Un quiero y no puedo
Ponemos al día la serie de la Liga en su etapa a manos de Brian Michael Bendis, para ver si la colección logra remontar los tristes resultados cosechados por sus dos primeros arcos argumentales.
Para la ocasión dejamos atrás los combates cósmicos y regresamos a una trama más mundana en la que la Liga se ve afrontando las consecuencias finales de la desaparición de Leviatán. Bendis, astuto como es, juega con sus propios juguetes, añadiendo a la serie a Jaque Mate, al tiempo que compone un relato en el que explora ramificaciones derivadas de las acciones de Mark Swan. Para ello pone a la Liga en la pista de la Royal Flush Gang (de los que hablaremos luego) cuyas aspiraciones villanescas han aumentado exponencialmente.
Este grupo de pintorescos villanos son una creación de Gardner Fox y Mike Sekowsky, que crearon al grupo en Justice League #43 (1966). Desde aquellos días hasta hoy, ha tenido varias encarnaciones, con cambio de miembros, nuevas gerencias, separaciones, reencuentros, muertes, expansiones, siendo una de sus apariciones más recordadas la que motivó que Booster Gold se uniera a la recién formada Liga de la Justica Internacional, bajo la tutela de Maxwell Lord (que los contrató para crear el conflicto entre la banda y la Liga). Han luchado contra la Liga y también han sido enemigos recurrentes de Green Lantern.
Con el villano, en este caso villanos, bien definidos, añadiendo al coctel muchas de las dinámicas que el propio Bendis ha ido creando en DC desde que llegara a la editorial hace ya cuatro años, construye una historia que recupera el tono, en cierta parte, de lo que debería ser una serie de la Liga de la Justicia. La dinámica entre los miembros de la Liga mejora notablemente, se ven detalles en los que los miembros de la vieja escuela se relacionan con los miembros de la actual formación, lo que consigue tener esa sensación de plenitud que siempre debe estar presente en la serie.
Con Bendis trasteando con sus cosas, la historia gana en ritmo, sin perderse en su propia historia, como si ocurría en los anteriores números. La obsesión del guionista por añadir y añadir, ideas, conceptos, personajes, se queda en un segundo plano, dando paso al uso de los recursos propios del Universo DC. Eliminada esa presión, que se dejaba notar en las tramas anteriores de manera muy clara, cuando el guionista de Naomi se mostraba incapaz de urdir una historia que de forma orgánica permitiera la introducción de esas ideas que le obsesionaban. Pero esto es todo lo positivo que se puede decir de este arco, entretenido, dinámico, y sin embargo tan olvidable como los dos anteriores. Seguimos inmersos en historias sin trascendencia, sin impacto real y perdurable en la memoria del lector.
La dinámica que tiene Bendis a la hora de tratar a grupo es cada vez más pobre. No hay cohesión de equipo, no hay sensación de que tenencia a algún sitio, interactuando, compartiendo ese escenario que es el Salón de la Justicia. Lejos quedan los días en los que estos héroes hacían algo más que estar siempre combatiendo amenazas, sin que se puedan ver los conflictos internos de estar juntos. Perder esto por el camino es síntoma de desgaste creativo y de no entender la dinámica de la serie.
Muchos de los personajes de la nueva alineación de Bendis no tienen serie propia. Por tanto, es la oportunidad perfecta para crear un espacio fiable y duradera en el que puedan desarrollar sus cualidades como personajes. Black Adam, Hipólita, Hawkgirl, Canario Negro, Green Arrow y el caso más flagrante de todos, Naomi, creación del propio Bendis, que es apartada de la serie y en sus breves apariciones su interacción es nula o intrascendente. Un desastre.
Así que lo que se gana por un lado, se pierde por otro, quedando todo en el mismo punto en el que estábamos antes. Seguimos sin tener una serie digna de la Liga. Bendis se limita a mantener el piloto automático para cumplir y cobrar, pero su trabajo dista de ser una fracción de lo que podría hacer con el grupo. Hay un atisbo al finalizar la historia de esa chispa que comentamos al principio de relación entre sus miembros, pero llega tarde y apenas puede levantar el vuelo en una historia que resulta errática desde su inicio.
En lo que se refiere a nivel gráfico, Phil Hester cumple en lo visual. Su trabajo fluctúa entre lo funcional y lo inspirado, de forma algo dispar. Hay momentos en que logra narrar bien lo que Bendis plantea, construye un entorno que impacta cuando debe hacerlo, para después dejarse llevar por un dibujo muy básico, sin apenas apreciarse algo de fondo que permita posicionar la acción. Es como si de repente dejara de interesarle la propuesta… y desde aquí entendemos que así debe ser dado el trabajo de guion que le debía entregar Bendis. Así que en lo que se refiere a dibujo, nueva palada de cal y arena. Un dibujo con el que se siente la desidia que desprende la serie, que pugna por despuntar para añadir lo que el guion no logra ofrecer.
Y una vez plasmado esto, queda hablar del trabajo de RAM V en la historia complemento que nos acompaña desde el inicio de la serie, con Merlín montando su particular fiesta mágica con la que acceder a poderes y compañeros de viaje de lo más peculiar. Llegamos al final, entre comillas, de esta trama inmersos en conflicto final entre la Liga de la Justicia Oscura y Merlín, con un desenlace inesperado. El guionista de La Cosa del Pantano no se mueve un ápice de lo que sabe que funciona y desde el principio ha sabido conjugar el conflicto con los personajes. RAM V si le dedica tiempo a los maestros de la función y hay siempre un hueco en la trama para que, mediante apenas un diálogo, se pueda sincronizar el sentir de la ficción y el sentir del lector. Y todo ello sin necesidad de artificiales ejercicios de ego. Con la inclusión en la serie del anual de la JLO, escrito por RAM V y Dan Watters, se consigue completar este periplo que ha logrado erigirse como una obra sólida, por encima de la serie principal, sin ser siquiera una historia especialmente innovadora. RAM V ha jugado a un juego mucho más sencillo, aplicando las herramientas que domina, sin salirse de su propio guion. Un trabajo que cumple de principio a fin, sin que por ello se sienta que sea algo para cumplir el expediente.
En dibujo la JLO también destaca con un trabajo más detallado, aunque en algunas ocasiones más confuso, por parte de los dibujantes Sumit Kumar y Christopher Mitten, que despliegan su arte para captar el tono esotérico que tiene en todo momento la trama de Merlín, sin dejar de lado la carga emocional que desprenden los personajes.
En resumen, un nuevo arco que mejora al anterior, pero sin suficientes argumentos propios como para erigirse de manera clara como un cambio palpable en la dinámica del grupo. Un tratamiento superficial de la Liga, con una historia pobre, que no logra rescatar a una colección en caída libre. En contrapunto, la JLO de RAM V, funciona a la perfección y sirve de contra argumento al trabajo planteado por Bendis.
Lo mejor
• De nuevo el complemento de la JLO se come a la serie madre.
• Cierto cambio en el tono que hace que este arco sea algo mejor que el anterior.
Lo peor
• El tedio que desprende la historia.
• Falta una dirección clara y explotar al máximo los recursos de una alineación que apenas se luce en manos de Bendis.
Guion - 5
Dibujo - 7
Interés - 5
5.7
Sufrimiento.
Una serie que solo invita a seguir leyendo el saber que la etapa de Bendis lega a su final y que saber que ocurre nos deja preparados para afrontar dark Crisis con ciertas garantías. Aún así, este nuevo arco mejora mucho el resultado del anterior.
No os preocupeis, que seguro que Bendis se redime en su Liga Vs Legion (es broma).
Yo si ECC saca la Liga Oscura aparte la compro. Pero solo en una edicion con 0 Bendis añadidos
Yo creo que deberíamos hacernos un retcon mental e imaginar que Bendis jamás trabajó en DC. Su perfil profesional mejoraría mucho.
Por qué solo en DC, ya que estamos que abarque también gran parte de su trabajo en Marvel.