Legión, una de ángeles demoníacos

Existen dos claras visiones de Dios, el bueno y el vengativo. En esta película, que mezcla el cine de catástrofes con el de zombis, la versión que aparece de la deidad es la más cruel y destructiva. La historia, dirigida por Scott Stewart (que es bastante conocido en el tema de los efectos especiales), comienza bajo la premisa de una última plaga enviada por Dios a la Tierra para acabar, esta vez, con la raza humana. No son langostas, no, esta vez ha mandado a los ángeles.

La única salvación posible para los hombres, su última esperanza, se encuentra en un bar de carretera, el “Paradise Falls”, que se convierte en el escenario central de todo el conflicto. Allí está una joven embarazada y su bebé simboliza esa esperanza. El lugar se convierte en el eje en el que ocurre todo y recuerda a otros lugares míticos de las películas de terror de serie B, como “La Teta Enroscada” de Abierto hasta el amanecer. Porque esta película no esconde lo que es en realidad, un producto de serie B al uso, repleto, eso sí, de caras conocidas: Dennis Quaid, Tyrese Gibson, Kate Walsh y Paul Bettani, entre otros.

Bettani es el protagonista. Interpreta al arcángel Miguel, que no estando de acuerdo con “su jefe” decide cortarse las alas y proteger al bebé contra los demás ángeles. Su personaje es un sosias del Terminator de Schwazenegger, incluyendo su hieratismo y su falta de empatía real para con los hombres. Los que esperen ver a Paul Bettani demostrando su calidad como actor, que se olviden, aquí está en su faceta de cine de acción (o cumpliendo para llevarse el cheque…).

Entre Legión y la cinta de James Cameron hay muchos más puntos en común, como la figura del salvador o la protección de la criatura gracias a otro personaje cercano, Kyle Reese en Terminator, y aquí el joven Jeep, interpretado por Lucas Black, el hijo de Denis Quaid en la ficción. Este último tiene en la película un papel importante, es el dueño de la cafetería, y quien organiza, de alguna forma, la defensa del inmueble ante las hordas de poseídos.

La parte en la que los poseídos atacan es la más entretenida del filme. Aunque la historia comienza con la estructura típica del cine catastrófico, en el momento en el que se descubre el problema (la mayor catástrofe posible, el Apocalipsis), la película cambia de género y nos presenta al grupo de personajes recluidos en el “Paradise Falls”, protegiendo a la madre y al bebé de los amenazadores seres que les esperan fuera. En este momento hay planos que recuerdan a la segunda película de zombis de George A. Romero, Zombie (sobre todo en el momento de los moteros).

Las dos mejores escenas de terror las protagonizan una ancianita que de pronto se transforma en uno de estos seres poseídos y la escena nocturna con el “heladero”. Cabe mencionar que en este caso, los que poseen a los hombres no son demonios, sino ángeles. La batalla entre Miguel y Gabriel (los dos arcángeles principales) también es digna de mención, si todo hubiera ido por ese camino, el resultado hubiera sido bien distinto.

Pero ni siquiera la aparente solvencia de los efectos especiales ni del reparto consiguen levantar a esta película, ya que falla en lo fundamental: el guión y el ritmo. En momentos, lo que debería constituir un ejemplo sin pretensiones de cine de serie B se convierte en una aburrida película pseudoreligiosa en la que sus protagonistas sueltan parrafadas y parrafadas que pretenden ser profundas y meditadas… Termina como todos los productos de estas características con ínfulas de franquicia, abierto a una hipotética segunda parte. Espero que lo dejen así o en caso de que la hicieran, mucho tendría que cambiar el tema para volver a contar conmigo entre quienes la vieran.

Nos leemos.