Ningún retorno ha causado tanta expectación en la historia del cómic español.
Miles de lectoras (y lectores) leyeron las aventuras de esta adolescente pecosa que vuelve convertida en una mujer hecha y derecha, pero con más de un misterio en su pasado y una hija dispuesta a resolver los enigmas que envuelven el pasado de su madre.
Pura Campos, cocreadora del personaje de Esther, ha unido sus esfuerzos al guionista Carlos Portela para explicarnos veinte años después qué fue de todas aquellas historias.
A Esther la descubría yo de rebote. Se podría decir que la miraba por el rabillo del ojo. Nunca tuve un cómic suyo, aunque ahora en mi casa hay una buena colección de tomos con sus viejas aventuras que se trajo mi mujer del hogar paterno. Entonces era yo un criaco. Irremediablemente infectado por esta febril e incomprensible pasión que parece acompañarnos a los lectores de cómic. Las viñetas me atraían sin remisión, fueran de lo que fueran. Ya era un «fan» y lo sabía. Un friki, dirían hoy. Era diferente. Para mí los cómics tenían un plus de algo que me hacía atesorarlos.
Y ahí estaba mi prima. Dos años máyor que yo. Una chiquilla bien normal. Nada friki, para que me entiendan. Para ella «el cómic», en genérico, no representaba nada. Para ella existían solamente sus lecturas. Algunas de sus lecturas eran tebeos. Y esos tebeos eran de Esther y su mundo.
Cuando iba de visita a su casa yo, enfermo, adicto, no encontraba otro asidero que aquellos tebeos, el Zipi Zape y algunos otros cuentos clásicos trasladados a la historieta por Jan (Super López).
No lo he explicado todo. Buena parte de mi enfermedad venía con subgénero. El tipo de cómic que más me tiraba era el de superhéroes o, en su defecto, las aventuras con cierta dosis de fantasía sobrenatural. Por suerte para mí, entre aquellas pilas de tebeos y tebeos de Esther, aparecían también los de una chica gato llamada Caty. El tipo de edición era el mismo que el de Esther. Igual pertenecían a una misma colección, no lo sé. La cuestión es que siempre prefería ver qué pasaba con Caty antes que asomarme a las páginas de Esther, historietas cuyo máximo atractivo para mí era el de su dibujo, cercano percibía entonces al de Edmond, el autor de Jan Europa, otro de mis tesoros de la infancia.
O sea que, como ya dije, a Esther la miraba tan solo por el rabillo del ojo. Pero sabía que estaba ahí, en la vida de mi prima, como alguien importante.
Todo esto viene a cuento de la edición por parte de Glénat de Las Nuevas Aventuras de Esther, guionizadas por Carlos Portela y dibujadas por la mismísima Purita Campos, creadora gráfica del personaje. Porque en mi opinión han sabido, quizás sin ser conscientes de ello, quizás sin pretenderlo, enseñarnos de verdad de qué va esto del cómic: de establecer vínculos. Crear personajes de carne y hueso que sepan meterse en la vida de las personas que estamos más allá del cuarto muro. Personajes con los que seamos capaces de empatizar. Que nos importen. Y que, de todas todas, como nosotros, vivan.
Por eso ha sido tan grande el acierto de Purita y Portela al dejar que el tiempo haya pasado para Esther de la misma manera que para sus lectoras. Manifestando así esa vida auténtica que latía en el interior de esta chica de papel y que sus lectoras debían por fuerza de intuir.
Un acierto que ha venido refrendado por la notable cobertura mediática que ha tenido este regreso fuera de los medios especializados (Sirvan estos enlaces a sendos artículos de El Mundo y 20 Minutos como prueba de ello)
Un acierto que se manifiesta en esa primera tirada agotada en seguida y por esa espera angustiosa de nuevas entregas que se percibe en los foros dedicados al personaje.
Porque sus antiguas lectoras han estado allí. Han acudido a la llamada de su vieja amiga. Y, reencontradas, han querido contarse qué ha sido de su vida. En este sentido, conviene valorar el hallazgo formal que ha supuesto diferenciar el presente del pasado acudiendo a aspectos de coloreado y tipografía, retrotrayéndonos a todos a aquellos lejanos tiempos en los que los tebeos lucían colores planos y rotulaciones mecánicas y frías.
Hoy las nuevas páginas de Esther desprenden calidez. Una calidez que el coloreado directo de Purita Campos y la validez de Carlos Portela como guionista han sabido conferirle. Una calidez que tira y atrapa. Si no os lo creéis, haced la prueba. Dejad este cómic en manos de alguna mujer. Costará luego arrancárselo de las manos. Doy fe de ello.
Me ha molado esos recuerdos de juventud, me recuerda en algo a los mios y por eso me atrae el tema, pero me gustaria que aportarais mas datos sobre Ester como:
El año de publicacion y su contexto.?
Cuantos numeros, volumenes existieron?
Que evolucion llevo el personaje?
Hubieron mas autores que relizaran Ester.?
Hubieron mas comics similares ademas de Caty, y quien los hacia.?
Que repercusion tuvieron en otros paises estos comics.?
Por que dejaron de publicarla (si fueron ventas u otra cosa)? Pudieron las revistas de adolescentes femeninas con los comics femeninos?
Me habeis dejado con ganas.
Me adhiero a las preguntas del Hermano Vudú. Dejando aparte el hecho de que la serie era originalmente para Inglaterra… ¿qué más?
Es creación del guionista Philip Douglas y de la dibujante barcelonesa Purita Campos para la revista Princess Tina y debuta en 1971 allá y en 1974 en España en el tebeo Lily. Luego alcanzarían a publicarse en Alemania, Holanda, Grecia, Sudáfrica, Australia y los países escandinavos.
La serie se interrumpió en Inglaterra en 1988 debido a que la editorial inglesa fue absorbida por un grupo editorial que luego decidió dejar de publicar historietas, el mismo que posee los derechos de Zarpa de Acero de Jesús Blasco y de Kelly ojo mágico de Solano López y que ahora está asociado a DC Comics.
En España la serie empezó a languidecer dos años antes, primero con el cierre de Bruguera y al año siguiente con el de la revista Pecosa.
En casa yo tengo unos tomos recopilatorios de Famosas Novelas Serie Azul Esther y su mundo, de los cuales el diez es el de númeración más alta.
Otras series que desfilan por ahí son «Los Extraños relatos del tío Arthur», (la brujita) Emma (de la cual los de Glénta también sacaron un album creo que el año pasado), Cristian y sus amigas, La familia feliz y Candy (una serie ilustrada por una bestia parda del dibujo que se llama Gerry Haylock, reconocida influencia de Alan Davis, que tiene una capacidad increible para comunicar fuerza y expresividad a partir de unos dibujos tremendamente parcos en líneas – suyas es también la serie The Guinea Pig y las ilustraciones de una edición muy antigua que se hizo en nuestro país de las Aventuras de Langelot, el espía francés aquel rubito y guaperas que algunos de vosotros y yo debíamos leer en los principios de la adolescencia)
Seguro que podéis encontrar más información sobre todo esto en el foro de Eshter y su mundo, cuyo enlace tenéis al principio del post.
saludos y gracias por el interés
Glénat ha hecho una apuesta muy personal por recuperar este material e incluso invertir en nueva producción. Estoy seguro de que con lo que tardó en volar este primer número, tratarán de rescatar el material antiguo.
Por mi parte, me alegro de que esta apuesta les halla salido a caballo ganador.
FranciX
http://www.pammhg.com
Ahá! Ahora entiendo todo!
Para mí Esther no significada nada de nada, y me estrañaba que un cómic con una portada tan «rosa» (es que es rosa!) y de un género como este estuviese teniendo tanto éxito.
Ahá! Ahora lo entiendo todo!
Gracias Toni. Ya me ubico un poco mas en el contexto.
A servir