Escribir un cómic de superhéroes implica mucho más que montar un escenario con el que plantear una serie de amenazas y crear un conflicto en el que la acción, el drama, incluso el humor, se den la mano con el objetivo de resultar interesante al lector. Escribir una serie es mucho más, es añadir caracterización, plantear nuevos retos, sembrar conceptos novedosos, no conformarse con lo establecido o pensar que el valor de los personajes es más que suficiente como para que la serie se sustente por si misma. Escribir es hacer que la realidad sea fantásticamente increíble a través de la imaginación y en esto, Steve Orlando no está especialmente inspirado.
Las series de grupos son complejas de escribir. El equilibrio entre cada personaje es fundamental para que todos puedan aportar un valor añadido al conjunto, de tal forma, que el lector perciba ese todo como una mejora sobre la aportación individual. La alineación de la actual Liga de la Justica se presentó como un grupo distinto, con miembros muy diferentes entre los que teníamos a ex villanas, heroínas urbanas, investigadores, novatos, héroes consagrados y salvajes sin escrúpulos, en una combinación tan inusual como interesante, capaz de satisfacer a cualquier aficionado. La serie ya ha superado su primer año, y salvo el soplo de aire fresco que representó el viaje de Choi al microverso a buscar a Ray Palmer, lo que mejor ha definido esta etapa hasta el momento es la palabra: reciclaje.
Orlando se ha dedicado a reciclar ideas, ideas que no son suyas, rescatando villanos de antaño, lo que no es algo que esté mal por si mismo, ya que es una práctica habitual en este medio y género, para hacer uso de forma muy poco imaginativa de todas esas némesis. El escritor de Midnighter y Apolo, mira a las grandes sagas de la Liga, al trabajo de Morrison, sin vergüenza alguna, para inspirarse, si es que es posible usar dicha palabra, para construir sus historias con sabor a otros tiempos. Y sería algo fantástico si el uso de todos estos conceptos sirviera para hacer algo nuevo, rompedor… y no una repetición de algo que ya hemos podido leer antes.
Orlando maquilla con talento sus carencias en caracterización mediante el uso sistemático de historias paralelas a la principal que pueden llevar al lector a pensar que hay más fondo del que se puede percibir a un primer vistazo. Usar a
Aviso de Spoiler |
es la muestra clara de lo errática que está siendo la etapa de Orlando al frente de la colección. Usa a las glorias de otros para no innovar, no avanzar, mostrando una y otra vez la misma cara de unos personajes que languidecen en sus manos sin sufrir evolución alguna. Relacionarse con las personas no es solo discutir, es aprender, es crecer, es mejorar y no mantenerse inamovible en un par de facetas de la personalidad que son las que sustentan cada uno de los diferentes arcos argumentales que aparecen en estos números reseñados.
El grupo ha regresado de su excursión por el microverso, un intento muy loable de Orlando por desbancarse y hacer algo nuevo, para regresar de nuevo a caer en la desidia. El equipo, ahora sin Batman, actúa sin mucho rumbo, con sus miembros mostrándose abiertamente al público en general, para ser esa Liga que está con la gente. Y es sobre este planteamiento con el que Orlando firma su mejor trabajo en estos arcos, pues a través de una entrevista desnuda a la Liga de forma descarnada, algo forzada y con algún diálogo muy masticado para que sirva a sus propósitos, pero muy funcional, a fin de dejarla en el punto justo para lanzarla de bruces al primer villano de la función.
A partir de este punto todo son diálogos repetitivos, reforzando una idea que ya ha quedado clara desde el principio, pero que se empeña en seguir machacando de forma cíclica, como si de un metrónomo se tratara, al lector que ha de arrastrarse entre la trama para poder ir avanzando a golpe de discurso grandilocuente por parte de héroes y villanos.
Entre los arcos argumentales de estos números también está el primer anual de la serie, usado para dar algunas respuestas al lector en lo que a Lobo se refiere. Y es que todos se han preguntado las razones que hacen que el czarniano esté trabajando dócilmente con el equipo de Batman. Un número correcto, que no destaca por mucho más.
La maldad escondida es algo que ha encendido la imaginación de multitud de escritores, entre ellos Orlando, que se lanza al trote a fin de usar a Frost para poner en marcha su siguiente historia. Una en la que sí quiere colocar sus propias semillas, que florecen y marchitan tan pronto como empieza a traer glorias de otros momentos del Universo DC. Una trama que también está llamada a responder a la pregunta del espejo y que decepciona por no estar a la altura de lo planteado con el enigmático presagio que sirvió de excusa para la formación de grupo.
El trabajo del escritor en la serie está lleno de rozaduras, ampollas, molestias, cortes, laceraciones y dolor en general, por como desaprovecha el potencial de los componentes de la Liga y se dedica a mirar a otro lado, dejando que todo se vaya marchitando lenta y agónicamente. Lo que fue un rebrote de esperanza con la aventura en el microverso, se ha muerto con estos arcos argumentales en los que la Liga lidia con multitud de situaciones sin resultar atractiva en ningún momento.
Es una lástima que el conjunto de este proyecto no acabe de funcionar. Los diamantes esta ahí, disponibles, pero Orlando prefiere ignorarlos y parece atascado en un piloto automático que no le hace ningún bien a la serie. La JLA merece más, mucho más y ya empieza a resultar muy complicado seguir depositando más esperanza en una serie sin originalidad, en la que poco se puede rescatar.
Decepcionante.
Guion - 5
Dibujo - 7.5
Interés - 5
5.8
La serie no sabe cual es su sitio y vaganbudea ideas de otros a fin de intentar rescatar y mantener a los lectores de antaño. Un objetivo que no funciona y es que hay cosas que ni la nostalgia puede salvar.
Infumable