Cada vez es más difícil volver a casa.
Los trabajos de
Penélope es una cirujana que trabaja en misiones humanitarias en zonas de conflicto, tratando de salvar vidas en condiciones muy complicadas. Cuando terminan sus misiones vuelve a casa donde le esperan un marido que la quiere, una hija adolescente que la adora y su familia que se preocupa por ella. Sin embargo, cada vez se siente más extraña y fuera de lugar en ese entorno aparentemente idílico, ya que no deja de pensar en las personas que no ha podido salvar y en las que podría salvar de seguir allí.
Además de con los dos mundos en los que se mueve Penélope, el título del cómic juega con el nombre de la protagonista y con el de mujer de Ulises, aunque la diferencia es que la protagonista no espera a nadie, al contrario, es su familia quien espera su vuelta de sus particulares odiseas. Un signo inequívoco de cómo cambian los tiempos, ya que, cada vez la sociedad es más consciente de que las mujeres tienen su propia autonomía sin estar a expensas de ningún hombre. Algo a todas luces impensable en la época de Homero. Como también lo era pensar que una mujer no estaría contenta y feliz con su rol de madre y esposa/criada y buscaría otros objetivos en su vida. Esos roles tradicionales también que se cuestionan en la obra. Durante años se nos ha educado, tanto a hombre como mujeres, en la idea de que la responsabilidad de las tareas del cuidado, ya sea de niños o adultos, son principalmente de las mujeres, como si fuera su única función en la vida. Algo que el entorno de Penélope le reclama, aunque de manera indirecta, llegando a hacer que se cuestione su amor por su familia, marido e hija, por no cumplir con el estándar tradicional.
El otro gran tema de la obra es el coste emocional que sufren la personas que trabajan a diario en zonas de conflicto conviviendo con el horror. A Penélope, al igual que le sucede a Ulises, sus viajes la van cambiando, lo que provoca que sus ganas de volver sean cada vez menores porque la mochila que arrastra de los horrores de los que es testigo en sus misiones humanitarias está cada vez más llena. Sin embargo, su dedicación y vocación por su trabajo provoca que en sus estancias en su hogar se sienta desplazada e incapaz de desconectar, como si realmente ese no fuera su sitio y el tiempo que pasa en allí causa muertes al no estar ella para salvarlas. Algo que la imposibilita para disfrutar de su familia, que no entiende su compromiso e incapacidad para olvidarlo y centrarse en ellos.
Pero en Las dos vidas de Penélope, Judith Vanistendael también nos nuestra como sufre su ausencia, física y emocional, los que se quedan. Sus ausencias provocan que se pierda hitos importantes en la vida de su hija, que debe buscar otras figuras de referencia en su padre y su abuela. Lo mismo sucede con su marido y familia que temen por su seguridad y, en cierto modo, se sienten traicionados por sus misiones que a sus ojos parecen huidas de su vida. La escena final entre Otto, su marido, y Helena, su hija, pone los pelos de punta por la tristeza que implica un comentario tan natural y aparentemente casual.
Judith Vanistendael es una historietista, ilustradora y profesora nacida en Lovaina, Bélgica, en 1974. Sus primeros trabajos fueron de ilustración, ya que se encargó de poner imágenes a los cuentos cortos escritos por su padre, Geert van Istendael. Comienza a ser conocida en el mundo del cómic en 2008 con la aparición de los dos tomos que componen su obra Sofía y el negro (Norma), una historia con tintes biográficos sobre la relación entre una belga y un refugiado togolés, por la que obtuvo dos nominaciones en el Salón Internacional del Cómic de Angoulême. Posteriormente publicó Los silencios de David (Norma), una historia sobre el cáncer, que recibió tres nominaciones a los Premios Eisner. En 2016 cambia su modo de trabajar hasta la fecha ya se encarga del dibujo de Salto (Astiberri) trabajando por primera vez con un guion ajeno, el de Mark Bellido, en una historia sobre el día de los guardaespaldas de los amenazados por ETA. En 2018 empieza la serie juvenil Rosie et Moussa, junto a Michael De Cock.
En el aspecto gráfico, Judith Vanistendael hace un gran trabajo con un estilo similar al de sus trabajos previos que ya contienen su trazo suelto y nervioso y sus acuarelas de colores vivos. Destaca por encima de todo los recursos narrativos que despliega en toda la obra con una composición de página distinta en cada escena. De entre las que destaca sobre todo la inicial con una narración en paralelo entre una operación en Alepo y la primera regla de Helena. Sus personajes son muy expresivos y fáciles de diferenciar. El color le sirve para crear atmósferas como la de Alepo, con unos colores mucho más oscuros que en el resto de escenarios, y para potenciar elementos claves de la narración, sobre todo con el uso del rojo. Un trabajo fantástico alejado de los cánones realistas habituales en la BD, pero que consigue transmitir la emoción de la historia.
Astiberri hace una edición de gran tamaño con una buena reproducción y diseño como viene siendo habitual en ellos. Judith Vanistendael es una de las autoras más interesantes de cómic ahora mismo, así es bueno que podamos disfrutar de sus trabajos en nuestro país.
Las dos vidas de Penélope es una obra que se lee con las emociones a flor de piel, de una honestidad brutal y sin ningún artificio pensado para agradar al lector. Judith Vanistendael pone en valor el sacrificio y el esfuerzo desinteresado de quienes realizan labores humanitarias y de las mujeres fuertes que deciden no seguir las convenciones sociales.
Guión - 8
Dibujo - 8
Interés - 8.5
8.2
Judith Vanistendael firma un trabajo interesantísimo sobre la difícil adaptación a la normalidad tras presenciar el horror y la responsabilidad de ser madre.