soñar fue eliminada junto con todo lo que presuntamente conformaba su humanidad- y empieza a experimentar sentimientos de una forma que, de su perspectiva, se considera desaforada. En sus pesquisas para encontrar una respuesta que parece eludirle, se encuentra con su creador y enemigo, Ultrón. Sin embargo, el cibernético enemigo de los Vengadores se presenta como un viejo cansado y melancólico que intenta infructuosamente ahogar sus penas en alcohol. Habla al sintozoide como un padre que ha tenido con su hijo una relación difícil –lo cual es más que cierto- y se revela como otra víctima del mal -¿es realmente un mal?- que aqueja a la Visión. Mientras tanto, sus preocupados compañeros de armas deciden partir en su búsqueda. Crystal –que sigue viendo a Visi un poco como pariente, al haber sido concuños- y Grito de Muerte –la shi’ar que formaba parte del equipo y que parece experimentar ciertos sentimientos por su camarada- iniciarán unas pesquisas que llevarán a un encuentro inesperado: su colega vengador parece vivir una existencia en la que es detective privado –al más puro estilo Sam Spade o Philip Marlowe- con una versión dorada de Yocasta como mujer fatal. Con y contra sus colegas, la Visión intentará desentrañar el misterio de sus trastornos, los cuales parecen afectar a todo ser mecánico con el que haya tenido relación.
La trama es hija de su tiempo y juega con los conceptos informáticos de la época. Internet era una herramienta que no era de público conocimiento, pero los ordenadores –y sus rudimentarios peligros- empezaban a ser una presencia constante en los hogares. Por otra parte, la idea del ser sintético que se cuestiona conceptos tan controvertidos como la vida, el sentido del yo o los sentimientos no es ninguna novedad. Desde el hombre de lata que va camino de Oz para conseguir un corazón hasta el androide Data, pasando por las complejas reflexiones de Masamune Shirow en sus mangas, la ficción más o menos fantástica y más o menos científica ha prodigado ejemplos que van desde la búsqueda unidireccional hasta la existencia dicotómica, no siendo el trabajo de Harras un exponente especialmente destacado. La miniserie encaja bien en el desarrollo general de la serie principal, pero nada más. En esta labor, por otra parte, recibe el apoyo de uno de sus asistentes habituales, el poco talentoso
La Visión abandonaría la alineación vengadora al final de esta miniserie, con el objetivo de encontrarse a sí mismo. Harras le / la / lo recuperaría junto a los hijos pródigos de Fuerza de Choque para la controvertida saga de la Encrucijada. Él y Wanda iban a jugar un papel importante en aquella historia, llamada a cerrar la presencia del guionista al frente de los héroes más poderosos de la Tierra. Esa, sin embargo, es otra historia.
Recuerdo haber visto este comic en alguna tienda hace mucho tiempo, pero núnca lo compre.
Leyendo la reseña y critica debo admitir que me pico las ganas de leerlo.
Este uniforme para la Visión me gustaba. El anterior también pero siempre he tenido aversión a los calzoncillos por encima de toda la vida.