Lo Mejor de 2011: Vertigo, Icon y el lado independiente de Marvel y DC

Dentro de las últimas incorporaciones a la familia, la nueva maxiserie de los autores de 100 Balas ha conseguido ganarse el benplácito de los miembros de nuestro equipo. Alejándose de los deprimentes suburbios de los Estados Unidos en los que el Agente Graves y sus minutemen llevaban a cabo sus interminables tramas de conspiraciones criminales y venganzas, Azzarello y Risso nos trasladan a un futuro postapocalíptico para componer un nuevo microcosmos humano en el que nuestra especie trata de poner rumbo al planeta Marte mientras la alienación, la ingeniería genética de diseño y tecnologías del futuro que parecen haberse quedado obsoletas desde hace mucho brindan un nuevo campo de posibilidades para las mediocridades diarias de nuestra existencia. La soledad, el crimen y la miseria son factores comunes en un mundo tan decrépito como fascinante en el que nos sumergimos através de la mirada de un cosmonauta que afronta sus últimos días en la superficie del planeta rojo. Através de un interminable flashback, Orson nos narra como pasó de ganarse la vida malvendiendo chatarra a convertirse en una celebridad a raíz de un caso de secuestro infantil. Brindándole a los autores un sugerente entorno en el que dar rienda suelta a lo mejor de si mismos, Spaceman viene a corroborar ese eterno axioma de que mientras más cambian las cosas, más siguen igual.

Con su traslado desde Image hasta la línea de producción propia de Marvel Comics, el Casanova de Matt Fraction continúa siendo un dechado de imaginación y delirio ante el que es imposible resistirse. Heredero de las grandes creaciones de Michael Moorcock, el superladrón Casanova Quinn vuelve a la carga tras tres años de ausencia en el tercer volumen de sus aventuras. Con Avaricia, Matt Fraction le aplica la sexta marcha al peculiar universo de metaespionaje repleto de universo alternativos, sexualidad polimórfica y conceptos que desafían la razón. Habiendo podido disfrutar además del recoloreado de los anteriores volúmenes, la obra más personal del autor de El Inmortal Puño de Hierro y The Order sigue siendo uno de las obras más fascinantes y envolventes que se pueden encontrar en el panorama independiente actual. Aunque algunos de sus trabajos en Marvel Comics también tienen su aquel, si tenéis que quedaros con una única serie del actual responsable de las aventuras de Invencible Iron Man y Thor aseguraros de que sea esta.

Las dos o tres décadas que podríamos definir como el período de transición entre los siglos XIX y XX fueron un caldo de cultivo excepcional en el que el arte prolifería en todas sus formas dando como fruto un ingente tropel de obras inmortales en el que la literatura de evasión cobró un especial protagonismo. Estos fueron los años en los que prosperarían las obras de autores como Jules Verne o Rudyard Kipling o en los que se narrarían las aventuras de prototipos heróicos como Sherlock Holmes, Tarzán o El Zorro. Producto del crisol de culturas americano, L. Frank Baum forjaría con la saga de Oz uno de los clásicos de la literatura infantil americana más populares e imaginativos de la historia. Y aunque casi tres años hemos tardado en nuestro país para poder disfrutar de la vivísima adaptación de Eric Shanower y Skottie Young, el derroche de energía que esta nos ofrece da forma a una obra irresistible y llena de ternura tan recomendable para los pequeños de la casa como para aquellos adultos que quieran reencontrarse con las ensoñaciones de su infancia. A la espera de que Panini publique los próximos volúmenes, solo nos queda desear que los autores continúen brindánonos nuevas entregas de esta deliciosa adaptación de la obra del literato.

Mucho ha llovido ya desde que Bendis fuera un prometedor guionista que comenzaba a destacar dentro de la estela independiente con obras como Jinx, Torso o Powers. Dando el salto a la primera plana de la industria con títulos que seguían manteniendo esa vena independiente (con Ultimate Spider-Man, Alias y Marvel Knights: Daredevil a al cabeza) hoy es una de las figuras más importantes del panorama del comic americano en general. Siendo uno de los principales arquitectos de Marvel Comics desde que tomara las riendas de los Vengadores, tras adentrarnos en la Edad Heroica Bendis ha vuelto a flirtear con su lado más independiente con obras que van desde su carismático acercamiento al Caballero Luna hasta las ciotadas Brilliant y Takio. Sin embargo, nuestras favorita de estas obras que recuperan al Bendis que más nos gusta más ha sido la aguerrida Scarlet. Acompañado por su sempiterna pareja de trabajo Alex Maleev, recupera el lado más experimental del guionista con un estimulante uso de la narración desestructurada y las rupturas de la cuarta pared. Sumergiéndonos en un relato con papeletas para convertirse en un emblema generacional, la serie nos narra las peripecias de la contestataria Scarlet Rue quien, haciendo frente a un sistema corrupto, acaba provocando una nueva nueva revolución en América.

Creado por Joe Kuebert a mediado de los sesenta, el Soldado Desconocido es uno de los personajes más evocadores y sugerentes que nos haya ofrecido el género bélico dentro del noveno arte. Con un nombre plagado de amargas connotaciones y las perennes vendas que cubren su rostro, desde su creación en Our World at War ha protagonizado un buen puñado de grandes relatos entre los que podríamos destacar las obras iniciales del patriarca de los Kubert o la última miniserie de Garth Ennis. Extrayéndolo de su entorno natural para trasladarlo al ensangrentado corazón del continente negro, Dysart reinventa al personaje en la piel del reputado cirujano Moses Lwanga quien, de vuelta África tras años de exitosa carrera en los Estados Unidos, se enfrentará a los terribles demonios que habitan en su interior. Brutal, descorazonadora e implacable, la obra nos sumerge en la trágica situación de un mundo definido por la violencia en el que tienen cabida los más terribles actos de barbarie bajo la mirada aucomplaciente de los supuestos países «civilizados». Como un cadáver todavía fresco que rezuma sangre y drama mientras lo sobrevuelan las aves de rapiña de occidente, el corazón de África se muestra como asfixiante escenario que late con el brio de mil tambores de guerra atrapándonos en su descarnado hechizo como lo hace con su protagonista. Habiendo finalizado su andadura a lo largo de este último año, esta durísima obra a la mejor tradición de la versión MAX del Punisher de Ennis tenía que entrar por necesidad en nuestra lista.

Acabamos de estrenar el año y los primeros augurios con respecto al 2012 cinematográfico se presentan con unos presagios poco halagüeños. Y es que tras el empacho de muertos vivientes primero y chupasangres después, todo apunta a que este año los cuentos serán los nuevos vampiros. Desde Erase una vez a la versión emo¿gótica? de Caperucita Roja, lo que vimos el año pasado solo fue el comienzo del aluvión de estrenos ligados a los cuentos de hadas de nuestra infancia que nos llegará a lo largo del año. Pero por mucha versión de Blancanieves o mucho Hansel y Gretel cazadores de brujas que se dispongan a arrojarnos, nunca hay que olvidar cual fue la pionera en esta moda. Y es que aunque no han tardado en salir voces de que la serie perdio el rumbo desde la conclusión de la trama de El Adversario, Fábulas sigue firme y segura como uno de los títulos más sólidos de la línea. Superado el centenar de números y siempre flirteando con la franquicia, la serie de Willingham se ha presentado movida a lo largo de este año con la publicación en nuestro país de dos tomos en los que se incluía la conmemoración del primer centenar de números de la colección además del peculiar acercamiento de Willingham a los superhéroes. En su publicacion a nivel americano la serie tampoco se ha quedado atrás y entre el guionista y un siempre inspirado Mark Buckingham se las ha ingeniado para que la serie siga siendo una de las más frescas e imaginativas de la actualidad.

Como todo el que la haya vivido debe saber, los ochenta fueron una década mágica (y hortera) en el que la incertidumbre social y el revivir de los ideales del romanticismo nos hicieron volver la vista atrás en busca de esas abstracciones que habitan en las tinieblas del conocimiento. Con la forma en la que se nutren esos miedos soterrados que crepitan bajos nuestros anquilosados principios burgueses, estas inquietudes cobrarían forma en obras como La Historia Interminable, Dentro del Laberinto o En Compañía de Lobos. Es más que probable que muchas de estar obras estubieran en la cabeza de Morrison antes de embarcarse en este embriagador cuento moderno en el que, apelando al imaginario colectivo de la actualidad, nos narra la epopeya de un joven diabético que se debate entre el mundo real y sus fantasías a causa de una bajada de azúcar. Permitiendo que en Sean Murphy haga maravillas con su arte en el mundo onírico mientras el pequeño Joe se arrastra desesperadamente en busca de algo con azúcar para contrarrestar la crisis, juntos nos regalan un cuento tan sencillo como directo con el que retrotraernos a esa época en la que dábamos rienda a nuestra imaginación llenándola de seres fantásticos y parajes de ensueño.

De ser un práctico desconocido que se ganaba la vida arreglando aparatos de aire acondicionado (y otra larga lista de trabajos temporales como ya nos narrara en su sección mensual para Comic Book Resources) a convertirse en uno de los principales pilares del comic mainstream actual, aunque El Otro Lado también aportase lo suyo, Scalped sin ningún ápice de duda la obra que ha catapultado a Aaron al estrellato. ¿Y cómo ha sido esto posible? Puede que sea la mezcla entre el western y el policíaco-gangsteril a la mejor tradición de la HBO actual. Puede que el haber tenido la suficiente lucidez para reinventar las historias de mafiosos y maleantes de toda la vida en un entorno suficientemente exótico como para librarse de las comparaciones con 100 Balas. Pero nada de esto habría sido posible sin el talento del guionista para adentrarnos en un mundo áspero y árido en el que la violencia define las sórdidas vidas ee los habitantes de la reserva. Con un gusto impecable para retratarla a la altura del mejor Sam Peckinpah, ahora que la serie cada vez está más a su conclusión cada vez podemos estar más seguros de que va camino de convertirse en un clásico moderno de la línea.

Tan inglés como el Big Ben, el té de las cinco o la serie del Doctor Who, Mike Carey es lo que podríamos denominar como el último bastión de aquella Vertigo inicial forjada por Neil Gaiman, Alan Moore y otros de los ilustres hijos de la Gran Bretaña. Paradójicamente Mike Carey desembarcó en la línea mucho más tarde, y aunque tiene parte del lado macarra de los Grant Morrison o Warren Ellis de trabajos como Mata a tu novio o Transmetropolitan, lo suyo es sin duda esa faceta evocadora e ilustrada tan afin al mundo de Sandman. Sin embargo, mucho había llovido ya desde que el guionista nos hiciera conocer el cielo (y el infierno) con su Lucifer habiéndole costado su trabajo encontrar ese nuevo trabajo con el que regalarnos la tan necesaria dosis de su talento en la línea Vertigo. Tras un primer intento con la malograda Crossing Midnight, el guionista parece haber encontrado al fin esa idea ganadora con la que dar rienda suelta a sus inquietudes respecto a la delgada línea que separa la realidad de la ficción. Estructurada como una historia de misterio con la que llevarnos en una búsqueda alrededor del mundo, Carey se adentra en los andamiajes sobre los que se construyen las ideas desvelándonos como mediante su influjo han definido el devenir de nuestra especie desde que inventáramos el lenguaje. No siendo otra cosa que conjuros con los que doblegar el mundo a nuestro antojo, Carey nos muestra como quien controla la historia controla nuestro futuro mientras teje un alambicado tapiz con el que nos ofrece una auténtica clase magistral con la que nos descubre los secretos que se esconden tras las grandes historias de nuestra civilización y el peso que han tenido sobre nuestro devenir posterior.

Si muy pocos guionistas (prácticamente ninguno) pueden presumir de haber llegado a Vertigo con un padrino tan ilustre como Stephen King, pocos pueden hacerlo además de encabezar dos de nuestras listas con lo más destacado de 2011. Y es que si Snyder está consiguiendo sorprender a propios y ajenos con su trabajo en Batman y La Cosa del Pantano, en la línea Vertigo tampoco se queda corto con su peculiar acercamiento a la historia reciente de los Estados Unidos desde la perspectiva de los brutales chupasangres responsables del título. Olvidad Crepúsculo, Underworld, Blade y otras veleidades modernas. Con Rafael Alburquerque para dar vida a un entorno implacable y despiadado de la América moderna, Snyder nos adentra en un territorio de lobos en el que debajo de la amable cotidianidad de una nación que se levantaría como símbolo de la libertad y la union multicultural se esconde un mundo de depredadores implacables dispuestos a consumir sin piedad a aquellas ovejas descarriadas que encuentren en su camino.