Mark Waid, Javier Rodríguez y Álvaro López nos han ofrecido una de las propuestas más interesantes y estimulantes del año en Historia del universo Marvel. Como su propio nombre indica, esta ambiciosa miniserie de seis números lleva a cabo un repaso a toda la historia de este cosmos de ficción, abarcando desde el momento de su creación hasta el instante mismo de su final. Integrar las muchas décadas de historia marvelita en una narración coherente es sin duda un trabajo faraónico y se nos ocurren pocas formas de hacer justicia a lo que los autores han conseguido en sus páginas.
Por tanto, hemos decidido abordar Historia del universo Marvel desde un enfoque un tanto distinto al habitual. Lo que vas a leer a continuación no es una reseña ni un repaso enciclopédico página a página. Nuestra intención no es anotar la serie (pues, de hecho, cada número incluye sus propias anotaciones) ni extender la información que ofrece, sino llamar la atención sobre algunos aspectos destacados de cada entrega y reflexionar sobre ellos. Vamos a referirnos a esos aspectos como “claves” y vamos a presentar una decena en total por cada uno de los seis números de la colección. Nuestra intención tampoco es elaborar un top o un ranking con los diez mejores momentos de cada número, ya que nuestras “claves” no se refieren necesariamente a una viñeta o a un momento concreto del cómic. Cada “clave” es más bien un concepto o una idea que conecta y se relaciona con varios momentos del número en cuestión, de otros números o incluso de otras series, formando ese complejo entramado que llamamos universo Marvel. Con estos artículos no pretendemos presumir de nuestro vasto conocimiento ni ejercer como material de consulta, sino dirigir la atención del lector hacia algunos temas relevantes e invitarle a seguir pensando e investigando sobre ellos por su cuenta para así ampliar la información que nos ofrecen los autores.
Estas son pues las 10 claves del primer número de Historia del universo Marvel.
La base de Historia del universo Marvel no es precisamente nueva y podemos encontrar algunos antecedentes muy claros tanto dentro de la propia Casa de las Ideas como de su Distinguida Competencia. Desde el primer momento en que las historias de los cómics dejaron de ser elementos aislados y empezaron a ubicarse en un mismo continuo, conectándose con historias anteriores, los lectores han sentido la necesidad de ordenar dichas historias de forma comprensiva. Pero a medida que los años de historias se iban acumulando y la continuidad iba creciendo, la labor de ordenarla se volvía cada vez más compleja y requería una mayor dedicación. Las editoriales, conscientes de ello, han ido lanzando diversos proyectos con el objetivo de que sirviesen como guía para vertebrar su continuidad y ordenar así la creciente historia de sus universos en expansión. Quizá el más célebre de todos ellos sea Historia del universo DC, de Marv Wolfman y George Pérez. Elaborada a modo de epilogo de Crisis en tierras infinitas, el macroevento de mediados de la década de los ochenta que reorganizó y simplificó la enrevesada continuidad de su editorial, Historia del universo DC ofrecía un relato ordenado, coherente e integrado de la línea temporal del cosmos DC. Además de aclarar los aspectos relativos a la integración en la cronología de aquellos personajes que anteriormente estaban situados en una tierra paralela y que ahora habían pasado a la continuidad principal, Historia del universo DC también servía como extraordinario punto de partida para el lector recién llegado.
Tratando de seguir la estela del colosal proyecto de Wolfman y Pérez poco después llegó The Marvel Saga, una colección publicada por la Casa de las Ideas en la que se narraba la crónica de los primeros años del universo Marvel. La portada de su número inicial indicaba que se trataba, en efecto, de «la historia oficial del universo Marvel». Las comparaciones son odiosas, pero The Marvel Saga no podía competir con Historia del universo DC. De hecho, la serie se elaboró reaprovechando viñetas de cómics ya publicados que se recortaron y reorganizaron para formar un relato en el que se revisitaban los orígenes de los Cuatro Fantásticos, Hulk, Spiderman o los Vengadores. El resultado era poco atractivo, cuanto menos. Aunque ha habido otros intentos por publicar series similares, la mayoría han pasado desapercibidos. No obstante, los aficionados a la continuidad contaban con la información que ofrecían fuentes como The Official Handbook of the Marvel Universe y su equivalente en DC, Who’s who, The Definitive Directory of the DC Universe. Aquellas fichas de personaje en las que se ofrecía una narración articulada de su historia valían su peso en oro en la época anterior a Internet. Hoy tenemos toda la información que podemos necesitar a un simple golpe de ratón.
La miniserie de Mark Waid, Javier Rodríguez y Álvaro López cuenta con una figura que ejerce como narrador de forma muy clara. Las primeras páginas nos llevan hasta los últimos instantes de vida del universo y nos presentan a sus dos últimos supervivientes: Franklin Richards y Galactus, el Devorador de Mundos. Quizá conviene matizar que esa versión adulta de Franklin no es el heraldo de Galactus, sino que Galactus es el heraldo de Franklin. En ese lejano futuro, Franklin es el ser más poderoso del universo y ha vivido durante cientos de millones de años. Sin embargo, sus dificultades para recordar delatan su origen humano. Es por tanto Galactus el encargado de relatar la historia del universo en homenaje a su desaparición y en preparación para lo que vendrá después. Si tenemos en cuenta que Stan Lee y Jack Kirby concibieron a Galactus como el “Dios” del universo Marvel (de hecho, el concepto original partía de hacer que los Cuatro Fantásticos se enfrentasen a Dios), pocos personajes parecen más apropiados que él para ejercer como narradores de la historia universal. Podría haber sido el Vigilante, claro, pero después de tantos números de What if…? narrados por él esa opción habría sido tópica y predecible. Por cierto, los orígenes de esta versión de Franklin y de su heraldo podemos encontrarlos en la etapa de Jonathan Hickman como guionista de los Cuatros Fantásticos. Volveremos sobre este tema más adelante.
Aunque en ocasiones queramos aparentar lo contrario, los lectores de cómics de superhéroes sentimos una predilección especial por las cuestiones más simples y banales: ¿Quién es el héroe más fuerte? ¿Quién ganaría en una pelea entre la Cosa y Hulk? ¿Podría Thanos derrotar a Galactus? Este tipo de cuestiones siempre han formado parte de nuestra afición y la propia Marvel las ha incentivado, así que no hay motivo para avergonzarse de ellas. La evolución lógica de esa tipo de razonamientos sería la siguiente: ¿Quién es el ser más poderoso del universo? Esta era una cuestión fácil de responder en los primeros años del universo Marvel, pues ese puesto estaba ocupado de forma indiscutible por Galactus. Pero desde entonces el panteón de entidades cósmicas ha crecido de forma notable. El primer número de Historia del universo Marvel nos presenta a dioses primigenios como Gea y Chthon, a dioses antropomórficos como Odín y Zeus y a dioses cósmicos abstractos como Eternidad, Infinito o el Tribunal Viviente. ¿Quién está por encima de quién?
Autores como Jim Starlin han pasado buena parte de su carrera explorando la jerarquía de poder de los seres cósmicos y enriqueciéndola con nuevos personajes. Siguiendo al propio Starlin, el ser más poderoso del universo es el Tribunal Viviente, pues es el encargado de mediar en los conflictos entre otras deidades cósmicas. A continuación se encontrarían Eternidad, personificación abstracta del universo, e Infinito, personificación del tiempo, compañera y complemento de Eternidad. En el siguiente escalón estarían los demás seres abstractos (Galactus, Muerte, Señor del Orden, Maestro del Caos, Amor, Odio, etc.). Más o menos a este nivel encontramos a los Celestiales y por debajo de ellos a los Primigenios del Universo, supervivientes de las primeras razas creadas. Después tendríamos a los dioses antropomórficos de cada mundo (los terrestres tenemos a los asgardianos y a los olímpicos, entre otros, mientras que los Shi’ar tiene a Sharra y K’ythri), a los Eternos y a sus primos Titanes. En el mismo escalón o quizá un poco por debajo estarían los dioses primigenios. A partir de este punto pasaríamos a la parte mundana de la jerarquía, con los mutantes y otros seres superpoderosos.
¿Y cómo encajan en esta jerarquía las Gemas del Infinito? Fácil: siguiendo de nuevo a Starlin, sabemos que el portador de las gemas es capaz de imponerse incluso al Tribunal Viviente. Por tanto, quien reúna las gemas pasa de forma automática a convertirse en el ser más poderoso del universo. ¿Y cómo encaja en esta jerarquía Franklin Richards? ¿No habíamos dicho que estaba destinado a convertirse en el ser más poderoso del universo? Sabemos que Franklin es un mutante de nivel omega con poderes de manipulación de la realidad a nivel universal (así se indica en el primer número de Dinastía de X, al menos). Franklin es literalmente capaz de crear universos guiado por su imaginación. No obstante, sigue siendo poco más que un niño y su inmadurez se extiende a sus poderes. La transformación del Franklin infantil en el Franklin adulto capaz de darle órdenes a Galactus es una historia que aún tienen que contarnos.
Historia del universo Marvel nos recuerda que el origen de la encarnación actual del universo se encuentra en la destrucción de su encarnación anterior. Eso nos lleva a pensar que la historia es en realidad cíclica y que cada cierta cantidad de tiempo el universo muere para luego dar lugar al nacimiento de un nuevo universo. La concepción de la naturaleza cíclica de las cosas, el eterno retorno, el uróboros y otras ideas similares han existido en nuestra cultura desde tiempos inmemoriales y explicarlos excede las aspiraciones de este humilde artículo. Lo que aporta el universo Marvel al viejo mito es el hecho de que parte del universo anterior es capaz de sobrevivir y encontrar una nueva forma en el universo siguiente. Es el caso de Galan, un científico del planeta Taa que asistió al colapso de la realidad y sobrevivió, transformándose en el ser que más tarde sería conocido como Galactus. El Devorador de Mundos es, por tanto, el último superviviente del anterior universo (que, siguiendo las anotaciones de este primer número de Historia del universo Marvel sería el sexto), pero no es el único vestigio de esa encarnación pasada de la realidad.
Las Gemas del Infinito, que surgieron como emanaciones de las energías de la creación del actual universo (la séptima iteración) son en realidad los restos de la entidad omnipotente que creó el universo y que, por tanto, le antecedió. Hay una historia un tanto apócrifa publicada en los años noventa (el crossover entre los Vengadores y Ultraforce, los principales héroes del Ultraverse) que más o menos vino a confirmar esta idea al decir que existía una séptima gema que contenía la voluntad y la consciencia de ese creador universal, capaz de dotar de autonomía al conjunto de las gemas. Por otro lado, lo que conocemos como Fuerza Fénix o simplemente como Fénix también tiene su origen en el universo anterior, al igual que el Cristal M’Kraan. Ambos son también restos de la pasada iteración que sobrevivieron al ciclo de destrucción universal y quizá fueron transformados, adquiriendo sus formas y propósitos actuales.
Es curioso que este ciclo de creación y destrucción universal se vea reflejado a menor escala por toda la creación. Por ejemplo, el Ragnarok de los dioses nórdicos no es más que una versión menor de este eterno ciclo de muerte y renovación. Es más, las constantes muertes y resurrecciones de los personajes de la Casa de las Ideas quizá podrían considerarse también una reflejo de este eterno retorno en el que las cosas cambian para volver a ser iguales. En el universo Marvel todo es cíclico y todo se acaba renovando tarde o temprano. Eso nos lleva de nuevo al Franklin adulto y a Galactus en los últimos instantes de la muerte térmica del universo. Al igual que Galactus fue el último superviviente de la anterior iteración de la realidad, Franklin está destinado a convertirse en el último superviviente de la iteración actual. Esto ya se insinuó en la etapa de Jonathan Hickman que mencionábamos antes y todo parece indicar que Historia del universo Marvel nos narrará el siguiente paso. ¿Qué sucederá con Franklin tras el fin de la realidad? ¿Sufrirá un proceso de transformación similar al que sufrió Galan de Taa? ¿Quedará algo de Galactus? ¿Logrará filtrarse algún vestigio de la presente iteración al universo futuro? ¿En ese nuevo universo habrá Gemas del Infinito? ¿Existirá el Fénix? ¿Habrá un Cristal M’Kraan? El último número de la miniserie nos dará algunas pistas sobre el futuro.
La Era Marvel de los Cómics comenzó con un viaje espacial y desde entonces la fascinación por el universo y sus diversos habitantes ha sido un elemento fundamental en los cómics de la Casa de las Ideas. Desde la primera aparición de los Skrull en el mítico segundo número de la colección de los Cuatro Fantásticos, la familia de vecinos cósmicos de la Tierra no ha hecho más que aumentar. Muchos de ellos eran hostiles y llegaban a nuestro mundo con la intención de conquistarlo o destruirlo, pero también hemos encontrado a algunos aliados entre las estrellas. Nuestro vecindario universal incluye a seres como los silenciosos Vigilantes, los belicosos Kree, los metamorfos Skrull (que Javier Rodríguez tanto disfruta dibujando), los orgullosos Shi’ar, los insectoides del Nido y muchos más. El universo Marvel está poblado por infinidad de razas alienígenas con sus propias estructuras de poder y los conflictos entre ellas han acabado inmiscuyendo a los héroes de la Tierra. Baste mencionar la legendaria Guerra Kree-Skrull, Operación: Tormenta Galáctica o Aniquilación y Aniquilación: Conquista. El vecindario nunca ha sido especialmente tranquilo.
Parece que cuanto más poderosa es una especie, más interés tiene en interferir en el desarrollo de las demás. Los misteriosos Progenitores (a quiénes Javier Rodríguez ya dibujó en la serie protagonizada por la familia real inhumana) interfirieron en el desarrollo de los Kree, dando lugar a las dos subespecies de piel azul y piel rosada. Por su parte, los Celestiales hicieron lo propio con los Skrulls, siendo responsables del desarrollo de sus capacidades metamórficas. De hecho, parece que la principal labor de los Celestiales es la de ejercer como “jardineros” de la vida a lo largo y ancho del universo: alteran la evolución de las especies, observan los resultados y exterminan a las variantes que no les interesan como si fuesen malas hierbas.
Estos seres cósmicos han visitado la Tierra en numerosas ocasiones y, en efecto, llegaron a alterar la evolución de la especie humana. Los Celestiales tomaron a los primeros homínidos y a partir de ellos crearon tres variaciones: los Eternos, los Desviantes y los humanos. Los Eternos eran seres virtualmente perfectos, genéticamente superiores, inmortales y ajenos al paso del tiempo mientras que los Desviantes eran seres cuya genética en constante estado de flujo producía variaciones radicales de una generación a otra. Los Eternos eran estáticos e inmutables mientras que los Desviantes cambiaban constantemente; dos razas totalmente opuestas. Los humanos fueron dejados sin alterar para que continuasen su evolución natural. Tiempo después fueron los Kree los que llegaron a la Tierra con el objetivo de realizar experimentos genéticos sobre los humanos para crear soldados aumentados, lo que dio lugar a otra subespecie: los Inhumanos.
¿Por qué tanto interés por manipular a los humanos? Según nos cuenta Historia del universo Marvel, el material genético humano es muy maleable y por tanto tiene mucho potencial para el cambio. ¿Pero hasta qué punto era maleable la genética humana antes de la visita de la Primera Hueste de los Celestiales? ¿Ese potencial estaba presente antes de la manipulación de los Celestiales o fue depositado por ellos? Aunque este primer número no incide sobre esto, otros cómics que nos han narrado la llegada de la Primera Hueste nos indicaron que, si bien los humanos permanecieron sin alterar para continuar con su evolución natural, los Celestiales depositaron en ellos el potencial que se manifestaría cientos de miles de años después con la llegada de los primeros humanos superpoderosos. De esta forma, se podría decir que el efecto de la manipulación de los Celestiales es lo que acabó dando lugar a todos los mutantes y superhumanos que pueblan la Tierra. Visto desde este punto de vista, los Cuatro Fantásticos lograron sus poderes cuando los rayos cósmicos despertaron su potencial genético oculto. Lo mismo se podría aplicar a Hulk, Spiderman o el Capitán América.
Eso nos lleva a otra cuestión interesante: ¿Para qué querrían los Celestiales crear a tantos seres superpoderosos? ¿Cuál era su verdadero objetivo? Quizá lo que buscaban era acabar creando a alguien como Franklin Richards, alguien con el potencial para acabar superando incluso a las deidades cósmicas abstractas; alguien que, además, podría sobrevivir a la mismísima muerte del universo. Quizá lo único que estaban haciendo los Celestiales era asegurar que al menos uno de los seres de esta iteración de la realidad pudiese sobrevivir hasta la siguiente, llevando con él todos sus recuerdos de un universo que iba a dejar de existir.
¿Cuáles son las probabilidades de que uno de los muchos mundos perdidos en la inmensidad del espacio acabe albergando una civilización de alto nivel? ¿Y cuáles son los probabilidades de que ese mundo llegue a albergar no una sino dos civilizaciones de alto nivel? ¿O tres? ¿O incluso cuatro? El hecho es que la Tierra no sólo es la cuna de los seres humanos, sino también de los Eternos, los Desviantes, los Inhumanos, los Atlantes y los mutantes. Puesto que desde que se mudaron a Krakoa los mutantes se podrían considerar más o menos una civilización independiente, eso nos permite decir que la Tierra alberga a un mínimo de seis especies distintas que han dado lugar a sus correspondientes sociedades y a sus correspondientes avances tecnológicos. Parte de esa variedad se debe a interferencias externas, como ya hemos visto, pero eso no lo hace menos asombroso. Viviendo como vivimos en un mundo altamente globalizado, la idea de tener que compartir el planeta con varias civilizaciones radicalmente distintas (algunas de las cuales han decidido permanecer ocultas a ojos de los humanos) resulta fascinante. Y todas estas especies tienen orígenes antiquísimos. La más reciente es la mutante, cuyos primeros representantes (Selene y Apocalipsis) surgieron en los albores de las primeras sociedades humanas. ¿Es posible que aún puedan surgir más especies? Si ese potencial oculto de la genética humana se sigue manifestando, ¿llegarán a aparecer nuevas civilizaciones derivadas de los humanos con el paso de los milenios?
La presencia de seres alienígenas o de escisiones de la especie humana casa muy bien con la vertiente del universo Marvel más próxima a la ciencia ficción o, para ser más precisos, a la ficción científica. Seguramente Stan Lee no habría sabido explicar qué era un rayo gamma, pero la mayoría de los héroes que guionizó tenían orígenes vagamente científicos. No obstante, la magia y el misticismo también ocupan un lugar relevante en la Casa de las Ideas.
Podríamos rastrear los orígenes de la magia hasta la aparición de los dioses primigenios, siendo Oshtur la madre de la magia blanca y Chthon el padre de la magia negra. El primer Hechicero Supremo del planeta fue Agamotto, quizá una de las figuras místicas más importantes de la historia. No en vano es el creador del Ojo de Agamotto, el amuleto que luego portaría el Doctor Extraño. Agamotto es en realidad hijo de la diosa primigenia Oshtur… o al menos la leyenda dice que nació de una lágrima de Oshtur. Curiosamente, este personaje también sería uno de los primeros héroes en ceder su legado a otro, dando lugar a un linaje de Hechiceros Supremos protectores de la Tierra que incluiría a figuras tan ilustres como el mago Merlín, el Anciano y el Doctor Extraño. Por otra parte, el legado de Chthon también vive, en este caso en el tomo místico conocido como Darkhold. La esencia de este dios maligno primigenio, por cierto, pasó muchos años encerrada en el corazón de la montaña Wundagore donde nació cierta bruja vengadora a la que llegaría a poseer en varias ocasiones. ¿Qué otros practicantes de la magia aparecen en este primer número de Historia del Universo Marvel? Además de los ya mencionados, tenemos a Morgana Le Fay, Belasco y Diablo, todos ellos practicantes de magia negra; todos ellos teóricamente inmortales. Pasarse al lado oscuro parece tener sus ventajas.
Finalmente, no podemos dar por terminado este apartado sin mencionar a algunas de las especies sobrenaturales que habitan nuestro mundo y que se unen a la larga lista de seres no humanos de la Tierra. Este número se centra especialmente en los vampiros, cuyo origen se encuentra también en la magia de Chthon. Varnae fue el primero de una longeva estirpe de vampiros que incluye por supuesto a nuestro conde transilvano favorito. En el tintero se quedan otros muchos seres sobrenaturales creados por practicantes de artes arcanas o directamente emparentados con los dioses primigenios, como los N’garai, los Hombres Lobo o el Wendigo. Es probable que nos encontraremos con algunos de ellos en números posteriores.
Una de las consecuencias inesperadas de acumular décadas y décadas de historias es que las circunstancias excepcionales acaban repitiéndose tantas veces que acaban volviéndose comunes. ¿Cuántas sociedades secretas puede haber manipulando los acontecimientos históricos desde las sombras a la vez? Pues según Historia del universo Marvel tenemos al menos a los clanes ninja de La Mano y La Casta, siempre sumidos en su propias guerras intestinas; a la Sociedad del Escudo, fundada en los tiempos del Antiguo Egipto y con miembros tan destacados como Leonardo Da Vinci, Isaac Newton, Nathaniel Richards o Howard Stark; a la Fundación Atlas, cuyas raíces se encuentran en el mismísimo Gengis Khan; y al Club Fuego Infernal, un exclusivo club para ricachones decadentes que esconde en su interior al Círculo Interno, una sociedad de mutantes dispuestos a dominar el mundo. En verdad hay mucha competencia para gobernar desde las sombras.
Una de las cuestiones más jugosas que puede respondernos un proyecto como Historia del Universo Marvel es la siguiente: ¿Cuál fue el primer superhéroe de la historia? La respuesta se volvió un tanto más complicada cuando Jason Aaron y Esad Ribic introdujeron a los Vengadores del año 10000 a.C. Puede que cueste un poco considerarlos superhéroes como tales, pero sin duda son la reunión de seres sobrehumanos más antigua de la historia del planeta. Un hecho curioso es que el motivo que propició dicha reunión fue la llegada de un Celestial a la Tierra, así que podemos considerar el surgimiento de la figura del héroe como otra consecuencia más de la influencia alienígena.
Pasarían muchos siglos hasta encontrar algo parecido a estos personajes, aunque en ese intervalo tendríamos otro tipo de héroes y aventureros enmascarados como el joven selvático llamado Tuk, el Caballero Negro de Camelot o los justicieros del salvaje oeste como Kid Colt, Rayo Kid, Dos Pistolas Kid y el Jinete Fantasma. Todos ellos se corresponden en cierta medida con géneros populares antes de la explosión del cómic de superhéroes: las aventuras exóticas, las historias de caballería y el salvaje oeste.
Pero si en lugar de mirar hacia la Tierra miramos hacia el espacio nos encontraremos con el origen de otra figura heroica imprescindible: cuando Galactus llegó al planeta Zenn-La, tomó a Norrin Radd como heraldo, transformándolo en Estela Plateada. Historia del universo Marvel sitúa la creación de Estela en algún momento entre la conversión de Drácula en vampiro y la fundación del Club Fuego Infernal, lo que nos lleva a pensar que Estela ejerció el puesto de heraldo durante unos cuantos siglos. Sólo podemos especular sobre cuántos mundos devoró Galactus en este tiempo y, más importante aún, sobre cuántos de ellos estaban habitados. Nada mejor que un trasfondo trágico para dar forma a un gran héroe.
Próximamente, en las 10 claves de Historia del universo Marvel número 2: los primeros enmascarados modernos, la 2ª Guerra Mundial, la política y los superhéroes, la magia contra la ciencia, el principio de la Era Marvel de los Cómics y mucho más.
Formidable reseña para un cómic maravilloso.Mis más sinceras felicitaciones por tu trabajo.
Muchas gracias por tus amables palabras 🙂
Pues tengo que decir que a mí me ha decepcionado un poco. Quizá la culpa es mía porque esperaba algo más que un somero repaso de los acontecimientos. En cualquier caso creo que el número 1 se deja bastantes cosas en el tintero (de hecho es el más complicado por las múltiples interpretaciones de los orígenes del universo y la aparición de las diversas criaturas que lo pueblan). Por ejemplo, ¿donde están los dioses Proemios, creados por Dan Abnett y Andy Lanning en su etapa cósmica? ¿Y qué papel juegan los constructores de Jonathan Hickman? No hay ni rastro de esos conceptos.
Entiendo tu crítica, aunque también entiendo que esto es un cómic y no una enciclopedia. No creo que ser exhaustivo sea su intención. Cada número cuenta con un espacio muy limitado y Javier Rodríguez tiene que hacer auténticas virguerías para encajar todos esos personajes en cada página. Quizá algunos elementos se quedaron fuera simplemente porque los autores no encontraron la forma de encajarlos en el limitado número de páginas con el que contaban. No me resulta difícil imaginar a los dioses Proemios quedándose fuera en algún borrador de guión. O quizá se quedaron fuera porque Waid no los conocía o porque no le gustaban. O quizá simplemente porque le parecieron redundantes; quién sabe. Si esto fuese una enciclopedia o el Official Handbook of the Marvel Universe sí me hubiese parecido un problema, pero siendo un cómic con su propio hilo narrativo y con su propia historia que contar más allá del repaso de acontecimientos no lo veo grave.
Hace un tiempo, en el 20 aniversario de esta web colé un comentario sobre este tema:
«¿Por qué hablo de esto aquí? Porque no hay aún reseña de ese tesoro que es Historia del Universo Marvel y porque has mencionado a Hickman.
Yo disfruté de sus historias en 4F o en Vengadores. Muchísimo. Pero ¿no os llama la atención que hayan obviado sus aportaciones a la mitología Marvel con respecto al multiverso, los Builders, etc. Han sido totalmente desterrados de la recapitulación que nos ofrece Galactus sobre el Universo Marvel. No digo que sea raro, a fin de cuentas si se intenta encajar su batiburrillo de conceptos complicados a medio explicar (marca de la casa) en la continuidad oficial seguramente es imposible.»
Lo recupero por esto en negrita. La existencia de los Constructores es imposible teniendo en cuenta que existen los Primigenios (las razas auténticamente más antiguas). Aún si fueran posteriores, y se refiriesen a las primeras especies con capacidad de viajes espaciales o el primer imperio galáctico, ellos mismos se atribuyen hazañas respecto a la creación de la vida en el universo que Marvel ya tenía asignada a otras criaturas (mucho más poderosas e interesantes que esos Alephs & Co, como los Celestiales) así que realmente se agradece que no hayan forzado la Historia para hacerles hueco. No obstante, si algún autor enciclopedista (es decir, uno que no sea Aaron o Cates) toma el manto y decide unir los puntos vacíos, como dejar claro que los citados Constructores exageraban su pasado o cómo integrar el superflujo tan heredero del New Universe en el resto de conceptos clásicos yo se lo agradecería por completismo.
Una duda, que hace tiempo que lo leí ¿el giro de Aaron respecto a ese primer Celestial que dio lugar a la Horda y, de paso, al potencial genético absurdamente poderoso de la Tierra se ha mantenido? Vaya por delante que fue una historia malísima, con esos Mechs tamaño XXL luchando contra entidades cósmicas, pero el concepto en sí era bueno y da una justificación plausible a la importancia y diferencia de la Tierra con respecto al resto de mundos del Universo.
Algo ‘parecido’ (y perdonadme la comparación) a la explicación metafísica de Johns en Doomsday’s Clock con la llegada de Superman pero menos existencialista y más sci-fi pura.
Me ha llamado la atención lo mismo que Ultron sobre todo la vertiente cósmica de Hickman no se menciona nada y cronológicamente debería estar en el primer número.
Sea como sea el comic (lo tengo pendiente) este artículo es una gozada. Muchas ganas de leer los siguientes.
La mejor explicación del Universo Marvel: Tierra X
Tengo los dos primeros números. Y sólo puedo decir que es muy aburrido. El dibujo está bien pero el cómic no es más que sucesión de efemérides descritas de forma breve y sin ninguna conexión entre si más que la pertenencia al universo marvel. No hay ninguna historia que seguir, ninguna trama, nada. Solo el dibujo ilustrando diferentes momentos de la historia de Marvel. Pero tampoco es una enciclopedia ni hay un orden cronológico en los eventos que va enumerando. Muy flojo.
Me parece muy buena la información. Solo me parecería bueno que hubieces agregado al creador de los dioses primigenios (Demiurgo) el cual juega un papel importante en la creación de la vida en la Tierra, siendo este quien la dotó de vida.