Créditos: Iker Mons y Pablo GR
El monstruo que sigue sin ser derrotado, el Leviatán
«Quiero seguir siendo humano»
La crueldad es uno de los pilares de la condición humana. Aunque, quizá también lo es la bondad y la justicia. Leviatán (Distrito Manga) del mangaka japonés KURIO Shiro pretende precisamente explorar eso. El odio y la violencia, no una gratuita, sino una necesaria que surge en las situaciones más extremas, como un accidente en un crucero espacial que deja 48 horas de aire y una única cápsula de criosueño para los escolares supervivientes.
Donde el primer tomo presentaba un escenario de desesperación donde cada parte buscaba una forma de supervivencia, el segundo es puro combate. Lo que la gente cree que es la natura en estado salvaje. En este escenario es cuando me viene la frase de Flowey en Undertale: “In this world, it’s KILL or BE killed”.
Por esta barbarie sin control, el segundo tomo se puede hacer más indigesto, ya que del tropo de supervivencia y misterio en torno a quién estará en la cápsula de hibernación (o si esta existe siquiera y no es una invención del escritor del diario) poco se trata. Se sigue a una serie de estudiantes solo para verlos empalados, cortados, desmembrados o arrojados al abismo de una muerte segura.
“Esta historia os puede parecer cruel y dura, pero mi objetivo no es tanto el de describir un mundo de violencia, sino el de imaginar la reacción de la gente en una situación extrema”, asegura KUROI. Cuando el equipo de salvamento encuentra Leviatán también descubre una montaña de cuerpos. Una tumba de hormigón brutalista y soviética.
La seriedad y el dramatismo se remarcan con un estilo de dibujo que, sobre todo a partir del segundo, el artista KURIO Shiro ha experimentado y reforzado con técnicas, como el crosshatching, la cual da volumen y sombras mediante líneas cruzadas. Incluso, la seriedad de algunas escenas se remarca con primerísimos planos hiperrealistas que denotan mayor tensión a una historia que ya tiene suficiente. Se trata de una narración de ciencia ficción, pero también hace simbiosis con el terror.
Kazuma Ichinose, es el chico protagonista, un joven que además escribe el diario que guía el argumento. Este sirve como cuaderno de bitácora para los exploradores espaciales que encuentran el crucero. El manuscrito narra a los exploradores lo que sucedió en el Leviatán durante las 48 horas que duró el oxígeno tras el accidente. “Por si no sobrevivo…”, escribe el chico. Este muchacho sufre en todo momento la paranoia y la rabia de quien parece tener la responsabilidad moral de contar la verdad. O intentarlo. “Tenemos dos días y un asesino entre nosotros”, la premisa promete una batalla y una crueldad que desafía la condición humana. Aunque quizá simplemente la reafirma.
El mangaka tenía muy claro su objetivo, ser críticos con lo peor del ser humano. Comprobar que un grupo de niños también puede convertirse en monstruo para salvar la vida. Este manga, de hecho, pretende ser una especie de experimento. Simula una de las grandes sombras de la historia japonesa, las torturas del Escuadrón 731 durante la Segunda Guerra Mundial. El grupo cruzó cualquier límite moral y lapidó los derechos humanos de miles de ciudadanos y soldados no japoneses al practicar horribles pruebas, vivisecciones e investigaciones de armas biológicas.
Hasta diez mil personas, entre civiles y militares, de origen chino, coreano, mongol y ruso, fueron sometidas a experimentos realizados por el Escuadrón 731. Además, de prisioneros de guerra estadounidenses y europeos, quienes perdieron la vida a manos de las torturas de esta unidad.
“Espero que hayas podido apreciarlo, espero que pese a las escenas violentas y sangrientas lo hayas disfrutado. Ni en sueños me hubiera imaginado tan buena acogida”, confiesa ilusionado el mangaka. El éxito en España de estos tomos ha llevado a una edición completa de Distrito Manga que incluye una caja a medida con los laterales decorados. El crucero accidentado y, en el otro lado, el único superviviente dentro de la cápsula de criosueño.
Leviatán es el particular Escuadrón 731 del mangaka KURIO Shiro.
Las escenas de los exploradores tienen un punto de thriller sobrenatural, de quienes exploran las instalaciones vacías de una gran tumba de hormigón espacial, de odio y muerte. Un espacio vacío que da mordiscos al miedo a lo desconocido.
Levitán como critica social
La edición cuenta con cuatro primeras páginas a color para destacar aquello más desagradable. Dos esqueletos, uno decapitado y otro sin brazo, parecen haberse enzarzado en una pelea a muerte. Esta es la primera escena que nos muestra el segundo tomo de Leviatán.
—Por favor, mátame ya.
—Justo así me sentía yo.
Esta es una segunda parte de subterfugios y desconfianzas, de engaños y demasiados despropósitos. De la depravación más absoluta de unos adolescentes dispuestos a matarse por vivir un día más. «Se os ha caído la mascara y se os ve toda la mierda», dice una joven a la que están dispuesta a violar. Total, todos van a morir. Algunos resisten, otros se rinden y otros luchan por una esperanza vacía. “Al crecer nos hemos convertido en personas egoístas y malvadas. Si hubiéramos seguido siendo aquellos niños inocentes…”, lamenta una de los estudiantes.
Sobre todo, remarca un concepto indispensable, la bondad genuina. “En una situación como esta lo único que les espera a las buenas personas como él es la muerte”, explica el protagonista.
Shiro Kurio y su potencial mente homicida
En este tercer tomo la paranoia vuelve a justificar que toda razón es válida para justificar un crimen. El negar que no tenías otra opción es la manera más humana de aceptar que has cometido un grave error. Se exploran cuestiones como la salud mental o la locura, para luego devolverlo envuelto y con un lazo para que el propio lector tampoco esté seguro de lo que es real. Cuando lo descubre, es mucho peor de lo que uno había imaginado. Juega con la desconfianza de uno mismo.
El final del tercero resuena con la frase más escuchada en Undertale: “Mantente determinado”. Aunque el autor tenía en mente un final más crudo y macabro creo que todos deseamos ver humanidad y esperanza hasta en los momentos más aciagos. Porque (al contrario que mi compañero Iker) creo que no se puede calificar como error ninguno de los actos que lleva una persona en su estado límite, sino una regresión al instinto animal que solo busca el hedonismo o la supervivencia.
Es ahí cuando el protagonista y su disociación de la realidad para poder sobrellevar este estado choca con una cultura y un civismo que nos eleva por encima del instinto. Cuando decide salvar a alguien inocente que estaba dispuesto a morir antes que matar, alguien que solo deseaba ver a su hermana y crecer en familia, ese alguien con valores familiares y cívicos merecía la vida más que él por representar a la humanidad y no a la visceralidad animal.
Representada doblemente con ese final algo retorcido donde uno de los buscadores se descubre como uno de los alumnos que allí estaba embarcado y constituía una especie de observador en el macabro experimento. Una búsqueda de redención del observador que no tomó parte en la contienda, que no levantó la voz para poner a todos los alumnos bajo conocimiento de causa y poder buscar una solución común, o al menos que no resultase en una muerte brutal para cada uno de ellos. Porque lo peor de cada final no fue solo el dolor que entrañaban, sino que murieron con el temor clavado en los huesos.
Dudando de cada colega con los que fueron a la escuela, temiendo al frío y vació espacio que los rodeaba y a la misma jaula que era el Leviatán, cuyas paredes se iban cerrando sobre ellos, asfixiándolos poco a poco por la falta de oxígeno. Que será un autor nobel, pero la capacidad de representar el dolor y agonía ha sido sublime en toda la obra, así como la caída en locura del protagonista. Esta llega a su punto álgido con la página del cristal quebrado, que como la psique del personaje se resquebrajaba apuñalada por él mismo para no enfrentarse a la realidad.
Apunte que veo necesario, después de representar todo el sadismo animal que hasta los jóvenes serían capaz de ejercer en situaciones extremas, en el momento de revelar el motivo de la colisión creo que el autor no hizo suficiente hincapié en mostrar quiénes son los verdaderos monstruos de esta historia. Porque no podría culpar a unos niños que encierran en un escenario de muerte segura, pero vaya si puedo culpar a quien los mete en este Kodoku. Gente fría y sin escrúpulos que por avance de una suerte de “ciencia” o “sociología militar” ha hecho, hace y hará estas barbaridades.
Leviatán sin duda es una obra imprescindible para cualquier amante del manga o la ciencia ficción. «Quiero seguir siendo humano», es la mejor sentencia que hace uno de los chicos. La mejor definición también para un título que en ocasiones se niega a ser cruel. Desde el principio de la historia se menciona una coyuntura que, como Ray Bradbury en Fahrenheit 451, no quiere golpearte el mentón hasta el final. Leviatán es un magnífico ejercicio crítico para comprender lo terrible del ser humano cuando decide dejar de serlo.
Igual el nombre del barco es más acertado de lo que parece. Además de ser un monstruo colosal marino, se cree que es una representación de la oposición humana a Dios, siendo este capaz de poseer humanos en la corriente medieval y siendo imposible de exorcizar. Monstruo que aparece en el Apocalípsis y que nunca ha sido derrotado. No creo que la razón del nombre sea solo el tamaño de la nave, ni porque asemeje a un barco. Aquí el Leviatán es lo que duerme en las profundidades del ser, y que nunca será derrotado mientras el ser humano lo siga siendo.
LO MEJOR
• El dibujo es excepcional.
• Al ser la primera obra del artista, se nota su evolución artística. Su depuración.
• Juega con cuestiones inherentemente humanas.
LO PEOR
• El segundo tomo se desmarca de la temática para mostrar pura barbarie, pero el tercero merece quedarse un poco más en el Leviatán.
Guión - 9
Dibujo - 9
Interés - 9
9
Odorigui
Leviatán de Shiro Kuroi tiene el potencial de un clásico. Se trata de una obra de ciencia ficción y terror que rivalizaría con algunos de sus predecesores en el género. Con un estilo de dibujo oscuro y detallado, Kuroi critica la deshumanización y revela que, en condiciones límite, la bondad puede ser letal. Y, al mismo tiempo, que es la única manera.