Edición original: Les Miettes, Atrabile 2014.
Edición nacional / España: Las Migajas. Colección Sillón Orejero. Septiembre 2015, Astiberri Ediciones.
Guión: Ibn Al Rabin.
Dibujo y tinta: Frederik Peeters.
Formato: 72 páginas en bitono editadas en cartoné.
Precio: 14 €.
Liechtenstein es un país minúsculo. ¿Quién ha estado allí, para empezar? Rodeado de fronteras, ninguneado por sus vecinos y con el mar muy lejos, demasiado como para mantener la cordura, la nación no cuenta con ejército alguno y sus aspiraciones parecen tan pobres a nivel global que sus súbditos deben sentirse el hazmerreír de Europa. Y quizá sea por eso por lo que Ibn Al Rabin decidió crear esta delicia de nombre Las Migajas. Su protagonista, un Barón, súbdito fiel del ínfimo país, arde en deseos de convertirlo en un referente mundial. Para ello tiene un plan, uno a prueba de bombas: desviar un tren y llevarlo a Vaduz, la capital liechtensteniana. El por qué de semejante misión debes buscarlo en la trama del tebeo, pues tampoco queda clara. Pero eso no es problema para disfrutar de semejante premisa, pues una miríada de virtudes engalanan un tebeo que se convierte en una de las sorpresas del año.
Está claro que al lector habitual es el nombre de Frederik Peeters lo que le impulsará –con acierto- a hacerse con un ejemplar del tebeo. Razones no le faltarán. Gracias a un trazo elegante, un ritmo narrativo férreo, una calidad en los diseños excelente y una inaudita capacidad para reproducir emociones y sentimientos, Peeters es ya un maestro y en esta casa se le ha aplaudido hasta decir basta. Peeters es buque insignia de la BD de calidad del siglo XXI y sus seguidores no solo se multiplican sino que su capacidad como contador de historias contagia el interés de lectores normalmente ajenos al mundo del tebeo, siendo por tanto no sólo un autor bestseller, sino uno de esos artistas que al atraer otro tipo de consumidores logra expandir la importancia del tebeo en el mercado del ocio. Ahí es nada.
Entonces, los lectores picarán, pero quizá cierto temor se instale al descubrir que el guión no está a cargo del propio Peeters, sino que lo firma un tal Ibn Al Rabin. Semejante apelativo es el seudónimo de un tipo llamado Mathieu Bailif y si rebuscas por Google, los textos sobre su ocupación como creador y editor de fanzines saciarán al curioso más perezoso. Entonces es cuando se hace necesario ojear sus planchas como dibujante y guionista. Al Rabin apenas usa diálogos. Sus viñetas suelen ser una sucesión de siluetas básicas, una suerte de teatro de sombras, con los que juega al chiste y al sarcasmo, casi siempre de manera brillante. Pero, ¿y los diálogos? Vale que un buen tebeo, como una buena peli, debería entenderse solo con la mirada, y a golpe de recuerdo la confirmación de esto nos llega con aquella manida frase de Hitchcock que afirma que una secuenciación visual debería entenderse sin sonido, pero también es cierto que unos diálogos acertados estimulan la calidad de una obra. Peeters, además de ser un ilustrador superdotado, también tiene buena mano para la palabra, de modo que esto lo convierte en un narrador sobresaliente. ¿Está su partenaire a la altura de su trazo? ¿Es capaz este humorista gráfico de crear una trama y unos diálogos a la zaga del bueno de Peeters? Pues que viva la virgen que no solo está a la par, sino que el tal Bailif le hace el moonwalk al autor de Lupus sin ayuda de agarres de suelo. Entonces, ¡sorpresón! Las Migajas se convierte en otro tebeo que adorar en el estante, otro título que rondará los laureles de ambos autores con toda la pompa que su calidad demuestra.
¿Y por qué resulta tan bueno? Los más pedantes dirán que en su prosa ronda el espíritu de Italo Calvino o de Boris Vian, tanto como sus imágenes podrían haber sido pergeñadas por simbolistas o surrealistas, desde Buñuel a Gilliam, con gotitas de Moureau y McCay. Y razón tendrán. Un lector más a pie de la cultura popular podrá aplaudir la influencia del western y del cine de evasión. Algo hay también de cierto vanguardismo de los sesenta y el ánima que ronda el tebeo demuestra un desparpajo cómico que recuerda a Peter Sellers y a Les Luthiers. O quizá todo lo anterior son inventos de una mente como la de un servidor, que es capaz de vislumbrar esas influencias porque son las únicas referencias que posee. Tal vez. Lo que resulta innegable es que Las Migajas es un entretenimiento particular. Tanto que desborda personalidad. Desde el primero hasta el último de sus personajes está cincelado con la querencia por el esperpento y lo estrafalario. Desde el Barón que motiva la trama, con su aristocrático porte, ultranacionalista revolucionario, defensor de las buenas costumbres y de los mejores placeres, hasta los esbirros siameses, dos brutos cosidos a la mitad, cuyo intelecto es ajeno a las costumbres de la física elemental. Y demostrando que, como Mad Max IV, una persecución puede vehicular –nunca mejor dicho- toda una trama, el tebeo gira en torno al proceso de secuestro y huída del tren que los llevará –o no- a Vaduz. Mientras, serán perseguidos por hordas de pistoleros de San Marino, boicoteados por su propio encantador de vías e ignorados por el alquimista secuestrado. Todo ello con el ferrocarril ya en marcha y a todo vapor.
Las Migajas, como cuenta su prólogo, nació casi de casualidad y tardó años en ver la luz por una serie de circunstancias que son desgranadas por el propio autor del guión. Sea como sea y haya tardado lo que haya tardado, debería caer en tus manos antes de que Liechtenstein decida anexionar España. Si todos sus inquilinos tienen el ímpetu del Barón, más te vale bajar ya a la tienda de cómics más cercana.
Si te interesa Peeters, aquí van sendas entrevistas para esta casa:
Entrevista y charla con Frederik Peeters, 2012
Entrevista Frederik Peeters, 2009
Y por supuesto, una buena cantidad de reseñas:
Píldoras Azules
Koma
Aama 4
Aama 3
Aama 1 y 2
Dándole Vueltas
Castillo de Arena
Guión - 8
Dibujo - 10
Interés - 9
9
Las Migajas es una delicia, una sorpresa, un tebeo que ronda a Buñuel y a Calvino.
Y señores, permitidme un sonoro aplauso por el regreso de Raul Silvestre a ZN y con una reseña excelente de una obra a descubrir del genial Peeters.
Pardiez, su retorno me acaba de costar 14 euros…
Pero bienvenido igualmente. Es una gran alegría!!!
Retratado en la feliz consideración para descartar el tebeo…. habrá que reconsiderarlo. *Demonios* 😉
Viva Peeters!
Me lo acabo de leer y me ha encantado. Es una ida de olla impresionante.