Las aventuras de Luther Arkwright

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Edición original:. The Adventures of Luther Arkwright, publicado originalmente por Valkyrie Press, en una serie limitada de nueve números conteniendo material original editado entre 1978 y 1989.
Edición nacional / España: Las Aventuras de Luther Arkwright, colección Sillón Orejero, Astiberri, abril 2016.
Guión, dibujo y tinta: Bryan Talbot.
Formato: 256 páginas en blanco y negro y color editadas en cartoné.
Precio: 26 €.

 

Vaya. Qué difícil es tratar de poner en claro los pensamientos tras leer Las aventuras de Luther Arkwright. Qué difícil es escribir una reseña sobre esta obra, hablando en plata. Considerada un clásico pionero para los lectores anglosajones, Las aventuras de Luther Arkwright ejerció una influencia tremenda en los escritores que definirían el tebeo en inglés a finales del siglo pasado. Aquella invasión británica que vivió el tebeo, encabezada por Alan Moore, Neil Gaiman, Garth Ennis, Warren Ellis, Peter Milligan, unos antes y otros más tarde, le debe mucho al arriesgado giro hacia la crítica sociopolítica que supuso la obra de Talbot. Y no es para menos, pues el inglés se atrevió a contar una historia adulta en todas sus perspectivas en un entorno que si bien estaba acostumbrado a ejemplos salvajes de género –léase 2000 AD- o que vivía bajo la convulsión del punk y las leyes de la Thatcher, quizá no estaba acostumbrado al nivel de exigencia que pide una obra donde no solo se experimenta con el tempo narrativo, sino que está preñada de información adicional, a modo de notas, artículos y demás con el fin de ampliar la sensación de verosimilitud de un multiverso de ficción. Sí, de un multiverso, ya que, para crear nuevas capas de complejidad, Talbot adopta la idea de las realidades alternativas como marco para algo que va más allá del mero tebeo de aventuras. Pero a eso volvemos luego.

En este primer párrafo ya planto las semillas de casi todo lo que sugiere y aporta la obra: experimentación, intencionalidad literaria, complejidad temática, sátira política, herencia de género fantástico eminentemente inglés… En definitiva, una serie de conceptos que darían para un análisis amplio que iría más allá de una mera reseña. De todas formas, voy a tratar de tocar todos esos palos de manera somera. Vamos por el de la experimentación. Da en la diana Michael Moorcock en el prólogo de la obra con la comparación directa con el cine de Nicholas Roeg, realizador de obras tan sugerentes en los setenta como fueron Amenaza en la sombra –ridículo título en español para el mucho más eficaz Don´t look now, 1973- o El hombre que cayó a la Tierra (The man who fell to Earth, 1976), donde el director, junto al montador Graemme Clifford, destacaron por generar un montaje sincopado, musical, reiterativo, donde el tiempo se solapaba, regresaba y se recuperaba de manera expresiva, dilatándolo o generando elipsis de manera narrativa. Talbot bebe de algo de esto, ya sea consciente o inconscientemente, dando pie a planchas donde el tiempo se detiene, donde los actos violentos, por ejemplo, se dividen en viñetas muy similares, donde cada segundo narra algo, se acopla al siguiente y donde la mirada de cada personaje sobre un mismo suceso presenta perspectivas dignas de ser contadas. Esto puede no parecer nuevo ahora, pero en el mundo del tebeo anglosajón de principios de los ochenta, era como si estuviera creando una nueva manera de narrar. Y así fue acogido por lectores como Ellis o Gaiman quienes estaban dando sus primeros pasos en aquello de la escritura.

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La simultaneidad de puntos de vista y el juego con la línea temporal es el marco más adecuado para contar una historia que se derrama sobre tierras alternativas en un multiverso. Esta idea, tampoco nueva, ya había sido usado en la literatura y en el tebeo, en la TV y en el cine. Ejemplos había algunos, la obra del propio Moorcock con su Campeón Eterno, el sempiterno Doctor Who o el universo DC, a partir de aquel momento fatídico y definitivo en el que Flash, el velocista escarlata, accede a una Tierra alternativa. El lector habitual de fantasía no era alguien poco versado en esto, de modo que la creación de un multiverso no era algo que pudiera suponerle novedad. Lo que sí pudo sorprender -y aún sorprende- fue la complejidad de su estructura. Talbot no se corta y exige del lector atención, mucha, para no perderse en el mar de realidades que pueblan la obra. Si bien es cierto que la mayor parte de la trama sucede en una versión alternativa de Inglaterra dominada por un gobierno totalitario católico y puritano, que castra y somete al pueblo, los saltos, de una viñeta a otra, de un mundo a otro, vienen solo especificados por un código de tiempo situado en el filo de la misma. Por coherencia narrativa, se entiende cuando estamos en un mundo o en otro, en un momento de la línea temporal u otro, pero, desde luego, Luther Arkwright no es una obra para el lector despistado. Semejante megalomanía viene defendida por la complejidad del universo propuesto por Talbot, donde el villano real, la amenaza verdadera viene en forma de un cataclismo que aniquilará toda la creación. Y cuando digo toda, me refiero al racimo de mundos de ese multiverso. De modo que Arkwright, con sus actos a lo largo de la línea espaciotemporal, se convierte en paladín de toda la creación.

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Todo lo anterior da pie a reflexiones sobre política, con una carga tremenda de denuncia de izquierdas frente a los riesgos de la derecha totalitaria, la sinrazón de la monarquía y la crueldad de la religión organizada. Pero también se permite el lujo de presentar ideas metafísicas, sobre el sentido de la vida, la necesidad de la espiritualidad y cierto regusto por el misticismo oriental. Y lo mejor de todo, es que todo ello resulta coherente. Talbot corre el riesgo de empacharnos con este mejunje, pero sabe ir entregando los ingredientes de su sopa de manera que cada uno de ellos cobre el protagonismo necesario en el momento adecuado, creando, de nuevo, capas de complejidad para una obra que merece tantas relecturas como aplausos.

Desde el punto de vista meramente visual y de estilo, el arte del inglés resulta minucioso, pendiente de estar a la altura de lo contado por el guión. Así, en perpetuo blanco y negro, Talbot somete a su pluma al intenso trabajo de llenar las sombras de líneas y puntos recordando a grabados del diecinueve. La pasión por el detalle se hace evidente no solo en su intención expresiva de sombras y claroscuros, sino a través de la alegría en el diseño de mundos y tecnologías, con una querencia evidente por el steampunk.
Si quieres comprender el cómic británico de finales de siglo pasado, si quieres entender a Pat Mills, a Alan Moore y a sus coetáneos, es necesario que te hagas con Las Aventuras de Luther Arkwright.
Si quieres leer la reseña de su secuela, aquí tienes el link al Corazón del Imperio.

  Edición original:. The Adventures of Luther Arkwright, publicado originalmente por Valkyrie Press, en una serie limitada de nueve números conteniendo material original editado entre 1978 y 1989. Edición nacional / España: Las Aventuras de Luther Arkwright, colección Sillón Orejero, Astiberri, abril 2016. Guión, dibujo y tinta: Bryan Talbot. Formato:…
Guión - 8
Dibujo - 7.5
Interés - 9

8.2

Clásico rescatado y a la altura de su leyenda.

Vosotros puntuáis: 7.22 ( 8 votos)
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Alejandro Ugartondo
Autor
28 julio, 2016 13:38

Muchas gracias por la reseña Rául. Tengo este tomo en mi pila de lecturas pendientes y supongo que caerá este verano. Tengo mucha curiosidad por él por todas las alabanzas que ha recibido de autores ilustres

Krokop
Krokop
Lector
28 julio, 2016 16:30

Gran reseña de un cómic enorme.
Yo lo considero una obra maestra total junto a su secuela.
Desde el nombre del protagonista, que alude al luteranismo y a Richard Harkwright, hasta la conclusión cargada de cinismo y humor negro, pasando por la distópica Inglaterra heredera de Oliver Cromwell, el compendio entre ‘Nueva Ola’ británica y el academicismo, las técnicas visuales densas que remiten a los grabados clásicos y la narrativa, todavía ahora, absolutamente posmoderna.

Como las dos veces se han publicado aquí casi a la vez éste y su continuación, hay un montón de reseñas comparativas muy dispares entre las dos partes del cómic. Algunos dicen que el primero es más innovador, que ‘El corazón del imperio’ está mejor acabado, que son independientes o, al contrario, demasiado parecidos entre sí…

Yo los considero un todo (de hecho, es así como se ha publicado últimamente en Estados Unidos) en el que el primero explora las posibilidades del cómic alternativo al margen de lo comercial, realizado por un Talbot joven, cargado de energía y con todo el tiempo del mundo para volcarlo en cada plancha sin ninguna presión editorial; mientras que el segundo está hecho aprovechando creativamente todas las posibilidades que ofrece la industria, con la sabiduría y el oficio que dan los años, buscando un tono más desenfadado y dinámico sin perder un ápice de profundidad.

De hecho, ‘El corazón del imperio’, podría ser una respuesta de mr Talbot a los posteriores creadores británicos que extrapolaron a la historieta comercial los recursos del primer arco, creando cómics igual de densos y oscuros que éste para el mercado norteamericano, de modo que el autor podría estar indicando con su secuela que, con recursos editoriales diferentes, deben idearse otras formas narrativas.

Así, ‘Las aventuras de Luther Arkwright’ anticipa las obras oscuras, góticas, de las décadas siguientes, mientras que, ‘El corazón del imperio’ se adelanta a las más luminosas y menos sobrecargadas del presente siglo. Vamos, pa’ entendernos, que como yo lo veo, una tendría que ver con el primer Moore, Milligan Gaiman y compañía y la otra con el estilo más lúdico de el Moore de LXG, Ellis o Millar. En cualquier caso, el díptico conforma, a mi juicio, la mejor síntesis de las últimas décadas de cómic anglosajón.

sibaix
sibaix
Lector
28 julio, 2016 18:28

El dibujo me ha parecido una maravilla pero el guión no he conectado me parece un rollo para lo que se cuenta, en fin sobre gustos ya se sabe, pero la trama se resume en cuatro frases lo demás es alargar con unos textos que resultan bastante pesados. Para mi salvo por el dibujo una decepción, me ha costado terminarlo y me he aburrido bastante.

Spider
Spider
Lector
28 julio, 2016 21:22

A mi me ha pasado como a sibaix.
Lo compré en cuanto salió porque me llamaba mucho la atención y me gusta muchísimo la ciencia ficción. El dibujo me encantó pero empecé a leer y esos textos se me hacían farragosos, muy pesados. Ya lo he empezado tres veces y tres veces lo he dejando antes de la página 80.
No lo he dejado por imposible, pero esperaré a una tarde en el que esté concienciado para leerlo.

Krokop
Krokop
Lector
29 julio, 2016 22:19

Desde luego, es un cómic denso y que a ratos puede resultar espeso, sobre todo al principio y hasta que empieza a tomar forma narrativa. Con los cartuchos de texto escritos en pequeñajo, sobre todo, se deja uno las dioptrías. Sin embargo, yo creo que merece la pena.

También me parece que, un dibujo tan barroco como el de ‘Luther Arwright’ no quedaría del todo bien con un guión menos enrevesado y denso, a no ser que se hiciera con una intención de tensar fondo y forma o algo así, no sé.

Me parece que es un caso parecido al de ‘Elektra: assesin’ que se comenta en otra entrada del portal. Algo visualmente tan complejo o raruno, con un guión que fuera más convencional, o con una escritura más ligera no sé si llegaría a funcionar. Del mismo modo, unos textos tan extensos y cargados no pegarían con un dibujo menos pesado, más esquemático, por muy bueno que fuera, como, pongamos, el de los gemelos brasileños cuyo ‘Daytripper’ he leído hace poco.