Edición original: Little Nemo: Return to Slumberland (IDW Publishing). Edición nacional/ España: Septiembre 2015 (Planeta Cómic). Guión: Eric Shanower. Dibujo: Gabriel Rodriguez. Entintado: Gabriel Rodriguez. Color: Nelson Daniel. Formato: Cartoné. 112 págs. Precio: 20€.
Pocas obras en el mundo del cómic se pueden considerar tan fundamentales como Little Nemo en Slumberland de Winsor McCay, una obra maestra del noveno arte que ayudo a definir y cimentar el lenguaje del cómic a principios de siglo XX y que contribuyó en gran manera a convertir las tiras cómicas en una expresión artística de gran aceptación popular. Cien años después de finalizar su publicación en periódicos estadounidenses la obra de McCay sigue siendo un referente indiscutible y un deleite visual para todo aquel que se acerque a disfrutar de las magníficas planchas que nos legó el artista. Con este referente bien presente, el guionista Eric Shanower y el dibujante Gabriel Rodríguez han rendido un delicioso homenaje a la obra de McCay regresando al mundo onírico de Slumberland y presentando a un nuevo Nemo y sus aventuras en el país de los sueños.
En el mundo del cómic, cuando se anuncia un proyecto que pretende recuperar una obra o personaje fuertemente vinculados a un autor (normalmente su creador) suele provocar cierto escepticismo además de levantar algunas voces airadas contrarias al mismo que no desean ver como las editoriales ganan dinero mancillado el recuerdo de dicha obra por una idea espuria. Pasó por ejemplo cuando se anunciaron nuevas aventuras protagonizadas por Spirit, el personaje creado por Will Eisner, que acabaron recibiendo cierto reconocimiento gracias a la excelente labor que realizó Darwyn Cooke. En el caso que nos toca el escepticismo, si cabe, fue aún mayor ya que la obra que se pretendía actualizar en una miniserie de cuatro números ni siquiera era un comicbook sino una tira dominical aparecida hacía más de un siglo atrás. Sin duda se presentaba como un proyecto complicado y parecía difícil que el resultado final fuera a convencer a nadie pero Shanower y Rodríguez parece que tenían las ideas muy claras y el resultado final no podía ser más satisfactorio, cosa que evidencia la excelente acogida que ha tenido la miniserie y el reconocimiento que ha recibido la obra en las entregas de premios de este año (premio Eisner a la mejor miniserie incluido).
El enfoque adoptado por Shanower oscila entre ser una secuela de la obra de McCay y un remake de la misma actualizando algunos elementos a los tiempos moderno, manteniendo en todo momento un profundo respeto por el material original, con abundantes referencias y homenajes a las historias de McCay y siendo fiel al espíritu de su creación. Sin duda una tarea complicada pero que refleja el amor de estos artistas por una obra tan influyente como es Little Nemo. La historia comienza cuando la princesa de Slumberland tiene que escoger a un nuevo compañero de juegos y selecciona al pequeño James Nemo Summerton para ello porque su nombre le recuerda a otro niño con el que compartió grandes aventuras tiempo atrás. Así el nuevo Nemo es invitado a Slumberland donde realizará fantásticos viajes y conocerá a personajes tan pintorescos como el rey Morfeo, el chico de caramelo o el liante Flip.
Lo primero que llama la atención de la obra, además del increíble dibujo de Gabriel Rodríguez del que ya hablaré más adelante, es la naturalidad con la que Shanower ha adaptado la idea original y la ha convertido en una historia adecuada para el formato comicbook sin que se resienta el espíritu de la obra. Es inevitable en este punto recordar otro de los trabajos recientes del guionista que es la adaptación al cómic de las novelas de L. Frank Baum sobre el mundo de Oz, obra con la que este Regreso a Slumberland tiene más de un punto en común. Sin duda la experiencia de Shanower adaptando el material de Baum le ha servido para construir el guion de Little Nemo, donde encontramos el primer viaje al país de los sueños que realiza el joven Nemo y mediante el cual vamos conociendo las peculiaridades de este mundo y de sus habitantes. En este sentido se trata de una obra con un marcado carácter introductorio que servirá a los lectores que no conozcan la obra original para adentrarse en este particular universo, conocer a sus simpáticos habitantes y disfrutar de las aventuras que pude ofrecer el país de los sueños. Para aquellos que sí conozcan el material en el que se inspira esta serie, descubrir los abundantes homenajes y referencias que sus creadores han incluido en el relato será un aliciente añadido para disfrutar del relato.
Como en todo ejercicio de actualización también hay algunos elementos que han sido cambiados para adecuarlos a los tiempos modernos. El propio protagonista, Nemo, ha visto actualizados su look y su actitud para ser más acordes con la infancia actual y el bueno de Flip pierde por el camino sus inseparables puros para sustituirlos por palitos de regaliz. De la misma forma algún personaje clásico que hoy en día podría entenderse como ejemplo de racismo desaparece de la historia para ser sustituido por una mascota más políticamente correcta. Sin duda elementos necesarios para contemporizar la obra y que no afectan en absoluto para respetar el espíritu de Little Nemo y seguir ofreciendo un magnífico entretenimiento.
El aspecto formal del relato también ha sido cuidado con esmero, algo lógico teniendo en cuenta que si por algo ha perdurado en el tiempo la obra de McCay es por el portentoso e innovador apartado gráfico que tiene. Las historias de Little Nemo eran contadas en una página de gran formato (de un periódico de principios del siglo XX) en la que el autor gozaba de una libertad absoluta para manejar la disposición de las viñetas a su antojo pero que siempre concluía con una viñeta en la que el pequeño Nemo se despertaba de su sueño. Shanower y Rodríguez trasladan este concepto al formato comicbook de forma muy sabia, sobre todo en el primer número de la serie, construyendo su relato y recurriendo cada pocas páginas a esa viñeta en la que Nemo se despierta de su sueño. Así, el primer acercamiento a Slumberland tiene dos páginas antes de recurrir a la viñeta del despertar, el segundo tiene tres páginas y el siguiente cuatro y así hasta el final del número. Ya en el siguiente número la viñeta de despertar se reserva para la última página dejando el resto para narrar la historia de Nemo en Slumberland y adoptando el formato cómic de forma natural dentro del relato
Otro aspecto destacable, herencia también del trabajo de McCay, es el cuidado que hay en la narrativa de cada página. Aquí Shanower y Rodríguez unen esfuerzos (como se puede apreciar en los extras que hay al final de tomo) para ofrecer un festín visual de composiciones de páginas llamativas e imaginativas pero que en ningún momento entorpecen la lectura sino que la hacen fluida y muy clara. En este apartado podemos encontrar verdaderas maravillas como las transiciones de la cama de Nemo a Slumberland que aparecen en el primer número (y que incluyen numerosos homenajes a tiras clásicas), el trasiego de Nemo por el palacio de Slumberland del segundo número y el magistral periplo por la torre teselada del tercer número. Una maravilla visual que se ve complementada por el magnífico dibujo de Gabriel Rodríguez en el que posiblemente sea el mejor trabajo de su carrera. La riqueza del trabajo de Rodríguez destaca en lo detallado de su dibujo, la gestualidad de sus personajes y el excelente trabajo con las perspectivas y la profundidad de campo de muchas viñetas.
Estamos ante una obra que con muchos méritos propios que respira amor y respeto por el material original en el que se inspira y que sirve de merecido homenaje a dicha obra a la vez que presenta a las audiencias actuales una creación imperecedera digna de ser recuperada una y otra vez.
Merece una mención especial la cuidada edición que ha realizado Planeta de esta miniserie, apostando por un formato más cercano al del cómic europeo, con tapa dura y páginas más grandes que permiten disfrutar mejor del detallado arte de Rodríguez. Además han incluido numerosos extras como un excelente prólogo de nuestro compañero Javier Agrafojo, las portadas originales y alternativas y una interesante comparativa entre el guion de Shanower y los lápices de Rodríguez en la que se aprecia como ambos autores compenetran sus esfuerzos para conseguir las imaginativas composiciones de página que encontramos por toda la obra.
Edición original: Little Nemo: Return to Slumberland (IDW Publishing). Edición nacional/ España: Septiembre 2015 (Planeta Cómic). Guión: Eric Shanower. Dibujo: Gabriel Rodriguez. Entintado: Gabriel Rodriguez. Color: Nelson Daniel. Formato: Cartoné. 112 págs. Precio: 20€. Pocas obras en el mundo del cómic se pueden considerar tan fundamentales como Little…
Superar a McCay en su propio terreno era tarea imposible y creo que los autores ni lo intentan. Como bien dices, es una virguería de homenaje, confeccionado con mucho amor y sensibilidad, y Gabriel Rodríguez (el dibujante de ‘Locke & Key’) da el do de pecho.
Gracias, también, por tus amables palabras sobre una introducción que fue un placer escribir.
Sencillamente delicioso, ojalá tenga continuidad y pueda seguir la magia.
Gran reseña, Alejandro!
Superar a McCay en su propio terreno era tarea imposible y creo que los autores ni lo intentan. Como bien dices, es una virguería de homenaje, confeccionado con mucho amor y sensibilidad, y Gabriel Rodríguez (el dibujante de ‘Locke & Key’) da el do de pecho.
Gracias, también, por tus amables palabras sobre una introducción que fue un placer escribir.