Loco Sexton 2: Mississippi sangriento, de Oesterheld, Saccomanno y Del Castillo

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Portada de Loco Sexton 2: Mississipi sangriento de Héctor G. Oesterheld, Guillermo Saccomanno y Arturo del Castillo

Edición: Loco Sexton 2: Mississippi sangriento (Laramie Ediciones, 2024)
Guion: Héctor G. Oesterheld, Guillermo Saccomanno, Alberto González y Ray Collins
Dibujo: Arturo del Castillo
Corrector: Frank James
Maquetación y rotulación: Mikel Navarro
Formato: Rústica con solapas. 176 páginas. 17,5€

Un oeste lleno de grises.

«Algunos me critican estas historias. Dicen que en mis cuentos los buenos no son tan buenos y los malos no tan malos… pero… ¿alguna vez viste al bien netamente separado del mal? La realidad no es blanca ni negra. Los hombres no son tan fáciles de clasificar como parecen…»

Tras un primer volumen con una reproducción bastante deficiente que no nos dejaba disfrutar como se merece del fabuloso arte del chileno Arturo del Castillo (1925-1992) y dificultaba la lectura de algunos de los textos de los diálogos, la editorial Laramie publican un segundo volumen de la serie Loco Sexton en el que solventa en gran parte esas deficiencias. La reproducción es todavía mejorable pero el trazo del dibujante se puede ver sin problemas y los diálogos se leen a la perfección pese a encontrarnos unas cuantas erratas ortográficas, pero la edición de este segundo volumen es mucho más digna y está por encima de algún otro producto reciente de otras editoriales con un precio bastante superior. Aunque lo ideal sería encontramos con producto con una reproducción perfecta independientemente del precio.

En este segundo volumen titulado Mississippi sangriento tenemos quince historias cortas de la serie creada por Héctor Germán Oesterheld (1919-1977) para la revista argentina Skorpio. La primera historia de esta serie apareció en el número 13 de la cabecera publicado en octubre de 1975 y siguió publicándose hasta febrero de 1986 haciendo un total de cuarenta y tres episodios. Algunos los pudimos leer en nuestro país en las revistas Hunter y Kirk, pero muchos han permanecido inéditos durante más de cuatro décadas. Del Castillo se encargó del dibujo de todos menos uno que corrió a cargo de Enrique Breccia. En los guiones, además de las veinte historias escritas por el creador literario de Mort Cinder, tristemente desaparecido durante la infame dictadura militar argentina, el que más historia guionizó de la serie fue el argentino Guillermo Saccomanno (1948). Pero no fue el único puesto que también escribieron capítulos otros autores como Alberto González, Ray Collins, Carlos Albiac, Carnevale y Mario Pedrazzi. En este volumen nos encontramos con siete guiones de Oesterheld, seis de Saccomanno, uno de Alberto González y otro de Ray Collins. Sin embargo, el tomo de la serie estaba muy claramente marcado, así que no se observan grandes diferencias ya que todas las historias tienen como denominador común usar los grandes tropos del género para proponernos una reflexión sobre la naturaleza humana.

La serie nos cuenta diferentes episodios breves y de lectura individual narrados por el reportero Herbert Sexton. Un periodista que provoca su despido del Tribune, el principal periódico de Nueva York, harto de las injerencias editoriales para trasladarse a la pequeña ciudad de Tres Cráneos en el Lejano Oeste. Allí pone en marcha su propio diario para el que relata las historia que vemos en cada uno de los episodios de la serie en los que ejerce de narrador y testigo, no de protagonista, presentado y cerrando cada episodio con un tomo muy socarrón. Este esquema era algo que era muy habitual en las historias de aquellos años al igual que sucede con unos finales casi siempre amargos. Aunque el periodista rara vez tiene un papel relevante en los hechos que nos cuenta, su cercanía a esos momentos llenos de peligro le lleva a ganarse entre los lugareños el apodo de Loco Sexton.

Como es usual en este tipo de series en las diferentes historias nos encontramos una cierta irregularidad, pero el nivel medio de las que aparecen en este volumen es altísimo gracias a los extraordinarios dibujos de Del Castillo y unas historias que desde los lugares más comunes del western saben dar una visión diferente, llena de humanidad y personajes llenos de aristas. En ellas no tiene cabida los personajes maniqueos que podemos encontrar en otras obras, ya que su creador y los guionistas que siguieron tienen claro que en los setenta y con la situación política y social que vivía Argentina no había espacio para una limitada visión de blancos y negros repleta de buenos muy buenos y malos muy malos. Así que las historias se convierten en un oscuro catálogo de las miserias humanas más amorales, pero también en una brillante muestra de lo mejor de lo que somos capaces. A los elementos del western más clásico se le añaden otros mucho más propios del noir. Este enfoque mucho más adulto y realista de las historias ya no resultaba tan novedoso a mediados de los años setenta, ya que era algo que el propio Oesterheld venía realizando desde los tiempos de Ernie Pike, pero hace que el paso del tiempo no las haya convertido en anacrónicas e ingenuas y cuando las leemos hoy siguen conservando toda su potencia y capacidad de denuncia. Algo que no está al alcance de otras obras que ha envejecido realmente mal y sirven para otorgarle a Loco Sexton el merecido marchamo de clásico atemporal. Lo que no sorprende cuando hablamos de una serie creada por uno de los mejores guionistas de cómics de aventuras de la historia y un dibujante de un talento enorme.

Viñetas de Loco Sexton 2: Mississippi sangriento de Héctor G. Oesterheld, Guillermo Saccomanno y Arturo del Castillo

Las historias están llenas de ladrones, pistoleros, cazarrecompensas e indios, pero también personas que se dedicaban a otros oficios más prosaicos como la herrería, la enseñanza o capitanear barcos. De la misma manera, nos encontramos con relatos donde el motor puede ser el deseo de venganza, la codicia más mezquina o la lujuria, pero también tienen su cuota de importancia el sentido de la justicia o el amor. Entre las que están contenidas en el volumen cabría destacar El último navajo, la historia de un indio que solo quiere vivir en paz con su familia que nos recuerda bastante al planteamiento de la prodigiosa Buddy Longway de Derib; la intrigante historia que da título a este segundo volumen; o la muy perturbadora La captura. Pero como hemos dicho todas tienen una calidad y variedad argumental enorme. Pero todas las contenidas en el volumen tienen elementos llenos de interés para cualquier amante del género.

Esa novedad del planteamiento de los guiones parece chocar en un principio con el toque clásico y elegante que siempre ha caracterizado el dibujo de Del Castillo, que anteriormente ya había colaborado con Oesterheld en Randall, the Killer, otro western, aunque algo más convencional. Sin embargo, el realismo del que el dibujante chileno dota a todos sus personajes hace que las historias y sus protagonistas se sientan como completamente tridimensionales. En cada página observamos un dibujo realmente detallado y preciosista en el que brillan a gran nivel tanto la narrativa tan clara que tiene el chileno como las composiciones de páginas que se salen de los estándares habituales de las historietas más clásicas. Pero por encima de todo, llama la atención el uso de las masas de negros y el peculiar empleo de todo tipo de tramas que potencian el tono gris y ambiguo de las historias.

Página de Loco Sexton 2: Mississippi sangriento de Héctor G. Oesterheld, Guillermo Saccomanno y Arturo del Castillo

Pese a que no estamos ante una edición a la altura de la obra, hay que celebrar la mejora en ese sentido de este segundo volumen y, sobre todo, que Laramie apueste por recuperar los trabajos de un autor de la categoría de Arturo del Castillo. Ojalá que veamos pronto alguno de los titulo que se citan en el epílogo como Cobra, Navajo o Comanchero y que la próxima edición de El gran botín obra de Antony Johnston y Eduardo Barreto sea otro salto de calidad que se convierte en una constante.

En este volumen de Loco Sexton, Héctor G. Oesterheld, Guillermo Saccomanno, Alberto González, Ray Collins y Arturo del Castillo nos ofrecen unas historias variadas y diferentes que, desde los planteamientos más clásicos del western, nos dejan ver todas las caras de la humanidad, desde la más sucia y sórdida hasta la más brillante y honesta. Una delicia para los amantes del género que se podrán deleitar de un dibujante en su mejor momento.

Lo mejor

• El maravilloso y clásico dibujo de Del Castillo.
• Las historias no caen la repetición de esquemas, algo difícil de conseguir en este tipo de series.
• Los guiones reflejan a la perfección las mejores y peores partes de la condición humana.

Lo peor

• La reproducción del tomo no es todo lo buena que debería, aunque es mucho mejor que la del primer volumen.

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Diego García Rouco
Nacido en Barakaldo en 1977 donde sigo viviendo. Descubrí los cómics en una librería de barrio con Tintin, Asterix, SuperLopez y los personajes de Ibáñez. En 1989 descubrí los superheroes de la mano de Stern y Buscema con el numero 73 de la edición de Forum de Los Vengadores. A estas lecturas se fueron incorporando la novela gráfica y el manga, de los cuales, a diferencia de los superheroes, nunca me cansé. Todavía sueño con ser agente Espacio-Temporal y de Planetary, con visitar mundos de fantasía con el señor T., Philemon, Lord Morfeo, Arale y Thor. Viajar con Reed, Ben, Susan y Johnny al futuro y pasear por el cuartel de la Legión. Recorrer la antigua Roma con Alix y una cantimplora de poción mágica. Buscar Mú, perderme en un viaje al corazón de la tormenta, contemplar el Olmo del Cáucaso mientras paseo por un Barrio Lejano leyendo El almanaque de mi padre. Conseguir beber la sangre del Fénix. Leer, al fin, algún articulo de Tintín y de Fantasio sin que me molesten los absurdos inventos de Gastón. Perderme por las murallas de Samaris, mientras de la pirámide flotante de los inmortales cae John Difool. Enamorado de la chica de los ojos rojos y de Adele. Y cabalgar hacia el amanecer con Buddy Longway, Red Dust y el teniente Blueberry. Con un poco de humo azul en los labios...
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