Edición original: Marvel Comics – junio – 1991
Edición España: Comics Forum – noviembre – 1992
Guión: Roy Thomas, Dann Thomas
Dibujo: George Freeman, Jeff Moore, Steve Carr
Entintado: Danny Bulanadi, Bob Wiacek, Andrew Pepoy, John Tartaglione, Mark McKenna, George Wildman
Color: Bob Sharen, Kevin Tinsley, Evelyn Stein, Paul Becton
Portada: Tom Morgan
Precio: 300 pesetas (número especial en grapa de sesenta y cuatro páginas)
Prólogo: campana y se acabó.
Ha llevado su tiempito, pero al final se ha llegado al final, valga la rebuznancia, de esta aventura que englobó los números especiales anuales de la escudería vengadora, con la adición de un par de solitarios menos habituales. Con el especial protagonizado por los Vengadores Costa Este empezó y con su correspondiente relativo a los Vengadores Costa Oeste se finiquitó, de una manera en la que todo quedaba como al principio, dando como balance una historia en cinco partes de las de leer y olvidar. El ejercicio de poner orden y concierto en el poblado sub-suelo de la Tierra marveliana se había saldado con otro de visibilidad de un entorno y unos personajes que quedaban presentados para el público y al servicio de quien quisiera venir detrás.
Las civilizaciones perdidas, los mundos subterráneos y la combinación de fantasía y ciencia se han contado, prácticamente desde el inicio del género de los pijamas, entre las fuentes de las que sus autores han bebido. Una mirada rápida a los orígenes de ciertos personajes y, particularmente, de sus poderes, juegan con la premisa del descubrimiento, rescate o relación con alguna cultura borrada de la historia, refugiada en algún rincón ignoto del globo terráqueo y dotada de unas capacidades excepcionales. En ese sentido, el tebeo ha tomado muchos elementos de la literatura aventurera cuyos relatos se desarrollaban en esos ambientes. Así, no sería desacertado afirmar que la Skartaris de Travis Morgan es deudora de la Pellucidar de David Innes y ésta, a su vez, del periplo hacia el centro de la Tierra imaginado por Julio Verne para Arne Saknussem. El Hombre Topo y su reino subterráneo tuvieron el honor de estar presentes en la primera historia de los Cuatro Fantásticos e inaugurar la edad de plata, siendo en cierto sentido el puente entre las historietas de monstruos y el regreso de los superhéroes. Por su parte, Tyrannus, el viejo enemigo de Hulk -tan antiguo como que se remontaba a uno de los primeros números de la colección masiva- constituye un nexo con la Roma de los césares y los mitos artúricos, ya que el mentado personaje no era otro que Rómulo Augústulo, último emperador romano occidental. En la Tierra 616, había intentado ganar otra corona en la Britania de Merlín, siendo desterrado a un mundo subterráneo. Por último, Grotesko provenía de otra civilización subterránea destruida por la acción de una máquina de factura humana con la capacidad para provocar seísmos, en lo que venía a ser una suerte de alegoría de todo a un euro de los peligros de una tecnología experimental sin los debidos controles. Su primera aparición, en las anodinas páginas de la colección protagonizada por la Patrulla-X original tenía el interés de ser aquélla que se había cobrado la vida del mentor del grupo, el profesor Charles Xavier. El vengativo Gor-Tok había sido el instrumento para sacar del escenario al tutor de aquellos extraños adolescentes, para obligar a sus discípulos a madurar. Aún estaban lejanos los días en los que los mutantes fueran el buque insignia de la casa de las ideas pero, en todo caso, la presencia de este personaje, transformado convenientemente en un ser grotesco por obra y gracia de la radiación, venía a dejar patente que en los días de Lee y Kirby los autores de turno podían sacarse de la faltriquera una civilización perdida de ruina variable si las circunstancias del guión así lo requerían. Ya se habló en la última entrega de esta serie de las influencias de otro personaje presente en la historia, la reina Kala de Netheria, pero si traemos ese detalle a colación, descubriremos nuevamente que este aspecto del universo marveliano debe mucho a las historias de aventuras de épocas anteriores y a las novelas de a duro. Esta Tierra, rica en culturas más o menos ocultas de desarrollo variable, evoca el Venus de Carson Napier o el Marte de John Carter, donde cada historia traía consigo la aparición de una nueva civilización que conocer o con la que enfrentarse -o ambos cursos de acción para el protagonista de la historia. Desde mi punto de vista, Burroughs y sus creaciones fueron una notable fuente de inspiración para la creación de personajes e historias, de modo y manera que su influjo no quedaba limitado a Tarzán de los monos.
Como se ha comentado en otras reseñas de esta saga, el nivel de súper-población en el subsuelo marveliano determinó que, en la nueva estrategia para los números especiales anuales, la agrupación de los mismos correspondiente a la escudería vengadora estaría dedicada a poner cierto orden y concierto en cuanto a personajes, poblaciones y reinos. Para ello se trajo a la tarea a quien fungía como guionista de la colección vengadora californiana, el veterano Roy Thomas. Este buen señor, que había vuelto a la empresa hacía algún tiempo tras una estancia en la distinguida competencia -donde jugó cuanto pudo con los personajes de la edad dorada e hizo curiosos ejercicios de retrocontinuidad- trabajaba ahora en comandita con su pareja, Dann Thomas. Juntos firmarán tres de los cinco capítulos de esta historia, dando como resultado una aventura de las de leer y olvidar. Don Roy usa su conocimiento de la historia ficticia del universo marveliano, en unos tiempos en los que gracias a enciclopedistas como Peter Sanderson estas aventuras se empleaban para dar cohesión y cierta sistemática a un mundo que ya había cumplido treinta años y en el que, por obra y gracia del propio medio, no era raro que surgieran contradicciones, y en este sentido la historia cumple con esta misión, pero no nos podemos llamar a engaño. En su deseo de limpiar, fijar y dar esplendor, el tándem Thomas se olvidó de contar una historia que brindara auténtico interés. El trío co-protagonista de habituales contrincantes estaba, ya en los años de publicación de estos anuales, completamente fuera de su tiempo y solamente la habilidad de Peter David en el episodio protagonizado por Hulk pudo dar algo de interés -no mucho, eso sí- a un personaje como Tyrannus. El gran antagonista de la aventura, creado para la ocasión, tiene un nombre tan anodino como es el de Brutus y el giro final de su identidad no puede resultar más manido. En la parte gráfica hay que destacar la presencia de George Freeman a los lápices. Este buen señor venía de hacer una interesante aportación a las andanzas de la Viuda Negra -también presente en esta aventura- a través de la novela gráfica The Coldest War. Aquí desarrolla un trabajo más convencional, secundado por dos eficaces profesionales de la tinta y el color como Danny Bulannadi o Bob Sharen.
No se vayan todavía, que aún hay más.
Como es uso y costumbre, a la historia principal se unieron otras de complemento que, excepcionalmente, llevaron todas la firma de Roy Thomas en solitario. Por un lado y como fue norma en los anuales de esos años, tenemos la historia de origen de los Vengadores Costa Oeste, a través de una narración que Ojo de Halcón, miembro fundador y primer líder, hace a Spider-Woman. Por otro, tenemos una historia protagonizada por el Rayo Viviente, otro nuevo recluta del equipo, con toques a lo West Side Story, pero sin bailes. En esta tarea para rellenar espacio y monedero, don Roy se ve acompañado por la habitual sucesión de noveles y veteranos de trayectoria variable en el sector.
En esta sucesión de relatos cortos e intrascendentes merece la pena detenerse en el que protagoniza Janet Van Dyne, la Avispa, que se plantea la posibilidad de llevar a la gran pantalla la historia de los Vengadores. En su primera toma de contacto con la industria del séptimo arte descubre que hay ciertas fuerzas a las que sus poderes y su capacidad de liderazgo no pueden imponerse, al tiempo que la parroquia lectora empieza a atisbar esas particularidades que tiene la creación de obras adaptadas a otros formatos y que, hoy día, sirven para alimentar las habituales discusiones de barra de bar que pueden encontrarse en las redes sociales.
Epílogo: juntos de nuevo por última vez.
Las Guerras Subterráneas tiene el interés retrospectivo de ser la última historia en las que los dos grupos de Vengadores participaron y colaboraron. Poco después, la fractura generada en Operación: Tormenta Galáctica marcaría el inicio de un distanciamiento que llevaría a la ruptura definitiva -contada aquí y aquí- y, antes de todo eso, a la participación de cada equipo en una historia anual diferente.
Los anuales de 1992 serían los últimos en los que Marvel emplearía estos números especiales para contar historias de tres o cuatro capítulos. Para 1993 se recuperaría la fórmula clásica de relatos auto-conclusivos, pero ésa es otra historia que también será contada.