Lobezno: Sed de sangre

 

Edición original: Marvel Comics – diciembre 1990
Edición España: Comics Forum – junio 1991
Guión: Alan Davis
Dibujo: Alan Davis
Entintado: Paul Neary
Color: Bernie Jaye
Portada: Alan Davis, Paul Neary
Precio: 525 pesetas (tomo en formato prestigio de cuarenta y ocho páginas)

 

Uno de los personajes que más se prodigó por el otrora prolífico formato prestigio fue, en el ámbito de Marvel, Lobezno. El canadiense de la Patrulla-X había ido escalando puestos en las listas de popularidad a lo largo de los años ochenta del siglo pasado, pasando de ser un componente profundamente denostado a convertirse en el más popular de los soldados de Xavier. Su actitud prologaría un cambio en el género superheroico, abanderando a partir de la segunda mitad de esa década la figura del antihéroe que no teme ensuciarse las manos de sangre y cuya consideración de la vida del oponente (o de su integridad física, ya puestos) es más pragmática que la de sus compañeros de fatigas. Esta actitud convirtió al mutante greñudo en un personaje con el que todos los autores querían trabajar, aportando su granito de arena al misterioso pasado de un mutante que al final ha tenido correrías para vivir varias vidas. En la transición entre los años ochenta y los noventa del siglo pasado, la franquicia mutante vivía los días finales de la larga etapa “claremontiana” y el control que don Chris había mantenido sobre la escudería-x se resquebrajaba. Comenzaban los días de la burbuja especulativa y había que aprovechar el tirón de los personajes más fuertes. Lobezno se convertiría en el personaje fijo de una colección antológica como Marvel Comics Presents, alcanzaría su propia serie regular y protagonizaría –en solitario o haciendo equipo- múltiples especiales. No sería exagerado afirmar que Logan protagonizó la mayor parte de los volúmenes en formato prestigio editados por la casa de las ideas. Bloodlust o Sed de sangre, fue uno de los primeros. El equipo creativo, uno de los que suscitan interés: Alan Davis y Paul Neary.

A finales de los ochenta, el británico Alan Davis ya se había hecho un nombre como ilustrador en Estados Unidos. El caballero había trabajado en proyectos especiales tanto para DC como para Marvel, con personajes de la importancia de Batman o la Patrulla-X. Según cuentan las crónicas, Claremont le tentaba para que se convirtiera en el dibujante regular de la colección mutante, pero él prefería concentrarse en proyectos puntuales. Diez años después, don Alan cogería el guante y se convertiría en autor completo, pero don Chris no estaría allí para verlo… aunque esto no viene al caso. En ese momento, aún estaban por verse su etapa como autor completo en Excalibur y su creación Clandestine. Con autores que compaginan la función gráfica con el apartado literario siempre se plantea la misma cuestión: ¿son dibujantes que escriben o hay un equilibrio entre ambas facetas? En esta ocasión, don Alan se foguearía echando mano del canadiense y de alguno de sus temas recurrentes.

La historia contada en el tomo relata el enfrentamiento entre Lobezno y la facción renegada de una especie, los Neuri, que ha cometido una serie de asesinatos. El descubrimiento de los crímenes ha tocado una fibra interior del canadiense, la que desencadena la sed de sangre. Su persecución le llevará a recorrer las planicies heladas de su norte natal, en una aventura con toques ecológicos y de ciencia-ficción. La ferocidad de Logan, que le hace ser visto como un animal por una parte de sus congéneres, es apreciada desde otra perspectiva como una comunión con la naturaleza que la humanidad ha perdido. Davis presenta a unas criaturas que parecen explicar y ser deudoras al mismo tiempo de las leyendas de abominables seres de las nieves que se encuentran tanto en el viejo como en el nuevo mundo. Desde los sasquatchs y wéndigos canadienses a los yetis y similares del Himalaya, todos confluyen en esta especie que se ha bifurcado en dos bandos irreconciliables. Esta dicotomía no deja de ser un reflejo de las distintas versiones que el folclore (y la magufada criptozoológica) han ido recogiendo de estos míticos seres peludos, a ratos pacíficos y a ratos violentos. El resultado final es una narración cerrada en la que Lobezno recorre los parajes de uno de sus escenarios habituales, dando rienda suelta a su vertiente más ecológica.

Alan Davis desarrolla aquí un buen trabajo como autor completo, siendo fielmente complementado en la parte gráfica por el entintado de Paul Neary. Resulta sorprendente comprobar cómo alguien tan poco versado con el lápiz (siendo prueba de ello su largo y olvidable trabajo en ‘Capitán América’) se movía tan bien con el pincel.

Como curiosidad final, hay que indicar que esta obra se encuentra reseñada bajo diversas etiquetas según la fuente de consulta: de número anual de la colección del garras a novela gráfica, pasando por el citado formato prestigio. Una edición en español más reciente y asequible se encuentra en el tomo que Panini dedicó a la vida y milagros marvelianos de Alan Davis a principios de 2014.