Jaime Martín (Sangre de barrio, La memoria oscura) nos presenta su último trabajo, Lo que el viento trae, una historia ambientada en una aldea en lo más profundo de la Rúsia prerrevolucionaria.
Año 1916, Rusia es una olla a presión a punto de explotar. Tras el fracaso de la Revolución de 1905, los bolcheviques y demás revolucionarios están cada vez más activos, y el Zar y el ejército cada vez más debilitados. En medio de todo este panorama, un estudiante de cirugía es enviado a un hospital perdido en los Urales, donde la superstición se mezcla con la ciencia y los fantasmas y monstruos con la enfermedad.
El título, la ilustración de la portada y el grafismo de esta obra no se corresponden con el argumento de la misma… creo yo.
Manifiestamente, tanto el título como la ilustración de cubierta evocan un cierto romanticismo.
Por otro lado, el grafismo de Jaime Martín, en su apuesta por las formas redondeadas y una gama cromática “dulce”, agradable, muy bien armonizada, confiere al relato, por lo general, un tono plácido, amable.
Pero la historia no va por ahí.
A pesar de que su contextualización en la Rusia pre-revolucionaria podría ser susceptible de acoger un entramado de grandes pasiones y grandes ideales, la historia no va por ahí. Antes bien, utiliza ese escenario aislado y árido que constituyen los Urales para presentarnos un “thriller con monstruo” repleto de inspiradas ideas que, por desgracia y como decíamos al principio, casan mal con el discurso visual de este cómic. Y eso, a mi parecer, genera distancia.
Cuesta que aquello que Martín nos esta contando nos llegue realmente, por esa discordancia entre el tomo argumental y el tono gráfico que provoca que se contradigan el uno al otro en lugar de potenciarse.
Quede claro que admiro enormemente la envergadura artística de Jaime Martín y que tanto su propuesta visual como literaria para esta obra me parecen muy logradas si las tomamos por separado. Es solo que, al juntarlas, no suman… y así “Lo que el viento trae” no consigue ser redondo a pesar de sus muchos logros… a mi pobre modo de ver… tampoco hace falta que me hagan mucho caso.
completamente de acuerdo , simplemente , el dibujo no pega (y tampoco es que la historia sea para tirar cohetes)…con lo BUENO (!) que fue «invisible»…una pena
Pues mira, no he leido Invisible. Has conseguido picar mi curiosidad.
Yo cuando leí en su día Sangre de Barrio flipé, me pareció un pedazo de tebeo. Hace no mucho me decidí a probar la 3ª parte y me llevé una de las mayores decepciones de los últimos años (tebeísticamente hablando, claro). No sé como será este tebeo, pero a mi se me quitaron las ganas de leer algo de Jaime Martín en mucho, mucho tiempo.