El penúltimo ronin
Parece mentira que hayan pasado ya casi tres años desde la publicación de Las Tortugas Ninja: El Último Ronin en el mercado español. Esta historia venía a ser “la última historia de las Tortugas Ninja”, o al menos de las Tortugas tal y como las hemos conocido siempre. En ella, se nos presentaba a “El último Ronin”, la última tortuga con vida tras una tragedia ocurrida años atrás. Esta tortuga portaba un antifaz negro y las armas de todos sus hermanos caídos. Su identidad resulta un misterio hasta alcanzar un punto bastante avanzado en la trama. El tono de la narración es muy oscuro en todo momento, alejado de la imagen que la mayoría podría tener de la franquicia. La tragedia, el derrotismo e incluso los problemas mentales inundaban unas páginas a cuya lectura, seguramente, nunca habríamos esperado enfrentarnos.
Las historias futuristas en las que se narra la última historia de un personaje o grupo de personajes no es algo nuevo. Ocurren en fanfics, ocurren en nuestras propias cabezas y también, a veces, en obras oficiales de la editorial de turno. Sin embargo, a menudo se les resta importancia por pertenecer a líneas temporales alternativas y porque, en mayor o menor medida, casi siempre arrastran cierta sensación de “historia escrita por un fan”. Al enfrentar a los personajes a situaciones tan extremas, es difícil conservar la esencia que nos hizo quererlos en un primer momento. Se enfrentan a escenarios inéditos para ellos, lo cual es a la vez gran parte de la gracia y gran parte de por qué se produce la sensación mencionada. Es común sentir que algo no encaja del todo, que así no sería exactamente como se comportarían dichos personajes ante las situaciones expuestas.
En El último ronin, esta sensación se reducía en gran medida gracias a que contaba para su guion con uno de los creadores originales de los personajes, Kevin Eastman. Quién mejor para conocer cómo sería la “última historia” de estos personajes que él. A su lado, el arquitecto principal del exitoso reinicio de la franquicia en forma de cómics para IDW: Tom Waltz. Al aunar todos estos elementos, no es de extrañar que El último ronin marcara un éxito sin precedentes para la editorial norteamericana. Uno que, además, cobra todavía más importancia si cabe en el contexto de crisis general que atraviesa desde hace años.
No obstante, “la última historia de las Tortugas Ninja” lo era con matices. Para aclarar tales matices entra en juego la miniserie que nos ocupa en el día de hoy. El último Ronin: Los años perdidos es una suerte de secuela/precuela a los acontecimientos de El último Ronin (a secas). Editada en España nuevamente por ECC Cómics, su narración se divide en dos líneas temporales distintas.
La primera línea temporal se localiza poco después del final de El último Ronin. Sin entrar en muchos detalles, en ella podemos ver cómo los personajes que sobrevivieron al capítulo anterior lidian con su nueva realidad. Además, se nos presenta en mayor detalle a quienes parecen ser una nueva generación de Tortugas Ninja Jóvenes Mutantes. Cuatro personajes entrañables, parecidos a los que ya conocíamos, pero con ciertas particularidades que los dotan de un necesario matiz único.
La segunda línea temporal nos sitúa, en primera instancia, unos años antes de los sucesos de El último Ronin. En ella podremos conocer con más detalle el calvario que atravesó la Tortuga sobreviviente tras perderlo todo. La narración de esta parte adopta un tono tan impactantemente oscuro como ya lo hacía su antecesora. Se profundiza en esos “años perdidos” de los que no llegaba a hablarse demasiado. Se presenta una historia de honor y venganza con regusto a clásico oriental. A través de ella, podremos vivir de primera mano el proceso que transformó a “la última Tortuga Ninja” en “el último Ronin”.
Entre los muchos elementos en los que se profundiza a través de esta narración, destaca la explicación del origen de las alucinaciones que sufre el personaje. En El último Ronin, a la tortuga sobreviviente se le aparecen constantemente los fantasmas de sus hermanos fallecidos. Si bien estos fantasmas le ofrecen consejos y apoyo de vez en cuando, en general se trata de manifestaciones surgidas de sus traumas más profundos. Le atormentan a cada momento y, al mismo tiempo, le producen cierta sensación de alivio, de compañía. Aunque sepa que no son reales.
Este era uno de los elementos más oscuros, retorcidos y, francamente, interesantes de El último Ronin. Por ello, es de agradecer que en esta segunda parte se ahonde en ellos su origen de una forma tan enriquecedora. La contradicción de que la última Tortuga Ninja con vida se sienta atormentada por estas alucinaciones pero, al mismo tiempo, no quiera que se vayan porque son lo último que le queda de sus hermanos fallecidos, es uno de esos conceptos salvajes que uno no esperaría, quizás, encontrar en un cómic oficial de la franquicia que ha sido ideado por su propio creador original.
Las dos líneas mencionadas, la del presente (en el futuro) y el pasado, se entrelazan de un modo interesante para ofrecernos una historia de mensaje algo más optimista que la anterior. Una visita más a los momentos más bajos de estos personajes que retuerce sus bases para, en este caso, recordarnos cuál es la esencia que los define. Podríamos hablar, de hecho, de una reconstrucción ideada por la misma persona que construyó a los personajes en primer lugar.
En cuanto al dibujo, aquí tenemos un amplio catálogo de dibujantes que se encargan de dar vida a las distintas partes de la historia. Las páginas del presente las dibuja Ben Bishop, mientras que las del pasado corren a cargo de SL Gallant y Maria Keane. También hay unos fragmentos del diario del maestro Astilla ilustrado por el propio Eastman. Para homogeneizar el resultado tenemos a Luis Antonio Delgado como colorista de todas las partes.
Además, de los cinco números principales de la miniserie Los años perdidos, ECC también publicó un número autoconclusivo especial titulado El día perdido. Este número especial se publicó entre el cuarto y el quinto número de la miniserie principal y se incluye en el tomo recopilatorio norteamericano de Los años perdidos como parte de un todo. Presenta una historia centrada en April O’Neil y su apartado visual es obra de otros tantos artistas: Ben Bishop, EsauEscorza, Isaac Escorza y Freddie E. Williams II.
En definitiva, estamos ante un nuevo capítulo del futuro decadente de las Tortugas Ninja que vuelve a resultar más que satisfactorio. Sin embargo, sí que puede transmitir la sensación de que se trata de un capítulo algo secundario en comparación con el primero. Los conceptos presentados siguen siendo igual de interesantes y sorprendentes, pero ya no cuentan con el mismo elemento sorpresa ni parece haber tanto en juego. El dibujo cumple en todo momento, pero no iguala los niveles de visceralidad sucia de la parte anterior. Aun así, se trata de una digna sucesora de El último Ronin.
Guion - 8
Dibujo - 7
Interés - 8
7.7
Legado
Aunque se queda algo por debajo de la miniserie original, estamos ante una digna y recomendable sucesora.