A lo largo de la historia de la Liga de la Justicia se ha podido disfrutar de muchas alineaciones diferentes (Alineaciones 1 / Alineaciones 2) Desde lo más variopinto como la de Giffen y DeMatteis a lo más icónico, como la de Grant Morrison, pasando por encarnaciones donde la Liga mostraba una alineación irregular, descompensada y poco eficaz como la de Detroit o la de Jurgens. A esta lista se ha de añadir la última de las encarnaciones de la Liga, la que ha surgido bajo el auspicio de Batman con el viejo apelativo de Liga de la Justicia de América y de la que vamos a hablar ahora que se ha cerrado su primer arco argumental.
Steve Orlando es el encargado de dar forma y sentido a una alineación que de primeras se muestra abiertamente inestable. Los personajes seleccionados para configurar a esta Liga van desde villanas arrepentidas, a alienígenas psicópatas, pasando por héroes novatos y heroínas curtidas en mil batallas. Un cóctel atractivo y que difícilmente uno puede ignorar a poco que sea aficionado a DC. Sin embargo, este combinado de estrellas no acaba de cuajar de forma adecuada, y no porque no se hayan ocupado de presentar a los personajes menos conocidos con especiales previos a la serie, sino por como está de desequilibrado el grupo al completo. Ahora bien, este desequilibrio no se debe tanto al equipo reunido, sino más a una primera historia disfuncional en la que los villanos, los Extremistas, resultan una amenaza vacía para el lector.
La Liga se reúne a petición de Batman que invita, u obliga, a cada miembro a formar parte de esta nueva Liga con la que mostrarse más cercano a las personas. Esto ya de por si hace que los dientes chirríen al leerlo. No es posible tener una excusa peor para el grupo que Batman ha formado. Orlando rompe de esta forma el vínculo con el lector que ya se ve muy condicionado para disfrutar de la historia a partir de este punto.
Orlando construye una trama muy superficial, cargada de discursos grandilocuentes que acaban por ser repetitivos y machacones hasta el hastío. Los villanos están muy alejados del maravilloso trabajo realizado por Giffen y DeMatteis en la Liga de la Justicia de Europa, mostrándose como simples sombras de lo visto antaño. Con unos villanos descoloridos la historia no se sostiene y el conjunto se desmorona hasta llegar a ser una lectura pesada.
Orlando no acaba de tomarle el pulso al grupo que va perdido a la deriva en todo momento, destacando solamente Vixen, Killer Frost y Canario Negro, a las que Orlando les da un especial protagonismo. Este trío de heroínas aporta cierto grado de frescura al grupo, por ser tres personajes diametralmente opuestos y tener cada uno de ellos un rol muy definido en la Liga, pero sin poder llegar a salvar del tedio a este primer arco.
Tras la aventura con los Extremistas, el grupo se embarca en otra trama en la que han de derrocar a un traficante de armas exóticas, donde la Liga parece ganar más presencia y la historia resulta menos deslucida. La mejora es sutil, pero suficiente para renovar la esperanza de que en este grupo solo es cuestión de tiempo que se puedan disfrutar grandes historias.
Merece la pena mencionar a Lobo, ya que es un personaje muy complicado de tratar en la encarnación de Giffen y Grant, por su extrema tendencia a la violencia y su carácter difícil. Orlando muestra claramente que Lobo le viene grande y desaprovecha por completo las virtudes de tener a semejante individuo en las filas de la Liga.
Y solo queda hablar de unos de los miembros más infravalorados en este primer arco, Átomo, que pasa sin pena ni gloria por la historia, soltando alguna frase de vez en cuando y poco más, salvo en el número cuatro que si que tiene protagonismo gracias a la historia con la que Orlando pretende empezar a profundizar más en Choi. Toda una lástima dada la importancia del personaje en Renacimiento por su implicación en la búsqueda de Ray Palmer. Esperemos que Orlando no se haya olvidado de esto y nos recupere a Átomo en posteriores números.
La Liga de la Justicia de América es una montaña rusa, no de emociones, ni de diversión, sino de momentos interesantes y momentos tediosos, que hacen que cueste mucho depositar la confianza en el grupo y en la colección.
Puede resultar curioso, pero ayer se estrenó la Liga de la Justicia y justo cuando DC lleva a la gran pantalla a su grupo por excelencia, en los comics estamos viendo dos series de la Liga que no acaban de arrancar con la fuerza que merecen.
En el aparado gráfico tenemos a Ivan Reis que realiza un trabajo a la altura de su talento, pero del que no podemos disfrutar mucho ya que enseguida comienza a ser sustituido por otros dibujantes como Andy McDonald, Jamal Campbell, Diogenes Neves, Felipe Watanabe, que mantienen a buen nivel el aspecto gráfico de la serie, pero sin llegar al espectacular trabajo de Reis del que hay que señalar, por eso de ser justos, que no realiza uno de sus mejores trabajos y esta como descentrado en cuanto a composición de página. Tal vez por eso a partir del cuarto número de ECC ya no lo tengamos presente en ningún momento.
Un arranque titubeante, errático, sin rumbo claro, que se sostiene gracias a los personajes femeninos que Orlando sabe tratar con esmero. Una obra que en su conjunto decepciona pero que esconde un potencial que esperemos no tarde mucho en aparecer.
Guion - 5.5
Dibujo - 8
Interés - 6
6.5
Titubeante.
UN incio de serie algo erratico con el que cuesta conectar.
Coincido con la reseña, de hecho estuve apunto de bajarme (la hago por previews) pero el último arco argumental «Panic in the Microverse» me ha resultado lo suficientemente seductor como para darle una segunda oportunidad. Sin haber inventado la rueda Orlando consigue la épica necesaria para dejarte con ganas de más a cada número y destila esa grandilocuencia de las historias clásicas de los supergrupos setenteros y ochenteros. No se cómo seguirá la cosa pero ese arco lo recomiendo fervientemente.