Charles Burns en estado puro.
«Soy un extraterrestre comprimido, sentado a otra mesa, en otro mundo.»
Entre 1993 y 2004
Laberintos nos cuenta la historia de Brian Milner, un adolescente muy tímido y retraído, con gran habilidad para el dibujo y muy aficionado al cine de terror y de serie B. En una fiesta de su amigo Jimmy conoce a Laurie, una chica pelirroja de su edad, que parece interesada en él y con la que comienza una relación de amistad. Un argumento sencillo que en manos menos capaces tendría como resultado una obra del montón, pero que con Burns al frente se convierte en una historia de atmósfera siniestra e inquietante en la que podemos ver algunas de las obsesiones y referentes del autor como la ciencia-ficción, el terror, las relaciones insanas y las dificultades que atravesamos en la adolescencia cuando todos los elementos externos parecen cambiarnos.
Leyendo Laberintos resulta imposible no ver en Brian Milner a un alter ego del propio Burns, con el comparte pasiones y la habilidad por el dibujo. Así que podemos decir que estamos ante una obra de carácter biográfico y, tal vez, la más personal del autor estadounidense y que está repleta de homenajes a sus obras predilectas. Pese a ser una obra biográfica, como en todos sus trabajos nos encontramos con esos elementos fantásticos que se cuelan por las fronteras difusas de la realidad, esas formas orgánicas extrañas y bizarras que magnifican la sensación de angustia y multiplican las posibles lecturas e interpretaciones del lector.
A lo largo de las páginas de esta primera entrega se intercalan secuencias fuertemente ancladas en la cotidianidad de un adolescente de la época, como las fiesta, ir al cine o tomar un café con una chica, con otras oníricas que se convierten en el acceso al turbio mundo interior lleno de sentimientos extraños que todos los adolescentes experimentan, aunque en el caso de algunos como Brian son más perturbadoramente palpables. Sus sueños y dibujos resultan de lo más inquietante y él es quien conecta el particular universo de Burns con el de cineastas con David Lynch o David Cronenberg, ya en su obra también se pueden ver la enorme importancia que da al simbolismo de los sueños y sus paisajes oníricos, además de su gusto por las formas orgánicas imposibles y extrañas. Pero Brian no es la única voz que oímos ya que Laurie también tiene mucha importancia en la obra y se convierte en tan protagonista como Brian, de manera que tenemos a un personaje más cercano a la realidad que seguramente se vea arrastrada al mundo de locura de Brian.
Gráficamente Burns está en su mejor momento, con su estilo completamente asentado en el que mezcla lo mejor de la línea clara de Hergé con una capacidad para dotar a sus cómics de una atmósfera malssana y tensa en la que los objetos más cotidianos aparentan encerrar cientos de misterios. La combinación de la pulcritud de su acabado junto con la paleta de colores dota a los elementos extraños de una carnosidad que va mucho más allá de la repulsión que generan en un primer vistazo para convertirse en poderosas figuras simbólicas. Gracias a los dibujos de Brian vemos otros registros del autor más abocetados o pictóricos, además de poder ver su versión de algunas secuencias de diversas películas, en particular, de La invasión de los ladrones de cuerpos.
Reservoir Books hace una edición de gran calidad como es ya habitual en sus publicaciones con gran tamaño y un diseño similar al de la edición francesa que continua con los vistos en su anterior trilogía. Esperemos que nos traigan lo antes posibles las dos siguientes entregas de la serie.
En esta primera entrega de Laberintos Charles Burns sienta las bases de una obra que apunta a convertirse en otra joya más de su trayectoria, pese a lo corta que se hace dejándonos con ganas de mucho más. Un trabajo que, sin duda, encantara a sus incondicionales en el que con un relato en el que mezcla el terror y el romance a su particular manera vuelve a explorar la angustia de la adolescencia.
Lo mejor
• Los paisajes oníricos de Burns.
• La atmósfera que consigue imprimir al relato.
• Todo lo que parece enseñar para las siguientes entregas.
Lo peor
• Deja con ganas de mucho más.
Guión - 8.5
Dibujo - 9
Interés - 9
8.8
Burnsiana
Una obra que nos trae de vuelta al mejor Burns, esperemos que las siguientes entregas mantengan el nivel.
Su anterior trilogía «tóxica» me encantó (y Black Hole tb., por supuesto) y me hizo ver que no siempre hay que entenderlo todo para disfrutarlo . Ésta también debe caer pq apunta muy alto.