Edición original: Marvel Comics – junio 1991
Edición España: Comics Forum – noviembre 1992
Guión: Roy Thomas, Dann Thomas, Peter Sanderson, Eric Fein, Michael Higgins
Dibujo: Kevin West, Jeff Moore, Michael Bair, Ed Murr, Ron Lim
Entintado: Fred Fredericks, Bud LaRosa, Michael Bair
Color: Renee Witterstaetter, Kevin Tinsley, Greg Wright, Steve Buccellato
Portada: Tom Morgan
Precio: 300 pesetas (número en grapa de sesenta y cuatro páginas)
En 1991 los números anuales de las colecciones marvelianas bendecidas con esa entrega adicional, seguían organizados por familias. Por segundo año consecutivo, la casa de las ideas había decidido llevar a cabo una distribución de estos especiales, de manera que series con afinidad o pertenecientes a una misma franquicia, se agrupaban para contar una historia cerrada, estructurada en tantos capítulos como colecciones implicadas. En el caso de los Vengadores, las divisiones oriental y occidental habían compartido aventura anual, desde hacía varios años. Primero, fue el relato de una traición; luego, el conflicto entre la vida y la muerte, siguiendo los manejos del Coleccionista y el Gran Maestro. Después, llegarían La guerra de la evolución y ¡Atlantis ataca! de modo y manera que los números anuales de ambas series quedarían subsumidos dentro de un evento mucho más amplio. Cuando Marvel decidió cambiar la estrategia y organizar varios eventos anuales, los Vengadores de ambas costas se verían implicados en encuentros comunes en 1990 –El Factor Terminus– y 1991 -Las guerras subterráneas de las que toca hablar-. A partir de 1992, unos y otros irían por separado, anticipando la separación definitiva, que tendría lugar cuando los Vengadores Costa Oeste se transformen en Fuerza de Choque. Eso, sin embargo, tardará un tiempo en acontecer, así que centrémonos en lo que interesa.
A principios de la década de los noventa del siglo pasado, la franquicia vengadora no pasaba por su mejor momento. La repentina partida de John Byrne había separado de nuevo a las colecciones de ambas costas, poniéndolas en manos de equipos creativos diferentes. En el caso de la división californiana, la pareja compuesta por Roy y Dann Thomas se encargaría de contar y cantar sus aventuras hasta prácticamente el final de la serie. Sin embargo, la sección neoyorquina pasaría por varias manos -las de Fabian Nicieza, las de Larry Hama- hasta que Bob Harras llegara para firmar una de las etapas de referencia de la serie. Cuando los Vengadores Costa Este se embarcan en estas guerras en el corazón de la corteza terrestre, están en un período de transición, donde la organización del equipo -matización de la estructura diseñada por Byrne- consiste en un equipo titular y otro suplente. La alineación que se maneje en esta aventura será una combinación de ambas, reflejando la transitoriedad de aquella etapa en la que la colección parecía, como reza la canción, montada en una barca que a la deriva la llevaba.
La historia comienza cuando Hércules y Sersi se topan con una invasión de pueblos subterráneos hacia la superficie de Nueva York. Extrañamente, la horda está compuesta por especies que, tradicionalmente, han sido enemigas o, más bien, cuyos líderes han sido oponentes por el control del mundo bajo la superficie. Pronto se descubre la causa de esta circunstancial hermandad: el Hombre Topo, Tyrannus y Grotesko (tres viejos villanos de la casa de las ideas) han tenido que unir sus menguantes fuerzas, frente al ataque de los desviantes. La rama de la humanidad creada por los Celestiales -y por Jack Kirby- tiene un nuevo y agresivo líder, que aspira al exterminio de sus competidores y de las comunidades intra-terrestres que comandan. Los Vengadores tomarán partido por la parte débil, pese a la poca fiabilidad de los recién llegados. Pronto, tendrán ocasión de arrepentirse de su elección.
Como viene siendo uso y costumbre, este especial no se agota en la historia principal, sino que presenta una serie de relatos complementarios, en los que se combina la presencia de autores consagrados con profesionales noveles en proceso de desfogue.
En ese año, todos los anuales de Marvel contuvieron una historia que, a modo de prólogo, explicaba el origen del personaje o grupo protagonista. En unas pocas viñetas, la afición tenía un repaso a los inicios del titular o titulares de la serie de turno. A los Vengadores les tocó una página de cuatro viñetas, dibujadas por el ubicuo Ron Lim.
Otra de las historias complementarias del anual es un resumen -a cargo del Vigilante y de guionista Peter Sanderson, enciclopedista de la casa en aquellos días- en el que se hace repaso de la historia de los pueblos en conflicto y de sus líderes. La aventura se presentaba como la ocasión de poner algo de orden en el ámbito infra-terrestre de Marvel, de modo que, como se hiciera en aventuras anuales precedentes, la primera entrega de la historia sirve para poner en su justo contexto el escenario donde se va a desarrollar el relato.
Las dos últimas historias están protagonizadas, respectivamente, por la Visión y por Thor. En el primer caso, encontramos que el sintezoide tiene aún la personalidad netamente robótica que le hubiera restaurado John Byrne, manteniendo su aspecto fantasmagórico y habiendo cambiando la costa del Pacífico por la del Atlántico. Es esa condición espectral la que se utiliza para construir una historia corta en la que el vengador sintético debe rescatar a un niño que, pese a sus esfuerzos, le ve con terror. En el segundo caso, el dios del trueno asgardiano ha de enfrentarse a la petición de otro infante que, partiendo de la premisa de la condición divina de Thor, le pide que cure el cáncer que aqueja a su padre. Una reflexión rápida sobre lo que se puede y no se puede hacer y un fin esperanzador, son las conclusiones de dos historias sin mayor trascendencia.
El primer capítulo de Guerras subterráneas es el ejemplo perfecto de una historia de prólogo. Los Vengadores Costa Este tienen una función secundaria, siendo los auténticos protagonistas los líderes de los pueblos subterráneos en peligro. La alineación que se utiliza no tiene reflejo en la serie regular; es una combinación de titulares y suplentes, donde hacen equipo personajes tan dispares como Sersi, Rabia, Quasar o el Hombre de Arena. Los responsables de esta primera entrega son los guionistas Roy y Dann Thomas y los dibujantes Kevin West, Fred Fredericks y Renee Witterstaetter. La pareja responsable de la parte literaria era, como se ha dicho un poco más arriba, responsable de los guiones de la colección dedicada a los Vengadores Costa Oeste, siendo él un veterano en las lides vengadoras. Como Mark Gruenwald o Kurt Busiek, Roy Thomas ha sido uno de esos autores que tenían capacidad para poner orden y concierto en universos de ficción de creación ajena. Aquí, desarrolla una labor correcta, junto al resto del equipo firmante, que no sirve para otra cosa que para dar paso a la siguiente entrega de la historia.
Por lo que se refiere a las historias de complemento, no hay ninguna que resulte especialmente destacable. Entre los equipos responsables, aparecen nombres relativamente habituales en los tebeos de entonces, como los del guionista Mike Higgins, el dibujante Michael Bair, los entintadores Fred Fredericks y Bud LaRosa o los coloristas Gregory Wright y Steve Buccelato. Un principio aceptable para una aventura que, como se verá, tampoco pasaría a la historia del género.