Edición original: Marvel Comics – noviembre – diciembre – 1993
Edición España: Comics Forum – julio – noviembre – 1994
Guión: Bob Harras, Fabian Nicieza, Roy Thomas, Scott Lobdell
Dibujo: Steve Epting, Andy Kubert, David Ross, John Romita JR, Jan Duursema
Entintado: Tom Palmer, Matt Ryan, Tim Dzon, Dan Green,
Color: Tom Palmer, Joe Rosas, Bob Sharen, Steve Buccellato, Kevin Sommers, Mike Rocwitz, Joe Andreani, Chris Matthys, Pat Garrahy
Portada: Steve Epting, Tom Palmer
Precio: 175 pesetas (serie limitada de cinco números en formato grapa de veinticuatro páginas. El último número es un especial con el doble de extensióny un precio de 300 pesetas)
En el año 1993, dos de las franquicias grupales de la casa de las ideas cumplían treinta años. En ese momento, Marvel, al igual que DC, se encontraba enfrascada en una dura competencia contra la recién fundada Image Comics, en unos tiempos en los que una burbuja especulativa había disparado artificiosamente las cifras de ventas de los tebeos. En ese momento, la escudería mutante era la joya de la corona y el albergue de una media docena de cabeceras, en tanto que el estandarte vengador mantenía dos series -no por mucho tiempo- y, merced al trabajo de Bob Harras, Steve Epting y Tom Palmer, había recuperado el interés del público, que había abandonado la nave tras la repentina espantada de John Byrne. Una ocasión ideal para embarcarse en una aventura en la que los Vengadores y la Patrulla-X pudieran encontrarse nuevamente, tomando como premisa la historia en común -que no era, ni mucho menos, poca, a esas alturas-, cerrando algunas tramas más o menos añejas y abriendo otras, en la mejor tradición «claremontiana».
El escenario escogido para el desarrollo de la historia, sería la nación insular de Genosha. Esta creación del patriarca mutante -en aquel estío en el que Rick Leonardi y Marc Silvestri se encargaban de dibujar la serie principal, que había recibido el premio de una cadencia quincenal veraniega- cuyo horrendo nombre compite en los anales de la geopolítica de pijamas y poderes con San Diablo o Boca Caliente, fue presentada a finales de los ochenta como un trasunto de la Sudáfrica del apartheid, cambiándose a la población de origen no europeo -británica o afrikaaner- por una comunidad mutante cuya propia naturaleza les convertía en objeto de dominio público y vetaba el reconocimiento de una personalidad jurídica propia. Tras su primera aparición, sería también el lugar escogido para la última aventura de la franquicia-X en la que participaron Chris Claremont y Louise Simonson –Proyecto X-Terminio-. Cuando, en 1990, los cambios en el país austral anunciaron el principio del fin del principio de segregación racial, Genosha pasó a convertirse en una alegoría de conflictos étnicos más sanguinarios de la época, como la guerra entre hutus y tutsis en Ruanda o la conflagración civil que desgarró la antigua Yugoslavia. Humanos y mutantes combaten en una pelea sin cuartel que ha hundido al país y, consecuentemente, la Patrulla-X y los Vengadores se verán en la tesitura de tomar cartas en el asunto.
La premisa que lleva a los dos equipos cumpleañeros a meterse de lleno en esta guerra civil, viene dada precisamente por el título de la historia. En esos tiempos, la Bruja Escarlata y Mercurio -célebres componentes del cuarteto loco del Capi- están en el servicio activo en los Vengadores. Wanda ha afianzado su posición como jefa de la división californiana, en tanto que Pietro ha vuelto tras un largo período de ausencia -en el que tonteó con la posibilidad de retomar el legado de su padre, liderando la facción más belicosa del movimiento mutante y pasó por el renovado Factor-X de Peter David-. A su vez, Crystal Amaquelin, la inhumana con poderes elementales, esposa más-o-menos-separada de Mercurio y madre de su hija Luna, milita junto a su pareja en la división neoyorquina. La pequeña, a su vez, es, consecuentemente, nieta de Magneto pero, por su condición de descendiente de dos ramas de la humanidad, ha nacido sin poderes. Eso constituye una ofensa para quienes siguen y veneran al poderoso amo del magnetismo, que consideran anatema que su ídolo tenga una pariente en línea directa que sea una persona normal y corriente. Los Acólitos -una cuadrilla afín al viejo amigo / enemigo de Xavier- harán los movimientos oportunos para secuestrar a Luna y llevarla al país que, según ellos, simboliza el futuro del conflicto humano-mutante, forzando a los Vengadores y a la Patrulla-X a seguirles.
En esos momentos, los héroes más poderosos de la Tierra marveliana se encontraban disfrutando de un estatus jurídico particular, merced a su vinculación con las Naciones Unidas. Esta relación -que, si no me falla la memoria, fue introducida por Larry Hama, durante su breve estancia como guionista en la colección principal de la franquicia- saltará por los aires en esta aventura, pudiendo considerarse otra de las maniobras de Harras para que el equipo volviera a sus premisas originales. La desautorización de la ONU para una intervención por parte de los Vengadores será ignorada por estos, en la medida en la que hay cuestiones personales bien poderosas que mueven a su intervención. Por su parte, la implicación de la Patrulla-X no solo vendrá dada por el hecho de que los seguidores de su mayor adversario estén en danza -y por el hecho de que Mercurio haya estado próximo a un equipo X- sino, también, por el reclutamiento de Charles Xavier -en su calidad de experto en asuntos mutantes- para la empresa de intentar parar el baño de sangre. Esta misión aportará algunos momentos ciertamente entrañables -al menos, para la afición veterana- cuando Henry Peter Gyrich -el antiguo enlace entre el gobierno estadounidense y los Vengadores- se encuentre de nuevo con la Bestia -que no ahorraba en puyas y bromas para con el antipático funcionario, en los días en los que Jim Shooter escribía, directa o indirectamente, la colección vengativa- y la presencia del USAgente como músculo y guardaespaldas del profesor X.
Lazos de Sangre es una de esas aventuras que, sin quererlo sus responsables, se ha convertido en un buen ejemplo de lo que era Marvel en aquellos tiempos y, en especial, de lo que era la franquicia mutante. La marcha de Chris Claremont ha convertido a la escudería en un coto en el que el editor responsable -que es, a su vez, el guionista de la serie madre del área vengadora- ejerce un control bastante férreo sobre este buque insignia de la flota editorial. La colección patrullera principal está en manos de un Scott Lobdell cuya principal virtud parece ser el fiel cumplimiento de las órdenes de la superioridad; la cabecera hermana -creada a mayor gloria de Jim Lee- tiene a un Fabian Nicieza que no puede desplegar en ella el talento que demuestra en X-Force o Los Nuevos Guerreros. Por su condición de colecciones-estrella, cuentan con dos dibujantes de renombre, fuste y tronío, como son Andy Kubert y John Romita JR, pero los pobres guiones no están a la altura de estas circunstancias gráficas.
Por su parte, y como se ha dicho un poco más arriba, los Vengadores -al menos, la colección dedicada a la división este- han ido recuperando fuerza, merced a la labor de un equipo creativo que ha decidido que el equipo se asemeje -al menos, gráficamente, a las propuestas de la competencia «imaginera»-: cazadoras de cuero, bat-cinturones, barbas de tres días y gestos más o menos adustos. Esta propuesta, que no fue del gusto de buena parte de la parroquia lectora, debe ser valorada en su justa medida, pues Harras -al que resulta bastante fácil denostar, tanto por sus labores pasadas como presentes- trabajó con personajes que no formaban parte del núcleo duro de la franquicia vengadora. Su alineación no tenía primeras figuras -quitando al Capi, pero sus andanzas relevantes eran patrimonio de Mark Gruenwald- y, pese a ello, hizo un trabajo que, a día de hoy, se reivindica y se pide para reedición -como queda patente en los comentarios vertidos aquí y aquí-. Son los Vengadores «harrasianos» los verdaderos protagonistas de este encuentro, pues su división californiana, está dando sus últimas boqueadas. El número que les corresponde en esta aventura -el 101 en la numeración yanqui- será el de la abrupta despedida de Roy Thomas -al que podemos ver trabajando, una vez más, con los mutantes patrulleros, con los que firmara junto a Neal Adams una etapa memorable-.
Si se observa la promoción de la época, se pueden percibir una serie de cambios entre lo que se anunciaba y lo que, finalmente, vio la luz de la impresión. Así, en algunas de las imágenes de propaganda, podemos encontrar la presencia de Factor-X. Su relación con Mercurio podía haber justificado su aparición pero, si tenemos en cuenta que se trabajaba con dos grupos principales que, a lo tonto, podían sumar medio centenar en lo que a su membresía respectiva refiere, resulta lógico que, para una aventura relativamente corta -un número por cada cabecera, más uno especial de conclusión, con el doble de páginas- se prescindiera de su concurso. Más importante resultó el cambio de enemigo principal ya que, en principio, la premisa es que fuera Magneto el adversario. El amo del magnetismo, dado por difunto -je, je, je- en la aventura de despedida de Chris Claremont, había sido recuperado poco antes, para protagonizar un nuevo enfrentamiento con Charles Xavier. La historia Atracciones fatales se cierra justo antes de la conmemoración del trigésimo aniversario patrullero-vengador y, a su vez, celebra los dos años de X-Men, pero ha dejado a Magneto con el cerebro de una lechuga. En su lugar, el villano a batir será Éxodo. El cambio tiene, en mi opinión, la justificación adicional de que, en base a la evolución que Claremont había dado al gran enemigo de la Patrulla-X -de villano desencajado «lee-kirbiesko» a persona dotada de ciertos principios y fuertes convicciones- hubiera sido muy difícil de tragar que, pese a haber retornado a su alineación tradicional, estuviera dispuesto a mancharse las manos de sangre con su propia ídem. Éxodo resuelve la papeleta, presentando a un oponente sumamente poderoso, al que solo las fuerzas combinadas de los dos equipos en danza podrán frenar. Sin embargo, el personaje tiene un problema común a buena parte de las aportaciones y creaciones de esa época: es estúpido, ampuloso y vacío por lo que, ni de lejos, llega a estar a la altura de su líder. Aquí, Harras intenta llamar la atención y suscitar interés en torno al personaje, a través de un Caballero Negro que parece haber tenido una historia anterior con Éxodo -misterio que se resolverá unos años más tarde, tras alguna que otra pista en la colección de Cable- pero, en esta historia, los autores no consiguen otra cosa que presentarle como un imbécil dotado de grandes poderes.
En España, la historia se publicó en la forma de esta serie limitada, habida cuenta de que solo las colecciones X estaban coordinadas cronológicamente, en tanto que las series vengadoras se hallaban refugiadas en la línea Grandes Sagas Marvel.
En resumidas cuentas, se trata de una historia de aniversario que no mata del susto, pero tampoco lo hace de la impresión, sirviendo, como siempre, para intentar que lectores de uno y otro lado picaran con las colecciones de la otra franquicia.
Buena reseña, muchas gracias.
Yo en aquella época echaba de menos a mis vengadores de los 80 y su asalto a la Mansión. Este modelo de equipo y muchos de sus personajes no me parecían disponer del señorío que se le debería dar a la membresía en los Vengadores. Y la estética me horripilaba.
Hoy en día valoro más la etapa y creo que esta miniserie fue bastante entretenida (aunque creo que me falta una de las grapas) con el problema evidente de Éxodo. Y no sólo por ser tonto, sino porque era de esos personajes cuyos poderes no estaban claros, lo que lo unes a Sersi (que un día transmutaba y otro lanzaba rayos de fuerza) y quedan unos combates ridículos cuanto menos.
Dicho esto, aunque valore mejor estas historias, sigo lamentando que no se hubiera podido contar con un Thor, Iron Man, Avispa, etc. O al menos con vengadores más poderosos como Goliath, Hércules, Hulka, Capitana Marvel o incluso Quasar sobre el terreno.