Liga de la Justicia 3000 Núm. 2

 

Edición original: Justice league 3000 núms. 5 a 8 USA
Edición nacional/ España: ECC Ediciones
Guión: J.M. DeMatteis, Keith Giffen
Dibujo:Howard Porter, Raymund Bermúdez
Entintado: Howard Porter, Wayne Faucher
Color: HIFI
Formato: Rústica, 96 págs. A color.
Precio: 8,95 euros

 

¿Por qué es tan fácil hacer llorar y tan difícil hacer reír?

Según las psicólogos es porque los humanos, en conjunto, sufrimos de idéntica manera el dolor, la pena, la muerte, el abandono, la soledad… mientras que lo que nos hace felices y nos arranca una sonrisa es algo tan personal que exige un enorme esfuerzo intelectual encontrar ese chiste, comentario, situación o historia que sea capaz de sacarnos de las entrañas una sonrisa.

Y es por eso por lo que las comedias, o cualquier historia en la que se busca divertir, de la manera que sea, deben ser mejor consideradas.

Keith Giffen y J.M. DeMatteis forman una de los equipos más en forma de la industria del cómic. Su trabajo se sincroniza a la perfección y en sus historias y diálogos se destila el buen hacer de dos autores que aman su trabajo y entienden que una buena sonrisa es la mejor recompensa a todo su esfuerzo.

Keith Giffen, nació hace 62 años en Queens, Nueva York. Su primer trabajo fue en Marvel con el guionista Bill Mantlo en una historia titulada “La Espada y La Estrella”. Su principal aportación al universo Marvel es la creación de Mapache Cohete, más de moda que nunca desde su aparición en la película Los Guardianes de la Galaxia. Pero si por algo es recordado Giffen es por dos trabajos suyos desarrollados en la editorial DC. El primero es La Legión de Superhéroes, aunque no hay que olvidar que es el también el creador de Lobo. El segundo, la Liga de la Justicia Internacional. En la Legión hace gala de un ingenio mordaz al tomar el control de la serie no solo como dibujante, sino también como guionista. Sus tramas son mucho más que simples historias futuristas y desarrolla un lenguaje propio y personal con los lectores al incluir bromas en textos escritos en Interlac, apariciones de personajes Marvel, etc. Pero sería en la segunda, la JLI, donde su trabajo se iba a encontrar con el de J.M. DeMatteis.

DeMatteis, de 61 años, tenía dos aspiraciones en la vida: ser dibujante de cómics y ser músico de rock. Tocaba en un grupo y dibujaba lo suficiente como para ser admitido en la escuela de artes, pero ambas ambiciones se quedan en solo eso y su carrera se ve desviada hacía la escritura. Sus primeros trabajos son obras relacionadas con el terror para la serie House Of Mistery, pero no es hasta 1984 que consigue trabajar en Marvel y publicar una miniserie de Namor y en Epic la novela gráfica MoonShadow, la primera serie pintada del cómic americano. En 1986 llegaría el Doctor Extraño y en 1987 junto con Mike Zeck escribiría una de las mejores historias de Spiderman: La cacería de Kraven. Al volver a DC coguionizaría la serie de la Liga de la Justicia. Al ser cancelada y relanzada como Liga de la Justicia Internacional su trabajo quedó unido para siempre al de Keith Giffen.

Y ahora vuelven a unirse para demostrar que son capaces de dar lo mejor de sí mismos en esta nueva y diferente encarnación de un concepto que tan bien fueron capaces de reinterpretar.

Seguimos avanzando en la trama de los Cinco y su dominio de la galaxia con nuestros héroes atrapados en un planeta prisión del que difícilmente van a poder escapar. El enfrentamiento con estos seres casi todopoderosos solo puede acabar de una manera… el problema es que el verdadero enemigo no viene de fuera.

La historia es la excusa para que los guionistas vayan desmenuzando a los personajes poco a poco, capa a capa, porque aunque lleven los uniformes de los clásicos no hay que olvidar que no son ni Clark, Diana, Bruce, Barry o Hal. Se trata de personajes nuevos, con inmensa capacidad para evolucionar y los autores van a ir desojando a estos desconocidos para descubrirnos que tal vez no sean tan diferentes de sus antepasados.

Giffen y De Matteis se preocupan de apoyar su futuro en el actual presente del Universo DC nombrando conceptos que están ahora mismo desarrollándose. Uno de ellos es la Isla de Cadmus, almacén de ADN metahumano, que sobrevive al paso del tiempo y se integra perfectamente en el año 3000.

Otro de los aciertos de la serie es el uso de los villanos. La amenaza es tan enorme, tan desproporcionada, que el lector no sabe que esperar. No importa lo que creas que puede pasar, en esta serie los malos son muy malos y lo demuestran. No se limitan a decir que van a conquistar el universo, lo hacen, sin largos discursos (bueno puede que si haya largos discursos, pero la acción final siempre supera al monólogo en contundencia).

En este segundo número se nota una cierta relajación en cuanto a la carga cómica, con conversaciones que camuflan el drama que se esconde detrás de la aparente superficialidad con la que los personajes manejan su situación. Pero en las distintas capas que tiene este cómic se esconde más de lo que a simple vista, o primera lectura, puede intuirse. Asumir su situación personal, sus poderes ambiguos, su origen real y lo que todos parecen esperar de ellos encierra una poderosa tragedia.

Howard Porter sigue explotando sus nuevas habilidades narrativas y estilísticas, aunque aún se siguen detectando los errores del Porter de antaño. Una de las facetas que más ha desarrollado es la ambientación, preocupándose de llenar la viñeta con fondos detallados con edificios futuristas, alienígenas… (en ese futuro multirracial que Giffen y De Matteis se preocupan por ir mostrándonos).

Villanos de nuevo cuño a la altura de los héroes más grandes. Acción bien temporizada, narrativa acertada, diálogos incisivos y tremendamente dinámicos hacen de esta serie un divertimento en estado puro que merece de nuestra atención y nuestro tiempo.