Las puertitas del señor López, de Carlos Trillo y Horacio Altuna

Traemos la reedición de Las puertitas del señor López, de los autores Carlos Trillo y Horacio Altuna. En este compendio de relatos nos encontraremos con unos personajes odiosos pero entrañables, y con situaciones delirantes, pero siempre evidentemente metafóricas, llenas de ingenio y sátira.

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Edición original: Las puertitas del señor López (serializada por las revistas El péndulo en 1979 y Humor en 1980)
Edición nacional/España: Las puertitas del señor López (Astiberri, abril de 2021)
Guion: Carlos Trillo
Dibujo: Horacio Altuna
Formato: Cartoné. 194 páginas. 23€

Pobre, pobre Sr. López

«¡Tú siempre el mismo atontado! Cuando llegues, antes de acostarte, saca la basura»

El ser humano tiende al bienestar. La misma evolución tiene como objetivo encontrar la mejor manera de un cuerpo para adaptarse. En nuestros tiempos, ese bienestar muchas veces se confunde con no estar tan mal. Es por eso que en general, y cada vez más, se tienda a la pasividad, a la resignación de los males que parecen inherentes a la vida y contra los que nos sentimos desamparados. En este volumen, nacido en una situación de represión como lo fue la dictadura Argentina de los años 70 y 80, vemos a grandes rasgos ese sentimiento de orfandad ante lo inevitable. Con el Sr. López como gran representante del movimiento de sumisión y conformismo, esta obra se alza ante las miradas de positivismo pasivo y las señala exclamando: ¡No estamos tan bien!

Horacio Altuna nació en Córdoba capital, Argentina, el 24 de noviembre de 1941. Decidió iniciarse en la carrera de abogacía debido a que al dibujo, que tanto le gustaba, no le veía futuro. Gianni Dalfiume, su amigo y consiguiente maestro, fue el primer instigador de que el joven incursionase de manera formal en la historieta. En 1965 publicó su primera historieta, Súper Volador. Dos años después colabora en las revistas D’Artagnan, El Tony y Fantasía, de la Editorial Columba, en las que se pone a trabajar en el apartado gráfico de los guiones de Héctor G. Oesterheld (Kabul de Bengala), entre otros. Tras no lograr grandes avances en su lucha por los derechos de autor junto a la Asociación de Dibujantes, deja Columba y se inicia en la publicidad. En 1974, Andrés Cascioli, el director de arte de la revista Satiricón, lo reclama para que ilustre un guion de Carlos Trillo. En 1975, el diario Clarín anuncia que reemplazará algunas historietas. Trillo y Altuna presentan una tira, que es elegida, y es así que comienzan a publicar El Loco Chávez. Esta historieta de publicación diaria lo hizo famoso. Y así comenzaría la colaboración más exitosa del dibujante argentino. La dupla trabajarían juntos en las historietas Charlie Moon (1978), Las puertitas del Sr. López (1979-1980), que hoy traemos aquí, y Merdichesky (1981) en las revistas de Ediciones de la Urraca, Humor, Superhumor y Fierro. Como en la historieta postapocalíptica El último recreo (1982).

Carlos Trillo nació en Buenos Aires, el 1 de mayo de 1943, y desgraciadamente falleció en Londres, el 8 de mayo de 2011. El guionista es a día de hoy reconocido mundialmente, entre otras cosas, por haber trabajado con grandes historietistas que hicieron de sus palabras, imágenes que quedarán para el recuerdo. Entre sus más renombrados compañeros podemos contar a Alberto Breccia, Juan Giménez, Carlos Meglia, Domingo Mandrafina, y el propio Horacio Altuna. Tras su comienzo en 1964 en la revista Patoruzú, comenzaría una carrera nada desdeñable colaborando con Altuna en la revista Mengano, y en 1975 realizaría Un tal Daneri junto a Alberto Breccia. Colaboró también con su hijo Enrique Breccia en la serie Ave Mayor, y crearía la famosa serie El loco Chavez junto a Altuna. Entre algunas de las obras que podríamos destacar estarían Buscavidas (1981-1984), con colaboración de Alberto Breccia, Basura (1989), en colaboración con Juan Giménez, o La gran patraña (1999) en colaboración con Domingo Mandrafina, con el que ganaría el premio al mejor guión del festival Angoulême.

Tras cada puerta no había sino abismo, y aun así prefería cruzarla

En este volumen encontramos casi 40 relatos cortos en los que se nos narran las breves aventuras de un funcionario no muy afortunado llamado Sr. López (no se le nombra de otra forma en ningún relato). En cada historia López atraviesa una puerta, la mayoría de las veces la que daría al baño de su casa, de su trabajo, del cine… Tras atravesarla viaja a lugares fantásticos, desde la selva, a ciudades ficticias, salones elegantes o incluso al más allá.

Esta obra creada entre los años 1979-1980 nos ofrece diversas visiones de temas muy variados. El Sr. López es el típico prototipo de funcionario, de cabeza gacha, tripa rellena y esperanza perdida. Con una mujer descarada, no especialmente bella tanto por fuera como por dentro, y desagradecida con los esfuerzos que López pone por mantenerla; un trabajo rutinario y nada estimulante, y un jefe que tiene más que ver con un dictador que con un líder. Todo ello unido al poco ímpetu que pone López en su vida o a sus atributos entre los que se encuentra la pusilanimidad, la resignación y en general la apatía, hacen de éste el caldo de cultivo de un pobre desgraciado. Y así es.

En sus historias, López viaja a lugares de fantasía, pero incluso en esto la desgracia le acompaña, una desgracia muy metafórica en todos los casos. Tras llegar en su vida “real” a un punto de tensión considerable, López huye, buscando la salida más cercana, que siempre se encuentra detrás de la puerta de un retrete. Pero tras su viaje por el mundo fantástico que siempre parece ir en contra de su satisfacción, vuelve, no como un Superman que ha entrado en una cabina y viene con el traje de superhéroe, sino, normalmente, peor de lo que entró, por motivo de haber tenido que luchar con el problema, de forma metafórica, del que huía en su espacio de pretendida paz. Los relatos mantienen siempre la misma estructura del chiste, y pese a que parezca increíble, su forma repetitiva no se hace cargante, y aunque sí predecible en tiempos, nunca en contenido. Sin una cronología marcada por sus acciones, viajamos en cada relato como si fuera la primera vez, pues López no se transforma, es un personaje sin recorrido interior, y eso es lo que le hace tan especial, que pareciera un títere resignado a ser movido por los designios de su insulsa vida, a modo de un desdichado Lebowski que tan siquiera tiene una alfombra que recuperar.

Deambula por ingeniosos enclaves que se adentran sin ningún pudor en obras cinematográficas como Casablanca o Alien, el octavo pasajero, o en literarias, interpretando a Philip Marlowe, o entrando al mundo de La dama de las camelias. Hace también referencias a personajes reales como a Napoleón Bonaparte o, de alguna manera algo repulsiva y con una carga sarcástica muy densa, a la sex symbol del momento Bo Dereck, de la que López solo puede acceder en forma bobina; como también a la tradición más trivial del héroe casto y puro representada en un Conan de hacendado. Y por último, aunque no menos importante, manteniendo conversaciones metatextuales con el lector utilizando los bocadillos como elementos narrativos, o incluso llegando a conocer al mismísimo Dios en persona; quien no solo no parece estar muy por la labor de sentir lástima por él, sino que le reprocha no haber usado el don de la vida que le dio para reponerse de su apática forma de vida.

También cabe decir que esta serie de corte existencialista, que se mueve por terrenos surrelistas con acercamientos psicoanalíticos, hay que ponerla en el contexto de la época, y que se vio inmensamente influida por la dictadura o «Proceso de Reorganización Nacional», que comenzó en 1976 en Argentina. En muchos sentidos vemos claros ataques a las ideas represivas, como a la resignación o conformismo que se dejaba entrever en la gente que vivía pasivamente esa situación autoritaria.

En el apartado gráfico encontramos un Horacio Altua sublime. Con un trazo firme pero fluido, haciendo uso de manchas o de rayados, se hace dueño de las expresiones de todos los personajes, dándoles no solo vida sino fondo dramático. En alguna ocasión, se ven unas intenciones en los fondos que podrían recordarnos a Moebius, pero que gracias a la forma y al estilo con el que representa al Sr. López, rápidamente reconocemos al autor que está tras el pincel. En algún caso se hace uso de tramas que nos dan esa sensación de envoltura por grises que no se encuentra en las manchas habituales del dibujante. Hay que decir que en este volumen, como ya hicieron en la editorial Astiberri con el Mort Cinder de Alberto Breccia y Héctor G. Oesterheld, se han recuperado las páginas originales, sin rellenar de negro las manchas afectadas o irregulares, dándole al aspecto algo más artesanal, y que se acerca lo máximo posible a la apariencia que el dibujante concibió de la obra. Al igual que por petición expresa de Horacio Altuna, los diálogos y textos en general, han sido adaptados al castellano peninsular, con su consiguiente rotulación. Dejando así la forma original en los dibujos, pero adaptando las expresiones a unas más reconocibles por el público español.

¿Y cuál es la alternativa?

Tras leer una obra de corte tan pesimista y a veces existencialista, uno puede pensar, que en efecto, la única manera de enfrentarse a ello es la huida hacia delante, lo que se traduce en una resignación de pretendida impasibilidad. Pero de algún modo, siempre, por muy fuerte que golpee el viento, podemos encontrar un pequeño refugio, una mano que nos ayude a avanzar, a no dejarnos arrastrar por la corriente que tanto nos atrae, nos seduce, incluso nos fuerza. López lo intenta y nunca lo consigue, pero, ¿y nosotros? La pregunta no es si lo conseguiremos. La pregunta es, ¿lo intentaremos?

Página representativa de la crítica a la represión de la época

“Si asumes que no hay esperanza, entonces garantizas que no habrá esperanza. Si asumes que hay un instinto de libertad, que hay oportunidades para cambiar las cosas, entonces, quizá, puedas contribuir a hacer un mundo mejor. Esa es tu alternativa”. Noam Chomsky

Lo mejor

• Que pese a su repetición en la estructura, su lectura no se vuelva cansada gracias a su originalidad en el contenido.
• Las expresiones que Altuna logra, están llenas de vida y matices.
• La metatextualidad que se usa en algunos capítulos, digna de mención.

Lo peor

• Algunos chistes o gags (pocos, pero haberlos los hay), son hijos de su tiempo, y desprenden un poco de tufillo rancio.

Edición original: Las puertitas del señor López (serializada por las revistas El péndulo en 1979 y Humor en 1980) Edición nacional/España: Las puertitas del señor López (Astiberri, abril de 2021) Guion: Carlos Trillo Dibujo: Horacio Altuna Formato: Cartoné. 194 páginas. 23€ Pobre, pobre Sr. López "¡Tú siempre el mismo atontado!…
Guión - 8
Dibujo - 8.5
Interés - 8

8.2

Apático

Las puertitas del señor López se presenta como una obra honesta pero cruda, satírica pero con la que uno se ríe angustiado, esperando que el chiste no hable de uno mismo. Con el magnífico apartado gráfico de Altuna, unido al acido trasfondo que le otorga Trillo, esta recopilación completa de la serie se convierte en una bomba existencialista que no es apta para, curiosamente, señores y señoras López.

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Dr Kadok
Dr Kadok
Lector
22 mayo, 2021 15:44

Que grandes autores ambos, hasta en sus obras «menores». Justo ayer estaba leyendo unos compilados de las páginas de Altuna de Playboy. No piensen mal (o si…), tiene mucho de sexo explicito, pero lo más interesante son esas locas situaciones en las que Altuna pone a los personajes y su resolución, además del arte perfecto (para mi, por encima de Manara, por ejemplo), algunas historias muy extremas en su critica, como «Las Violadoras».

Gusgus
Gusgus
Lector
29 julio, 2021 3:39

Ahhh…un gran comic. Siendo argentino y lector de comics, me lo crucé a lo largo del tiempo en muy variadas y diversas presentaciones. A tal punto, que estando en la universidad, para aprobar la materia Literatura Argentina II, me tomé el atrevimiento de analizar Las puertitas del Sr. López, como un exponente literario de la literatura del Proceso de Reconstrucción nacional. Cabe destacar que a mis profesoras les encantó el trabajo, y al día de hoy, cuando lo releo, no puedo creer que el que escribió eso haya sido yo,jajajaja. En Fin, super recomendable de leer, aunque es cierto que hay ciertas cuestiones del humor que son muy pegadas a su tiempo y otras historias que son muy localistas de Argentina.