Primeras banderas, primeras miserias.
«Ningún problema tenía importancia para él, comparado con lo que había vivido.»
Aunque los cuarenta años de dictadura del franquismo, y las constante manipulaciones históricas de sus herederos, han conseguido que varias generaciones de españoles crean que situarse del lado de los golpistas de ideología claramente fascista que promovieron el golpe de estado del 36 que provocó la caída de una democracia plena y llena de libertades es lo correcto, fuera de nuestras fronteras casi nadie duda que el lado correcto de cualquier demócrata que se precie estaba del lado de la República. Algo que muchas personas de la época tenían claro, ya que eran conscientes de que, si no se paraba al fascismo en España, Europa sería la siguiente. Entre ellos estaba Vicente Jiménez-Bravo, un joven combatiente republicano en la Guerra Civil que comenzó un periplo de diez años entre 1936 y 1946 en los que fue trabajador forzado en Francia, soldado con los británicos en Dunkerque, esclavo de los nazis y preso del franquismo, esquivando la muerte esos años bajo cinco banderas diferentes. Él fue uno de tantos luchadores por la libertad que pagaron carísimo el precio de la derrota, pero consiguió rehacerse y forman una familia a la que entretenía relatando sus vivencias de esos años. Entre quienes las escuchaban con atención esas historias estaba su nieto Pau (Palma, 1972), que con el tiempo se convertiría en un reconocido historietista y dibujante que cuenta con una larguísima carrera tanto en el mercado nacional como en el extranjero. Un periplo que le ha llevado a publicar en cabeceras tan importantes como la mítica revista Spirou y firmar obras tan destacadas como La saga de Atlas y Axis, Curtis Hill o Baboon. Pero a lo largo de esos años nunca olvido las historias que su abuelo le contaba y siempre tuvo el deseo de poder convertirlas en un cómic, aunque la complejidad que requería documentarse para llevar a cabo el proyecto provocaba que fuera muy cauto, pese a contar con tres cuadernos en los que su abuelo había relatado sus peripecias. No fue hasta casi veinte años después de la muerte de Vicente cuando el ilustrador mallorquín se embarcó por fin en el proyecto que ha cristalizado en una serie llamada Las cinco banderas que constará de cinco álbumes que en España se publicaran mediante campañas de mecenazgo que en su primera entrega fue todo un éxito recaudando cuatro veces más de lo que se pedía.
El primer volumen de Las cinco banderas lleva por título Liberté, égalité, fraternité y comienza en febrero de 1939 en la frontera entre España y Francia donde cientos de miles de republicanos tratan de cruzar para huir de la represión de los nacionales tras el comienzo de la ofensiva en Catalunya. Entre ellos se encuentra Vicente que como el resto acabará en uno de los campos de concentración en el sureste francés donde el gobierno del país vecino los alojo tras La Retirada. Unos campos improvisados donde sufrieron todo tipo de penalidades y carestías, donde Vicente recuerda cómo se alisto para luchar en la Guerra Civil y su periplo en ella enrolado en la XII Brigada Internacional “Garibaldi”, mientras trata de buscar la paz en un mundo repleto de conflictos. Un primer volumen que nos recuerda a otros cómics recientes que han tratado esos mismos temas como Los surcos del Azar (Astiberri) de Paco Roca, El ángel de la retirada (Bang) de Serguei Dounovetez y Paco Roca o Mattéo (Norma) de Gribat, pero con una cercanía personal del autor con la historia que lo conecta sobre todo con Jamás tendré veinte años (Norma) de Jaime Martín.
Este primer número de una serie que apunta a convertirse en una de las grandes crónicas de esos luchadores por la libertad españoles que se vieron arrastrados por los conflictos europeos de la primera mitad del siglo XX. deja ver el enorme esfuerzo de documentación que ha realizado Pau para ofrecemos un relato veraz, algo que se amalgama con la mezcla de decepción, tristeza y visceralidad con la que su abuelo vivió esos días. Un relato durísimo, sobre todo cuando nos nuestras las difíciles condiciones de vida en los campos de concentración y cómo los trato el ejército francés y algunos de los habitantes de los alrededores, que es lo más terrible, sobre todo teniendo en cuenta lo que les esperaba en los años venideros. Una dureza que también vemos reflejada en algunos de los recuerdos más terribles de Vicente en el frente de batalla. Unas situaciones que nos dejan ver lo peor de la condición humana, pero también lo mejor con sinceras muestra de resiliencia y humanidad. Un recuerdo de una parte de nuestra historia que parece que queremos olvidar y que nos deberían llevar a una reflexión profunda sobre la forma en la tratamos ahora a quienes tienen que huir de otros conflictos similares.
Al transcurrir la mayor parte de la obra dentro de los diferentes campos donde estuvo Vicente no nos encontramos con muchas escenas de acción, sino de una serie de anécdotas que reflejan la vida en los campos entremezcladas con sus recuerdos y también con sus pensamientos. Algo que hace que por momentos la historia tenga demasiados textos y el ritmo de lectura se ralentice, pero suponemos que no habrá sido nada fácil para Pau prescindir de esos textos de su abuelo, que, además dejan ver a un buen narrador. Pero, pese a todo, estamos ante una obra que no solo es un precioso y sentido homenaje a su abuelo, también es el reflejo de la vida de otros como él. Por eso se trata de un trabajo con un enorme potencial didáctico que – ojalá- acabe en las estanterías de muchos centros educativos.
Como es habitual en los trabajos de Pau los protagonistas son personajes antropomórficos construidos con muy pocos trazos y con unas líneas muy limpias, al igual que sucede con los personajes de los cartoons más clásicos. Como ellos también están dotados un enorme dinamismo y una expresividad capaz de reflejar el torrente de emociones que experimentan a lo largo del álbum. Algo que hace que como lectores suframos con ellos. Quizás hay algunos personajes secundarios que se pueden confundir en algún momento, pero no es algo que afecte a la lectura. Esa sencillez con la que están reflejados los personajes principales contrasta poderosamente con la minuciosidad y detalle con la que están dibujados las armas, vehículos y lugares en los que transcurre la historia. Narrativamente funciona muy bien, con la excepción ya comentada del exceso de texto en algunas páginas, pero hace años que el historietista catalán ha demostrado su solvencia como narrador.
La edición que hace Escapula Comics, la editorial de Pau en la que publica todos sus trabajos, es de gran calidad e incluye un dossier final en que se ve parte del proceso de documentación. Los que participamos en el crowdfunding además tenemos un cuadernillo en el que el autor explica de manera mucho más exhaustiva ese proceso.
Aunque Pau ha dedicado gran parte de su carrera a relatarnos las aventuras de Atlas y Axis, todo hace indicar que Las cinco banderas se va a convertir en la obra que marque para siempre su carrera. Un trabajo que destila amor por su abuelo y un rigor histórico que la convierten en un documento valiosísimo para conocer la historia de Europa desde los ojos de quienes lucharon por defender la libertad y la democracia. Esperemos que el segundo volumen cuya campaña de financiación comenzará en breve tenga la misma acogida que el primero al igual que los otros tres que están por venir.
Lo mejor
• El rigor y trabajo de documentación que hay en la obra.
• El amor que desprende por su abuelo.
• La expresividad de los personajes.
Lo peor
• En algunas partes los textos son demasiado abundantes y ralentizan el ritmo de lectura.
Guión - 8
Dibujo - 8
Interés - 8.5
8.2
Luchando por la libertad
Un primer volumen que apunta a convertirse en una referencia a la hora de conocer como fue la vida de los españoles que huyeron tras la Guerra Civil y acabaron en la vorágine de la Segunda Guerra Mundial.