Las Tierras Otoñales 1: Garra y Colmillo.

Reseñamos el primer volumen de esta obra de autor de Kurt Busiek, junto a Benjamin Dewey y Jordie Bellaire, publicada originalmente en Image Comics.

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Edición original: The Autumnlands Vol. 1: Tooth & Claw.
Edición nacional/ España: Norma Editorial.
Guión: Kurt Busiek.
Dibujo: Benjamin Dewey.
Entintado: Benjamin Dewey.
Color: Jordie Bellaire.
Formato: Rústica, 17 x 26, 184 páginas.
Precio: 19,00 €.

 

Cuando cae entre manos un cómic firmado por Kurt Busiek, es muy difícil ignorarlo, dejarlo pasar así sin más. Su nombre nos lleva mentalmente a recordados títulos editados por las dos principales, Marvel y DC, tanto como de otros sellos del panorama estadounidense. Entre esas últimas contábamos por encima de todas a Astro City (actualmente bajo el sello Vertigo, pero que inició su camino en la Image de la década de 1990), y de un tiempo a esta parte otro título se hizo un hueco a destacar: Las Tierras Otoñales.

Esta serie, publicada originalmente por Image Comics bajo el título The Autumnlands (pero antes nombrada Tooth & Claw, subtítulo del primer volumen), comenzó su andadura en noviembre de 2014 con un primer número de doble tamaño al habitual (48 páginas) para luego continuar mensualmente hasta detenerse en el #6 por varios meses, tal como viene siendo la norma en las colecciones de autor. A la fecha cuenta con otros ocho números, contabilizando catorce en total, con los cuales se compiló un segundo tomo… pero en esta oportunidad nos detendremos en el primero. Bajo el sello de Norma Editorial, en marzo de 2016 se publicó Las Tierras Otoñales 1. Garra y Colmillo incluyendo igual contenido que el primer tomo recopilatorio de Image, y ese libro es el que aquí nos ocupa.

En esta nueva obra de autor, Busiek junto al dibujante Benjamin Dewey, nos presentan un mundo original del cual en la primera página ya notamos que tiene una gran cantidad de trabajo previo de desarrollo y elaboración, del cómo funciona y quiénes lo habitan. Estamos ante una sociedad regida completamente por la magia, con un sistema de castas perfectamente diferenciado, habitada por animales antropomórficos. Luego de una secuencia que sirve de introducción a este universo, nos enteramos que todo el status quo que acabamos de conocer, está en peligro: “la magia está fallando”. De esta manera, la narración no se detiene en detalles para presentarnos el conflicto y poner al lector (y a los personajes) en tensión; ya habrá tiempo para seguir introduciendo las demás cuestiones de este mundo, poniendo por delante la historia que se cuenta.

El capítulo inicial, aquel que fuera publicado como grapa de doble tamaño (y que reseñara el compañero Tomás Martínez en su momento), concluye concretando el cambio total de la situación del mundo y sus habitantes. En el relato principal, nada será como lo que vimos al principio, funcionando como una muestra de lo que fue y ya no será.

En lo concreto, ante la amenaza de la desaparición de la magia que hace funcionar a este mundo, en un cónclave de magos uno de ellos propone intentar un gran hechizo colectivo que traería desde el origen de los tiempos la solución a todos sus problemas: El Gran Campeón. Este ser mítico (religioso), que es atribuido por cada especie a la propia, fue quien liberó la magia para todo el mundo y luego desapareció misteriosamente. Sin elaborar demasiado explícitamente sobre lo que ocurre, por supuesto que el hechizo no tiene exactamente las consecuencias esperadas y genera nuevos conflictos, por encima del problema inicial que era la falla de la magia.

Desde ahí se desarrollará la narración principal de Las Tierras Otoñales, que nos presentará la historia de una sociedad que supo ser esplendorosa y se encuentra en su decadencia, de todo un sistema económico, político y social que se encuentra ante su mayor crisis. En el intento por salvaguardar lo establecido y volver a épocas de gloria generan mayor destrucción, problemas más graves y urgentes. Y esto tiene como consecuencia la necesidad de adaptarse a una nueva manera de vivir, de organizarse, con nuevas relaciones de poder, con un sistema de castas que se rebela como una farsa que existía para ejercer la dominación y por tanto se cae a pedazos, sumando focos de conflicto. Una vez más, como habrán notado, mediante personajes que son animales antropomórficos en un relato de fantasía épica, se nos habla mucho más de nuestro mundo y nuestra historia (y presente) de lo que a primera vista puede parecer.

Desde ahí en adelante, la narración de Las Tierras Otoñales se presentará como una combinación del mencionado género de fantasía pero combinado con el sobreutilizado subgénero de las catástrofes post apocalípticas, con algún que otro atisbo de ciencia ficción (que promete ser desarrollado con el devenir de la historia). Entremezclado con eso, nos encontramos con intriga política en las internas de la sociedad caída en desgracia, sumando personajes que intentarán sacar provecho a toda esta situación para su beneficio (por poder o por dinero), junto con quienes quieren volver todo a como era antes y los que simplemente buscan sobrevivir. Para ello, se nos introduce a una gran cantidad de personajes de diferente tipo y especie, cada uno con su personalidad, intereses y objetivos. Otra muestra del gran trabajo previo de parte del equipo autoral que tiene esta serie.

Por supuesto que, además de las intrigas, este cómic tiene una buena cuota de acción con explosiones y luchas cuerpo a cuerpo, en un equilibrio narrativo del que hace gala Busiek para llevar el ritmo de la historia. Capítulo tras capítulo (o número tras número) nos encontramos con perfectas dosis de todo lo enumerado, conduciendo el relato y haciéndonos conocer de a poco cada vez más de este universo y sus personajes, generando un interés creciente por todo ello y deseo de ver hacia dónde se dirige la historia.

Quien realiza un gran trabajo también es Ben Dewey, que debe lidiar con muchos personajes y muy diferentes, logrando dar vida y expresividad a tantos animales distintos, en escenarios que requieren igual o más trabajo creativo. De la misma manera, logra imprimir toda la tensión a las escenas de mayor acción sin ir en detrimento de las no pocas escenas que tienen por protagonistas a los diálogos, sosteniendo la lectura atenta.

Su trabajo está coronado por los colores de Jordie Bellaire, premiada con un Eisner durante el año de la edición de estos cómics, teniendo en cuenta lo hecho aquí (junto con otros tantos títulos). Entre todo lo que ella realiza en Las Tierras Otoñales, cabe destacar especialmente la manera de presentar los hechizos, la magia, uno de los elementos fundamentales de la serie que sobresale tal como debe ocurrir.

Un detalle complementario que bien vale mencionar, es que cada capítulo tiene un breve relato en prosa en el comienzo, los cuales contextualizan y profundizan lo que se verá en dicho número, ofreciendo una perspectiva diferente que introduce y aporta a la lectura, acompañado de espectaculares ilustraciones, con un aspecto que recuerda a viejas novelas de fantasía.

Concluyendo con este volumen, Garra y Colmillo cierra con un enorme continuará, que promete mucho más por ver en el segundo (denominado Criaturas del Bosque), y así lo haremos pronto a partir de la reciente edición española de parte de la misma Norma.

  Avance de más páginas de Las Tierras Otoñales 1: Garra y Colmillo.

  Edición original: The Autumnlands Vol. 1: Tooth & Claw. Edición nacional/ España: Norma Editorial. Guión: Kurt Busiek. Dibujo: Benjamin Dewey. Entintado: Benjamin Dewey. Color: Jordie Bellaire. Formato: Rústica, 17 x 26, 184 páginas. Precio: 19,00 €.   Cuando cae entre manos un cómic firmado por Kurt Busiek, es muy…
Guión - 9
Dibujo - 9
Interés - 9

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Alberthor
Alberthor
Lector
8 noviembre, 2017 21:41

Es un cómic al que le tenía ganas, después de leer la reseña más ganas aún, pero hasta que este señor no acabe la obra, creo que me abstengo